El salto del ángel

Los otros escrutinios

Por: | 27 de mayo de 2014

 

Pauline roche (10)

Un escrutinio no es simplemente un reconocimiento y un cómputo. Es asimismo el examen y averiguación exacta y diligente que se hace de algo para formar juicio de ello. En cierto modo, parece necesario que dicho examen venga a ser un auténtico análisis, a fin de que el alcance de lo decidido o por decidir no quede reducido a unos resultados y a algunas sentencias. Puestos a reflexionar, es conveniente hacerlo antes de elegir, pero no deja de ser necesario proseguir tras comprobar lo sucedido. En gran medida, eso supone asumir las consecuencias y esa tarea responsable incluye un pormenorizado ejercicio de pensamiento. Y de responsabilidad. Y en esto la precipitación es tan desaconsejable como la demora.

Un sistema torpe de proceder consiste en confundir cualquier tipo de escrutinio con la ratificación de nuestros intereses más inmediatos. Es bien sabido que la mirada no está exenta de voluntad. Ni el conocimiento. Así que, incluso para ver ajustadamente, es importante escuchar. Escuchar lo que dice cuanto vemos, que no se limita a dejarse ser visto y, a su modo, dice, nos dice. Es preciso, por tanto, dilucidar, incluso aquello que pronto denominamos evidente. Para eso se requiere algún detenimiento y, desde luego, no es buena consejera la ansiedad. Y menos aún el resentimiento. Todo ello para subrayar que hemos de implicarnos en el gesto mismo de escrutar para que propiamente haya examen y, por tanto, otros escrutinios.

Una vez más, no es cuestión de ignorar o de dejar de asumir los resultados. Al contrario, se trata de escrutarlos efectivamente, pero para escrutarnos a su vez a nosotros mismos. Los grecolatinos comprendieron bien que el examen, tan apreciado para diseccionar a otros, ha de constituir primordialmente un ejercicio, en el que quien lo ejecuta es asimismo el objeto del análisis y no mero sujeto de aquello que, aunque le concierne, no  parecería ser cosa suya. Este examen empieza por ser autoexamen. Y no se trataría tanto de las conciencias, cuanto de las acciones. El escrutinio propicia entonces un juicio en el que uno no se limita a ser juez. Es lo que nos enseña Kant, para quien la crítica ha de ser una crítica de la razón. Ella misma ha de sentirse concernida.

Thinking

Cuando elegimos, preferimos y priorizamos con nuestras acciones, con independencia de nuestras previsiones propósitos u objetivos. No siempre el sentido de un acto reside en la intención de su autor. Y los escrutinios no conllevan en su primera fase de cómputo un manual de razones, ni de justificaciones, ni de matizaciones. Sus efectos son al respecto tan implacables como el rayo de Heráclito, son logos ejecutor.

Podríamos entonces pensar que ahí se agotan sus efectos y a eso se reduce su alcance. Pero ni las ideas, ni los hechos pueden ser efectivamente considerados aisladamente. Reflexionamos para elegir, y ello no elude el que lo hagamos para abordar coherentemente las consecuencias de lo decidido. Y siempre elegir comporta alguna dosis de arrojo. Se requiere a la par decisión para asumir lo decidido. Y ya ni siquiera solo por uno mismo. Entonces se precisan otros escrutinios.

No se niega que sea necesario, pero es simplista limitarse a catalogar culpabilidades, en el empeño más de encontrar causantes que causas. En tal caso, todos aseguran haberlo anticipado, y no pocas veces amparados en su propia contribución. Siempre que se ve, hay quienes lo ven venir, o dicen haberlo visto y, si es preciso, contribuyen a que venga. Sin embargo, escrutar es indagar, examinar cuidadosamente, explorar, y no simplemente levantar acta de lo sucedido o de lo acertado. Y para ello hace falta mesura, y en todo caso sinceridad y generosidad. Aquella que no es concesión, pero que es comprensión. Y comprender no es aceptar acríticamente, es hacerse cargo y tratar de asumir la complejidad en la atención a las raíces y a sus efectos. Y no dejar por ello de actuar.

La necesaria consideración incluye una determinada percepción que no se limita a lo inmediatamente sucedido y sabe atender el discurrir de los acontecimientos y su alcance. Solo así se produce un verdadero aprender, aquel que posibilita afrontar y mejorar, y no se refugia en el ajuste de cuentas y resultados.

In-the-gilded-hall MUY GRANDE
Analizar exige distinción y discernimiento, y reflexionar conlleva detenimiento. No es el de la demora, sino el del cuidado. No el que confía en la tarea del tiempo sino en el tiempo de la tarea. Y ello comporta tanto aclarar y elucidar, como también interpretar, es decir, leer y elegir. Hay quienes estiman que las lecturas son uniformes, homogéneas, incuestionables, únicas, reduciéndolas a un tablero de datos. Insisten en que es suficiente con seguir lo sucedido, como si su atención y su consideración nos eximieran de determinar, de descifrar o de diferenciar. El trazo poco minucioso propiciaría las grandes conclusiones, aquellas que no pocas veces favorecen las grandes inactividades.

Pero interpretar es asimismo participar en el conflicto de las interpretaciones. Y sin duda este tiene mucho que ver con los buenos motivos, razones y argumentos, pero no pocas veces es a la par un conflicto de poder, de poderes. O, como señalamos, de intereses. Eso no impide que esté trufado de buenos objetivos, aunque no siempre coinciden, ni concretamente con lo que favorece el que habría de ser el más común de los bienes, el llamado bien común.

Todo se puebla en tal caso de distinciones, para preservar la propia singularidad. Y no es lo que se cuestiona, salvo que cada una de ellas trate de ocupar todo el espacio y de erigirse en la gran razón escrutadora, en el juicio final del escrutinio, en la palabra de la gran causa. Y de este modo se silencia cuanto el escrutar tiene a su vez de debate, de conversación, de legítima confrontación de posiciones. Incluso lo que implacablemente ocurre merece una reflexión que le concierna.

Asumir consecuencias, y siempre las hay, no es adoptar las decisiones propuestas por los expertos en dar indicaciones a los demás. Sin embargo, el escrutinio reflexivo, aquel que comprende que las propuestas ajenas también son palabra y pensamiento, cuando se articulan como posición y elección, conlleva en efecto un juicio. Y es un juicio sobre el juicio emitido, y juzgar comporta deliberación y valoración, pero no para eludir una resolución. Acceder a ella supone considerar que hay consecuencias asimismo afectivas, y desde luego no pocos sentimientos, emociones y pasiones que inciden en la toma de posición.

Tamaños afectos traen sus efectos, dado que no son necesariamente menos consistentes que el inicial escrutinio, y no cesan tras establecer una tabla de resultados. Escrutar es coimplicación, es más que limitarse al grado de complicidad. Y en tal caso, incluso es preciso el escrutinio de los ánimos, de las fuerzas, que no es ajeno al de los motivos. Ello también ofrece resultados que no basta mirar. Pueden ser elocuentes. Y solo así, el examen de los métodos, de los modos de proceder –procesos y procedimientos- no dejará vacías de contenido a las convicciones.

Pauline roche (9)

(Imágenes: Pinturas de Pauline Roche, Untitled; Thinking; In the Gilded Hall; y Gathering at the Masterpiece)

Hay 6 Comentarios

Sin futuro no hay nada que sopesar. Medir las consecuencias de los actos para tener unas riendas que nos nos pertenecen... ir a algún lugar aunque estamos en el tiempo en el que nada de lo que planifiques tiene sentido.
La ansiedad no es buena consejera pero vivimos en tiempos en los que no te deja respirar.

Cuando se escoge se quiere,se intenta apresar lo menos apresable,esto es el acontecimiento.Siempre nos conformamos con una perdida, un "sido" que, aunque no deje de ser, no va ser aquello que se le supone.Un filósofo no es más que un cazador de ideas,jamás un ideólogo.Como ya se ha dicho, una vez pensado no se puede dejar de pensar.Como diría Savater hay que tomarse en serio lo de haber probado el fruto prohibido...Lo paradójico del acontecimiento es que nada tiene porqué acontecer.Acontece.

Leía en Barthes, a propósito de Japón, la obsesión occidental por el sentido. Me gusta su idea de Oriente como una exuberancia de símbolos que no pretenden en realidad conducir mas que a nada.
Escrutar es tan cansado... y narcisista,creo
Saludos

Escrutinio, recuento, examen, evaluación, valoración, reconocimiento, sopesar, escoger.
Aprobar o suspender.
Contrapesando los hechos de la realidad con todas las propuestas aportadas y los deseos de gestores.
Sopesando el gasto y los costes.
Desde un horizonte en donde no está el horno para bollos ni para canciones de cuna.
Como una mirada detenida en el espejo.
Nos vemos las arrugas del rostro, y las canas, y la mirada de expresión triste, desencantada.
Que requiere un cambio de aires de inmediato para no seguir repitiendo el mismo círculo vicioso.
Para andar otros pasos.
Para responder a la demanda real, y no a la teoría diseñada contestándonos nuestras propias preguntas y no las preguntas de las necesidades.
Descendiendo del olimpo.
Compitiendo con las carencias de quienes si han de vivir el tiempo en primera persona y no como en los renglones teóricos de un papel.
De carne y hueso.
Desde ahí se espera que se ajuste la política a las necesidades de la gente, y no a las necesidades del gremio, o los sillones preferentes del teatro.
Como un autobús que circula sin atender las luces del semáforo, atravesando calles sin mirar.
Llevando gente dentro.
El escrutinio tiene eso, que la mayoría puede decir a la claras que eso de esa manera no interesa, mirándonos las caras los unos a los otros.
Como simples pasajeros.

Belleza escultórica en la primera obra.
Examinar un resultado requiere reflexión, pero no es igual desmenuzar una obra de arte, que un resultado político. La primera requiere sensibilidad y conocimiento; la segunda el introducirse en la piel de los votantes, haciéndose preguntas, ¿qué exigiría yo si estuviese en su lugar?, ¿Cómo puedo vivir en la opulencia, mientras impongo sacrificios exagerados, ¿Me considero superior por ocupar un puesto de poder? Después de analizar profundamente las preguntas, quizás sea capaz de discernir los resultados.

Buenos días, profesor. A (mí) me gustaría poder decir;


De la foto I a la II.


Sobre el “formar juicio” o sobre el (a-)hormar (e, incluso armar) el juicio [Preguntarse (¿a la luz de Kant por la crítica del juicio?) a partir de los agentes, no sé si integrantes o componentes que mecanizan engendran u organizan tal “en-jude-ì-miento” es ineludible (y, a saber: ¿habrá, a la par, en-brahma-ô-miento?)]


La precipitación y la demora parecen ser desplazamientos, de qué tipo, o de qué tipos, o de quiénes. ¿Es la precipitación demorante una huida existencial? ¿Es la demora precipitante un arrojo existencial?


De la foto II a la III.


¿Seguro que Heraclito dijo esa tontá? Estaría de cachondeo.


De la foto III a la IV.


Los conflictos de las interpretaciones y los conflictos de poder por el bien común deja en evidencia algunas cosejas ¿Cómo conciben, si es que meramens lo hilvanan el concepto conflicto [bramando diríase que es un con-fluctuar, o, incluso, com-fructuar]. Más cositas: Los vectores-matriz anidados (legein-alogoin) de orden dos o tres (€aN) {conflicto (de (las interpretaciones))}, {conflicto (de poder)} y {bien común}, desde mi escaso atisbar deja una trama tramposa que acaba en una biyectividad que intenta imponer una escala de valías, valores, actitudes y aptitudes ahítas de podredumbre.

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Sobre el blog

El salto del ángel es un espacio de reflexión, de pensamiento sobre la dimensión social y política de los asuntos públicos, sobre la educación, la Universidad, la formación y la empleabilidad. Busca analizar los procesos de democratización, de internacionalización y de modernización como tarea permanente, con una actitud de convicción y de compromiso.

Sobre el autor

Angel Gabilondo

Ángel Gabilondo Pujol es Catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid, de la que fue Rector. Tras ser Presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, ha sido Ministro de Educación.

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