No es cuestión de tratar de hacer idéntico lo que es diferente. Pero incluso para serlo se requiere algo común a partir de lo cual diferenciarse. En realidad vivimos sostenidos en permanentes acuerdos, pactos y consensos, más o menos consistentes o convencionales, expresos o implícitos. Y desde luego no está mal ser conscientes de ello, pero no lo es menos intervenir en su conformación. Precisamente por eso nos entendemos y comunicamos y, si es necesario, discrepamos. Se trata de configurar ámbitos de convivencia, lo cual no significa ni de homogeneidad ni de uniformidad. Ahora bien, esos espacios constituyen el terreno en el que es posible dialogar, disentir, debatir, distinguirnos, ser singulares, en todo caso, capaces de desacuerdos. O de acuerdos.
Hay quienes encuentran que ello no es viable, que hacerlo supondría dejar de ser quienes somos, renunciar a nuestra peculiar concepción, a nuestras convicciones. Si así fuera, en última instancia tendríamos, también al respecto, problemas hasta cada cual consigo mismo y no podríamos conllevar ni nuestras propias diferencias, que es lo que nos permite ser nosotros mismos. Cada quien somos un acuerdo. Abierto, conflictivo, pero configurado,
Considerar que únicamente podemos construir con quienes son como nosotros y que solo merece la pena hablar con los nuestros, que hemos de alejarnos del resto, pronto envía a los otros a engrosar aquello de lo que hemos, no solo de alejarnos, sino de mantener a un lado, al margen. Si nos descuidamos, no tardamos en desconsiderar su modo de ser y de pensar. Y, si nos animamos, a descalificarlo. El estimar que incuestionablemente uno tiene razón provoca formas más o menos sofisticadas, algunas bien rudimentarias, de elitismo. La autosuficiencia adopta así la forma de aparente firme posición.
No es cosa de ignorar los límites, ni de dejar de reconocer lo inviable de ciertas composiciones, ni de pretender compaginar lo que exige una dilucidación, una elección, una opción, una decisión. Ni de aparentar reconciliaciones que no hacen sino adherir y adjuntar, sin modificación alguna, elementos impertérritos. Sin embargo, la disolución de los terrenos de conversación, reducidos única y exclusivamente a lugares de descalificación, en los que se interviene esporádicamente para dejar huellas y heridas, anticipa el repliegue sobre sí que propicia formas de ensimismamiento.
Se insiste en la necesidad de los consensos. Y estos tienen, a su vez, no pocos detractores. En primer lugar, se requiere asimismo debatir sobre lo que significan o cómo cabe entenderlos. Desde luego, no indiscriminadamente, ni siempre, ni en cualquier circunstancia, ni leídos de cualquier manera. Resulta simplista desdibujar cualquier concepto o acción para que así nos resulte más fácil liberarnos de ello. Más vale atenernos a la complejidad de su caracterización.
Desde luego, considerar que el consenso consiste en lo que queda tras haber eliminado todas las diferencias, en una suerte de resto frío y vacío, en el que ya no hay otros indicios de quienes habrían de encontrarse que dar con ellos aposentados en la calma y en lecho de lo fallecido, en el aséptico coincidir sin coincidentes, resultaría tan poco atractivo como poco efectivo. No cabría un acuerdo consentido, que es lo que le constituye.
No se trata tampoco de procurar un simple término medio equidistante, consecuencia de un mero cálculo de probabilidades. En tal caso, amparados en el mero resultado, su logro se parecería demasiado a una resignación interesada. No se descarta que ello pueda llegar a ser efectivamente interesante, en especial para los expertos en tales ceremonias de cálculo.
Sin embargo, el desafío es otro. No es desechable, incluso es aconsejable, que haya una aproximación y no un mayor alejamiento. Pero el consenso no es simplemente el movimiento de uno al otro para que se produzca un encuentro. El mero hecho de buscarlo intensa y seriamente ya lo implica en cierta manera. La cuestión es si cabe acceder a otra posición, no simplemente al término medio equidistante de las ya existentes. Exige un auténtico desplazamiento, y a veces no solo en otra dirección, también en otro sentido.
Hay acuerdos que procuran otra realidad. De no ser así, no parece tener contenido hacer una abstracta loa del consenso, como si este fuera un bien en sí mismo y no un instrumento, un medio, un procedimiento de acción. Y se trata de que resulte eficiente. Para ello se requiere configurar, provocar algo no existente previamente. No al precio de ignorar la realidad, sino de no reducirla a lo ya dado. No es una huida del estado de cosas, es un modo de afrontarlo que abre nuevas posibilidades. No un simple combinado.
De hecho, el diálogo no es la sustitución de lo que uno piensa por la mera posición del otro. Exige la controversia que comporta la conversación y requiere el esfuerzo y la paciencia, también, del concepto, para generar algo distinto. Ni es mera adición, ni suma de argumentos y motivos, sino toda una elaboración, no pocas veces una auténtica creación que precisa trabajo y competencia.
Ciertamente, cabe el riesgo de reducir el consenso a una claudicación, a una mera confrontación de poderes y, por eso, se precisan condiciones razonables de posibilidad. No es un amaño, ni una renuncia a las propias convicciones, sino un modo de labrar a partir de ellas. Y exige entenderlas como un ámbito de viabilidad, no de clausura a cualquier labor conjunta. Si no son la potenciación de la capacidad de acordar, entonces merecen otro nombre. Hay consensos que más bien las ratifican como principios de acción, de generosa implicación para sobreponer intereses comunes a la mera instalación en los más propios. Son así transformadores.
En una sociedad plural y diversa, con multitud de posiciones, donde se dibuja un mosaico de opciones diferentes, que paulatinamente se incrementan, la gestión de los asuntos solo es posible si se impulsa una cultura del acuerdo, que no significa la coincidencia preestablecida, sino toda una labor, una acción que supone algún desplazamiento respecto de la propia posición inicial. Salvo que simplemente se persiga hacer ostentación de la misma y esgrimir la contundencia y la firmeza de lo inamovible, de lo inalterable, de lo tenido como verdadero.
Si se busca convencer, el ámbito de los posibles acuerdos requiere deliberación, y no clausurar el espacio de lo discutible. Pero, a su vez, para ello es asimismo necesario definir si permanentemente ha de abrirse en todas las direcciones o cabe acordar cuáles son al respecto, en cada caso, las prioridades. No se trata de lograr consensos de cualquier manera. Ni de desestimarlos de todas las maneras. Buscar el máximo consenso posible no significa dejar de actuar por falta de unanimidad, supone no pretender confundir la acción con la unilateral ejecución.
(Imágenes: Pinturas de Ian Davey sobre soporte de plumas de cisne)
Hay 10 Comentarios
La nueva "esperanza del PSOE", junto al cabecilla del PP en Andalucía, asómense, no se priven:
http://www.diariocordoba.com/noticias/cordobaandalucia/presidenta-junta-lider-pp-a-romeria-rocio_886176.html
Publicado por: El enemigo en casa | 08/06/2014 14:31:37
Los consensos sociales implican una suerte de disenso interior. Todos solemos mantener un equilibrio entre los distintos aspectos que conforman nuestra particular interpretación del mundo que nos rodea. En no pocas ocasiones, esto incluye cierto número de ideas equivocadas, hábitos inveterados de pensamiento, correlaciones emocionales inculcadas durante el desarrollo personal o simples prejuicios. Cuando el consenso exterior, imperativo por una u otra causa, ha de producirse entre posiciones muy alejadas, si no decididamente antagónicas, el disenso interior puede suponer una verdadera conmoción. No es fácil renunciar al equilibrio que mantiene el edificio de la autorepresentación del ego. Hace falta adquirir conciencia de que un bien superior al propio bienestar puede estar en juego, de que hay otros también sometidos al mismo conflicto interior y que, en definitiva, es mejor la convivencia que la confrontación.
John Rawls, habla del consenso como de un acuerdo entrecruzado, esto es, de una coincidencia estable que establezca vínculos internos en quienes acceden a mantenerlo. No se trata de un modus vivendi, de una componenda efímera que pueda depender del cambio de las circunstancias de manera que termine en cuanto se descubra que el do et des alcanzado en un determinado momento pueda evolucionar en favor de una parte u otra. Se trata de la verdadera consolidación de un conjunto de elementos asumibles por cada parte, de manera que se minimice el conflicto interior promoviendo así el exterior. Es algo que sólo puede darse en la concepción liberal de la sociedad, en una estructura abierta de relaciones que no viene impuesta por la dominación de un Estado omnímodo, impertérrito ante sus propias contradicciones y, por tanto, intolerante frente a cualquier cambio que la cultura y la ciencia traigan con los tiempos.
Existe, por supuesto, la dificultad añadida de que la conformación de consensos no suele realizarse entre individuos plenamente dueños de su parecer, dispuestos a poner en cuestión los límites de su propia forma de ver el mundo, sino entre grupos humanos cohesionados por unos u otros fundamentos doctrinales, dirigidos por líderes –sólo en el mejor de los casos, al margen de toda demagogia e interés personal- capaces de arrastrar con su carisma la afectividad de los más psicológicamente inermes y, al cabo, constituidos por “militantes” reacios a abandonar la seguridad que ofrece la integridad de ese cobijo sectario. Quizás por esta razón, lo que tradicionalmente se ha venido conociendo como izquierda se posicione tan abiertamente contra los principios liberales de la sociedad abierta y de la preeminencia del individuo.
Al que esto escribe le ha gustado que el artículo de nuestro anfitrión culmine con una proposición que suscribe plenamente: “el máximo consenso posible”. Porque es dentro del ámbito de lo posible que cabe la concepción política de la vida comunitaria; un posibilismo que viene condicionado por las condiciones de una realidad no siempre controlable.
Publicado por: Witness | 07/06/2014 21:44:03
Sí, hay que dialogar y negociar, en eso se basa la democracia. la pega es que con el PP todo son lentejas y el PSOE se las come todas¡¡¡¡¡
saludos.
Publicado por: CapitanRed | 07/06/2014 13:58:20
¡¡ME GUSTA!!
Pero, a saber, supongamos un marco parmenideo-socrático-zenónico ‒por aquello de la identidad contradictoria continuo-discontinua de la lógica en la que nos envolvemos (o, incluso, nos enarbolamos)‒, y preguntémonos:
-Habrán (o existirán) dis-sensualidades consensuantes?
-Habrá con-sensualidades dis-sensuantes?
-En caso de haberlas, ¿cómo atisbarlas?, ¿será cuestión de impronta aristotélica o de análisis kantiano de las costumbres conseguir tal atisbo?
-Y el atisbo, ¿será ‘atisbamiento’ sustantivo y sustancioso, o será un ‘atisbar[se(nos)]’ activo, o será un ‘atisbado’ adornamiento, o un ‘atisbadamente’ adjunto y circunstancial?
-¿Cuáles clases de discretizaciones o encajonamientos adquiere la cuestión «con-vers-acción/con-trans-versia/des-a-cuerdo»?
-Estamos, al fin ‒y permítaseme cargarme de la poiesis Zen que trasmiten las ilustraciones‒, ante perspectivas puntuales y atómicas que chocan unas con otras o frente a un barruntar el panorama por medio de tal contra-versias?
Saludos cordiales.
Publicado por: Tacatún | 07/06/2014 9:00:20
Si no partimos de algo en comun por minimo que sea no es `posible ni el consenso ni el disenso.En el consenso todos aportan y en el disenso todos desaportan si se me permite la expresion, es decir todos somos responsables de lo uno y de lo otroy creo que hay consensos que suponen retroceso y disensos que significan avance
Jose Luis Espargebra Meco desde Buenos Aires
Publicado por: Jose Luis Espargebra Meco | 06/06/2014 23:15:39
Perdonen la mala redacción,pero es que escribo desde ese aparato en el que la gente se convence o mira incluso estando de reuniones o charlando en un café.El otro día contabilicé una mesa donde había reunidas 5 personas las cuales todas miraban a un mismo sitio sin decirse ni mu,a qué consenso: a su móvil.
Publicado por: Rantamplán Malaspina | 06/06/2014 20:37:24
Siempre tengo la sensación después de haber estado en una reunión,un supuesto consenso,de salir más vacío,más sin norte y como deslavazado de mis convicciones,pero porque estás sean mejores sino porque muchas veces las de los demás me parecen pobres,primitivas o anacrónicas y como sin venir a cuenta.Eso,o yo no sé elegir buenas compañías.Vamos,que no tengo madera de virtuoso,y convencer a otro siempre me parece un tiempo perdido antes de pronunciar siquiera una palabra.Esto no quita para me guste que se me convenza.
Publicado por: Rantamplán Malaspina | 06/06/2014 20:30:40
Creced y multiplicaos, parece que fue el mandato divino después de la creación del mundo.
Según dice La Biblia en los escritos antiguos recogidos de los primeros profetas.
En todos los sentidos se entiende, lo de multiplicarnos porque las personas somos muchas más cosas que solo lo de reproducirnos.
Se acompaña la multiplicación con lo del comer bien, y también el donde dormir a resguardo, el intercambio y la mejora social, y de ahí nos vamos a la comunicación, el comercio y el tener que hablarnos y darnos opinión unas personas a otras.
Consensuando, mejor que guerreando.
Desde que al ser humano se nos adjudicó el raciocinio siendo capaces de apuntar lo hecho.
Haciendo historia.
Y de ahí la mejora, superando los peldaños de época en época, mejorando.
Sustituyendo al caballo de Atila, que no dejaba crecer la hierba, por el consenso y el debate.
Creciendo y multiplicándonos.
En todos los sentidos.
Publicado por: Luque | 06/06/2014 10:38:52
Consenso es armonizar las diferencias: en una sociedad con muchas diversidades, son necesarios acuerdos discutidos y sopesados, en aras de un entendimiento común. Las imposiciones donde solo se contempla una parte de la sociedad, acaban desintegrándose por la fuerza y el descontento de las que no participaron en las discusiones, y el resentimiento por haber sido excluidas.
Publicado por: Nely García | 06/06/2014 9:46:18
De acuerdo, profesor. El contenido de lo que es un consenso me parece que le ha quedado, muy bien definido, delimitado, clarificado. Gracias.
Publicado por: Sirius | 06/06/2014 8:30:12