El salto del ángel

Hasta llegar a la escuela

Por: | 16 de septiembre de 2014

Provinzia de Rizal, Filipinas

Al iniciarse una clase, al abrirse el aula, conviene tener presente los caminos que han conducido hasta ella. Y no ya solo el despertar, las vicisitudes cotidianas, los preparativos, el traslado, y, en su caso, la compañía. Prácticamente cada palabra, cada acto, forman parte de lo que es también labor educativa. Y basta fijarse para comprender hasta qué punto las circunstancias son radicalmente diversas. Pero siempre con un horizonte, el de la necesidad e importancia de llegar, de acceder a la enseñanza y a la formación. Y en un entorno de afecto y de convicción, de seguridad y de serenidad.

El camino hacia el colegio es asimismo escuela, el viaje forma parte de ella, y cada gesto, cada palabra, lo que ocurre y afecta, no solo predispone, es ya constitutivo de la acción de aprender. Y sentir que uno no resulta indiferente, que el esfuerzo merece la pena, a veces bien explícita, que alguien espera algo de ti, que te aprecia y te valora, que a su modo tiende su mano y te orienta en esa dirección, eso es un regalo de la vida. Y siempre con la confianza de que te aguardan con hospitalidad y tienen tanto que ofrecerte.

“Sur le chemin de l'école”, película documental francesa, del año 2013; dirigida por Pascal Plisson, y con guion escrito conjuntamente con Marie-Claire Javoy, presenta el largo trayecto de cinco niños de cuatro extremos del mundo y las peripecias para recorrer la complicada distancia que han de hacer cada día para acceder al colegio. Una vez más, la realidad es asimismo la mejor metáfora, la de una implacable verdad.

Ir a la escuela cabe considerarse natural para quien puede hacerlo. No por ello deja de ser relevante. Y digno de subrayarse. Incluso de celebrarse. Damos todo tan por supuesto, nos parece tan habitual, que prácticamente nos limitamos a la gestión de determinadas cuestiones prácticas. Sin embargo, poderlo hacer y de modo razonable es un privilegio y asimismo una conquista personal y social.

19 enero 2012 Reuters Beaviharta

En ocasiones precisamos mirar lejos para poder ver lo que ocurre cerca. Y no se trata simplemente de propiciar un discurso de resignación, al amparo de peores situaciones. Es cuestión de valorar lo que, como fruto del trabajo de tantos, está al alcance. Sin embargo, no deja de haber formas, más o menos sofisticadas que complican esa proximidad mediante procedimientos de elongación de la distancia, cuando no de generación de obstáculos para el acceso a la escuela. Por ello es imprescindible no olvidar la necesidad y la fuerza educativa de un adecuado concepto de inclusión.

La educación es una tarea singular, de singularidades, de personas, centros, programas y necesidades singulares, pero en el seno de lo común. Y esta labor conjunta se alumbra desde las primeras luces del día, en cada casa. Incluso tal vez desde sus vísperas. Abierta, plural, inclusiva, la escuela es convocatoria, llamada y, a la par, respuesta. Y ha de serlo a las peculiaridades y necesidades, tantas veces compartidas, de cada quien. El camino a la escuela es también el camino de la propia escuela hacia cada uno, hacia cada una. Y se trata de evitar la injusta desmembración, la amputación de aquellas necesidades específicas que constituyen la realidad educativa, que requiere condiciones, oportunidades y posibilidades.

No ha de abandonarse el camino a la escuela, ni ha de abandonarse a nadie en él, a su suerte, extraviado o desamparado, vulnerable a todas las intemperies. Y no basta una imprescindible disposición. Se requieren personas y medios para que, tras un determinado trayecto, se llegue realmente a la escuela. Sin embargo, numerosos niños y niñas, unos cincuenta y ocho millones en el mundo, no están escolarizados. Y no pocos, tras estarlo, abandonan en menos de tres años. No siempre hay caminos.

Padang Sumatra Indonesia

Ahora bien, los caminos no son una simple peripecia personal. Poco a poco la mano que acompaña, que indica, que vela, la palabra próxima y habitual va alejándose conforme se va acercando el momento de alguna suerte de despedida. Quizá, en el peor de los casos, ni la hubo en el momento de partida, faltó un aliento, una cordialidad. Y no tanto para otorgar grandilocuencia o melodramatismo a un gesto que ha de ser sencillo, sino como expresión de una labor que ninguno puede hacer por otro. Nadie puede educarse en tu lugar y aprender por ti. Sin embargo, conforme la mano se desprende y la despedida, siquiera temporal, lo es tal, van incorporándose otros caminantes en el itinerario que conduce hasta la escuela.

El trayecto es a la par una salida al encuentro. Con los otros, con quienes a su manera también vienen de diferentes lugares. Y no ignorar que también ellos persiguen, buscan, desean y necesitan, constituye la base determinante para reconocer que aprendemos con los demás, conjuntamente. Entre otras cosas, a sabernos singulares, pero no exclusivos y, quizá, a valorar como un privilegio aquello de que disponemos o recibimos o, más aún, aquello que somos.

El camino se sustenta asimismo de la curiosidad. Esta hunde sus raíces en una necesidad que no es mera satisfacción de lo que creemos. Tal vez un incipiente amor al conocimiento, la voluntad, no menos maravillosa cuando es infantil, de saber, de entender, de comprender, de hacer. Y una no siempre perfilada confianza en jugar el juego serio en el que ser diverso es divertido. Tal vez, al arrancarse del limitado horizonte de expectativas más inmediatas, el camino a la escuela es también un itinerario de libertad, el de las mejores posibilidades. Por eso, incluso en medio de enormes dificultades, que han de combatirse y tratar de erradicarse, tal vez, antes de empezar la clase ya ha comenzado casi todo. Entre otras razones, porque al llegar, alguien, un maestro, una maestra, un profesor, una profesora, ha hecho asimismo su camino y nos aguarda. Y a su vez el conocimiento y el saber han corrido sus aventuras, abriendo senderos que no dejan jamás de transitar. Este encuentro conjunto hace escuela.

Delhi India

(Imágenes: Fotografías. Provincia de Rizal. Filipinas, diciembre 2012, Bullit Marquez/ A.P.; Lebak, Indonesia, 19 de enero de 2012, Reuters /Beaviharta; Padang, Sumatra, Indonesia, por Igoy Fitra Yogi, Panjalu Images/ Barcroft Media; y Delhi,India, 2011, Reuters)

Hay 6 Comentarios

Me gusta cuando le escucho a otro llamar profesor a alguien, como aquí, porque eso delata un profundo cariño y admiración que es respeto por el otro. Yo eso no puedo fingirlo y no puedo llamarle profesor a usted, no porque no le respete, por supuesto, sino porque a mí no me es posible sentir auténtico cariño, de momento. Este documental no lo conocía pero, sin embargo, los otros dos documentales franceses que he visto me han aportado mucho.

A mí del colegio de la infancia me gusta especialmente mirarlo desde el exterior y sentir que, por fin pude escapar de él. Porque el colegio significaba la vida comunitaria, y los de mi espectro podemos llegar a sentirnos asfixiados por ella con mucha facilidad. A mí hay muchas cosas con respecto a la educación que me preocupan y hubiera necesitado un poco de ayuda humanitaria el año pasado, cuando yo misma volví a la escuela para averiguar si mi sensación de opresión y desamparo, estando entre los demás, tenía remedio. Y fíjese usted que yo emprendo caminos sola y si es en invierno, cuando no se espera que haya nadie cerca, también. Escribí unos cuadernos, se los entregué a la dirección de la EOI de Avilés pero fueron objeto de burla (esto no me duele, tampoco era burla como carcajada directa, sino como devaluación, que fue sorprendente). Tal vez si usted los solicita pueda ayudarnos mucho. Porque los que sienten como yo, sin remedio, no tenemos quienes nos defiendan. Si es verdad que la sociedad se hace cargo de ello pero pueden verlo y entenderlo como pueden verlo y entenderlo, como ellos son. Y yo soy muy parecida a cualquiera con mis necesidades, de ''soledad'' (libertad), de independencia, de profundidad, sobre todo... y me horroriza escuchar a José Antonio Marina hablar del cerebro y de lo que se puede o no aceptar de la hiper-sensibilidad de los niños, y de como gestionar sus emociones. Y me imagino yo en su lugar, y que pueda hacerlo, que puedan subvertirlos hasta hacerlos existir desde su contranaturaleza.... porque yo por mí no tengo problema -puedo apartarme y puedo irme cuando quiera -de momento sí. Pero saber que hay personas como yo atrapadas en esa cadena... eso me hace sentir muy impotente. Sé que usted piensa distinto, porque piensa sin pausa pero no todo es pensar señor y todos son como uno, porque aunque compartamos muchos rasgos o la gran mayoría... puede existir un ser (no yo, otro ser) al que sus mutaciones lo transformen en un destino muy distinto al de uno. Hoy no debería estar escribiendo aquí. Pero improviso casi siempre. Le busqué a usted a través de la red, porque como yo le tengo enlazado... y acortando Gabilondo Chemin, me trajo hoy hasta aquí. Imprevistamente.

Ir al colegio era la única aventura posible. Me decían no salgas del camino, promételo. Y yo decía que sí pero luego me iba por los campos, por detrás de los bardiales. Donde nunca me sucedió nada pero donde era posible evitar a los otros niños y niñas que aprendían a desobedecer en grupo por ese tiempo.

El camino hasta lega a la escuela es arduo y no solo por las fotografias que Ud profesor ha mostrado hay otras dificultades no fisicas sino de posibilidades y porque no de tradicionTodavia para algunso la escuela no es necesaria para el desarrollo integral del individuo y transmiten valores en la familia y en el medio en el que viven.No debemos confundir escolarizar con alfebetizar, si la escuela solo alfabetiza cumple una muy minima parte de su tarea, la escuela debe socializar, transmitir valores de acuerdo a la cultura en que se desarrolla pues hoy ya nadie admite valores o muy pocos de aceptacion universal. Cuando era niño se decia:Leer escribir y las cuatro operaciones fndamentales, hoy despues de tantos años todos aceptamos que eso es insuficiente para el mundo de hoy
Jose Luis Espargebra Meco desde Buenos Aires

Después de todo el día en el despacho, de varios momentos sin saber si está todo bien ordenado... la sensación al leerle es la de haber transitado un duro camino hacia la escuela que es su Blog. Gracias, profesor. Leerle es siempre enriquecedor.

Sin saber muy bien cómo, su entrada de hoy me trajo de nuevo "El camino a casa" de Zhang Yimou...

Cada niño, o niña, son un mundo diferente. En los países desarrollados también existen dificultades: el estatus social, la estabilidad familiar y las culturas, son algunas.
En los países sin desarrollo las dificultades se multiplican y debería de ser prioridad de los gobiernos, y la vocación de los enseñantes, el nexo para la evolución colectiva.

Es la imagen misma de la historia de la humanidad, la época escolar que está multiplicada por miles de caras y de personas a la largo de todos los tiempos.
Como una metáfora de nuestro destino, o como una explicación de nuestra existencia.
Como personas dotadas de inteligencia devenidas en cultura y sentimientos, un punto más allá que las flores o el resto de animales que nos acompañan.
En el planeta tierra.
Donde además de la genética que nos llega en el nacimiento nos prima las ganas de abrirnos camino por nuestro propio esfuerzo personal.
Individualmente.
Desde que tenemos uso de razón y fuerzas para movernos.

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Sobre el blog

El salto del ángel es un espacio de reflexión, de pensamiento sobre la dimensión social y política de los asuntos públicos, sobre la educación, la Universidad, la formación y la empleabilidad. Busca analizar los procesos de democratización, de internacionalización y de modernización como tarea permanente, con una actitud de convicción y de compromiso.

Sobre el autor

Angel Gabilondo

Ángel Gabilondo Pujol es Catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid, de la que fue Rector. Tras ser Presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, ha sido Ministro de Educación.

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