El salto del ángel

Con el tiempo

Por: | 21 de octubre de 2014

Sherry-Lee-Short Hostage 2007 GRande

El tiempo no se nos va, nos vamos con él. Que sea o no nuestro o que tienda a quedarse le es más indiferente que a nosotros, aunque nos necesita, siquiera para poder irse mejor. Basta escuchar, “Avec le temps”, tal vez en la versión de Patricia Kaas, para sentir hasta qué punto se esfuma y se desvanece para erigirse con más contundencia. Aunque es suficiente con estar un tanto vivo para experimentarlo.

La impresión de que algo se va puede tenerse incluso antes de que haya venido. No es un monopolio de la vejez, sino de la edad, y hay quien conoce esa sensación desde la infancia. Hay acontecimientos que nos demarcan esa edad, hechos y vivencias que conforman una sensibilidad, que es más con el tiempo que por el tiempo. Con él no hace falta mucho más para aprender que lo que permanece es el devenir, algo que nos enseñan Parménides y Heráclito cuando les escuchamos conjuntamente. Como lo hacen tantos incidentes que son verdaderos sucesos de nuestra vida.

No es simplemente la constatación de lo que pasa, de lo que huye, de lo que se va. Ni siquiera solo de la fugacidad o de lo efímera que es la existencia. Es tan reiterativa la mención que prácticamente resulta tan cotidiana como cualquier silencio. En efecto, la más prolongada de las vidas no deja de ser un soplo. Solo la intensidad de cada instante la hace dilatarse y diferirse como el propio tiempo tiende a hacernos creer. Sin embargo, nada es capaz de una perdurabilidad, salvo la memoria, que ya nunca es simple recuerdo. Y es la de quienes quedan, tantas veces los otros.

No olvidar lo que con el tiempo ocurre viene a ser un verdadero acicate para una forma singular de coraje y de valentía, para una reconstitución de la escala de valores, para adoptar una mirada diferente respecto de ciertas urgencias. Y, sin duda, en quienes la tienen se reconoce una distancia respecto de determinadas euforias o de ciertas desazones. No es apatía, ni indiferencia, es una forma de saber. Y una convocatoria a una serena entrega, lejos de los arrebatos de la prisa, de las iniciativas del miedo.

Sherry Lee Short_Grande

Con el tiempo todo es bien diferente, sin necesidad de ser radicalmente tan distinto. Considerar que el sobresalto y la agitación constante, la precipitación y la proliferación de actividades vencen al tiempo, le ganan la partida, van antes y más lejos, hasta el punto de sobrepasarlo, de superarlo, es ignorar que incluso “el concepto” que, a decir de Hegel, “borra el tiempo”, queda tomado para siempre con su abrazo. Con el tiempo encontramos algo o a alguien, precisamente en la medida en que estamos desprovistos, despojados, despedidos de lo que no se deja retener.

Solo con el tiempo la mirada puede llegar a ser justa, obnubilada ahora con lo que sucede. Ignorarlo impide cualquier perspectiva y toma de distancia. Todo resulta plano y homogéneo, enmascarado de una febril premura. Los hechos se suceden unos a otros, las etapas de la vida, las peripecias y situaciones, los estados personales, sociales y políticos. La única emoción parece reservarse para lo más deslumbrante y exitoso y, mientras lo perseguimos, todo viene a ser tiempo ya vivido. Hasta el punto de que más bien él vive lo nuestro, que es lo suyo.

Sin embargo, ahí radica nuestra posibilidad. Habitar cada instante supone una complicidad con el tiempo, y eso nos permite saborear, que es un modo de saber, la maduración en lo que consiste despedirse. Y con aquellos otros, los otros, que participan de la misma travesía. Encontrarse con quienes han hecho asimismo la experiencia de lo que acontece con el tiempo, la experiencia que, en alguna medida, es la del propio tiempo, nos procura la participación conjunta en una forma de vida capaz de comprender la contundencia de su fragilidad.

Sherry Lee Short_paintings_artodyssey (4)

Fiarlo todo al tiempo, con la confianza de que haga nuestro trabajo, como si laborara al margen de nuestra acción, como si pudiera ser nuestro sin nosotros, es ignorar hasta qué punto somos con él. Ampararnos, excusarnos en la confianza de que él todo lo puede, todo lo supera, todo lo olvida, todo lo cura, supone desconocer hasta qué punto nos precisa para hacerlo. Decir que somos con él es subrayar que solo con él somos, esto es, que somos temporales, que es condición de posibilidad, y no un recipiente, ni un aditamento.

Cuando decimos que el tiempo huye, confirmamos hasta qué punto nos vamos desprendiendo de nosotros mismos, como si este fuera el vivir del mortal, la intensidad de lo irrepetible, una y otra vez. Ello no nos impide añorar, incluso lo no vivido. Ello no nos impide reconocer lo que nos falta, lo que perdimos, lo que quizá nunca encontramos. Y hemos de aprender pronto, bien pronto, lo que significa, sin necesidad de sorprendernos con los años.

Por eso es tan desconcertante vernos impelidos a ciertas formas de vida que parecen no comprender lo que con el tiempo siempre nos ocurre, como si él estuviera a nuestra disposición, como un bien más de consumo. No cabe olvidar que son posibles las grandes hazañas, los sucesos históricos, las acciones heroicas, pero conviene no precipitarse a expedir certificados de acontecimiento a lo que buscamos, deseamos o vivimos. Con el tiempo habita otra sencillez, no exenta de ambición, y demorarse en él libera de algunas fantasiosas ingenuidades, sin duda dignas de admiración.

Cuando Aristóteles habla del asombro que supone el devenir y del terror que ello produce, algo bien distinto del miedo, lo denomina “la maravilla”. No es una simple sorpresa inicial, es un pathos que acompaña y sostiene toda la existencia. Con el tiempo aprendemos a ser temporales. Y a vivir gozosos, con una dicha no exenta de dolor, esa condición.

 Sherry Lee Short_Bride grande

(Imágenes: Pinturas de Sherry Lee Short. Hostage, 2007; Inheritor, 2007; Small Gifts, 2008; y Bride, 2007)  

 

Hay 10 Comentarios

Dice el poeta
Y pues vemos lo presente
como en un punto es ido
y acabado
si juzgamos sabiamente
daremos no lo venido
por pasado
A algunos se les va lo que nunca ha venido
Algunos con muchos años y no han vivido
Vivir es ser en el tiempo y con la perspectiva que dan los años vemos si hemos vivido o el tiempo ha pasado por nosotros y no nosotros por el tiempo.Vivir si recuerdos sin pasado no se puede y solo con futuro tampoco. Jose Luis Espargebra Meco desde Buenos Aires

La memoria de haber vivido hace que, efectivamente, abordemos todo con más serenidad. Reflexionar sobre el paso del tiempo también lleva su experiencia, siempre lo hemos notado pero cumplir años quizá es la toma de conciencia sobre esta realidad.
Gracias por sus reflexiones, como siempre Profesor.

Una linda musica que habla del tiempo:
https://www.youtube.com/watch?v=C-BADckQhP4

Me pregunto, apoyándome de alguna mala manera en el Parménides de Heidegger, por la espaciosidad del tiempo. O por cómo percibimos tal espaciosidad. O sobre la naturaleza de tal espaciosidad temporal. Si es habitable. Y quién la habita. Y cómo la habita. Y si la percepción que tenemos de dicha espaciosidad temporal tiene concordancia con la concepción que tenemos de la polis. Me pregunto por qué ese empeño en una instantaneidad de la espaciosidad temporal de la polis. Y, a la vez, me pregunto por la actualidad de la polis, esa temporalidad espacial efímera, la que olvida demasiado pronto y proyecta demasiado poco, la que anda inmersa en una negación que toma por superación o progreso.

Qué tostón...


Me pregunto por cómo intentamos medir (o abarcar (o atrapar (o manejar))) el tiempo de la physis, el devenir mismo, a partir de esa abstracción del tiempo del bios que hacemos apoyándonos en la inercialidad de nuestra abandonada polis. La polis de las tarjetas lethe y la del ocultamiento temporal que permite el olvido del ser-ciudadano. Porque así parece que en lugar de habitar y generar ese tiempo propio de vida, ése que nos hace conscientes del devenir que nos traspasa, más bien parece que andamos desajustados a causa de nuestro impropio (o inauténtico) morar en la polis: el de la angosta garganta de la clepsidra, el que, con suspensiones temporales, olvida sin proyección, y el que, con créditos ocultos, proyecta sin memoria el eterno retorno de la misma mismidad ensimismada y ensimismante.

Fuera de la música el tiempo es un tirano.

El tiempo es un concepto abstracto, intangible, asociado a la vida de toda persona. Todos tenemos nuestro tiempo, y podemos decidir utilizarlo de una forma u otra. Nadie sabe cuál es su tiempo, pero toda persona siente que es finito, pues el ser humano es un ser perecedero, que envejece y por tanto condenado a la muerte. Nuestro tiempo es finito y ello hace que le asignemos un valor.


El tiempo tiene un valor para todo ser humano, así hablamos de rentabilizarlo, de perderlo, de emplearlo para algo concreto o simplemente de consumirlo. Cada persona le asigna un valor a su tiempo, y así hablamos de un tiempo para trabajar, un tiempo para disfrutar, un tiempo para la familia, un tiempo para los amigos, un tiempo para pensar, un tiempo para…., un tiempo para únicamente descansar.


El tiempo tiene valores distintos para diferentes personas, de ahí la típica frase de “Por ese dinero ni me muevo”, dando a entender que hay personas que prefieren derrochar su tiempo, o consumirlo simplemente, a sacarle un pequeño beneficio económico. El tiempo tiene valores distintos para diferentes personas, lo cual nos lleva a preguntarnos ¿Cuándo debemos considerar que estamos utilizando bien nuestro tiempo? ¿Qué valor asignar al tiempo? ¿En función a que valorarlo? Para cada persona el tiempo tiene un valor distinto, valor que dependerá de sus circunstancias, de su libertad, de sus posibilidades y de sus valores.


Es hora de dedicar mi tiempo a otra cosa.

Las trampas de la consulta . Francisco J. Laporta, filósofo :

"Y sin embargo se obstinan en hacer la pregunta. ¿Por qué? La respuesta no puede ser más que esta: en realidad, cualquiera que sea el resultado de la consulta, al realizarla habrán conseguido el reconocimiento jurídico y político de Cataluña como un demos que tiene derecho a manifestarse como sujeto político autónomo. He ahí la trampa subyacente. No es que Cataluña sea una nación y en virtud de ello tenga derecho a decidir; es que si se le reconoce tal derecho se le está atribuyendo la condición de sujeto político con un cuerpo electoral propio. Y si además ese derecho a pronunciarse versa, como es el caso, sobre quién ha de ser el depositario de la soberanía política, entonces se le está reconociendo como nación política."

Marededéu senyor !!!

En los JJOO de la demagogia le darían la medalla de plata.
(La de oro, no. Hay que tener un poco más de nivel.)

Cómo puede un filósofo expresarse así? Un poco de respeto intelectual hacia los lectores. Y hacia los demócratas.
Esta tendencia a adjetivar a los catalanistas (o a cualquier adversario político) de falsos demócratas, de aspirantes a totalitarios es muy curiosa viniendo de un ciudadano de un estado que a 2014 aún subvenciona la Fundación Francisco Franco, de un estado que aún permite símbolos nazis (contraviniendo las leyes que rigen en países europeos), de un estado que modifica la constitución a petición de un organismo supranacional, pero no lo va a hacer por la petición de un porcentaje relevante de sus ciudadanos, que permite "capitalismo cobarde" (caso Castor), que indulta delincuentes económicos "de su facción", que permite apologías de la violencia a miembros de su partido (M.A.R.) pero se muestra implacable para detener un adolescente internauta (caso Fénix).

Pues bien, delante de estos ejemplos de democracia manifiestamente mejorable, de nacionalismo español excluyente, el señor filósofo decide preocuparse de un proceso popular, democrático, pacífico, incluyente y transversal. Que no le guste es comprensible. Que lo criminalice utilizando retórica y un pelín-pelón de demagogia, me resulta incomprensible. Casi inaceptable por lo que subyace.
En fin.
Cuando no se quiere entender, no se entiende.
Debe ser eso de que no hay peor ciego que el que no quiere ver, no hay peor sordo que el que no quiere oir.

Y finalmente. El proceso para votar el 9N está siendo muy tortuoso, es cierto. Pero es la reacción al inmovilismo español, y con pocos precedentes. O sea que se hace lo que buenamente se puede.
Y a lo mejor, en un tiempo deviene una referencia sobre como manejar cívicamente una situación política de envergadura, sin que haya habido graves incidentes.
No todas las sociedades pueden enorgullecerse de lo mismo.
Pero mientras tanto, Sr. filósofo Laporta, puede continuar utilizando su cátedra para definir de poca calidad democrática el proceso catalán.

Considera que el estado español tiene mucha calidad democrática?

El tiempo a veces se anuda, abrocha y se hace no-lugar, un "je-ne-sais-quoi" (Jankélévitch) que es una lograda reunión.
Será "le charme du temps"...
Saludos

Las personas como actores y espectadores en un mundo, que cuenta las horas y los minutos acumulando años de historia, y apuntando todo lo que pasa.
Registramos nuestro avance personal y social contando los días apuntados en un calendario cada año.
Aunque es cosa sabida, que aun existen sitios donde no aprendieron la escritura, así como que existen criaturas que tampoco pueden escribir, y muchas tampoco pueden ni siquiera razonar.
Aun siendo personas vivas, pero no por eso están sin tiempo o son ajenos a la vida.
Usamos el tiempo cronometrado como un contador que se puso a cero hace dos mil años por capricho.
Pero que igual podía haber sido mucho antes el arranque, puesto que las criaturas existieron desde hace tanto tiempo, que ya ni se sabe.
Por lo que podemos decir que el tiempo es la relación de un proyecto, y de lo que hacemos quienes lo tenemos en cuenta.
No es así para el resto de especies, que solo cuentan mientras están vivos y ejercen como tales.
Sin importarles nada lo que hicieron los otros antes o después, siendo todo solo presente.
Ahora, en este instante, ejerciendo su naturaleza al cien por cien, ejerciendo lo que son, criaturas creadas sin más para ejercer en presente.
Nosotros las criaturas racionales, apuntamos lo que ocurre o lo contamos, refiriendo las historias al oído.
En un paso que va más allá del simple existir por existir.
Aprendiendo, conjeturando, deduciendo, y proyectando en el futuro, en el tiempo, en el cronómetro.
En un corte de la pirámide, en donde ejercemos.
Porque entonces deducimos, que el tiempo en la tierra, en realidad somos nosotros las personas en el ejercicio de nuestra racionalidad, que nos despegamos del solo presente para ir un paso más allá.
Otra atalaya, desde donde nos examinamos para atrás deduciendo, que antes del tiempo presente hubo un proyecto.
Del que somos el resultado.
Y por lo tanto, después del ahora también habrá una consecuencia.
Siguiendo la estela de lo visto hasta ahora.

El tiempo nos guía de una forma impasible, constante y repetitiva , concediéndonos la posibilidad de vivir el instante.


El tiempo es todo.

Una brisa de tiempo
acarició mi cuerpo
al comenzar la vida,
y es él quien me transporta
con la cabeza erguida.
En su mano el reloj
para medir su paso.
Observa lo que hago,
pues tengo que encontrar
una senda escondida.
Sabe cuánto me queda
pues él dio la salida.
Como en cualquier concurso,
impasible me espera
si me alejo y no acierto.
Cuando llegue el momento
repetirá: ¡no hay tiempo!
N. G.

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Sobre el blog

El salto del ángel es un espacio de reflexión, de pensamiento sobre la dimensión social y política de los asuntos públicos, sobre la educación, la Universidad, la formación y la empleabilidad. Busca analizar los procesos de democratización, de internacionalización y de modernización como tarea permanente, con una actitud de convicción y de compromiso.

Sobre el autor

Angel Gabilondo

Ángel Gabilondo Pujol es Catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid, de la que fue Rector. Tras ser Presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, ha sido Ministro de Educación.

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