No faltan pronósticos. Que lo sean confirma que ya no cabe la ingenuidad de creer que todo es inapelable y que lo tenemos en nuestras manos. Eso puede resultar inquietante pero, a su vez, en algún sentido, también esperanzador. Pretender que bajo nuestro control nada iría mal es mucho suponer. Considerar que si dependiera exclusivamente de nuestras decisiones no habría problemas parece demasiado. No es una razón para frenar nuestra libertad, sino para reconocer los propios límites y limitaciones. Un planteamiento semejante ayuda a no mostrarse arrogante ofreciendo grandes declaraciones sobre lo que habría que hacer, lo que no impide ser incisivo y crítico sobre lo que no es ni ajustado, ni justo.
Llama la atención la contundencia que algunos muestran acerca de aspectos absolutamente complejos y discutibles, como si fueran irrefutables. Por lo visto, pretenden mostrar firmeza, confundiendo la claridad de ideas con la determinación sobre lo que inequívocamente ha de efectuarse. Nunca parecería tratarse de una decisión, ni del reflejo de una voluntad, sino de una conclusión inexorable que, sin embargo, en todo caso, costaría saber a qué obedece. Lo debatible quedaría zanjado. No por una elección, que convendría que fuera compartida, sino por una clausura, la que cierra y descalifica otras opciones. Así, pronto aparecerían como audaces y seguros quienes simplemente eludieran lo problemático, por la vía de no enredarse en controversias, ni en debates, a su juicio, siempre infecundos. Sin duda, los hay que son, aunque conviene no confundirlos con las necesarias distinciones, con las precisas disquisiciones y con las debidas cautelas. Ciertamente, los caminos sin miramientos son más directos, aunque quizá, de otro modo, más sinuosos, más inquietantes y con más precipicios.
No está mal que nos propongamos algo, que proyectemos, que nos prevengamos, que anticipemos, que preparemos, que supongamos, que vislumbremos, sobre todo si somos conscientes de que esta necesidad está tejida de fragilidad y de alguna inconsistencia. Con cierta frecuencia, lo imprevisible tiende a ocurrir y conviene tenerlo en cuenta. Se dirá que, de saberlo, ya no será tan imprevisible, pero aun así, constantemente, de una u otra forma, sobrepasa lo esperable. Aquellos a quienes solo les ocurre y se les ocurre lo ya planeado aguardan sin esperar demasiado. Incluso entonces, también lo inesperado hace su trabajo.
Podríamos encontrar alivio para nuestro afán de seguridad en los porcentajes, en el cálculo de probabilidades, en las prospectivas, en las estadísticas, o recurrir a la experiencia. No está mal tenerlo en cuenta. Precisamente por ello, sabemos que nos movemos en espacios inciertos. Lo serán menos si nos andamos con cuidado. Sin duda. A pesar de ello, una vez más, conocido todo lo posible, no cabe sino reconocer cuánto y bien determinante no depende de nosotros. En caso de percatarse de ello, tampoco conviene hacerse demasiadas ilusiones, ni siquiera sobre la propia capacidad. Lo contrario no sería arrogancia, sino singular ignorancia.
No nos queda sino hacer adecuadamente cuanto quepa, pero la conciencia de que podría ser insuficiente, aunque no relaja la acción, al menos la desdramatiza. Quizá para subrayar hasta qué punto es trágica, y nos desborda. Empezar y emprender cada jornada, cada época, supone comprender que, para bien y para mal, no tenemos control absoluto ni tan siquiera de nuestras tareas y de sus efectos. Ello es compatible con ser minucioso, con velar por cada detalle, con dar lo mejor de nosotros mismos, lo que incluye asumir la insuficiencia de las garantías de éxito de la dedicación, por muy esmerada que resulte. No dominamos ni nuestra propia existencia y conviene no ser muy declarativo sobre las vidas ajenas. No está claro hasta dónde esto lo comparten los numerosos expertos en lo que han de hacer los demás.
Sin embargo, asimismo puede irrumpir lo agradablemente inesperado. Y a veces, procurándonos espacios en los que respirar. La voluntad de dominar los acontecimientos nos procura grandes logros, pero asimismo nos impide crear condiciones para que suceda lo imprevisto que, para nuestra sorpresa, no siempre ha de ser negativo. En ocasiones, nuestra confianza radica exactamente en que podría ocurrir lo que no parece en principio previsible. No nos atrevemos ni a decírnoslo, ni siquiera a soñarlo, aunque silenciosamente se nos susurra su posibilidad, la de que algo vaya notablemente mejor. Esa esperanza, un tanto contra toda esperanza, nos alienta y nos sostiene, y no es preciso que sea muy explícitamente. A lo mejor…quién sabe…
Cuando hablamos de lo que va a pasar, no acostumbra a ser tan obvio distinguir entre lo que esperamos y lo que tememos. A su modo, delata lo que preferimos. Nos protegemos suponiendo que simplemente describimos, si bien estamos tan concernidos por ello, tan implicados en su suerte que, siquiera para poder enfrentarlo, necesitamos presuponer que no nos irá mal. Y para preservar un mínimo de salud. Estar seguro de lo contrario es, en cierta medida, garantizarlo. Así que parece recomendable no destrozar la posibilidad antes de que pueda llegar a nacer. Para no defraudarnos, ni la esperamos. Que es una forma de decir que no luchamos por ella. En tal caso, queda claro el resultado. Es sencillo anticiparlo.
No es fácilmente comprensible que algunos estén tan seguros de lo que les aguarda. Ciertamente depende de condiciones, algunas claramente dadas, de circunstancias, a veces ya definidas, y de fuerzas, quizá ya debilitadas. Y hay quienes están en situaciones límite. Incluso en tales casos no es fácil zanjar de antemano lo que ocurrirá. Tenerlo en cuenta es decisivo para no certificar resignadamente su carácter irremediable. No es cuestión de engañarse, pero claudicar no es necesariamente una forma de sinceridad.
Reconocer que ningún saber antecede incontestablemente a lo que habrá de suceder es comprender que se trata de un saber precisamente porque sabe que no está justificado hacerlo. Cuando hasta Hegel afirma que “el espíritu adopta la forma del libre acaecer contingente”, nos protege de los visionarios que consideran que lo que ocurre se abriga en una actividad mental. Es preciso estar abiertos y atentos, cuidadosos y laboriosos, y muy especialmente sin presunción, por muy técnica o intelectualmente que se proponga. Quién sabe lo que ocurrirá no es solo una pregunta, es una convocatoria a intervenir en ello, sin limitarnos a temerlo.
(Imágenes: fotografías nocturnas y pinturas de luz de David Gilliver)
Hay 19 Comentarios
El Homo sapiens destaca por su extraordinaria capacitación mental para realizar predicciones. Cabe incluso argüir que el éxito evolutivo de nuestra especie estuvo y está fundado en la potenciación de esa destreza para prever los acontecimientos futuros en mucha mayor medida que otros seres vivos. La anticipación en el tiempo por venir es antes una penetración en el pasado, una memoria de las regularidades en el mundo físico y de las experiencias compartidas en el devenir colectivo. La aceleración en unos pocos milenios de nuestra preponderancia sobre la naturaleza no proviene al cabo sino de esa ampliación de la memoria que nos brinda la cultura apoyada en la capacidad combinatoria de recuerdos diversos y de la concomitante facultad de extender los ámbitos de predicción de forma cada vez más precisa usando las herramientas lógicas de la ciencia. En el ámbito individual y grupal, con sus respectivas magnitudes sociales e históricas, la predicción implica conocimiento del pasado y educación en el reconocimiento de situaciones análogas o semejantes sobre las que pudiera haber recuerdo (personal, familiar) o veraz registro de sucesos, comportamientos y estrategias de respuesta. Todo no está escrito pero precisamente porque podemos aprender de los errores cometidos y del amargo aspecto de las derrotas históricas cabe establecer una postura vigilante hacia el futuro planteando cuáles serían las consecuencias de despreciar a quienes más en cuenta tuvieran las lecciones de la experiencia y mejor pudieran aplicarles los instrumentos racionales de la deducción previendo circunstancias y consecuencias. No se trata, por tanto, de una imaginación sin referentes, onírica o soñadora, mera ilusión propiciada por la divagación errática o la emoción utópica, sino extrapolación verosimil que atraviesa el umbral de lo posible para quedarse en la habitación de lo probable, ámbito de límites bien acotados por la confianza en la establecida persistencia de la relación causal.
Cuestión diferente es la obstinación en negar la validez de la experiencia, las categorías del saber acumulado, la memoria sobre cuantos instantes y elementos semejantes pudieran haber servido para comprender la utilidad del método que aventurara en un ayer más o menos remoto cuanto hoy sucede y el saber de quien puede aplicar su talento e inspiración a la tarea de explicar cómo el futuro se asienta en el presente siguiendo las pautas del pasado. Ese desdén, por desgracia, no es inusual. Nada hay más seguro que, frente a esa probabilidad racional, laboren, insidiosos, el pequeño demonio de la arrogancia, el elfo de la inconsciencia y el troll de la estupidez para propiciar la reiteración en el error y la satisfacción a toda costa de las pasiones menos recomendables.
Publicado por: Witness | 12/01/2015 10:41:37
Creo que ya entiendo todo lo que el profesor quiere transmitir, algún párrafo me ha costado un poco pero al final lo he captado, me parece.
Publicado por: M. | 11/01/2015 7:07:10
...y también, y por ejemplo, en el libro de Jose Luis Pardo "La Regla del Juego", sobre todo en la "Séptima Aporía del Aprender, o del contar historias" me parece que, de alguna manera, aborda ese "quién sabe lo que ocurrirá" del profesor Gabilondo.
Publicado por: Eraclicktín | 10/01/2015 18:39:03
Es un texto en PDF de Ivan de los Ríos acerca del azar y la incertidumbre desde Homero a Aristóteles... Buscadlo en google si el enlace no va...
Publicado por: Eraclicktín | 10/01/2015 17:37:40
Perdona se me ha olvidado darte las gracias: muchas gracias!!!
Publicado por: pelotadetenis | 10/01/2015 17:21:57
Oye Eraclicktín ¿ por qué no haces el favor de arreglar lo del enlace para poder saber lo que nos quieres decir? Te lo agradeceríamos de todo corazón, por favor.
Publicado por: pelotadetenis | 10/01/2015 17:20:09
¡ Eraclicktín, en ese enlace cuando lo abres no se ve nada!, a ver si lo puedes arreglar que estoy muy interesado en saber lo que quieres decir. Te sigo.
Publicado por: Jaime | 10/01/2015 12:27:58
Un aporte a ese "quién sabe":
https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/1337/16403_rios_gutierrez_ivan.pdf?sequence=1
Publicado por: Eraclicktín | 10/01/2015 10:26:25
Excelente.
Publicado por: Rantamplán Malaspina | 09/01/2015 14:28:02
Je comprends parfeitement.
Publicado por: 20 Aôut | 08/01/2015 22:40:19
Alcubierre, se eres padre de este bebé: Enhorabuena!! Se no eres el padre, pida a su mamá que lo deje carregar en tus brazos, oler su cabezita, cantar para el o ella. Esto és ua terapia, recibirás buenas energias, és como una medicina para el cuerpo y la alma.
Publicado por: Paula | 07/01/2015 14:24:37
Ha nacido un bebé más muy próximo y cercano, una criatura pequeñita que duerme casi constantemente, y come cada dos horas.
Devorándose las manos y agarrándose a la teta con ahínco y determinación.
Escucha en silencio seguro, se supone que aunque no comprenda nada se queda con el timbre de las voces o susurros que suenan a su lado.
Almacenando datos en su cabeza virgen y distinguiendo el quien es quien.
El resumen de la vida en los primeros y vacilantes pasos es sin duda comer y dormir, y almacenar datos que nos pueden parecer insignificantes pero que serán sin duda determinantes para muchos resultados del futuro .
Para crecer por dentro en todas direcciones, hasta que llegue el momento de mirar de frente desde el equilibrio de una vida sin mácula.
Así venimos al mundo las personas, con los ojos cerrados pero atentos al menor susurro identificando a quien habla no por lo que dice sino por el como suena.
Es después cuando empezamos a perder la compostura, cuando las palabras nos enredan las mientes de la cabeza,
en un confuso batiburrillo casi siempre interesado para sacar provecho.
De esa virginidad innata.
Desde la malévola indecencia de aprovechar la falta de maldad y de experiencia que filtre el grano de la morralla, la bondad de la apariencia.
El engaño de la honestidad.
Porque lo otro, la realidad siempre será el resultado de sumar dos y dos.
Sobrando siempre la estulticia.
La ignorancia mal intencionada que quiere sacar provecho de quienes solo saben sonreír con los ojos cerrados en la confianza de los brazos que les sostienen.
Y le acercan el pecho.
Viéndonos proyectados desde el infinito del que somos hijos hasta esta imagen desenfocada de los mayores, por culpa de las muchas palabras y los deseos que quedaron desvirtuados hasta hacernos perder las referencias.
De quienes somos en realidad.
Un proyecto para lo mejor que nos pueda ofrecer el universo, en el que estamos sin darnos cuenta.
Publicado por: Alcubierre | 07/01/2015 10:52:04
Es mas facil lo que no deseamos hacer que lo que se desea hacer. La experiencia nos dice lo que nos ha ido mal pero no tenemos seguridad que lo que nos ha ido bien vuelva a suceder asi. Desde siempre han tenido presencia adivinos y quienes pretender predecir el futuro la Biblia en el antiguo testamento habla de nigromantes y sgoreros para prohibir su practica y esa tendencia llega hasta hoy donde pareceria que con tanta tecnologia y racionalidad esas practicas deberian haber desaparecido y muy al contrario al declinar la influencia de las religiones que eran un medio para religarse con lo que nos transciende han aumentado esas practicas esotéricas pues el hombre quiere quitar de su porvenir lo impredecible pero siempereesta ahi y estara es parte de al esencia humana
Jose Luis Espargebra Meco desde Buenos Aires
Publicado por: jose luis espargebra meco | 06/01/2015 22:26:54
he hablado con él, todo se acabó, sólo ha sido por ti, no quiero estar sola, ven conmigo, te quiero.
Publicado por: M. | 06/01/2015 15:32:18
Para A. mi amor:
Déjate de rollos metafísicos, cariño, quiero estar contigo, me muero de ganas, sólo deseo verte, él ya se ha ido, quiere irse, ha ido a buscar algo, no me dejes, quiero verte, te amo y sólo quiero estar contigo. Dime algo, por favor.
Publicado por: M. | 06/01/2015 15:30:32
En el blog anterior de Angel expuse que ya dije, expuse todo a la otra parte y todo se ha aclarado, sólo queda dejar pasar unos días y esperar solucionando.
Publicado por: M. | 06/01/2015 12:00:08
Las verdades absolutas no existen por lo tanto, lo que vislumbramos como mejor es relativo. Sin embargo, el intentar nuevos proyectos siendo conscientes de que los resultados no sean los que esperamos, es necesario.
Nuestras limitaciones son evidentes, pero una sociedad no puede permanecer estancada, su evolución consiste en ir investigando nuevos campos, hasta conseguir lo deseado.
Publicado por: Nely García | 06/01/2015 10:44:25
"Everything under the sun is in tune. But the sun is eclipsed by the moon".
https://www.youtube.com/watch?v=Sy8iUI_ayu
Publicado por: Pobre Noruego | 06/01/2015 10:36:01
La tristeza de los pronósticos con la que nos orientamos hoy no nos es tan evidente. Hay cierta ignorancia y pusilanimidad en ese “nos”… Y cierta cerrazón en el hoy en el que nos movemos… Y la concepción que tenemos del control más que impulsarnos y otorgarnos sentido a veces parece que nos retiene y nos apropia expropiándonos… Y qué decir de la contundencia que algunos muestran, si meramente provoca contusiones en la voluntad ajena.
¡Ah, ¿qué resolución de lo problemático proponen?! ¡¿Y cuáles son las problemáticas que atisban…?! Y cuando ocurre lo imprevisible, qué descripciones se ofrecen, desde dónde se ofrecen, cómo se pretende incorporar tal imprevisibilidad...
¡Ah, la aritmética de los porcentajes con las que se describe y manipula “la realidad”, qué tristeza provocan, ¿¡cómo se puede intentar describir la riqueza del mundo con tan ruines números y cuentas? ¿Qué cuento cuentan tales números!? ¿Cuál es la tragedia cósmica que relatan tales operaciones financieras?
¡Ay, ¿acaso son comparables a las que se describen en los relatos de Euler, de Cantor, o D´Alambert, o Hawking? ¿Qué infinitud se pretende potenciar desde la finitud con la que nos definimos como aquel tal “nos”? ¿Está nuestra finitud indefinida en la indefinición y es a eso a lo que denominamos nuestra capacidad de captar la infinitud? ¿Cuál es la apertura que nos proveemos…? ¿Puede ser la contingencia, por tanto, para ese “nos”, una evidencia de la infinitud del espíritu hegeliano que contradice tanto la finitud del dasein heideggeriano como la necesidad de cierto “dasmanismo” de determinismo dogmático?
¡Quién sabe lo que ocurrirá! ¡Quién sabe lo que está ocurriendo! ¡Quién sabe lo que ocurrió en quien! ¡Quién sabe qién ocurrió en quién! ¡Quién sabe en quién ocurrió qué! ¡Quién sabe si lo que ocurrió en quien ocurrió fue mera ocurrencia que se desvanecerá en los cúmulos del qué sin quién que nos define o si en los conglomerados del con quien!
Saludos cordiales!
Publicado por: Odarbil | 06/01/2015 9:20:38