El salto del ángel

Vamos

Por: | 13 de enero de 2015

HV.sunset.LB

Son tiempos de grandes proclamaciones, lo cual no necesariamente coincide con atractivos desafíos. No deja de haberlos, pero podría ocurrir que, formulados en los términos propuestos, no pasen de ser simples planes, y no siempre resulten interesantes. La emoción de los proponentes y su entusiasmo más parecen coincidir con su propia suerte que con la nuestra. Eso no impide su afán desmesurado por alcanzarla; antes bien lo confirma.

Sin embargo, una tarea conjunta no se reduce a una labor hecha entre varios. Convocarnos es más que limitarse a llamarnos a realizarla. Por eso no basta seguir a alguien para ir con él, para ir con ella. En ocasiones, cuanto más se dirigen a nosotros, más se ratifica lo que nos necesitan para conseguirlo. Y, sintomáticamente, su propio bien, su bien propio, coincide puntualmente con lo que se nos brinda para el nuestro. Pedimos convicción, pero no solo la que es un medio para acceder, esto es, para llegar a lo que se pretende.

No cabe achacar exclusivamente a quien nos convoca el hecho de que su insistencia en reivindicar lo colectivo más parezca ser una excusa para erigir su propia individualidad. Tal vez porque ya cree saber lo que nos conviene y considera que su protagonismo nos favorece. Sin dudar de la generosidad de la llamada a ir juntos, es preciso reconocer que el juego de lo singular y de lo plural es de una enorme complejidad y, desde luego, resulta imprescindible para decir, sobre todo, algo diferente. Y no es suficiente con la apariencia de que tiene lugar, ni con la escenificación de que ocurre. Es toda una tarea de pensamiento y de acción de gran exigencia. No tanto como para ampararse en ella a fin de evitarla con la remisión a lugares comunes.

No se pierde credibilidad por asumir la singular fragilidad para llegar a ser alguien consistente. Creer serlo sin fisuras y revestirse de supuesta contundencia para mostrar solidez no será sino el mayor flanco para mostrar debilidad, que evidentemente es algo bien distinto de esa fragilidad tan humana. Y no es fácil que tamaña debilidad no sea transparente. Pronto avisa dejando rastros de inconsistencia. Entre otras razones, porque hacerse cargo de la propia fragilidad es ya un signo de fortaleza. Y entonces, una vez asumida, no basta con que uno llame a los demás para que le sigan por el camino que considera adecuado, sino que se dirige a ellos porque comparte una misma necesidad y una misma voluntad. Esta experiencia ni se improvisa ni se aparenta. De no ser así, todo resulta impostado, incluso afectado, por una fatua confianza.

GRANT HAFFNER

Sin que haya de ser un signo de arrogancia, no deja de ser interesante y atractivo que alguien nos necesite, nos llame, nos busque. No hay que suponer que ineludiblemente eso significa que pretende utilizarnos en su propio provecho. En ocasiones, se trata simplemente de la invitación para afrontar un desafío que requiere nuestro concurso. Tal vez ello nos libere del sopor de la resignación, la que considera que no hay nada que hacer, o que es lo mismo y da igual. Puede ocurrir, por otra parte, que ni siquiera haya un propietario de esa citación. Al cursarla, también cabe que quien la diga se la diga, al tiempo, a sí mismo.

No es un edicto ni una orden, sino algo que a la par responde a nuestra propia voluntad no siempre explícita, o que brota a la vez. Si hay un portavoz, no es en tanto alguien que domina o enseñorea lo que ha de hacerse. Solo podrá serlo en la medida en que su decir se corresponda con una escucha. De lo contrario, no habrá sino un liderazgo visionario, el de quien ya conoce lo que nos hace falta. En tal caso, “vamos” sería algo demasiado similar a “seguidme”, “seguidnos”. “Por vuestro bien”, se dirá. Pero qué distinto es decir “ven”, “venid”, que decir “vamos”.

Hay en todo ello la apelación a un despertar del letargo de la indiferencia y de la apatía que, en numerosas ocasiones, se explicita esporádicamente como malestar, como rechazo disperso, como desazón, como arrebato que, aparentando ser pasajero, deja heridas de difícil cicatrización. Hay en ese vamos también un arranque de la coyuntura en la que podríamos asentarnos. Y no necesariamente por comodidad, sino por otra forma habitual de la misma que es la resignada asunción. No ya de lo inevitable, sino de lo que no parecemos dispuestos a afrontar. Por ello, no deja de ser atractivo saberse copartícipe de un reto en el que sentirse concernido. Ahora bien, eso no ocurre sin más con pronunciar la fórmula.

Napeaguemeadowroad.HV.GRANT HAFFNER

No faltan quienes irrumpen con contundencia y se nos proponen atractivamente como portadores de una promesa. No simplemente de un conjunto de ofrecimientos, sino de un horizonte, que de una u otra forma, parece ser, más que una liberación, una salvación. Quizás ello sea imprescindible para que se aliente la esperanza y se recobre la ilusión, pero, a su vez, no cabe ignorar hasta qué punto estos terrenos requieren cautelas. No precisamente por falta de decisión o de energía, sino para que estas no cedan ante lo que solo esconde una forma, tarde o temprano explícita, de frustración. No nos referimos a que conviene no abrir falsas expectativas, sino a algo otro, a que es imprescindible no establecer antes las metas, desconsiderando la dirección y el sentido. Y este es un debate nada menor, si estos han de preceder a ellas o viceversa.

Suele decirse que importa en primer lugar saber a dónde deseamos ir. No es insensato. Sin embargo, no es menos importante conocer por dónde estamos y quiénes somos. No es suficiente con el imprescindible horizonte. Bien se conoce la importancia del camino. Asimismo considerado como fin y como resultado. Y de los caminantes. De lo contrario, no suele tardarse en posponerlo todo para la meta, que acostumbra, casi siempre, a tardar en llegar. Por eso, la propia errancia es a la par forma de vida. Y al decir “vamos” eso ha de suponer que ya nos hemos situado en condiciones de caminar juntos, en condiciones de proseguir la travesía conjuntamente sin exclusiones.

Conviene, por tanto, que el sujeto de esa convocatoria de transformación no se identifique con celeridad con una voz muy individual, salvo la singular de cada quien. Ciertamente, hemos de ir. Entre otras razones porque la situación requiere un desplazamiento, pero no solo de lugar, o de tiempo. “Vamos” es una exigente convocatoria que precisa permanentemente tener en cuenta al otro, a los otros, y acordar para elegir, y no solo elegir para, en su caso, ya veremos, acordar.

Old.Mon.highway GRANDE

(Imágenes: Pinturas de Grant Haffner)



Hay 16 Comentarios

Si, caminemos mirando siempre hacia adelante.

Si, caminemos mirando siempre hacia adelante.

Hay dos formas de caminar hacia el futuro: mirando hacia adelante con la memoria enriquecida por las experiencias que ha deparado el camino; o mirando hacia atrás, andando de espaldas porque, desechada la confianza en la memoria, importa más la contemplación de lo pasado que el descubrimiento de cuanto está por venir. En el primer caso, el andar natural permite que la vista no sólo repare en la novedad gratificante sino también en los obstáculos que puedan causar accidentes dolorosos, tal vez fatales.En el segundo, el tranco inverso restringe el campo visual a la mirada retrógrada, que no deja percibir sino de forma periférica, con riesgo para el equilibrio, cuanto pueda salir al encuentro del caminante propiciando así que la conciencia de la realidad se convierta en un simple ejercicio de imaginación; es entonces cuando los peligros inesperados acaban dando las peores sorpresas.
Puesto que cualquier instante del futuro es durar inexplorado, la perspicacia de quienes mejor memoria conserven y más capacitados estén para integrar percepción, recuerdo y análisis debería servir de guía útil para cuantos recorren el sendero de la existencia. En cada uno de los dos modos de transitar por esa ruta que parte del presente, sin embargo, el guía se sitúa en una posición diferente. Quienes caminan de frente, ven al líder a la cabeza del grupo, avizorando el lugar por donde el resto ha de pasar. Quienes caminan de espaldas, por el contrario, sólo pueden reconocer al guía si éste se sitúa a la cola de la marcha, fijo en la idea de no perder la referencia vieja que, aunque rebasada hace mucho, ofrece la engañosa seguridad de lo concreto, por muy caduca que sea su aplicación a la actualidad.
Sin embargo, los que andan de espaldas, los que apoyan antes la planta que el talón acaso estén más satisfechos con su reversa forma de avanzar; en la inconsciencia de un tal desplazamiento, a quienes resulta vedada la visión de las acechanzas y las adversidades más o menos inminentes, el temor sólo aparece con el daño; el sufrimiento –aunque más probable por menos evitable- no está anticipado por la angustia de lo que se ve venir. Ciertamente, hace falta valor para contemplar la proximidad del peligro y aun más para comprobar cómo, desde el andar derecho, hay quienes ven a los de andar paralelo pero opuesto dirigirse inconscientemente hacia el abismo sin atender a avisos y señales, pendientes solamente de su líder, allá en la distancia, lejos del inminente desastre. Lo cierto es que de poco sirve andar con los ojos abiertos si no vemos por dónde y a dónde vamos; ni siquiera podríamos dirigirnos hacia un lugar inexplorado en que sentir el gozo de dejar huellas primeras.

Mi amor, te digo "vamos" para hacernos mutua compañía y para hacer juntos, y te lo digo porque lo siento, porque lo quiero, porque desde siempre ha sido asi a pesar del amplio desencuentro, tu y yo, lado a lado, paso con paso, con una ilusión renovada.

Mi amor, te digo "vamos" para hacernos mutua compañía y para hacer juntos, y te lo digo porque lo siento, porque lo quiero, porque desde siempre ha sido asi a pesar del amplio desencuentro, tu y yo, lado a lado, paso con paso, con una ilusión renovada.

La relación fue clarificadora y sanadora a la vez, la señal necesaria para que todo fluyera, para que después del fin la comprensión me abrazara, respiré aliviada, la emoción me embargó de tanto como la deseaba, sin embargo, un lamento cercano me ha nombrado, aún asi me protege, pero sólo ha sido un aviso, una llamada de atención para no olvidarlo y lo recuerdo y me anima: "vamos" me dice, en su instante lúcido.

"vamos" significa asumir esa compañía, un reconocimiento mutuo para caminar juntos, hacia un fin con o sin objetivos, sólo caminar acompañados, es el fin de la soledad individual pudiendo ser una soledad compartida, donde hay encuentro, no es imperativo, en él es la voluntad de cada uno la que inicia todo, para decir "vamos" hay que querer, si digo "ven" denoto mi voluntad pero dejo ausente la voluntad del otro, al decir "vamos "asumo la voluntad de los dos o de todos.

no es necesario complicarse tanto la vida, cuando se dice "venid", el emisor va por delante e invita a los demás que han quedado detrás, sin embargo, cuando se dice "vamos" denota compañía, se va a la par o en grupo, me parece que esa es la diferencia,

El significado de las palabras no siempre está claro, pues este dependerá no solo del contexto, sino también del sentido, superficial o profundo, que le quiera dar el hablante, el emisor.


Estar con alguien no siempre implica estar acompañado. Compartir un mismo camino no siempre significa caminar juntos. Caminar juntos requiere hacerlo hacia un mismo objetivo, compartiendo esfuerzos, consecuencias y beneficios.


¡Vamos! es una de esas palabras aplicable a contextos muy dispares, cuyo significado no siempre es fácil de entender ni el mismo, pues este dependerá, y mucho, de lo que el emisor quiera con él expresar. Dependerá, y mucho, de lo que el emisor piense, sienta, desee, necesite, tema. Dependerá, y mucho, de cosas como la sinceridad, la lealtad, la fidelidad del emisor. Dependerá y mucho, del sentimiento de reciprocidad y de compromiso del emisor.


Decir vamos representa decidir. Decidir cuándo moverse y hacia donde moverse. Supone un ven hacia algo mejor, o un ven como solución, o un ven como imperativo, como obligación. ¡Vamos! implica siempre asumir responsabilidades, de mayor o menor medida, dependiendo del cambio que se esté proponiendo o en su caso imponiendo. ¡Vamos! significa ven, pero puede ser un ven solidario, egoísta, imperativo, o sentimental.


Populistas y demagogos frente a un problema suelen siempre decir ¡vamos! suelen ver la luz donde el resto de las personas solo ve oscuridad. Unos por ignorancia. Otros, porque desean engañar o manipular en beneficio propio, diciendo que ven el camino, que tienen la solución, para resolver tal o cual problema, cuando en realidad están inmersos en la más espesa oscuridad.


Estamos juntos en un autobus pero ¿Vamos juntos? Ir junto implica saber de donde partimos y conocer la meta comun a la que nos dirigimos y haber aceptado la invitacion del venid que es un llamado, el vamos parece ,mas una orden
La llamada sociedad Occidental no tiene clara la meta porque ha olvidado el punto de partida y por eso le resulta muy dificil integrar a quienes vienen a trabajar a ella a quienes ofrece bienestar pero no unas bases firmes para dar consistenca a sus vidas en muchos casos desarraigadas por el fenomeno de la inmigracion voluntaria o forzada por diversas causas. Un Occidente fuerte y seguro en sus convicciones sera tractivo no solo por el bienestar que ofrece sino por la seguridad esencial que ofrece, desde luego respetando los principios religiosos de todos. Pues si todo segun se da a entender se basa en el triangulo: Judio Cristiano Musulman, como un comentarista dice Abraham se estara pregunto en que punto le hemos mal interpretado
Jose Luis Espargebra Meco un español desde Buenos Aires

@ Publicado por: rita | 13/01/2015 13:51:34
No lo dudes Rita. Solo pecan unos de estar seguros y los otros de postergar su decisión de creer en Dios o no hasta que tengan los elementos de los cuales ellos creen carecer.

Su sintonía con la espiritualidad humana entendida como El Progreso (el vivir mejor juntos) es en la mayoría de los casos mucho mayor de unos creyentes que les excluyen a ellos y a los infieles de otras religiones de los paraísos eternamente artificiales de las tres religiones de libro.

Si Abraham existió y nos mira, se debe estar preguntando que habrá dicho para que le hayan malinterpretado tanto...

Osomo: Año tras año, el trabajo. Lo siento que a ti no te gustas tu trabajo, se querias estar en un sitio que no le corresponde. Mi solidariedad para ti :) :) :)

Estoy convencida que muchos de los que se autodenominan ateos o agnósticos poseen un grado de espiritualidad capaz de contactar con la naturaleza humana en pro de su crecimiento.

Educacion.

Mantener a la gente en el reino de los eufemismos que protegen a los que se inventan un pasado, una liturgia de lo inaceptable, eso es lo que da argumentos a los intolerantes.


Posicionamientos claros, con objetivos alcanzables para todos los que consiguieron la forma mas efectiva del vivir juntos y la condena clara de los que solo nos trajeron la desgracia cuando eran nuestros guias.


El Agora no es nada si los que alli deliberan, son unos ignorantes, con las raices en una falacia "qui rachète une conscience à ceux qui n'en ont pas".


Si el debate societal sobre los valores y los fundamentos de la sociedad que deseamos, se basa en la exclusion de las fundaciones filosoficas y evoluciones temporales que han construido nuestras democracias occidentales, no existe tal democracia.


El mensaje solo puede ser uno: aquel que nunca se detiene y siempre avanza hacia una convivencia inteligente de los cada vez mas numerosos ciudadanos del mundo que no pueden parar la liberacion de todos los componentes de la humanidad con teologias incapaces de modernizar su discurso y su propuesta de sociedad abierta a todos.
Conocimiento y educacion. La luz decian algunos. La luz en la oscuradidad de las creencias excluyentes.


Las religiones cumplieron un papel socializador cuando no existian ni la voluntad de los poderosos de compartir el poder ni, conciencia, ni educacion en las masas que, por necesidad, debian vivir juntas para preservar una convivencia inteligente que les imponia una naturaleza mas fuerte.


Después de un periplo tan largo desde las teologias diversas, pasando por los clasicos griegos, el pensamiento filosofico aleman, el empirismo inglés, el racionalismo francés, la ciencia que tanto le debe al mundo arabe, la contribucion tan importante de los judios a la ciencia y la filosofia, etc..
Si aun tenemos que explicar que la teocracia no tiene cabida en las sociedades de progreso, el problema solo se puede amplificar.


La diversidad de culturas y de caminos en la forma democratica occidental complica aun mas las cosas.
Desde los que ejercen un tipo de democracia desde hace casi 300 años hasta los que la descubrieron ayer, pasando por los que frustraron la modernizacion de sus sociedades, por causa de teologia o de poder economico, las cosas se complican aun mas.


Occidente renuncio a la violencia de la aplicacion estricta de los escritos religiosos para llegar una interpretacion compatible con la democracia ese libro que tantas barbaridades a creado.


La paradoja metafisica es excepcional: la tres religiones monoteistas, que son las que mas destruccion y barbarismo han aportado, son la consecunecia del mismo libro y comparten profetas...


Nos debemos de encontrar ese terreno comun que nos permite a todos vivir juntos, con una espiritualidad sin la belicosidad proselitista excluyente de las tres religiones que se consideran a si mismas el pueblo elegido a los demas infieles.


Paradigma de la fragilidad humana es que todo se fundamente en una historia de continuidad historica de una saga que creo las dinastias de las futuras religiones.


Con el sexo y la procreacion como trama del primer "soap" de la historia: legitima esposa y sirvienta fertil, con un "lubrico" macho en medio, preocupado por su descendencia.
Todo ello, evidentemente, circundado por un piedad creyente supina. No podia ser de otra manera.


Ese terreno comun que nos lleva hacia una convivencia inteligente es lo que se llama en Francia laicidad y que tantos desconocen su signicado (en Francia tambien).


Sin derecho a la blasfemia, ni los ateos podran existir, ni ninguna teocracia monoteista podra convivir con las dos restantes.


Solo reinterpretando las escrituras y adaptandolas a un mundo que no tiene nada que ver con el de la genesis de las 3 religiones monoteistas, solo dejando la espiritualidad y el proselitismo conquistador de todas ellas en la esfera privada, podremos llegar a una convivencia util y fructifera.


El segundo paso sera seguramente el de conocerse mejor y no intentar convencer a los demas de la superioridad de la espiritualidad de cada uno sobre la de los demas;


Asi, a lo mejor creamos esa laicidad que no es otra cosa que la aceptacion de los demas como son y añadir la cuarta dimension que constituye los fundamentos de la sociedad occidental moderna: el derecho a ser ateo o agnostico.


Los "no creyentes" justicialistas son los unicos que han conseguido que los humanos vivieran en paz, todos juntos, al fin, despues de varios milenios de guerra...
Materia para el pensamiento de metafisicos, teologos, racionalistas, existencialistas...


Quiza un poco mas de Hegel, de Spinoza... y mucho menos de ese Aristoteles tan compatible con la teologia cristiana de San Agustin...


La vision inmediata de la retorica, de los bjetivos y de las tesis diversas que no nos lleven a un embrigadamiento, a la auto-hipnosis de nuestros mantras...


Mas intercambio y menos monologos. Mas generosidad entendida como perder mas de nuestra esencia particular para abundar en ese edificio comun del conocimiento que no tiene casa en ninguna teoria pero que mora en la de todos.


Derecho a ser irreverente para que los que son mas moderados tengan una latitud mas amplia para evolucionar en una vida que, de otra manera, seria mucho mas astringente y limitadora...

Perdido el conocimiento de golpe por culpa de la úlcera, fue como un sentir estar de viaje en otra escala de valores, a una velocidad de vértigo pero con los ojos sin ver por donde, como ir en el maletero del coche.
Solo consciente de la velocidad enorme, y en un momento dado, estar delante de alguien que controla maquinalmente, y que después de dar un vistazo como sin importancia, dijo algo así como: Y éste por que está aquí si no le corresponde?.
Devolverlo de inmediato, y sin respuesta como en automático otra vez al maletero.
Y otra vez el mismo sentir de velocidad a toda máquina y sin ver por donde, ni los obstáculos, solo consciente lo del ir y el venir.
Abriendo los ojos con trabajo, en un estado de postración absoluta viendo otra vez el sitio.
Viendo otra vez el entorno de gente normal, y como en una penumbra lejana recordando el episodio vivido.
¿Y éste que hace aquí, si no le corresponde?
Notando la marcha lenta otra vez la normalidad.
O eso me pareció.
Fue luego cuando en reposo, a lo largo de los años como repasando las hojas de un libro ya leído, se va intentando sacar en limpio algo de lógica o de sentido común.
Siendo lo más parecido a un huerto, la forma de explicarlo.
Como un trabajo, en el que cada temporada se siembra, y luego cuando toca se recoge la cosecha.
No importando demasiado las labores de desbroce habituales, porque eso es lo normal que se ha de hacer.
Con cada siembra, año tras año.
Como de insignificantes nos parecen cada una de las vidas de los insectos en su ajetreo diario por conseguir el grano en el verano.
Para luego pasar el invierno.
Dejando la lectura como un mensaje subliminar.
Y sintiéndonos muy poca cosa, en medio de toda esta inmensidad que nos rodea, en donde casi no somos nada aunque pensemos un poco.


Seguir a alguien por convencimiento no es estar manipulado por sus actos, o retórica, sino, porque lo que propone se corresponde con nuestros deseos. La resignación no conduce hacia la evolución, y todo cambio conlleva riesgos, pero la sociedad debe de asumir retos en aras de alcanzar sus anhelos.

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Sobre el blog

El salto del ángel es un espacio de reflexión, de pensamiento sobre la dimensión social y política de los asuntos públicos, sobre la educación, la Universidad, la formación y la empleabilidad. Busca analizar los procesos de democratización, de internacionalización y de modernización como tarea permanente, con una actitud de convicción y de compromiso.

Sobre el autor

Angel Gabilondo

Ángel Gabilondo Pujol es Catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid, de la que fue Rector. Tras ser Presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas, ha sido Ministro de Educación.

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