Máximo Kircher llevaba unos días pachucho en Santa Cruz. Su madre, Cristina Fernández, pasó el fin de semana con él. Por la tarde la madre se despidió del hijo, de 36 años, se montó en el avión presidencial Tango 01 y llegó a Buenos Aires dispuesta a cumplir con su agenda. Pero como los dolores del hijo no menguaban, la presidenta se volvió a montar en el Tango 01, voló hacia Río Gallegos, recogió al hijo, se lo trajo a Buenos Aires y lo ingresó de madrugada en el hospital Austral, en el mismo donde meses antes la habían operado a ella.