Francisco Peregil

Cristina Fernández y el periodista Chaves Nogales, que estuvo allí

Por: | 01 de noviembre de 2012

Portada de El Cronista

Hoy, el periódico económico argentino Cronista Comercial ha cumplido 104 años. Y ha salido a la calle con una doble página que cubría la portada y la contraportada. Por delante se veía lo que aparece en esta foto. Y detrás, un editorial que advierte sobre los peligros que acechan al periodismo en Argentina. De fondo, cómo no, subyace el debate sobre lo que ocurrirá el próximo siete de diciembre, que el Gobierno ha bautizado como el 7-D. El Gobierno sostiene que ese día expira el plazo que la justicia concedió a todas las empresas para adaptarse a la Ley de Medios. Con arreglo a esa ley el grupo Clarín debería  desinvertir, desprenderse de algunos de sus canales de televisión. Pero Clarín denunció la ley por inconstitucional y los tribunales le concedieron una suspensión de cierto artículos de la ley mientras estudiaban el caso. El Gobierno estima que la suspensión concluye el siete de diciembre. Y el grupo Clarín considera que aún cuando ese día entrasen en vigor los dos artículos suspendidos, la ley le concede un año como mínimo sin verse obligado a desinvertir.

El Cronista subraya en su contraportada:
Deben ser los jueces probos quienes, con libertad, independencia de criterio y ajustándose a derecho, logren dirimir estas cuestiones ponderando todos los intereses en juego.
 
En este contexto los expertos en derecho constitucional indican que hay tres escenarios posibles respecto a lo que podría ocurrir el próximo 7 de diciembre: que antes de la fecha se dicte sentencia definitiva sobre el juicio de fondo; que se renueve la medida cautelar vigente en tanto y en cuanto existan nuevos elementos que la justifiquen o que se ordene el levantamiento de la cautelar que protege a Clarín y comience a contabilizarse el año que la ley prevé como plazo para que la empresa venda o negocie los medios que no se adecuan a los términos legales.
 
La aplicación de la ley de medios no afecta los intereses de la empresa que edita este diario. Pero no por ello debemos dejar de señalar que la implementación de algunas de sus disposiciones constituye un quiebre en el legitimo proceso de gestión de la libertad de expresión, la cual opera como un reaseguro para el disfrute de otros derechos civiles y políticos de los ciudadanos.
 
Contra el abuso de poder, nuestros lectores y la sociedad sólo pueden esperar que desde El Cronista Comercial continuemos haciendo lo que sabemos hacer: ejercer más y mejor periodismo. Con libertad y la responsabilidad indelegable de reconocer y asumir los eventuales errores.
 
Siempre con el objetivo de ofrecer una visión más completa, acabada y diversa de los hechos. Como hace 104 años.
El mismo día en que Cronista cumplía 104 años, la presidenta Cristina Fernández, pronunciaba un discurso donde cargó contra "cuatro o cinco lenguaraces pagados por no sé sabe quién, que todos los días dan mentiras, cifras y cosas distintas para desalentar a la Argentina". Y criticaba así a los supuestos traidores de la patria argentina.

Ayer hablábamos con Carlos [Zaninni, secretario de Presidencia] y hablábamos de las quinta-columna. Me acuerdo porque hay un excelente artículo, en Página 12, creo que fue, que habla de los quinta-columnas. Y Zannini, que es más culto que yo, me decía: “es una deformación igual que las guaridas fiscales [que devinieron en paraísos fiscales] la de la quinta-columna” ¿Por qué? Porque la quinta-columna fue un buen término.  Fue lo que empleó el general Mola, que era el general republicano, cuando dice: “vamos a atacar con cinco columnas”. Y los republicanos dicen: “¿cómo, General, si tenemos cuatro columnas nada más?”. Y él contesta: “No, ustedes se olvidan de la quinta columna que tenemos en Madrid, que es el pueblo”. Con lo cual la quinta-columna tuvo como una buena acepción. Luego la quinta-columna se establece como el que está desde adentro para traicionar un país, que es lo que ayer decían en Página 12.

Una aclaración: el general Emilio Mola no fue ningún defensor de la república española, sino un aliado de Francisco Franco. Se ha escrito mucho sobre el odio y la polarización que llevó a la Guerra Civil (1936-1939) en España. Entre esos libros destaca uno que se titula A sangre y fuego, del periodista y escritor Manuel Chaves Nogales. Cuando llegué a Argentina y observé cómo la sociedad se iba diviendo, polarizando entre los K (kirchneristas) y los anti K, o conmigo o contra mí, me vino a la memoria el prólogo que Chaves Nogales escribió para aquella colección de cuentos. Chaves Nogales estuvo allí, entre los quinta columnistas y sus verdugos. Este prólogo que paso a reproducir es el mejor homenaje que puedo encontrar en favor de un periodismo independiente:

Yo era eso que los sociólogos llaman un "pequeñoburgués liberal", ciudadano de una república democrática y parlamentaria. Trabajador intelectual al servicio de la industria regida por una burguesía capitalista heredera inmediata de la aristocracia terrateniente, que en mi país había monopolizado tradicionalmente los medios de producción y de cambio – como dicen los marxistas –, ganaba mi pan y mi libertad con una relativa holgura confeccionado periódicos y escribiendo artículos, reportajes, biografías, cuentos y novelas, con los que me hacía la ilusión de avivar el espíritu de mis compatriotas y suscitar en ellos el interés por los grandes temas de nuestro tiempo. Cuando iba a Moscú y al regreso contaba que los obreros rusos viven mal y soportan una dictadura que se hacen la ilusión de ejercer, mi patrón me felicitaba y me daba cariñosas palmaditas en la espalda. Cuando al regreso de Roma aseguraba que el fascismo no ha aumentado en un gramo la ración de pan del italiano, ni ha sabido acrecentar el acervo de sus valores morales, mi patrón no se mostraba tan satisfecho de mí ni creía que yo fuese realmente un buen periodista; pero, a fin de cuentas, a costa de buenas y malas caras, de elogios y censuras, yo iba sacando adelante mi verdad de intelectual liberal, de ciudadano de una república democrática y parlamentaria.

Si, como me ocurría a veces, el capitalismo no prestaba de buen grado sus grandes rotativas y sus toneladas de papel para que yo dijese lo que quería decir, me resignaba a decirlo en el café, en la mesa de redacción o en la humilde tribuna de un ateneo provinciano, sin el temor de que nadie viniese a ponerme la mano en la boca y sin miedo a policías que me encarcelasen, ni a encamisados que me hiciesen purgar atrozmente sus errores. Antifascista y antirrevolucionario por temperamento, me negaba sistemáticamente a creer en la virtud salutífera de las grandes conmociones y aguardaba trabajando, confiado en el curso fatal de las leyes de la evolución. Todo revolucionario, con el debido respeto, me ha parecido siempre algo tan pernicioso como cualquier reaccionario.
En realidad, y prescindiendo de toda prosopopeya, mi única y humilde verdad, la cosa mínima que yo pretendía sacar adelante, merced a mi artesanía y a través de la anécdota de mis relatos vividos o imaginados, mi única y humilde verdad era un odio insuperable a la estupidez y a la crueldad; es decir, una aversión natural al único pecado que para mí existe, el pecado contra la inteligencia, el pecado contra el Espíritu Santo.
Pero la estupidez y la crueldad se enseñoreaban de España. ¿Por dónde empezó el contagio? Los caldos de cultivo de esta nueva peste, germinada en ese gran pudridero de Asia, nos los sirvieron los laboratorios de Moscú, Roma y Berlín, con las etiquetas de comunismo, fascismo o nacionalsocialismo, y el desapercibido hombre celtíbero los absorbió ávidamente. Después de tres siglos de barbecho, la tierra feraz de España hizo pavorosamente prolífica la semilla de la estupidez y la crueldad ancestrales. Es vano el intento de señalar los focos de contagio de la vieja fiebre cainita en este o aquel sector social, en esta o aquella zona de la vida española. Ni blancos ni rojos tienen nada que reprocharse. Idiotas y asesinos se han producido y actuado con idéntica profusión e intensidad en los dos bandos que se partieran España.
De mi pequeña experiencia personal, puedo decir que un hombre como yo, por insignificante que fuese, había contraído méritos bastantes para haber sido fusilado por los unos y por los otros. Me consta por confidencias fidedignas que, aun antes de que comenzase la guerra civil, un grupo fascista de Madrid había tomado el acuerdo, perfectamente reglamentario, de proceder a mi asesinato como una de las medidas preventivas que había que adoptar contra el posible triunfo de la revolución social, sin perjuicio de que los revolucionarios, anarquistas y comunistas, considerasen por su parte que yo era perfectamente fusilable.
Cuando estalló la guerra civil, me quedé en mi puesto cumpliendo mi deber profesional. Un consejo obrero, formado por delegados de los talleres, desposeyó al propietario de la empresa periodística en que yo trabajaba y se atribuyó sus funciones. Yo, que no había sido en mi vida revolucionario, ni tengo ninguna simpatía por la dictadura del proletariado, me encontré en pleno régimen soviético. Me puse entonces al servicio de los obreros como antes lo había estado a las órdenes del capitalista, es decir, siendo leal con ellos y conmigo mismo. Hice constar mi falta de convicción revolucionaria y mi protesta contra todas las dictaduras, incluso la del proletariado y me comprometí únicamente a defender la causa del pueblo contra el fascismo y los militares sublevados. Me convertí en el "camarada director", y puedo decir que durante los meses de guerra que estuve en Madrid, al frente de un periódico gubernamental que llegó a alcanzar la máxima tirada de la prensa republicana, nadie me molestó por mi falta de espíritu revolucionario, ni por mi condición de "pequeñoburgués liberal", de la que no renegué jamás.
Vi entonces convertirse en comunistas fervorosos a muchos reaccionarios y en anarquistas terribles a muchos burgueses acomodados. La guerra y el miedo lo justificaban todo.
Hombro a hombro con los revolucionarios, yo, que no lo era, luché contra el fascismo con el arma de mi oficio. No me acusa la conciencia de ninguna apostasía. Cuando no estuve conforme con ellos, me dejaron ir en paz.
Me fui cuando tuve la íntima convicción de que todo estaba perdido y ya no había nada que salvar, cuando el terror no me dejaba vivir y la sangre me ahogaba. ¡Cuidado! En mi deserción pesaba tanto la sangre derramada por las cuadrillas de asesinos que ejercían el terror rojo en Madrid como la que vertían los aviones de Franco, asesinando mujeres y niños inocentes. Y tanto o más miedo tenía a la barbarie de los moros, los bandidos del Tercio y los asesinos de la Falange, que a la de los analfabetos anarquistas o comunistas.
Los "espíritus fuertes" dirán seguramente que esta repugnancia por la humana carnicería es un sentimentalismo anacrónico. Es posible. Pero, sin grandes aspavientos, sin dar a la vida humana más valor del que puede y debe tener en nuestro tiempo, ni a la acción de matar más trascendencia de la que la moral al uso pueda darle, yo he querido permitirme el lujo de no tener ninguna solidaridad con los asesinos. Para un español quizá sea éste un lujo excesivo.
Se paga caro, desde luego. El precio, hoy por hoy, es la Patria. Pero, la verdad, entre ser una especie de abisinio desteñido, que es a lo que le condena a uno el general Franco, o un kirguís de Occidente, como quisieran los agentes del bolchevismo, es preferible meterse las manos en los bolsillos y echar a andar por el mundo, por la parte habitable de mundo que nos queda, aun a sabiendas de que en esta época de estrechos y egoístas nacionalismos el exiliado, el sin patria, es en todas partes un huésped indeseable que tiene que hacerse perdonar a fuerza de humildad y servidumbre su existencia. De cualquier modo, soporto mejor la servidumbre en tierra ajena que en mi propia casa.
Cuando el gobierno de la República abandonó su puesto y se marchó a Valencia, abandoné yo el mío. Ni una hora antes, ni una hora después. Mi condición de ciudadano de la República Española no me obligaba a más ni a menos. El poder que el gobierno legítimo dejaba abandonado en las trincheras de los arrabales de Madrid lo recogieron los hombres que se quedaron defendiendo heroicamente aquellas trincheras. De ellos, si vencen, o de sus vencedores, si sucumben, es el porvenir de España.
El resultado final de esta lucha no me preocupa demasiado. No me interesa gran cosa saber que el futuro dictador de España va a salir de un lado u otro de las trincheras. Es igual. El hombre fuerte, el caudillo, el triunfador que al final ha de asentar las posaderas en el charco de sangre de mi país y con el cuchillo entre los dientes –según la imagen clásica– va a mantener en servidumbre a los celtíberos supervivientes, puede salir indistintamente de uno u otro lado. Desde luego, no será ninguno de los líderes o caudillos que han provocado con su estupidez y su crueldad monstruosas este gran cataclismo de España. A ésos, a todos, absolutamente a todos, los ahoga ya la sangre vertida. No va a salir tampoco de entre nosotros, los que nos hemos apartado con miedo y con asco de la lucha. Mucho menos hay que pensar que las aguas vuelvan a remontar la corriente y sea posible la resurrección de ninguno de los personajes monárquicos o republicanos a quienes mató civilmente la guerra.
El hombre que encarnará la España superviviente surgirá merced a esa terrible e ininteligente selección de la guerra que hace sucumbir a los mejores. ¿De derechas? ¿De izquierdas? ¿Rojo? ¿Blanco? Es indiferente. Sea el que fuere, para imponerse, para subsistir, tendrá, como primera providencia, que renegar del ideal que hoy lo tiene clavado en un parapeto, con el fusil echado a la cara, dispuesto a morir y a matar. Sea quien fuere, será un traidor a la causa que hoy defiende. Viniendo de un campo o de otro, de uno u otro lado de la trinchera, llegará más tarde o más temprano a la única fórmula concebible de subsistencia, la de organizar un Estado en el que sea posible la humana convivencia entre los ciudadanos de diversas ideas y la normal relación con los demás Estados, que es precisamente a lo que se niegan hoy unánimemente con estupidez y crueldad ilimitadas los que están combatiendo.
No habrá más que una diferencia, un matiz. El de que el nuevo Estado español cuente con la confianza de un grupo de potencias europeas y sea sencillamente tolerado por otro, o viceversa. No habrá más. Ni colonia fascista ni avanzada del comunismo. Ni tiranía aristocrática ni dictadura del proletariado. En lo interior, un gobierno dictatorial que con las armas en la mano obligará a los españoles a trabajar desesperadamente y a pasar hambre sin rechistar durante veinte años, hasta que hayamos pagado la guerra. Rojo o blanco, capitán del ejército o comisario político, fascista o comunista, probablemente ninguna de las dos cosas, o ambas a la vez, el cómitre que nos hará remar a latigazos hasta salir de esta galerna ha de ser igualmente cruel e inhumano. En lo Exterior, un Estado fuerte, colocado bajo la protección de unas naciones y la vigilancia de otras. Que sean éstas o aquéllas, esta mínima cosa que se decidirá al fin en torno de una mesa y que dependerá en gran parte de la inteligencia de los negociadores, habrá costado a España más de medio millón de muertos. Podía haber sido más barato.
Cuando llegué a esta conclusión abandoné mi puesto en la lucha. Hombre de un solo oficio, anduve errante por la España gubernamental confundido con aquellas masas de pobres gentes arrancadas de su hogar y su labor por el ventarrón de la guerra. Me expatrié cuando me convencí de que nada que no fuese ayudar a la guerra misma podía hacerse ya en España.
Caí, naturalmente, en un arrabal de París, que es donde caen todos los residuos de la humanidad que la monstruosa edificación de los Estados totalitarios va dejando. Aquí, en este hotelito humilde de un arrabal parisiense, viven mal y esperan a morirse los más diversos especímenes de la vieja Europa: popes rusos, judíos alemanes, revolucionarios italianos..., gente toda con un aire triste y un carácter agrio que se afana por conseguir lo inasequible: una patria de elección, una nueva ciudadanía. No quiero sumarme a esta legión triste de los "desarraigados" y, aunque siente como una afrenta el hecho de ser español, me esfuerzo en mantener una ciudadanía española puramente espiritual, de la que ni blancos ni rojos puedan desposeerme.
Para librarme de esta congoja de la expatriación y ganar mi vida, me he puesto otra vez a escribir y poco a poco he ido tomando el gusto de nuevo a mi viejo oficio de narrador. España y la guerra, tan próximas, tan actuales, tan en carne viva, tienen para mí desde este rincón de París el sentido de una pura evocación. Cuento lo que he visto y lo que he vivido más fielmente de lo que yo quisiera. A veces los personajes que intento manejar a mi albedrío, a fuerza de estar vivos, se alzan contra mí y, arrojando la máscara literaria que yo intento colocarles, se me van de entre las manos, diciendo y haciendo lo que yo, por pudor, no quería que hiciesen ni dijesen.
Y luchando con ellos y conmigo mismo por permanecer distante, ajeno, imparcial, escribo estos relatos de la guerra y de la revolución que presuntuosamente hubiera querido colocar sub specie aeternitatis. No creo haberlo conseguido.
Y quizá sea mejor así.

Mountrouge (Seine), enero-mayo de 1937.

 

A la salud de todos los matices entre el negro y el blanco.

 

Hay 13 Comentarios

Hay una ley de medios. Clarín, como cualquier persona física o jurídica, cuestiona la constitucionalidad de 2 arts. ante la Justicia.
Isabelita Kirchner enloquece, chantajea o amenaza a 5 jueces y promete un 7-D contra la oposición. Un 7-D. ¿Un Pearl Harbour?. ¿Una directiva Noche y Niebla?. En fin, nada se puede esperar de los admiradores del asesino Mola.

La bronca de clarin es que la Cristina le esta cortando las alitas! Ya lo hizo antes con el papel prensa. El clarin era el dueño absoluto de la fabricación del papel prensa y su distribución a los diarios de Argentina, dificultando la entrega y cambiando los precios a los opositores. Eso ahora acabó.
Clarin es el dueño de practicamente TODOS los diarios de Argentina. Tiene aprox. unos 230 canales de tv privados, y alli se transmite los que ellos imponen. Entonces, como el gobierno actual pretende cortar este oligopolio de las transmisiones y noticias manejadas, eso molesta a la extrema derecha Argentina y por ende al grupo clarin. El "7D" es un dia clave y a partir de esa fecha, clarin va a tener que "volar mas bajito". Es claro, este grupo hará lo posible para derrumbar al actual gobierno antes de esa fecha. No creo que lo consigan.

Mañeto iba a cenar a casa todas las noches!! dijo la actual presidente...dicen que "los chicos y los locos siempre dicen la verdad", verborragitsky decía en 2002 que a las grandes empresas se les pagó su "deuda externa", muchos millones a clarín, ahora hay cepo al dólar porque hay que pagar las deudas de esa oligarquía. parece que no hubo "arreglo", pero avanzamos: antes te tiraban al río o, como en 2001, te disparaban desde dentro de un banco, hoy, los esbirros de la UIA y la oligarquía financiera te llaman a votar desde los 16. mi ahijada tiene 5, ya lee y escribe, lo único que ha mirado son "dibujitos", es un niño, ¿porque no puede votar, si han gobernado isabelita, onganía, néstor, el chupacabras de la rioja, lastiri, levingston, lanusse, perón, etc...? o sea, cada locos!!!!!.....

Muy buen texto, Dios nos libre de los fanáticos que van por todo en Argentina y en todo el mundo. En mi País hoy estamos, salvando las enormes distancias, en un clima similar, o sos k o sos de clarín

El gobierno de Argentina ha realizado un trabajo violento por tergiversar la realidad desde diciembre del 2005 cuando envió a una patota junto a una empresa de seguridad privada a las oficinas del INDEC (Instituto Nacional de estadícticas y censos). Echaron a todos los empleados e intervinieron el organismo a la fuerza. Incluso golpearon a empleados y los amendrentaron hasta sacarlos de allí. Desde ese momento el gobierno a través de socios corruptos directos que son al mismo tiempo proveedores del estado( y ya por default del este gobierno desde que son gobernadores en santa cruz) han comprado una cuota enorme de los medios argentinos y los han llenado de contenidos que nadie mira, por desastrosos, mal intencionados, mentirosos, y corruptos. El problema no es la libertad de decir, sino la certeza de la operación de medios que ya está sucediendo y está imponiendo el gobierno, sin aun, tener la disponibilidad de la grilla existente. Lo que sucederá es un incrmento de lo que el gobierno ya está produciendo, que es una suma de pasquines lamentables inflados por el dinero que le permite hacerlos llegar a un mercado que de todos modos les da la espalda.
Por otro lado están los medios que que el gobierno llama hegémonicos. unos periodicos francamente muy malos, de mala calidad periodística o editorial. Pero los que acercan algunas noticias que de no ser por ellos no serían accesibles. Con seguridad son grupos economicos de poder. Pero el gobierno se ha configurado como otro grupo económico con mucho mas poder, lleno de aliados y proveedores montruosos que se han hecho millonarios durante este periodo. El chofer del Nestor Kirchner se presento a comprar uno de los canales mas grandes de Argentina, Telefe. El chofer!
Lo que sucede es una lucha por la realidad. Por su relato. El gobierno quiere ocultarlo todo e iventar una realidad ficticia, que lo demuestra con sus indices económicos que son todos falsos. Pero tambien por hacerse de medios que representan riqueza, y que será entregada a sus socios inmediatos (esto ya está sucediendo, Lopez contratista del estado ya viola la ley de medios y nadie lo cuestiona) y los grupos economicos luchan por no perder dinero.
Dinero contra dinero disfrazado de la lucha por la verdad.

La ley de medio, no afecta a la prensa escrita, si no a los medios audiovisuales ya que obliga a empresas que tienen mas de 10 medios a desprenderse de los que sobrepasan el numero, Asi que los diarios, El Cronista Comercial, Clarín, La Nación y demás diarios de la derecha opositora a el gobierno, pueden quedarse tranquilos, tendrán toda la libertad de seguir destilando su odio

Oliverio caminos esta pago. Forma parte del ejército de propaganda K. IGNORAR TODOS SUS DICHOS POR FAVOR. En argentina se estan viviendo momentos muy peligrosos, no se reconoce a la constitutición y se violan sistemáticamente todo los derechos y obligaciones del pueblo. El 8 de noviembre lo podran comprobar con sus propios ojos.

Estoy de acuerdo con el comentario de Oliverio caminos, y agrego en los 200 años de existencia de la republica, argentina tiene por primera vez un gobierno democrático fuerte conducido por un presidente que gobierna para la gente, y no para los grupos económicos de turno, eso es lo que tiene verdes a estos poderes mediáticos concentrados al servicio de intereses que no son los del pueblo.
En un fallo de la suprema corte de la Argentina, el grupo Clarín quedo al descubierto cuando trato de instalar en un juicio contra el estado, que el fin de la ley de medios era terminar con la libertad de expresión, la corte falló diciendo: que el multimedio clarín no presento pruebas suficientes en la causa como para demostrar que el estado argentino intentaba con la ley de medios coartar la libertad de expresión. Clarín no pudo presentar pruebas por que no existen, lo que en realidad no quiere el multimedio es perder el poder que tiene e intenta preservar, que le permitió derrocar gobiernos democráticos e instalar gobiernos acorde a sus intereses. La ley de medios precedente a la actual era una ley escrita por gobiernos de factos en combinación con los medios concentrados, bien, esa ley no existe más, hay una nueva que lleva 3 años de existencia y el grupo clarín lleva el mismo periodo tratando de desobedecerla, la corte suprema le puso un plazo, ese plazo finaliza en diciembre de este año.

El texto de El Cronista es una defensa corporativa. El periodismo en Argentina publica lo que quiere, sin censura alguna, y basta leer la ley de medios para ver con claridad que no se limita de forma alguna la libertad de expresión ni de prensa. El grupo Clarín ha sido la empresa más brutal a la hora de extorsionar a los anunciantes, quebrar canales de cable, tv y radios para comprarlos a precio vil.

En Argentina los cambios que se han producido en estos últimos 10 años son enormes. Se puede ver en la clase de gente que maneja un auto 0 km reluciente, en el movimiento del turismo interior, en las ropas que usan los niños que asisten a escuelas de las barriadas. No sé si la administración K es buena o mala. Lo que sé es que lo que aquí pasa nunca lo he visto en mis 54 años de vida. Y mucha gente está muy enojada, no tanto porque hayan perdido algo, sino porque no soportan que cierta gente disfrute de lo que ellos consideran sus derechos naturales exclusivos; consumir , viajar, ganar un buen sueldo. Y tienen quien les dé su voz; se llaman Clarin y La nación.

En la Argentina hay total y absoluta libertad de prensa. Si no lo creen lean La Nacion, El Clarin, Ambito Financiero, etc. Se puede decir lo que se quiere, distorcionar e inclusive insultar al gobierno con las palabras mas groseras. La libertad de prensa es absoluta. Lo que hoy se pelea es resultado de que el gobierno quiere eliminar dos monopolios de informacion de dos grupos que son duenos de la gran mayoria de la informacion en Argentina. Uno de el;los solamente: El grupo Clarin, maneja mas de 240 publicaciones , TV stations, etc. Clarin y La Nacion ambos diarios tradicionales de Argentina se han convertido en organos que estan en una campana extrema politica de desacreditar al gobierno, de una manera tal que todas, todas las notician apuntan a ese fin. Recordemos que las clases medias en muchos paises se ilustran sobre economia y politica solo leyendo el diario. Hay gran desinformacion que es m,uy obvia para quien entiende de economia y estadisticas. Conste que yo ni siquiera vote a este gobierno con el cual no comulgo en muchisimas cosas. Sin embargo hay que recordar que el descredito mediatico en Argentina, fue fundamental para sacar a todos los gobiernos argentinos elegidos democraticamente desde 1930 a la fecha con la excepcion de Menem y los Kirchner. Los que no renunciaron despues de las campanas, fueron sacados por los militares de derecha que les dieron el golpe de gracia final. Todos fueron reemplazados por gobernantes no elegidos democraticamente. Esta presidenta a la cual yo no vote, gano con el 54% de los votos y hay que dejarla gobernar en estos tiempo de crisis internacional. Hay que respetar la democracia en Argentina. Los argentinos no advierten que a pesar de muchos problemas el pais ha progresado terriblemente en los ultimos diez anos. En Argentina la libertad de prensa no esta en peligro, lo que esta en peligro, respetuosamente, es el terrorismo mediatico de dos monopolios que quieren controlar la opinion. Esta es mi modesta opinion.

Hermoso texto. Guardando enormes distancias con los totalitarismos y la guerra, opino que el periodismo, especialmente en España, va dando cada vez más náuseas. Es barato, instantáneo, sensacionalista, precario; emite contenidos como un enfermo de disentería, dejando las grandes investigaciones o proyectos dignos de renombre (como los que saca de vez en cuando la prensa anglosajona) en la maldita papelera. ¿Suena reduccionista? No lo creo: ¿qué New Yorker tenemos en España? ¿Cuántos The Economist? ¿Es acaso Jot Down un soplo fresco, si ni siquiera tiene grandes piezas hechas sobre el terreno? Ni siquiera El País da la talla, usando becarios o buscando la pasta desesperadamente al precio de perder calidad. Ya sé que resulta difícil financiar y tal, pero por dios, que nos vamos todos a la mierda. Ojalá se encuentre la forma de pagar de nuevo grandes reportajes fuera de merchandising y pijadas. Viva M. Chaves Nogales y su ejemplo; ojalá podamos volver al buen periodismo. Salud

No son cuentos sino realidad pura y dura.

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Sobre el autor

es el corresponsal para Sudamérica de El PAÍS. Está radicado en Argentina y su área de trabajo incluye Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Uruguay, y Paraguay.

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