Francisco Peregil

Ese beso entre hombres

Por: | 23 de noviembre de 2012

  Beso De Vido

Una cosa es ver en la tele a Ronaldo y a Di María saludándose con un beso en la cara; o mirar en esta foto al ministro de Planificación, Julio de Vido, haciendo lo propio con el gobernador de Mendoza, Francisco, Paco, Pérez... Una cosa es verlos así, en la distancia de la pantalla, y otra bien distinta es llegar a una ciudad donde los hombres te plantan los labios en la mejilla a las primeras de cambio. Hay que partir de la base de que la gente en Buenos Aires es de por sí besucona. Una cajera en cualquier supermercado no se sentará hasta que no haya besado a todas sus compañeras. En provincias como Mendoza el beso se deja para los familiares y los amigos íntimos. Pero en la capital sucede que uno está tan tranquilo en cualquier cumpleaños, con el canapé en una mano, la copa en la otra y la boca llena... Y de pronto te llegan dos chavales a los que no has visto en la vida, se te echan encima como cachorros, te abrazan, te besan y siguen su camino. La cosa choca un pelín porque uno sigue viendo por la calle anuncios de colonias que dicen “Olé a hombre”. Pero bue… Después te cuentan que esto del beso es una moda relativamente nueva, que llegó en los noventa. Pero no veas de qué manera cuajó.

Ya en 2007 el muy británico corresponsal de BBC Mundo, Daniel Schweimler, comentaba:

 

Cada mañana, cuando voy a dejar a mis hijos a la escuela, beso a vendedores de seguros, arquitectos, abogados y profesores, mamás y papás de otros niños. Y nos besamos otra vez al despedirnos.

Cuando llevo a mis hijos a jugar fútbol, los sábados en la mañana, se repite el proceso. Pero los papás no se han afeitado y prefiero un distante y muy británico hola dicho entre dientes, y un vago saludo con la mano.

Beso a colegas hombres y mujeres cuando llego al trabajo y cuando me voy. He besado a la señora que limpia, al gerente del banco, a las recepcionistas y a las secretarias en las oficinas de las personas a las que he entrevistado.

 

Y ahora vengo yo. A besar sereno, que diría el Gato Pérez. Uno intenta abrirse, con perdón en la medida de sus posibilidades. Y tampoco es que cueste tanto trabajo. Ya sabemos que para los flamencos el beso viril es también obligatorio. Ningún flamenco que se precie está capacitado para cantar unas buenas bulerías si no besa al mes a más de cien guitarristas, cantaores, bailaores o incluso críticos de flamenco. Pero lo de Buenos Aires es todavía más efusivo y contagioso. A poco que se haya visto algún partido de fútbol con amigos argentinos o te hayan invitado a cualquier asado te das cuenta de que a veces eso de chocar la mano puede resultar tan frío como un saludo entre Cristina Fernández y Angela Merkel.

¿Qué se supone, entonces, que tenía que hacer un gallegote que llegaba con el pelo de la dehesa madrileña? ¿Debía hacerse el estrecho? No. La única manera de resolver el asunto era con hombría, viendo venir a la contraparte como en duelo entre pistoleros y cascar el beso a la menor oportunidad.

Me apliqué con método y concentración, pasaron los meses y me fui sintiendo la mar de flamenco y porteño. Hasta que llegó el momento en agosto de regresar a España por unos días. Y me topé de pronto con un amiguete argentino de bigote respetable. Lo inesperado del encuentro me causó una alegría casi infantil, me fui hacia él tan campante, con los brazos abiertos y le planté el beso en la mejilla. Me salió del alma aquel beso viril, alegre, sanote, sin necesidad de dar las clásicas palmaditas en la espalda. Pero el de él… Nunca llegó. Y entonces… ¿Qué coño pasa aquí?

De manera que uno va haciéndose su pequeña reconversión emocional, sin necesidad de terapia pasa de gallego montaraz a españolete manso y besucón. Y nada, que no se termina de dar en el clavo. ¿Habría que mantener una posición más distante? ¿Solo dejarse querer? ¿Juntar, quizás, los cabezones en el abrazo y solo si te besan, besar? No señor, potesto, señoría, protesto. Hay que echar el carro por el barranco y que salga lo que el camino depare. Uno no tiene por qué ser menos que Messi. Siempre a la altura de Gordillo, mucho Betis, y nunca menos que Messi. Y así cuando me pregunten dentro de unos años si me enteré por fin de en qué consistía aquello del peronismo,  decir tranquilamente que, bueno, qué sé sho, no sé si me enteré. Pero por lo menos me solté dando abrazos. Aprendí a besar esteeee… de una forma distinta. Y por ahí, como diría Máximo Kirchner, los peronistas igual me estaban enseñando algo, ¿viste?

Hay 23 Comentarios

Esta claro que besar en la boca no es lo mismo que besar en las mejillas. Creo que el título de "beso entre hombres" está cargado de intenciones y prejuicios machistas. Los soldados escoceses usan en sus desfiles una especie de saya o falda y por eso, pregunto ¿son maricas? Curiosamente, está demostrado que los mas acérrimos enemigos de la homosexualidad son homosexuales, que se cubren de muy machos para ocultar su realidad. El caso extremo es que muchos de ellos están casados y con hijos. O sea, un circo bien montado.

El que diga que es una costumbre de los 90 se lo inventa. Tengo 45 años, pasé mi adolescencia en Buenso Aires entre los años 82 y 89 y les puedo asegurar que ya me besaba con mis amigos y conocidos hombres.

No soy homófobo. Dios me libre de todas las fobias. Pero tambien recuerdo en los tiempos -lejanísimos- que acudía a cumplir el precepto dominical en las misas solemnes que celebraba la Iglesia católica donde intervenían varios sacerdotes con todo lujo de casullas e incienso por doquier que, como ritual de la ceremonia, los indicados sacerdotes se abrazaban con efusión en diferentes escenas del acto. Ignoro si aún persiten y observan dichos "trámites". Lo expongo sin acritud y sin deseos de hacerme el gracioso. Son hechos objetivos.

¿Cuándo dejaremos de escandalizarnos del contacto físico entre hombres que quieren salvaguardar su heterosexualidad? ¿Qué tiene de gracioso o de desafiante que dos hombres se besen para saludarse? ¿Por qué hay que justificar esa actividad? No es necesario apelar a diferencias culturales para justificar la extrañeza o la incomodidad que esa acción provoca: se trata del miedo universal del macho a ver su virilidad en entredicho.

No le veo el punto cómico, y sí el insulto, a seguir insistiendo con comentarios suspuestamente graciosos en la peculiaridad del contacto físico entre hombres. Cuanto más atención le dedicamos, más revelamos esa homofobia latente que nos corroe.

Y qué más da? Es que acaso los argentinos no hablan español con acento italiano? Conozco lo suficiente Buenos Aires como para no darle importancia a los besos entre hombres al saludarse. También he visto la misma actuación en Florida (USA). Claro, no sé si en éste último estado en ese saludo hay algo más que afecto como igualmente ignoro si ocurre lo mismo en la capital bonaerense. Y por qué entre los marroquíes y árabes en general dicha práctica es común entre los hombres? Vaya usted a saber...

A pesar que existe el apellido Diaz en Italia, de origen español, y cuyo exponente más famoso es el general Armando Diaz, heroe de la Gran Guerra, no parece que el señor Pablo tenga una gota de sangre italiana, o la perdió. El beso en Italia entre hombres y mujeres es más antiguo que el preconcepto de quien solo sabe del mundo por las películas y sostiene que es una cosa de mafiosos. Aparte de la corta edad o memoria, señor Pablo, los más ancianos y no mafiosos, le garantimos que es una costumbre muchísimo más antigua que los años 90 (a no ser que se refiriese a los 1890s, quando la masiva inmigración italiana llegó a hacer la América). Es triste ver en una nota alegre y respetuosa, mismo que don Francisco Peregil confunda Córdoba con Mendoza, comentarios no constructivos y con preconceptos. Esa actitud es la que está llevando estos hermosos países (España, Italia y Argentina) al fondo del pozo. MÁS BESUQUEO Y MENOS PARANOIA PARA TODOS!

Me extraña que comenten que la costumbre viene de los noventa. Yo soy chilote (de Chiloé, no por el apodo argentino para todos los chilenos) y cuando mis tíos volvían de sus años de trabajo en la Patagonia argentina a fines de los ochenta, era tema de conversación que en Argentina fuera costumbre besarse entre hombres. Tal vez sea que en ciertos lugares o grupos sociales, el beso tardó más en hacerse usual.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro, y es que la manera pintorezca como narra, es para no despegar la mirada de las lineas que nos obliga a continuar hasta el final. Y que bien, que decidas dar el beso o el abrazo, sin importar que no te correspondan, lo valioso de ello, es lo que podais sentir, y como bien dijsite: "me causó una alegría casi infantil, me fui hacia él tan campante, con los brazos abiertos y le planté el beso en la mejilla. Me salió del alma .." . Francisco,..siga asi!, y no deje de dar esos abrazos que salen del alma, porque esos son los que incluso, curan. Reciba mi abrazo desde el alma.

Es un hábito nuevo, de los 90 o por ahí. Pero, como en la mafia, siempre existió en el peronismo ,tanto en su rama polítca como en la sindical.. Esta última es la que más se parece a la mafia italiana, claro.

Francisco (y lectores),
Siendo Argentina el más italiano de los países excepto Italia (en final del siglo XX, 86% de os argentinos tenía por lo menos un/a abuelo/a italiano/a, o ancestral), sería bueno mirar esa raíz. El besuqueo italiano hoy es casi igual, y bien más antiguo, que el gaucho. Talvez la única diferencia sea que entre hombres, mismo los que acaban de conocerse, el rito italiano es el mismo, más jamás se te ocurra besar ni siquiera castamente en la mejilla una mujer italiana, especialmente si acompañada, que nunca viste antes en tu vida. Besuquear hace bien, o debería, en casi cualquier circunstancia.

Simpatica la columna. Soy argentino, hace dos decadas que vivo en EEUU, y al cabo del tiempo he desarrollado una especie de "switch" mental para ajustarme a cada situacion. Me extrana que siendo europeo no hayan intentando besarte en las dos mejillas, como dicen en Argentina, "porque asi lo hacen en Europa". BTW: Perez es gobernador de Mendoza.

Soy argentino y todavia no he podido aceptar esta costumbre del beso entre hombres casi desconocidos. De niño solo besabamos a los muy amigos, los familiares y a nadie más. Ya adulto un buen apreton de manos con una franca sonriza era suficiente como saludo masculino. Y hoy ver a gente del gobierno besandose con otros del gobierno o visitantes, y sabiendo que los funcionarios argentinos demuestran saber muy poco del significado de la palabra cortesía, suena como un acto de absoluto cinismo

A Pablo, hay un dicho que dice : ´donde fueres haz lo que vieres´. Esto es así, me parece muy desubicado que queramos imponer en otro lugar, donde ´jugamos de visitantes´, costumbres muy personales del pais.de origen y sobre todo cuando es tan avasallante esa forma de saludar.

Es absurdo que se vean mal,los besos entre hombres.

Quisiera aclarar que el gobernador de la provincia de Córdoba es el señor De La Sota, no el mencionado en la nota. En relación al saludo con un beso que se dan los hombres y mujeres casi sin conocerse, incluso cuando se presentan, es una costumbre que no tiene mas de diez años y comenzó a usarse en la gente joven. La verdad no sé de dónde provino la costumbre, pero a mí no me gusta. El beso uno debe darlo, según mi criterio, a las personas que conoce de hace mucho tiempo. Incluso antes una mujer no besaba al hombre, le daba la mano, salvo que fuera un familiar. La gente grande, para no sentirse afuera de ese rango hetario de la juventud, comenzó también a hacer propia esta costumbre. Realmente no me gusta para nada que cuando me presentan a alguien el saludo es un beso.

Los Argentinos Judíos son los que "impusieron" este ritual. Es de agradecer, pues manifiesta un acto de amigos. A Dios gracias, nada que ver con los peronistas.

Muy buen comentario. Los argentinos jugando de visitantes en el USA provinciano ( es decir mas o menos todo lo que no es NY) tenemos serios problemas cuando nos presentan por ejemplo a la esposa del que va a ser nuestro jefe, director , colega, etc en alguna de esas reuniones sociales, fiestas o lo que fuera al inicio de nuestra estadia y a la que invariablemente debemos asistir.
Lo del atormentado Hamlet es un tema menor ante la disyuntiva de " besar o no besar " que se nos presenta de golpe y porrazo y que debe ser resuelta en cuestion de micro segundos.
Mi experiencia, y repetida, es que uno termina dando besos en los lugares mas insolitos de la cabeza de la receptora ( frente, cuello, nariz etc) que desde ya no maneja ni por asomo el tema de como perfilarse ante el avance besuquero y mas bien tiende a acurrucarse y mirar hacia abajo esperando que pase en ataque.
A fuerza de papelones , uno termina aprendiendo a dar la mano de entrada y sin vueltas y a continuar hablando del clima y otras intranscendencias. Como corresponde.

Como argentino deseo comentar mi decepción que el Gallego que lo visitó al impresentable de Julio de Vido no haya aprovechado la oportunidad para arrancarle una oreja de un mordizco al Ministro argentino, al mejor estilo Tyson. Sería hoy todo un ídolo en mi pais, ja,ja

Soy uruguayo,montevideano, viví en Buenos Aires y recibí con agrado el afecto de los porteños,cuya efusividad me pareció integradora. En Uruguay,rápidamente se adoptó la costumbre y puede sorprender ver a policías uniformados saludándose con un beso al tomar el turno (en Montevideo,desconozco si sucede lo mismo en el interior del país) . Son costumbres que no molestan , aunque no me imagino viviendo en Rusia y besando en la boca a un cosaco.

Son costumbres no somos ni menos hombres ni mas machos por besar a otro hombre en la mejilla, hay muchas costumbres y hay que respetarlas, en todo caso hay costumbres ancestrales mucho mas herejes o llamativas.

Pues la verdad que eso a la distancia se ve bastante "fastidioso" pero como todo en la vida son costumbres de cada región y pais.

Hola. Hernán Casciari trató el tema desde el lado opuesto. Y el final es muy parecido.
http://editorialorsai.com/blog/post/argentinos_a_los_besos

hombre, la verdad es que resulta algo raro, pero hay que adecuarse a las culturas en las que nos desenvolvemos lo más posible, esa diferencia también existe entre españa y los países europeos a otra escala

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Sobre el autor

es el corresponsal para Sudamérica de El PAÍS. Está radicado en Argentina y su área de trabajo incluye Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Uruguay, y Paraguay.

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