Francisco Peregil

Flotando en la biblioteca de Borges

Por: | 17 de diciembre de 2012

La foto(1)
Instante mágico atrapado el domingo por la tarde durante la última función de la instalación de Boltanski, en la antigua Biblioteca Nacional de Argentina.

Buenos Aires tiene esas cosas, ¿viste? De pronto se vuelca en un tipo que se llama Christian Boltanski, te ofrece tres obras suyas en tres lugares distintos, te vas enterando de que nunca fue polaco sino más bien francés. Un día  te encuentras a alguien que fue a una de sus instalaciones y al siguiente el  boltanskismo parece que lleva un siglo en la ciudad. A uno no le queda otra que pasarse un domingo por la calle México 564, antigua Biblioteca Nacional donde un tal Borges se ganaba la vida como director entre 1955 y 1973. Ese bellezón de edificio que ahora es la sede del Centro Nacional de la Música y la Danza te abre las puertas, entras en lo que en su día fue la sala de lectura y ves que hay una bandada de libros flotando al estilo Boltanski.

 

Puede que Boltanski, por mucho Boltanski que sea y todo lo que haya triunfado en Venecia y por ahí, no sea el primero en colgar libros en el aire, ni el segundo al que le haya dado por poner un ventilador tenue para que las hoja se vayan deslizando allá en lo alto. Pero hacerlo ahí, en el corazón del universo del marido de María Kodama, lo cambia todo.

De pronto se apagaron las luces y apareció la muchachada del Ballet de Danza Contemporánea confundida entre el público. Fueron apenas cinco minutos. Una bailarina con falda caminaba por el primer piso de las estanterías, abstraída en la lectura de algún libro. Un bailarín, colgado de la balaustrada, como un mono, seguía sus pasos, de hierro en hierro. Abajo, entre el público, varios  bailarines yacían en el suelo. Algunos leían, otros construían un puente con sus espaldas y una mujer caminaba sobre ellos, elevada entre los libros. Al final, salían todos por una puerta bailando con suaves balanceos. Y el público, que había permanecido de pie medio perdido en la lectura de todo eso, los seguía como en trance. Se acabó el ensueño. Aplaudir era una forma de despertarse.

Tras diez o quince minutos de descanso comenzó otro pase de la misma función. Ahora el público prefirió quedarse sentado en el suelo. La misma escena, la misma magia de antes en cinco minutos. Pero muy distinta. Buenos Aires tiene esas cosas.

 

Hay 1 Comentarios

Borges y el ex- edificio de la Biblioteca Nacional. Es muy posible que Borges conociera de memoria los rincones de ese edificio.
Es oportuno recordar que Borges era director de la Biblioteca Nacional. Pero llegó al poder un tal coronel Juan D. Perón. Y para echar y humillar a Borges, se lo nombró "inspector en avicultura". Borges conocía la Biblioteca y la Literatura como pocos. Pero acerca de aves.. .. ..
Hay que recordar la burla, el menosprecio, la humillación a la que fué sometido por pensar distinto.
Recordar suele ser oportuno.

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Sobre el autor

es el corresponsal para Sudamérica de El PAÍS. Está radicado en Argentina y su área de trabajo incluye Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Uruguay, y Paraguay.

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