Diario de la Argentina es una gran novela. Y punto, que diría Manuel Fraga. Puede que Jorge Asís desvelara en ella demasiadas miserias sobre un pequeño grupo de personas fácilmente indentificables; puede que aireara muchas intimidades sobre los trabajadores de un periódico que todo el mundo sabía cuál era: Clarín. Puede, incluso, que se esté en desacuerdo sobre el papel que el diario jugó durante la última dictadura militar. Pero no creo que haya que leerla ni como un ensayo, ni intentando descifrar quién era era quién, sino paladeando un fresco riquísimo sobre las relaciones de poder. Hay muchas descripciones ahí que podrían reproducirse en cualquier oficina, ayuntamiento o hasta en la directiva del Real Madrid. Se habla de la gente que tiene un extraordinario olfato para detectar por dónde pasa el poder. Y de los que nunca tendrán esos reflejos. Se habla de francotiradores que van por libre en la vida, pero...
En Argentina siempre fue un lujo costoso ser francotirador, uno se queda en el medio sin que por él responda nadie, con el agravante de que cualquier trastornado lo señale y sea chupado [secuestrado] como si valier.
Aizemberg los incitaba a chivear y después los raleaba por chiveros, para quien no entienda la jerguita concedamos por última vez y digamos que con una guiñadita los estimulaba a corromperse y después los pulverizaba por corruptos. Aunque solía alargar a límites inimaginables la pulverización, los ponía en la congeladora durante años, les hacía una guerra fría pero con una sonrisa cordial, los desorientaba, tal vez en medio de la pulverización los invitaba a comer y se demostraba como gran amigo, el congelado no entendía nada y suponía entonces que era falsa su congelación –son ratones tuyos, papito, no hagas caso, no pasa nada-, aunque al otro día volviera a apretarlo. Los enloquecía, los hacía vivir pendientes de él, Aizemberg ya gozaba con la perversa sensualidad del poder.
El libro habla de cómo “en general los periodistas sufren el síndrome de la postergación, depositan demasiada energía en odios escandalosamente pequeños que los limitan”. ¿Sólo los periodistas?. La novela cuenta cómo se salía siempre del despacho del director del periódico, Papito Aizemberg:
Con cierto dolor, con la certeza de haber perdido algo, el honor o la virginidad, una sensación terrible aquella de saber que se había concedido.
Y a pesar de todo... Un personaje maquiavélico como Aizemberg se muestra capaz de soportar el espectáculo patético de un redactor borracho en la redacción. Ni se le pasaba por la cabeza mandarlo a la calle, porque sabía que si lo echaba el hombre era capaz de terminar tirado “en un portal, en una pelea o muerto”.
La novela evoca las huelgas en la redacción:
Eran terribles situaciones límites para los desdichados que no tenían más remedio que trabajar, carnerear para tranquilidad de sus familias y porvenir de la carrera, nada de plegarse con los compañeros que no tenían cargo, como no los tenían ante ellos. Sin embargo, un jefe no podía plegarse, ellos tenían que asumir que en definitiva si los ascendían era por algo, pasaban a ser una vaga suerte de ejecutivos de la empresa, representaban a ella ante los trabajadores y jamás a la inversa, unos cuantos billetes de más debían ser necesarios para aplacar remordimientos e indignidades.
Habla del “pasto duro del olvido”, de cómo en muy poquito tiempo ya nadie recuerda al primer periodista que...
Supo llegar a Guyana cuando la matanza, al que doblegó las puestas de una Uganda herméticamente clausurada, durante Idi Amin, el que produjo, fotografió y escribió en tres horas la mejor nota que se publicara nunca sobre la Hiroshima actual, el que…
Se explica cómo la rutina aplasta al más pintado:
Redactores capaces de procesar brillantemente los mejores textos eran confinados a la rutina, como obligados al achatamiento y a olvidarse de que podían ser geniales, debían asumirse como empleados y hasta contentarse con la felicidad de estar dentro de la red.
El alter ego del autor regresa de las vacaciones y le confiesa a un compañero:
-Por eso mismo, Fermín, porque tengo las bolas llenas de rascármelas tanto, hoy te lo digo porque tengo las bolas llenas de rascármelas tanto, hoy te lo digo porque tengo fuerzas, si vengo del sol, pero en una semana ya me tenés domesticado, viste, a fuerza de no hacer un pepino ni exigirte llegás muy pronto a la conclusión de que no servís para nada.
Por el Diario de la Argentina desfilan Fulano, Mengano…
Y tantos otros que en un principio llegaban inflados para devorarse la cuadra, con ambiciones e ideas, pero que a los pocos meses de choque con una estructura firme e indiferente quedaban definitivamente entregados, amansados en la red, domesticados.
Y si…
Por ejemplo entraba don Borges de notero [redactor] especial, durante los primeros dos días se le acercarían desde secretarios [subdirectores] hasta correctoras para saludarlo con respeto, le harían dedicar libros, le dirían don Borges yo leí El Aleph, y esas cosas. Sin embargo, a partir del quinto día podía aparecer perfectamente el gordo Estéfani para decirle: “Che, cieguito, te espera un móvil [coche] abajo, andá a entrevistar al que ganó el prode.
Y, por supuesto, el libro habla de Clarín. Y del actual consejero delegado, Héctor Magnetto, “un tenedor de libros que había sabido trepar”. Se cuenta que la redacción, “la cuadra”, ofrecía una buena red protectora, un buen refugio en los años de la dictadura. Y se explica la ley de hierro que imperaba en la cuadra para que no prosperase el mínimo reclamo sindicalista:
Claro que ellos estaban por la democratización del país, pero en el terreno gremial hubieran preferido militares para rato si los Videla les daban al respecto garantías de tranquilidad. De las páginas hacia afuera, entonces, el Diario era amplio, y hasta democrático; de las páginas para adentro se caracterizaba por un reaccionarismo ejemplar, represivo al mango.
Y también se habla de lo que entonces era el “proyecto” de Papel Prensa. El libro se publicó en 1984, ya lo hemos dicho, mucho antes de que Néstor Kirchner y Cristina Fernández, tras cinco años de buenas relaciones con los propietarios de Clarín, descubriera en 2008 que el grupo tenía un poder desproporcionado o insano. Antes de todo eso, Asís escribió:
El proyecto en marcha les permitiría dominar el mercado del papel diario, relegaban a la competencia a la simple estatura de clientes, tendrían el apoyo obvio del Estado al que por supuesto había que apoyar, eran socios, en definitiva, y en países condenados como la Argentina, qué lástima, Estado y Gobierno fueron siempre la misma cosa.
Conmueve pensar, y conviene hacerlo, cómo muchos de esos periodistas tan poderosos entonces y cuyos nombres los lectores trataban de asociar a los personajes del libro, se esfumaron. Un buen día desaparecieron de la redacción con sus pequeñas rencillas, sus viejas tácticas maquiavélicas, sus muletillas, sus grandes y pequeñas hazañas profesionales. Y ya nadie volvió a hacer cola ante sus despachos, ni a temer sus indirectas, ni a mendigarles un viaje o una columna. Dejaron la redacción, como el propio autor la dejó tras seis años. Y la vida y el mismo periódico siguieron su curso. Hasta los que mejor olfato tenían para oler por dónde pasaba el poder, los más hábiles, terminaron sucumbiendo al ajetreo de la vida. El propio libro, con personajes tan vivos y perdurables, ha estado enterrado en el olvido durante más de veinte años y solo el enfrentamiento entre el Gobierno y Clarín ha servido para rescatarlo.
Para quien quiera saber algo más sobre el autor, aquí les dejo la anterior entrada del blog.
Hay 12 Comentarios
Me ha gustado mucho este artículo. Cabe acotar que Jorge Asís ya era un escritor consagrado cuando ingresó a Clarín para investigar, haciéndolo con el nombre de Oberdán Rocamora.Como dice un comentarista, Asís fue menemista, entiendo que por razones de afinidad por tener ambos ascendencia sirio libanesa, además de ser peronistas. Saludos. Rosita.-
Publicado por: Rosita | 07/12/2012 15:19:30
Clarín, desde siempre un medio destinado a mantener el status quo, defender los intereses de los poderosos de siempre, entre otros los de sus propietarios, faltaría más... Jamás atacó a un gobierno como lo hace con Kirchner, ni siquiera con la dictadura, ni al nefasto De la Rúa del corralito, ni al mesiánico vendepatria de Menem. Jamás. Hoy Argentina está bastante mal, aunque mucho, pero muchísimo mejor que entonces, a todos los niveles. Clarín a lo suyo, a desestabilizar desde el primer día. Y por aquí más de lo mismo.
Publicado por: dario | 05/12/2012 10:41:56
La travesía del colorado Kirshbaum desde el marsxismo leninismo al magnettismo muestra el poder de los grandes sueldos, que en gran parte se pagan a costa de abonos carísimos, depredación de competidores, y prácticas deslales como las de Papel Prensa que les regaló nadie menos que Videla. A callar y cumplir la ley como cualquie hijo de vecino.
Publicado por: Reynaldo Arenas Castillo | 05/12/2012 9:31:59
El Grupo Clarín es un claro monopolio que está defendiendo su 70% de abonados al cable y sus 270 emisoras de TV y radio. En la Argentina la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual no dice una palabra ni sobre la prensa gráfica, es decir el diario Clarín o cualquier otro, ni sobre los contenidos audiovisuales, salvo la protección a menores y/o discriminados. No confundan libertad de prensa con lo que el propietario de la imprenta considera su propia libertad a ganar mucho dinero. Esta misma gente defendió a Díaz Ferrán y ahí lo tienen.
Publicado por: Reynaldo Arenas Castillo | 05/12/2012 9:28:35
Dejemos la tontería.Clarín no es independiente, depende de los grandes grupos económicos (del cual forma parte) y defiende los intereses de esta gente.
Clarín debe obedecer la Ley, esa que ya fue refrendada por los tres poderes; lo que ocurre es que desde los tiempos de la dictadura (y aún antes) con la matufia de Papel Prensa y el famoso : trres tapas de Clarín y se voltea un gobierno, no está acostumbrado a hacerlo.
Con el gobierno K se le acaban los privilegios de grupo dominante y desde que le sacaron el negociodel fútbol,ha declarado la guerra al gobierno.
Clarín es un monopolio hegemónico.
Hace días presentó una denuncia penal para perseguir periodistas, justamente Clarín, que se llena la boca conla libertad de prensa...
El gobierno K comete errores, pero acotar a Clarín no es uno de ellos.Es algo que el país necesita.
Clarín miente, no te dejes engañar, a Clarín le importa un pito el país, sólo le interesan sus intereses corruptos y para eso apela a lo que sea, como a denunciar sus propios compañeros.
Clarín vende a su madre..si le pagan bien.
Publicado por: Garufa | 05/12/2012 8:39:52
Un error de percepción hace ver a Clarín como el abanderado de la libertad de expresión, cuando no es sino la expresión más aviesa de la concentración de los favores y el monopolio de las influencias.
Publicado por: Walter Salazar Pérez | 05/12/2012 6:32:16
¡Déjense de embromar con Clarín! ¡Necios! ¡Que Clarín es lo que es por los políticos corruptos que tuvimos como presidentes! Ellos "cerraban" con Clarín y Clarín con ellos. Néstor Kirchner les regaló la fusión de empresas de cable más grande de Sudamérica. Punto.
Publicado por: Cipayo | 05/12/2012 5:26:41
Extraordinario el fenómeno argentino. Para cualquier argentino con un par de neuronas, Clarín fue hasta el día de la asunción de CFK un personaje de los malos, que canjeaba su poder de medio líder por favores de los Gobiernos de turno. Gobiernos, por supuesto, elegidos por el pueblo, pero en esencia corruptos porque negociaban una buena imagen por millones de la pauta pública. Clarín, líder indiscutible entre los cotidianos del país, era la star tan buscada. Lo fue con los militares en los días de plomo; también con Alfonsín, permeable y abierto para corromperse en ese trueque; lo fue con el impresentable Menen. Y con De la Rúa, un inservible; lo fue con Duhalde, otro abierto a la corruptela; y con Kirchner, por supuesto, un corrupto con historial de corrupto. Clarín y Kirchner fueron aliados y fundamentales para el triunfo de CFK. A días de la asunción de la señora Fernández, sobrevino la guerra. La paradoja: hoy Clarín es uno de los últimos reductos de prensa libre del Gobierno que queda en pie. Y habrá que defenderlo a capa y espada, aunque nos pese por su historia. El demonio gobierna en la tierra del Sur y quiere quedarse con la única voz. Clarín, a su lado, y en estas circunstancias, es la Madre Teresa.
Publicado por: omar | 05/12/2012 4:29:45
El libro es tan viejo que se queda corto con lo que significó el Grupo Clarín en la construcción del "complejo argentino", esa idea de uno mismo que los medios hegemónicos instalan en la cabezas poniendo en discusión ciertos temas desde ciertas ópticas. Hay en las páginas de Clarin una permanente denostación de cualquier nacionalismo (propio del espíritu masón) y de toda medida estatista (propio del sentido capitalista del medio y de sus socios). Entonces hay que leer Clarin desde esas pautas para entender por qué oculta las huelgas de LAN pero destaca las de Aerolínesas Argentinas día tras día. Pero cuando Marsans y Mata vacíaban la aerolínea de bandera, ni una noticia al respecto, Eso es Clarín.
Publicado por: Carlín | 05/12/2012 2:39:04
jorge asis se olvida de aclarar que hace veinte años que clarin hace lobby para derrocar al presidente que no le conviene(alfonsin, de la rua, kirchner, fernandez)
¿se habrá olvidado porque fue ministro de menem?
Publicado por: mariano | 05/12/2012 1:56:55
Una síntesis impecable de la acción detallada que Asís supo delinear con su lenguaje argentino particular. Asís es un político peronista un tanto extravagante en su cotidiano trajinar y quizá por eso supo y pudo, en su momento, escribir ese libro. Pasó inadvertido 20 años por simple oportunidad, quizá hoy lo hubiera aupado como a un héroe. Bueno..., todavía hay tiempo para ello tal y como va la batalla mediática enre CK y Clarín.
Publicado por: silvia | 04/12/2012 21:57:12
Claro que si, una gran novela http://goo.gl/fb/KIuZP
Publicado por: Turo | 04/12/2012 20:00:52