El rincón del distraído

Sobre el blog

El rincón del distraído es un blog cultural que quiere contar lo que pasa un poco más allá o un poco antes de lo que es estrictamente noticiable. Quiere acercarse a lo que ocurre en la cultura con el espíritu y la pasión del viajero que descubre nuevos mundos y que, sorprendido e inquieto, intenta dar cuenta de ellos.

Sobre el autor

José Andrés Rojo

(La Paz, Bolivia, 1958) entró en El PAÍS en 1992 en Babelia. Entre 1997 y 2001 fue coordinador de sus páginas de libros y entre 2001 y 2006 ha sido jefe de la sección de Cultura del diario. Licenciado en Sociología, su último libro publicado es Vicente Rojo. Retrato de un general republicano (Tusquets, 2006), XVIII Premio Comillas. Correo: @elpais.es.

Paréntesis

Por: | 20 de julio de 2007

A estas alturas del año las ideas se achicharran en el cerebro y cuando hay que cogerlas ya no hay más que ceniza y chatarra. Seguramente el entusiasmo permanece inalterable, contra todo pronóstico, pero de tanto en tanto hay que dejarlo descansar, no vaya uno a convertirse en un compulsivo insoportable. Se ha constatado, para no provocar inquietud alguna, que el mundo sigue su curso. Pero este rincón cierra por vacaciones. Ya los encargados están vaciando las mercaderías de los escaparates, habrá que renovar el género al abrir la nueva temporada. Es tiempo de hacer balance. 

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Ni rencor, ni resentimiento

Por: | 19 de julio de 2007

Igual aparece por cualquier esquina un purista y tira a matar. Así que conviene no alzar la voz, mejor hablar bajo. Esto es el Oriente de Bolivia, y en el cacharro de la música suena Lila Downs. Casi ni importa de donde viene esta señora, valga decir que se escucha un piano y el contrabajo y que luego entra esa voz que a veces parece un cristal que va a romperse y que otras susurra con la dureza de una fortaleza que no podría vencer ni el mayor y más eficaz de los ejércitos. Esta dama tiene una multitud de registros, va subiendo y bajando, y se quiebra y se hace polvo y luego renace, tiene momentos en que canta como si contara un chiste, luego puede masacrarte con una caída en el verso exacto. ¡Dios, suena tan bonito que no debía haber sitio ahí ni para el rencor ni el resentimiento!

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Latigazos de sentido

Por: | 18 de julio de 2007

La primera manera de acercarse a un libro de poemas es visual. Se pasan las páginas rápido y se va sabiendo si lo que se va a encontrar ahí tiene la largura de un canto épico o la ligereza de un haiku. Se ve si la estructura es clásica o si los versos caen a su antojo, si la disposición es más bien pura prosa o se reduce a balbuceos. Y de todo hay en ZurDos. Última Poesía Latino Americana (Bartleby), una antología que han preparado Yanko González y Pedro Araya, chilenos los dos. ¿Cómo están escribiendo ahora en esta parte del mundo donde han destacado tan magníficos poetas? ¿Cuánto hay de urgencia y de grito, hasta dónde hunden la mirada, cómo trabajan el ritmo, de qué manera estallan las emociones, las ideas, los paisajes, la vida cercana, el aliento lejano?

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En casa con Bolaño

Por: | 17 de julio de 2007

En El secreto del mal (Anagrama), uno de los recientes libros póstumos que se han publicado de Roberto Bolaño, hay una gama muy variada de relatos y textos cortos, conviven estilos y planteamientos distintos, hay en algún caso un chorro de inspiración que se interrumpe, otras veces parece que alguna de las piezas necesitara una poda, hay esbozos y fragmentos. Recorrer el que iba a ser el cuarto libro de relatos del escritor chileno se convierte así en una experiencia fascinante. Es como si uno se asomara al taller de Bolaño, como si se lo espiara por detrás para ver cómo vuelca sus palabras en la pantalla del ordenador.

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La tea que sigue encendida

Por: | 16 de julio de 2007

Viaje a Cochabamba. Esta vez, para llegar al aeropuerto, el taxi sigue otro camino, el que pasa por la ciudad de El Alto. Sólo atraviesa unas cuantas calles de un lugar que ha crecido de manera espectacular y cuyas casas se prolongan sobre la planicie horizontal y desértica del Altiplano. Al fondo, imponentes, se alzan algunos picos de la cordillera de los Andes: el Illimani, el Huayna Potosí, Chacaltaya. Desde estas alturas, en octubre de 2003, la multitud indígena descendió hacia La Paz y derribó al gobierno de Sánchez de Losada. Así empezó una nueva etapa que, tras la caída de Carlos Mesa, llevó en diciembre de 2005 a Evo Morales al poder. Pero hoy, en La Paz, la gesta que se recuerda viene de mucho más lejos: el 16 de julio de 1809 se alzaron los rebeldes criollos contra las autoridades españolas.

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Una identidad múltiple y compleja

Por: | 13 de julio de 2007

En Mina Alaska, una de las películas de Jorge Ruiz (Sucre, 1924), una joven estadounidense llega a una zona cálida de algún remoto paraje de Bolivia para saber de la vida de su padre, Charlie Smith. No es bien recibida en la mina donde recala, pero pronto su dueño le contará algunas viejas historias de su progenitor, un minero de pura raza con el que corrió hace ya tiempo peligrosas aventuras. Como en todas las películas del gran cineasta boliviano, el carácter documental prima sobre la frágil consistencia de la historia. Pero no importa, la impresionante belleza de los paisajes bolivianos se impone y en cada secuencia vuelven a formularse entre líneas las viejas cuestiones: ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿adónde vamos?

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Estar alerta

Por: | 12 de julio de 2007

“Tengo que estar alerta”, escribe Mario Levrero en la segunda parte de El discurso vacío (Caballo de Troya), “pero con los ojos entornados, con un aire distraído, como si no me importara el discurso que se va desarrollando”. Lo que está contando el libro son los afanes del narrador que se ha puesto a hacer ejercicios de caligrafía para mejorar su escritura. Si cambio de letra, piensa, acaso vaya también a cambiar de paso el alma. Regreso del clima cálido de Coroico al frío de La Paz. El martes el Gobierno frenó la llegada de mineros a la capital. Se inspeccionó uno de los autobuses en que venían y se encontraron “43 botellas de plástico con explosivos caseros, 47 cachorros de dinamita con mecha y detonantes, dos resorteras de goma y cuero y dos hondas”. Aquí no se andan con chiquitas.

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Lo más lejano es lo más próximo

Por: | 11 de julio de 2007

En este crítico instante estoy en Coroico, un pequeño pueblo de los Yungas, una zona semitropical del departamento de La Paz. Ignoro qué dispositivos técnicos existen en este sitio, así que lo que van a leer fue escrito un día antes. Y por eso trata de una familia judía que vivía en Berlín en el momento en que los nazis llegaron al poder y que, por tanto, tuvieron que dejarlo todo y salir huyendo. Su historia la cuenta Cynthia Ozick en Los últimos testigos (Lumen), una novela que se publicó el año pasado pero que debería convertirse en su lectura de este verano.  Es cierto que la familia de esa historia no tiene nada que con cualquier familia que haya podido conocer. Y, sin embargo, su historia es terriblemente próxima.

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Eduardo Mitre y las ausencias

Por: | 10 de julio de 2007

Hace frío en La Paz. Anoche nevó en El Alto, la ciudad que vela por la capital boliviana desde las alturas, cerca del aeropuerto, y los coches bajaban al centro con capas de hielo en los cristales. No se tarda ni media hora en llegar ahí arriba y ya se entra en el Altiplano. En el primer poema de su último libro, Vitrales de la memoria (Pre-Textos), Eduardo Mitre escribe estos versos: “La memoria del viento / con su antorcha de sonidos / por el silencio del Altiplano”. Los cosas son, en verdad, así. Basta avanzar unos cuantos kilómetros y sólo existen los ruidos del viento y el puro silencio. Y el frío.

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Conmoción en las alturas

Por: | 09 de julio de 2007

Viaje a La Paz, Bolivia. Las cosas están cambiando en el país andino, se trata de explorar qué pasa, qué futuro se perfila, qué complicaciones tiene su presente. El trayecto es largo. Conviene llevarse un reproductor de música. Estos cacharros tienen ahora un sistema aleatorio de programar las canciones. Le das a un botón y saltan temas que has incorporado recientemente y otros que proceden de la noche remota de los tiempos. Puro azar. No se alarmen: no están ni Sabina, ni Serrat (este último cometió la imperdonable fechoría de ponerle un poco de chunda chunda a la música íntima de la poesía de Machado). A la hora y pico de viaje, para que se hagan una idea, sonaba Marvin Gaye. Soon I’ll Be Loving You Again: se derrama la voz y van sucediéndose oleadas de sonidos con las cuerdas, los coros, la percusión, la guitarra. Una delicia.

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El País

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