Asesinar gente y mascar chicle

Por: | 16 de septiembre de 2007

He aquí otra colección de citas. Son del mismo autor, pero de dos libros diferentes:

“Una vez vi que un hombre se liaba a tiros contra su camioneta. Debió de pensar que tenía la culpa de algo. Este país te mata en un abrir y cerrar de ojos pero la gente lo sigue amando. ¿Entiendes lo que te digo?”. (No es país para viejos, de Cormac McCarthy)

“Pero sabía que aún siendo un buen padre era muy posible que ella llevara razón en lo que dijo. Que el chico era lo único que había entre él y la muerte”. (La carretera, de Cormac McCrathy)

“Casi toda la ciudad estaba quemada. No había señales de vida. Coches en la calle con una costra de ceniza y polvo. Rastros fósiles en el fango reseco. Un cadáver en un portal, tieso como el cuero. Haciéndole un mohín al día. Se arrimó al chico. Ten presente que las cosas que te metes en la cabeza están ahí para siempre, dijo. Quizá deberías pensar en eso.
Algunas cosas las olvidas, ¿no?
Sí. Olvidas lo que quieres recordar y recuerdas lo que quieres olvidar”. (La carretera, de Cormac McCarthy)

“El hombre pensó que parecía un triste y solitario niño huérfano anunciando la llegada al condado de un espectáculo ambulante, un niño que no sabe que a su espalda los actores han sido devorados por los lobos”. (La carretera, de Cormac McCarthy)

“Dicen que las mujeres sueñan con el peligro que acecha a sus seres queridos y que los hombres sueñan con el peligro que corren ellos mismos. Pero yo no sueño nada. ¿Dices que no eres capaz? Entonces no lo hagas. Así de sencillo. Porque yo ya estoy harta de mi prostituido corazón y lo estoy desde hace tiempo. Hablas de tomar una actitud pero no hay ninguna actitud que tomar. El corazón me lo arrancaron la noche que él nació, así que no me pidas que me dé pena. No hay pena que valga. Es posible que lo consigas. Lo dudo, pero quién sabe. Lo único que puedo decirte es que tú solo no sobrevivirás. Lo sé porque yo nunca hubiera llegado hasta tan lejos. Una persona que no tuviera a nadie haría bien en apañarse un fantasma más o menos pasable. Insuflarle vida y mimarlo con palabras de amor. Ofrecerle migas de fantasma y protegerlo con su propio cuerpo. Por lo que a mí respecta mi única esperanza es la nada eterna y la deseo con toda mi alma”. (La carretera, de Cormac McCarthy)

“Hace tiempo leí en un periódico de aquí que unos maestros encontraron de casualidad una encuesta que enviaron en los años treinta a varias escuelas del país. Incluía un cuestionario sobre cuáles eran los problemas de enseñanza en las escuelas. Y encontraron unos formularios que habían enviado desde varios puntos del país respondiendo a estas preguntas. Y los mayores problemas mencionados eran cosas como hablar en clase y correr por los pasillos. Mascar chicle. Copiar los deberes. Cosas por el estilo. Cogieron uno de los impresos que estaba en blanco, hicieron fotocopias y los volvieron a enviar a las mismas escuelas. Cuarenta años después. Y he aquí las respuestas. Violación, incendio premeditado, asesinato. Drogas. Suicidio. Me puse a pensar en eso. Porque la mayoría de las veces cuando digo que el mundo se está yendo al infierno la gente simplemente sonríe y me dice que me estoy haciendo viejo. Que ése es uno de los síntomas. Pero lo que yo creo es que cualquiera que no vea la diferencia entre violar y asesinar gente y mascar chicle tiene un problema mucho mayor que el que tengo yo”. (No es país para viejos, de Cormac McCarthy)

“Hace tiempo se lo dije a una periodista, una chica joven, parecía simpática. Ella sólo intentaba hacer su trabajo. Dijo: Sheriff, ¿cómo permite que el crimen campe por sus respetos en este condado? Sonaba como una pregunta bastante sensata. Y quizá lo era. El caso es que le dije: Todo se origina cuando se empiezan a descuidar las buenas maneras. En cuanto dejas de oír Señor y Señora el fin está a la vuelta de la esquina”. (No es país para viejos, de Cormac McCarthy)

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Pongo un enlace porque no cabe entero. En este otro blog está el texto completo:
http://elsindromechejov.blogspot.com/2007/09/nocilla-y-otras-recetas-antiguas.html

Hace ya muchas semanas escribías aquí, amigo José Andrés Rojo, sobre el encuentro de escritores de Sevilla con cierta ironía y mucha razón -yo estuve y aluciné un poco con lo que se decía allí- y se organizaba aquí cierto debate y revuelo, que después se trasladó a otros blogs, donde ahora se va leyendo con algún estupor el artículo de un autor ausente en Sevilla, pero incluido en la Generación Nocilla -¡qué nombrecito más tonto!- según algunos y que parece cargar contra parte de ella. El artículo salió en un medio catalán y ya se habla de él. No he entendido muy bien qué hay detrás de todo esto, o sea, de la "plataforma" Nocilla, como que había detrás de ese congreso de Sevilla más que el interés de un grupo editorial por situar a sus autores y camuflarlo como plural e interesante.
¡A leer todos!
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La historia de la nocilla
JAVIER CALVO - La Vanguardia, 12/09/2007


Su obsesión ha sido diferenciarse de sus predecesores. ¿Cómo, si estos (Loriga, Fresán...) no eran conservadores?

A principios de la década de 1920, el poeta escocés Hugh MacDiarmid reaccionó con aplomo a la indiferencia con que eran recibidos sus libros de poemas. Desde las páginas de varias revistas editadas por él mismo, y usando incontables pseudónimos en la prensa, se dedicó a reseñar docenas de veces sus propios libros, lamentando una y otra vez el despiste de los lectores y explicándoles por qué su obra tenía que liderar el modernismo internacional. Su deliciosa histeria didáctica es un prototipo no sólo de lo que medio siglo más tarde se llamaría Cultura DIY (Do It Yourself),sino también de las disfunciones del escritor moderno frente al patio de butacas vacío: coprolalia, infantilismo, síndrome de Napoleón y esa cosa negra que los franceses llaman le cafard.

Asociada en sus inicios con el punk y con la ética anticonsumista, la Cultura DIY se vigoriza, como es natural, en los momentos de mayor ostracismo de la escena cultural. O sea, cuando productores, editores y agentes no encuentran posibilidad de beneficio material en la creación emergente. La Cassete Culture de los ochenta, el movimiento Guerrilla Girls o Bomb The Music Industry son algunos casos clásicos. En la escena literaria española, donde casi hay que remontarse a la antología de los Novísimos para encontrar un programa literario colectivo que no se apoye en insulsas proclamas de diversidad, resulta asombroso ver aparecer un foco de energía y de actitud allí donde parecía imposible que brotara algo. El grupo literario bautizado este año como Generación Nocilla por las periodistas Nuria Azancot y Elena Hevia puede carecer de impulso punk (y a veces dar cierta impresión de reunión de empollones), pero está claro que esa energía y esa actitud son reales.

Sus señas de identidad como grupo pueden parecer confusas a tenor de lo escrito sobre ellos, pero en realidad son bastante claras. Su asociación con editoriales minúsculas (aunque en muchos casos después de intentar publicar en editoriales más grandes, lo cual contradice su pathos anticomercial); el blog como forma de comunicación interna; la reivindicación del experimentalismo español de los setenta y del americano de las últimas décadas; y la influencia de la teoría literaria, así como la conexión con el mundo académico y su afición por celebrar congresos para discutir sus teorías. Puede que estos cuatro elementos sean revulsivos o puede que no, pero está claro que suponen una ruptura con el panorama literario existente. ¿De dónde ha salido la Generación Nocilla, entonces? La respuesta requiere un poco de historia reciente.

Cierto afán maximalista, a menudo promovido por sus propios integrantes, ha construido una nómina desproporcionada de integrantes de la Generación Nocilla. Pese a su nombre, el grupo tiene poco de generacional: al fin y al cabo, gente tan dispar como Espido Freire o Nicolás Casariego también nacieron en los 70, mientras que otros como Kiko Amat, Lolita Bosch, Isaac Rosa o yo mismo no compartimos realmente la mayoría de sus preceptos, aunque a veces la Generación Nocilla haya buscado la fuerza en los números. En su origen, el grupo se aglutina en torno a la publicación de La fiesta del asno (2005) de Juan Francisco Ferré, continúa con Proust Fiction (2005) de Robert Juan Cantavella y Subterráneos (2006) de Vicente Luis Mora, y tiene sus obras más representativas en Nocilla Dream (2006) de Agustín Fernández Mallo y Afterpop (2007) de Eloy Fernández Porta, cerebro indiscutible del grupo. La rabiosa anticomercialidad del quinteto es a la vez la causa de la escasa circulación de su obra y el resultado de la indiferencia editorial y mediática durante los años larvarios del grupo. Es en esa indiferencia donde encontramos la verdadera génesis y razón de ser de la Generación Nocilla.

Cuesta encontrar un momento más deprimente para iniciarse como escritor en España que los últimos cinco años: las ventas bajan todos los años, el thriller histórico devora el mercado y el establishment cultural cierra filas en torno a lo consolidado y en contra de cualquier cosa que huela a nuevo. Editores como Jorge Herralde proclaman a los cuatro vientos que no hay autores jóvenes interesantes. En este entorno, los proto-integrantes de la GN, liderados por Fernández Porta, desarrollan las bases de su beligerancia. Las puertas cerradas de las editoriales los llevan a la autogestión, a través de internet, de sellos como Berenice, Plurabelle y DVD y de órganos como la revista LateralydespuésQuimera.A la desatención responden con endogamia orgullosa y con aridez: el desapego por la narración y por los personajes es una de sus señas de identidad, incluso en Nocilla Dream,la obra más leída del grupo. Su entramado de blogs teje densos argumentos de teoría literaria en torno al tema favorito, y a veces obsesivo, del grupo: la diferencia con las generaciones precedentes, así como sus propios rasgos de identidad como grupo. Es cierto que los artículos de Hevia y Azancot son miradas desde fuera, pero solamente hace falta rascar un poco para ver que no se apoyan tanto en análisis propios como en las premisas propuestas por la propia gente Nocilla.

¿Y en qué se cimenta esa diferencia con los predecesores? Ahí radica paradójicamente uno de los puntos flacos del ataque Nocilla.El problema está en que, mientras que casi toda vindicación histórica del experimentalismo suele ser la reacción a una generación previa anquilosada, esto dista mucho de ser cierto en el caso de los Nocillas. Autores como Ray Loriga, Rodrigo Fresán, Francisco Casavella o Luis Magrinyá son de todo menos conservadores, y es evidente que han asimilado en su obra a Ballard, Burroughs, los posmodernos americanos y otros muchos referentes reivindicados por Fernández Porta y compañía. Resulta difícil defender que la GN esté introduciendo en la literatura española, tal como se puede leer en alguna parte, cosas como la fragmentariedad, la influencia americana, la cultura pop o la mezcla de géneros, que ya hace tiempo que estaban por aquí. Por otra parte, la idea de que la literatura considerada seria en realidad es pop y que la literatura poppy es la verdadera crítica cultural, presente en el ensayo Afterpop,el principal documento teórico del grupo, es tan compleja que requiere un libro entero para ser explicada, y tampoco ayuda mucho a entender el grado de innovación de las obras del grupo. En última instancia, el hincapié continuo en la teoría parece indicar incluso que dichas obras no consiguen transmitir por sí solas el mensaje que el grupo se ha propuesto transmitir.

He dicho antes que la Generación Nocilla es una energía y una actitud, y también un insulto al sistema. Esa es la verdadera diferencia con proyectos literarios anteriores, y es bajo ese prisma que tiene valor su peculiar mezcla de ética DoIt Yourself,desprecio al mercado, histeria teorizante, provocación, histrionismo y amor por la controversia. Como MacDiarmid inundando la prensa de reseñas de sí mismo, la Generación Nocilla reinvindica el síndrome de Napoleón (verte a ti mismo mucho más grande de lo que te ven los demás) y no duda en autopromocionarse en términos mesiánicos. Los cinco libros que he mencionado antes, mi canon nocillero personal, son el inicio de algo probablemente efímero, en la medida en que probablemente sus autores irán pasando de forma gradual al mainstream (el primero Fernández Mallo, que ya ha fichado por Alfaguara). Sin embargo, hasta que eso pase, vale la pena disfrutar del momento de forma de estos angry youngmen,ya un poco creciditos pero todavía dispuestos a dar mordiscos y patadas.

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El rincón del distraído es un blog cultural que quiere contar lo que pasa un poco más allá o un poco antes de lo que es estrictamente noticiable. Quiere acercarse a lo que ocurre en la cultura con el espíritu y la pasión del viajero que descubre nuevos mundos y que, sorprendido e inquieto, intenta dar cuenta de ellos.

Sobre el autor

José Andrés Rojo

(La Paz, Bolivia, 1958) entró en El PAÍS en 1992 en Babelia. Entre 1997 y 2001 fue coordinador de sus páginas de libros y entre 2001 y 2006 ha sido jefe de la sección de Cultura del diario. Licenciado en Sociología, su último libro publicado es Vicente Rojo. Retrato de un general republicano (Tusquets, 2006), XVIII Premio Comillas. Correo: @elpais.es.

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