Capote

Por: | 14 de septiembre de 2007

Hay que tomarse como un lujo de esta época que dos películas, que se estrenaron con alrededor de un año de diferencia, se ocuparan del mismo asunto. Una es Capote, de Bennett Miller. La otra es Historia de un crimen, de Douglas McGrath, que al fin pude ver hace poco y que estará ya a punto de desaparecer de la cartelera. El asunto es por tanto viejo y ya se ha hablado mucho de él. Si vuelvo a insistir es porque esa novela que quiere alimentarse sólo de la realidad sin recurrir a la ficción sigue produciendo escoceduras. Truman Capote se acercó a los que cometieron el salvaje crimen de los cuatro miembros de la familia Clutter, y quedó tocado por la personalidad de uno de los asesinos. Las dos películas muestran las heridas que arrastró tras ese encuentro.

Fue en noviembre de 1959, en Holcomb, un pequeño y perdido pueblo de Kansas. Las películas muestran 05121066 el lugar, “con sus duros cielos azules y su aire diáfano del desierto”, y reconstruyen cómo aquel joven escritor, que empezaba a convertirse en un nombre de referencia de la literatura estadounidense de aquellos años, leyó un día la noticia del crimen en un periódico y se puso manos a la obra. Philip Seymour Hoffman estuvo impresionante en su interpretación de Capote en la primera versión estrenada (y le dieron un Oscar), pero es que, en la segunda, Toby Jones está también inmenso.

La tentación de comparar las dos propuestas, e incluso la de sumergirse en la versión que hizo del libro Richard Brooks en 1967, es inevitable, pero lo que quisiera volver a traer a colación de la pieza que dirige McGrath es aquel momento en que Capote recibe una carta de Perry Smith, su amigo, el tipo que disparó sin compasión y con extrema frialdad para liquidar a unos inocentes. En la carta, el asesino le comenta que le han gustado las novelas que el escritor le ha enviado a prisión pero le reprocha no haber encontrado bondad en ninguna de ellas.

Perry Smith era por tanto un tipo sensible. Y un lector exigente y crítico. A Capote el comentario lógicamente le irrita. Al espectador le sorprende que un asesino pueda ser tan meticuloso al valorar el contenido moral de unas piezas literarias. Ahora que ha desaparecido una niña, y sus padres han montado un circo mediático, y ya no se sabe lo que pasó, y todo son sospechas, en ese comentario del sospechoso que espera la sentencia definitiva se revela la extrema complejidad y las oscuridades de la condición humana. También le pasó a Capote. Se afanó por una escritura perfecta y entendió que el mejor final para su novela era el patíbulo. En esa batalla, lo demás era secundario. Las películas transmiten las secuelas de esa ambición. Sus sombras.

Hay 2 Comentarios

A veces la realidad supera la ficción, muchas veces me he preguntado si los autores de novela negra tenían algún coleguilla poli que les contaba los casos más sugerentes con un alto potencial de convertirse en best-sellers.
Bogart era uno de mis actores favoritos, un tipo formidable, inquebrantable en " El Halcón Maltés "," La Dama del Lago "...Pero un buen día supe que Bogart era un hombre de carne y hueso y que tenía miedo. Un buen día para él y malo para sus amigos, habló demasiado, el siguió haciendo pelis y sus silencios se volvieron vacíos, sin significado.
Maddi era una niña preciosa, formaba parte de una familia perfecta, demasiado perfecta para que durara el sueño.Es cierto que nadie tiene derecho a juzgar las actitudes de los demás o su forma de vida,pero lo hacemos.
Yo también les he juzgado en privado, y lo raro es que no me ha sorprendido que se pasaran con el sedante que le dieron a la niña.
No me ha sorprendido porque hay muchos padres que les dan a sus hijos Atarax( antihístamínico ), un jarabe que en media hora deja al niño completamente frito, cuando van a realizar un largo viaje y no desean ser molestados. También por ejemplo cuando son las once y el niño no se duerme y no pueden ver la peli, y piensan :
" Total por una dosis, no pasa nada y además así duermen mejor ", lo malo es cuando esta dosis se repite un día tras otro.
Me acabo de acordar de una tata de un pueblo de Galicia, a veintiseis kilómetros de Santiago, que dormía al bebé que tenía a su cargo añadiendo ron al bibi.
Ser padres es muy difícil, y muy duro,pero también aprendes a ser menos egoísta porque para ser un padre o madre responsable debes renunciar a muchas cosas, al fin y al cabo el niño no pidió el billete de París, lo hicimos nosotros.

Hay escritores que se prendan de los hombres de poder, hasta de signo ideológico contrario; de otro lado, a los asesinos se les acercan los pastores, los evangelizadores. Capote fue un laico con nada de redentor; se acercó al asesino con su mera condición humana. Así como los escritores cuando se quieren suicidar,
asignan la experiencia vicaria a sus personajes (Werther), así este que escribió fotográficamente sobre asesinos, se acercó a uno de carne y hueso y le dijo, hablemos si quieres, o callemos. E hizo un relato sin adjetivos calificativos, al mejor estilo de Hemingway. La tolerancia y el pragmatismo y hasta la expresión escueta de los nortamericanos, allí afloran.

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El rincón del distraído es un blog cultural que quiere contar lo que pasa un poco más allá o un poco antes de lo que es estrictamente noticiable. Quiere acercarse a lo que ocurre en la cultura con el espíritu y la pasión del viajero que descubre nuevos mundos y que, sorprendido e inquieto, intenta dar cuenta de ellos.

Sobre el autor

José Andrés Rojo

(La Paz, Bolivia, 1958) entró en El PAÍS en 1992 en Babelia. Entre 1997 y 2001 fue coordinador de sus páginas de libros y entre 2001 y 2006 ha sido jefe de la sección de Cultura del diario. Licenciado en Sociología, su último libro publicado es Vicente Rojo. Retrato de un general republicano (Tusquets, 2006), XVIII Premio Comillas. Correo: @elpais.es.

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