Otoño de 1960. Es de noche y los guardianes de la cárcel de Burgos han cerrado la galería. Los presos empiezan a ocuparla en silencio. Montan un escenario. Cuatro cosas: unas cuantas sábanas y mantas, algún dibujo, unas aldabas. Algunos presos vigilan en las ventanas por si las cosas se tuercen. Hay cinco narradores, dos visibles y tres ocultos. Un pequeño coro hace la música de fondo, “con unas flautas hechas con la caña de una escoba, cerradas en los extremos con papeles de fumar sujetos con una goma”. La música es indefinible, “como si en ella se dieran cita el agua y los metales”. Otros dos presos están situados en los extremos del escenario, pero no participan en la acción: su misión es hacer desaparecer cualquier rastro si suena la alarma. A lo lejos, los pasos de los guardianes y el “¡alerta!” de los centinelas. Es un homenaje a Miguel Hernández y el director de aquella iniciativa, Marcos Ana, me ha enviado el libreto de Sino sangriento al periódico. Ahora que parece que la Ley de la Memoria Histórica está encallando, toca recordar.
Y habrá que recordar una y otra vez, y contar la historia cuantas veces haga falta. Volvamos al principio: ¡es otoño de 1960! La guerra ha terminado hace más de veinte años y ahí en el penal de Burgos siguen pudriéndose centenares de presos políticos, los derrotados de la contienda. Algunos de ellos, entre los que se encuentra Marcos Ana, tienen una tertulia, La Aldaba. Así que a finales de 1959 empiezan a preparar un homenaje a Miguel Hernández. No es fácil y a veces tienen que romper lo que escriben. Al final hay un manuscrito, el que representaron con voz ahogada esa noche de octubre de 1960, y que milagrosamente logró salir de la cárcel. Ahora, Diego y Sandra Navarro, Pepe Díaz y Félix Pérez han preparado una edición no venal para archivos y bibliotecas. Marcos Ana me ha mandado un ejemplar, lo he leído y por eso escribo con un agujero dentro, como se escribe siempre de estas cosas.
Aquella pieza dedicada a Miguel Hernández la tuvieron que representar los presos en Burgos con voz ahogada. Si permanece ahora, lo hace como “el más grande rugido”. Eso le había dicho Miguel Hernández a Federico García Lorca en un poema: “tú, el más grande rugido”. Y es que en rugidos terminaron por convertirse todos los gritos de libertad que resonaron en España contra esos cuantos militares que con un golpe de estado pretendieron acabar con las conquistas de la República. La gente se defendió, sobrevino una terrible guerra, y luego llegó una cruenta represión (sin piedad, sin paz, sin perdón).
El rugido permanece. Todavía ahora asociaciones civiles y las víctimas del atropello reclaman, entre otras, cuestiones de puro sentido común. “La condena formal de la dictadura franquista” y la declaración, pública, y solemne, de que “todo el aparato represivo del franquismo y su actuación estuvo viciada de raíz por su ilegitimidad de origen”, por poner dos ejemplos. No son cuestiones que la derecha debiera entender como mera provocación y vocación de abrir heridas (eso han dicho). Es más bien una invitación a celebrar la democracia reconociendo el horror que significa desencadenar una guerra para imponer una dictadura.
Hay 5 Comentarios
Este poema de Marcos Ana, escrito como casi todos los suyos en la cárcel me parece uno de los más bonitos y que mejor le define.
LA CASA Y EL CORAZÓN
Si salgo un día a la vida
mi casa no tendrá llaves:
abierta siempre a los hombres,
al sol y al aire.
Que entre la noche y el día
y la lluvia azul. La tarde.
El rojo pan de la aurora.
El campo: sus verdes mástiles.
Que la amistad no detenga
sus pasos en mis umbrales.
Ni la golondrina el vuelo.
Ni el amor sus labios. Nadie.
La casa y el corazón
nunca cerrados: que pasen
los pájaros, los amigos,
el sol y el aire.
MARCOS ANA
Publicado por: Félix | 08/09/2007 14:58:47
Agradezco mucho estas líneas que dedicas a Marcos Ana porque aunque muchas veces quisiera gritar muy alto, el más grande rugido posible, lo que tanto él como tantos miles de personas hicieron por nosotros entregando su juventud, su vida entera por la justicia y la libertad, me ha acabado enseñando que es mejor el más quedo susurro si está dicho con el corazón, desde la razón.
Como un susurro lleva preparando unas memorias que se van a publicar próximamente, espero que estén en las librerías para primeros de octubre, y en las que nos cuenta cómo ha vivido, cómo ha sentido su corazón en unos años que marcaron la historia de este país.
Cómo un niño se hizo hombre marcado por la guerra y 23 años de cárcel. Pero su corazón se mantuvo abierto al amor a sus semejantes y se forjó gracias a su capacidad para seguir mirando el trozo de cielo que se colaba por los barrotes de la prisión con la esperanza de que llegará un hombre nuevo, una sociedad mejor.
Entre los regalos que la vida me ha dado uno de los más maravillosos y extraños es haber podido conocer a Marcos Ana y que me haya regalado su amistad.
Es verdad que regala, generosamente, el cariño, la amistad, su sensibilidad y su poesía a los que tienen la suerte de acercarse a él, porque a sus 87 años es todo lo contrario de un viejo cascarrabias, es un niño con el corazón entero dispuesto a darlo a los demás por más que hayan intentado rompérselo en mil pedazos a golpes.
Es un corazón abierto de par en par dispuesto a recibir todo lo que la vida le regale cada mañana. Es un modelo a seguir que me hace sentirme viejo con 35 años menos que él y que me da fuerzas y ejemplo para darlo todo sin reservas, para sentir, amar, mirar y perdonar.
Publicado por: Félix | 08/09/2007 14:54:04
Sin ninguna gana de hacer un chiste; ¿Existe la memoria no histórica? Si existiera, sin duda haría falta una Ley para abolirla...
Publicado por: D | 06/09/2007 13:00:58
muy bien. rojo y rojo.
Publicado por: a | 05/09/2007 21:05:10
"Hoy el amor es muerte/ y el hombre acecha al hombre." Escribía Hernandez en "El hombre acecha" dedicado a Pablo Neruda.
¡Cuánto tiempo ha pasado , y sin embargo ,cuán vigente puede considerarse esta frase!.
Por lo siglos de los siglos el hombre seguirá acechando al hombre. Está en su naturaleza.
Es un tema complicado el que aborda hoy Sr, Rojo: recordar el pasado para celebrar el presente.
Un tema sobre el que más vale pasar de puntillas. Y no por miedo o por falta de interés , sino porque recordar el sufrimiento, la represión, la ausencia de libertad, la guerra , los muertos, y los hermanos enfrentados , es bien doloroso.¡ Poco regocijo para el espiritu!.
Desde la templanza y la moderación que el paso del tiempo nos ha regalado a algunos ( que para nada significa olvido),sólo cabe preguntarse: ¿Para qué sirve la condena de algo que mal que nos pese forma parte de nuestra Historia? ¿ A quién le puede reportar alegría y consuelo ,que se diga publicamente:" Tú fuiste malo y ahora delante de todos debes avergonzarte por ello".
Eso serviría para devolver lo perdido? Acallaría ese rugido que quedó ahí atrapado en lo más profundo de nuestros recuerdos?.
No.. sólo nos llevaría a pensar: "el hombre acecha al hombre".
Si esto es haber perdido el sentido común, que el de Arriba nos juzgue.
Publicado por: Eugènie | 05/09/2007 19:11:07