El sello de la civilización

Por: | 06 de septiembre de 2007

Hace más de un año, la editorial Crítica publicó un voluminoso libro (1.899 páginas). Su autor, Donald Sassoon, nació en El Cairo, aunque su estilo y su mirada y sus procedimientos tienen una inequívoca marca anglosajona. Nada de vaguedades, bajar y trabajar con datos concretos. Anteriormente se había ocupado de la Italia contemporánea, de los grandes cambios que se habían producido allí desde 1945; del socialismo, analizando sus últimos cien años de historia, y de la Mona Lisa, el famoso cuadro de Leonardo. El inmenso texto que apareció aquí se titulaba Cultura. Su subtítulo: El patrimonio común de los europeos. Refiriéndose precisamente a la cultura, Sassoon escribe al final del prólogo: “El hecho de que deba emplearse tanto esfuerzo en la procura de algo tan trivial –trivial al menos si lo comparamos con asuntos de peso, como la guerra y la paz, la lucha contra las enfermedades y la obtención de alimentos y cobijo– es el sello de la civilización”.

Desde el principio de su trabajo, Sassoon mostraba que no iba a andarse por las ramas: “El objeto de este libro se centra, sin avergonzarse de ello, en la cultura entendida como negocio, como profesión: en la cultura comprendida como conjunto de relaciones”. Y para explicarlo era más rotundo: voy a ocuparme, confesaba, de “la historia de lo que los pasajeros del metro de Londres, así como sus equivalentes del resto de Europa y de los siglos anteriores, han venido haciendo para pasar el tiempo…”.

Pasar el tiempo (leer, escuchar, ver), esa trivialidad. Durante la promoción de su libro, pude entrevistar a Sassoon. “Toda la producción cultural está destinada al consumo”, dijo. “Eso sí, el de la cultura es un mercado muy especial: nadie sabe lo que va a tener éxito. A la gente le atrae habitualmente repetir lo que les ha gustado, con pequeñas variaciones, pero otras veces no quiere lo mismo, sino algo radicalmente diferente”.

Ahora que está a punto ya de desencadenarse una nueva temporada de conciertos, discos, exposiciones y libros, he vuelto al libro de Sassoon. En el ámbito de la cultura se tiene muchas veces la impresión (y la inquietud) de que se está tratando de algo inútil: un cuadro, una canción, una historia. Por eso a veces se tiene la tentación de sustituir los afanes de sus profesionales, que se esfuerzan en procurar "algo tan trivial" (el escritor, el director, el actor, el músico…), con sangre y muertos y con sorprendentes hallazgos y con robos y con crisis de poder y cuchilladas. Pero el sello de la civilización es justamente ése: que pasemos el rato canturreando, colgados de un melodrama, fascinados por una película que (nos parece) cuenta nuestra propia historia.

¿Alta o baja cultura? ¿La cultura como excelencia, como signo de distinción, como fuente de placer? “Hoy lee más gente a Shakespeare que hace 100 o 200 años”, explicaba Sassoon hace un año. “Gracias a los discos, Mozart se oye más, y es un icono cultural al que se rinden incluso los chinos y los japoneses que nada tienen que ver con esa tradición. No se puede decir que hoy se viva un momento de decadencia. La gente que actualmente se rinde a las bobadas de la televisión, hace 200 años no hubiera leído nada. El caso es que con los cambios tecnológicos hoy resulta tan fácil una cosa como otra: ver bobadas y leer a Shakespeare”.

Hay 4 Comentarios

Leer es tener elementos para encontrarle más matices a la vida, dijo el filósofo colombiano Fernando González; así las cosas, el que aprecia el espectáculo del poder sucediéndose con base en violencia, cobardía y venalidad, cree estar leyendo o viendo de nuevo Ricardo III, y acaso pudiera ayudar a evitar reposiciones, advertirle a la comunidad que las fórmulas de la rampancia y el cinismo están escritas.Falta ver si su comunidad lo oye o sigue embobada viendo televisiòn -donde, por cierto, no ponen a Shakespeare más que a media noche y siguientes. Pero siempre habrá alguno portando el farolito. Shakespeare escribió hace cuatro siglos y no lo han tapar del todo con los estrambóticos biombos de la banalidad, ni los engañosos del interés.

Y puritito placer es escribir en este blog.
Así pues y comulgando con la reflexión de Vargas Llosa que asegura que "la libertad humana es un producto de la imaginación y de los deseos atizados , inseminados por las buenas lecturas" pensamos seguir escribiendo, siempre y cuando su lectura nos motive a seguir haciendolo.

Hoy lee más gente a Shakespeare que hace 200 años??
Pudiera ser.. las posibilidades son infinitamente superiores, sin embargo eso está por demostrar.Lo que sí es seguro es que se ven más bobadas que hace 200 años.Se ven todas las bobadas habidas y por haber...
Puede que haya quien crea que la cultura es algo exclusivo de minorías selectas,pero le aseguro que también existimos los que vemos la lectura , la música,y el arte, simple y llanamente como una manera de aprender y como una fuente de placer. Hoy ,leyendo a Vargas LLosa en El Pais, no podemos más que asentir y comulgar con sus declaraciones.
"La lectura para mi ha sido, y sigue siendo , el placer supremo",confiesa el escritor que ayer fue investido "honoris causa" por la Universidad de la Rioja.
.."Las mejores cosas en la vida me han sucedido leyendo", continúa.
Pues sí señor,las mejores cosas nos han sucedido a muchos , leyendo.Leer te permite desarrollar la imaginación,volar, entrar en otros mundos, vivir otras vidas, captar los pensamientos del "otro", vivir ajenas emociones, atrapar ideas diferentes a las tuyas, conocer maneras diferentes de vivir....La música hace aflorar tus sentimientos más profundos, te permite "sentir" hasta limites insospechados la maravilla de vivir.Contemplar un cuadro o una fotografía , o ir por la calle y mirar alelado la belleza de un edificio o la grandeza de un puente , o la belleza de unos jardines..eso también te provoca sentimientos :admiración
respeto ,envidia...
Todo esto no puede sino llevarnos a pensar que la cultura no es distinción ,sino placer, "puritito" placer.

Hola, José:
Hablas de alta y baja cultura, de densidad o ligereza, de bobadas televisivas versus Shakespeare y coincido contigo en que hoy en día todo tiene cabida: desde los irritantes politonos veraniegos para los móviles hasta la 5ª Malher. Pero en el ámbito editorial me he encontrado (en más de una ocasión) que esta cabida no se produce desde el lugar del escritor. Me explico. Las respuestas que me han dado en distintas editoriales (grandes y pequeñas) viene a ser la misma: "es muy bueno lo que escribes pero no nos podemos arriesgar" o "lo siento, este tipo de textos no entra dentro de nuestra línea editorial". Y, claro, yo me pregunto: "coño, si os gusta y publicáis libros de relatos (en el caso de haber presentado una colección de relatos, aunque lo puedo extrapolar a las ocasiones de haber presentado conjuntos de poemas u otros) ¿cómo es que no lo publicáis porque no entra dentro de la línea editorial? ¿qué me queréis decir en realidad?" Me imagino que lo que venías a decir en tu entrada del blog, que la cultura es comercial y que no esperan beneficios conmigo.
En fin, José, un saludo desde Barcelona de uno que te consume tanto a ti como a un par de loros gritando por televisión.

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Sobre el blog

El rincón del distraído es un blog cultural que quiere contar lo que pasa un poco más allá o un poco antes de lo que es estrictamente noticiable. Quiere acercarse a lo que ocurre en la cultura con el espíritu y la pasión del viajero que descubre nuevos mundos y que, sorprendido e inquieto, intenta dar cuenta de ellos.

Sobre el autor

José Andrés Rojo

(La Paz, Bolivia, 1958) entró en El PAÍS en 1992 en Babelia. Entre 1997 y 2001 fue coordinador de sus páginas de libros y entre 2001 y 2006 ha sido jefe de la sección de Cultura del diario. Licenciado en Sociología, su último libro publicado es Vicente Rojo. Retrato de un general republicano (Tusquets, 2006), XVIII Premio Comillas. Correo: @elpais.es.

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