“La ciencia de la medicina fue un fantasma que habitó, toda la vida, en el corazón de Palinuro”. Con esta frase empieza una novela inmensa, en la que se cruzan historias y estilos diferentes, que es un canto al amor y que abunda en lecciones de anatomía y patología, que cuenta de pronto de la Primera Guerra Mundial y luego recorre la revolución mexicana, que aterriza en los sucesos de la Plaza de las Tres Culturas de México -donde se produjo la sangrienta represión de la revuelta estudiantil-, que mezcla lo popular con la cultura más sofisticada, que juega con la publicidad. Se publicó en España en 1977 en Alfaguara, en la época del elegante y sobrio diseño de Enric Satué. Tiene 725 páginas y su título es Palinuro de México. Su autor, Fernando del Paso, acaba de ganar el premio más prestigioso que se concede en Latinoamérica, el antiguo y mítico Premio Juan Rulfo, el que hoy se denomina Premio Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) 2007.
En Palinuro todo es excesivo. El tamaño del libro, la altura de su desafío, el afán de incluirlo todo, de llevarlo al paroxismo. El jurado del premio reconoció que valoraba la magnitud del reto narrativo de Del Paso, y su enorme rigor y erudición. Habría que añadir, si se considera sobre todo Palinuro, su sentido del humor y su querencia por el erotismo, donde maneja un arsenal de recursos y explora situaciones de lo más diverso. El mexicano, menos conocido que los narradores del boom, compartió con ellos muchas influencias y una decidida voluntad cosmopolita.
Fernando del Paso nació en México en 1935. Estudió biología y economía, pero no terminó ninguna de las dos carreras. Trabajó catorce años en publicidad. Vivió en Londres y colaboró en la BBC. En 1958 publicó Sonetos de lo diario y en 1966, José Trigo, con la que obtuvo el Premio Villaurrutia. En 1975 ganó el Premio de Novela México con Palinuro. Noticias del Imperio es de 1987 y es acaso su novela más conocida. En ella cuenta la historia de Maximiliano I y de su mujer, Carlota, que fueron emperadores de México entre 1864 y 1867 (el 19 de junio de ese año, el que fuera archiduque austriaco antes de aceptar la remota corona de un país lejano fue fusilado en el Cerro de las Campanas, Queretaro, y aquello desencadenó la locura de su esposa e inspiró, mucho más tarde, un célebre cuadro de Manet). Su última novela es Linda 67. Historia de un crimen (1995). Ha publicado varios libros de poesía, ensayos y teatro.
Del Paso reconoce al final de Palinuro diferentes deudas: con Álvaro Mutis, Octavio Paz, W. S. Merwin (Los Huesos de Palinuro le Rezan a la Estrella Polar es el título de uno de sus poemas), Ambrose Bierce y José Gorostiza. Hay alusiones al Tristram Shandy de Sterne y el libro tiene mucho de la capacidad de divagar y del gusto por lo caprichoso de la novela del escritor inglés.
Acaso una manera de sintetizar ese afán de abarcarlo todo que tiene Palinuro sea recordar un momento de la relación del protagonista con Estefanía, que constituye la columna vertebral del libro. “Para que mi prima viera que yo en efecto hablaba más de un idioma vivo y más de una lengua muerta, un día la besé en francés. Ella se limitó a bostezar en sueco. Yo la odié un poco en inglés y le hice un además obsceno en italiano. Ella fue al baño y dio un portazo en ruso. Cuando salió, yo le guiñé un ojo en chino y ella me sacó la lengua en sánscrito. Acabamos haciendo el amor en esperanto”.
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