La nostalgia del extranjero

Por: | 12 de septiembre de 2007

Llegaron en abril del año 711 y no se fueron hasta 1492. “Las riendas de los sus caballos tales eran como de fuego”, cuenta la Crónica general de Alfonso X el Sabio. Había entre ellos pocos árabes y eran muchos los nómadas bereberes, y poco a poco fueron conquistando la península. La historia se ha contado como si esos largos siglos, los de al-Andalus, sólo fueran al cabo una breve temporada, un suspiro que cortó en dos la incansable marcha de la cristiandad. Trajeron el islam, y la lengua y la cultura árabe. Siguen ahí en Córdoba, ayer se vio, sigue su marca: los jardines y el agua (por ejemplo). Antonio Muñoz Molina presentó en el Alcázar de los Reyes Cristianos su Córdoba de los Omeyas (Fundación José Manuel Lara): se publicó por primera vez en 1991, pero se lee ahora como si fuera nuevo.

Quizá porque los musulmanes están hoy más próximos. Muchos llegan en pateras y se quedan aquí. De otros se sabe por su fanatismo religioso y por las heridas y el dolor que siembran en su batalla contra Occidente. Por eso interesa volver atrás, al momento en que llegaron por primera vez, con su guerra santa y el fuego de sus caballos. Tiempos remotos. Gentes distintas. Valores que respondían a otras realidades. Muñoz Molina se acercó a los omeyas con el rigor del historiador y con el arte narrativo del novelista. Se metió directo a las entrañas de los que entonces amaron y lucharon y mataron y sufrieron y todo eso que hacen los hombres. Y levantó, así, el mapa de ese mundo que sólo duró tres siglos y que se autodestruyó en un instante regando sus alrededores de pequeños reinos, que se quedarían todavía centenares de años en ese remoto territorio de Occidente.

Conviene entonces contar una de tantas historias. La de Abd al-Rahman, el primero de todos, el que instauró en Córdoba el emirato de los omeyas cuando su familia fue expulsada del poder en Oriente por una rebelión abbasí. Tenía unos diecinueve años y ya supo del horror y la crueldad. Desenterraron el cadáver de su abuelo, el califa Hisham, y lo colgaron de una cruz y lo quemaron. Mataron a setenta de los suyos en un banquete. Liquidaron a uno de los hermanos que lo acompañaba y pudo ver desde la otra orilla, cómo degollaban al más pequeño cuando no pudo seguirlo cruzando el río en su huída.

Tardó cinco años de Irak a Córdoba, y allí entró al frente de un ejército de sirios, yemeníes y bereberes. Los viejos clientes de los omeyas lo ayudaron: se proclamó a sí mismo emir y levantó un poderoso reino lejos de los abbasíes. Construyó las primeras naves de la mezquita, se rodeó de un poderoso ejército de cuarenta mil mercenarios extranjeros. Amaba tanto la guerra como la poesía. Fue un hombre cruel (llegó a perseguir a su propio hijo). Ahí en Córdoba, y preso de la nostalgia, hizo que plantaran las palmeras y granados que no existían en Occidente. Se le atribuyen estos versos: “Contemplé una palma en al-Rusafa, / en el Occidente lejano, de su patria apartada. / Le dije: ambos estamos en una tierra extraña. / ¡Cuánto hace que vivo apartado de los míos! / Creciste en un país donde eres extranjera / Y, como yo, en el más alejado rincón del mundo habitas. / Que las nubes del alba te concedan frescor en esta lejanía / Y siempre te consuelen las abundantes lluvias”.

Hay 10 Comentarios

Estimada Venecia,
Uno, en su limitada experiencia, considera que en Alandalús hubo efectivamente tres religiones y una cultura arabo-andalusí. Con ello destaco que los mozárabes y la comunidad hebrea se inscribían dentro de la cultura árabe, al menos hasta los almorávides. Después de la paulatina consolidación de una identidad sefardí, con las grandes figuras de Moseh Ibn Ezra y Yehuda Ha-Levi, y de la emigración-destierro de los mozárabes a los reinos cristianos, sí se puede claramente hablar de tres culturas: Al-Andalus, Sefarad y los reinos cristianos que coagularán más tarde en la Hispania de Alfonso X (pero que a su vez vuelve a plantear un modelo de tres religiones, un Imperio sobre tres culturas).
Es mi forma de contarlo, a lo mejor alguien cree conveniente corregirla.

El tono de ciertos comentarios sobrepasan hoy el limite de la moderación y el buen gusto que siempre ha existido en este blog.
El no empatizar con la escritura de alguien ,no justifica dedicar gratuitamente apelativos un tanto despectivos.
De Muñoz Molina sólo he leido dos libros " Beltenebros"(1989), "Y El jinete Polaco". De este último sólo recuerdo un pueblo: Mágina. Una mujer emparedada, un bolero: "Esperame en el cielo", y una versión orquestada de "La muerte y la doncella". Fue un libro que me costó terminar. Muy denso.Y ahora que lo recuerdoo.. En un principio ,el título y la portada de su sexta edición, (muy sugestivos) me llamaron poderosamente la atención. Después , pues eso..no fue un libro que me marcó.Y tampoco volví a leer al autor como novelista. Me gustan más sus artículos periodísticos.
Si ahora ha vuelto a reeditar su "Córdoba de los Omeyas" ,se supone que como autor no estaría todo lo conforme que debiera con su primera creación.Quizá ahora con el paso del tiempo, su visión de lo que otrora contó, no se ajuste a lo que realmente hubiese querido contar en aquella primera novela. O quizá es que disponga de otros datos que completen lo que en su momento tal vez quedó un poco huérfano. O tal vez le ha parecido oportuno (por los momentos que se viven con respecto a las relaciones Oriente/Occidente) sacar una nueva edición.
O posiblemente sea porque sencillamente le ha salido de las "pajarillas" volver otra vez al pasado. ¡Qué más da!.

Me ha sorprendido que haya comentado que en Córdoba nunca existió la mezcla de tres culturas, sino de tres religiones.
Una, en su ignorancia siempre pensó que "cultura" es un concepto muy amplio que abarca manifestaciones de todo tipo: literatura, arte, arquitectura, música. Y Córdoba está plagada de "muestras" que certifican la existencia de esas tres culturas: árabe , judía y cristiana. Sólo hay que pasear por sus calles para comprobarlo y respirarlo.

Un amigo mío, y escritor de talento, advierte que leer a MM figura entre los deportes de riesgo

Los hechos y las leyendas son difíciles de acotar cuando la licencia de escritor y la pluma, a veces más contumaz que la memoria, intentan contarnos verdades recreadas o reinventadas.
Muñoz Molina se pasa de rosca al decir que la tolerancia les resultaba ajena a aquellos "hispani" o, como los llamamos después, andalusíes. Si los judíos de la Córdoba califal escribían en árabe es porque conocían la lengua... ¿acaso no escriben cientos de autores latinos en el inglés del imperio?

Estereotipos aparte, sí. Si los omeyas eran rubios o pelirrojos era precisamente por ser de origen árabe semita, y algunos por estar emparentados con nobleza cristiana.

Por cierto que Abderramán, el primero, llegó desde Damasco y no desde Irak... (dicho sea de paso que además de estar más lejos, Irak es un concepto algo más nuevo).

De cualquier manera, no se puede decir que la "civilización" [sic] de Córdoba se suicidó... ni tampoco la sociedad. Ahora bien, las clases gobernantes se encargaron de reventar Al Ándalus... se mataron, se ejecutaron entre ellos, se destruyeron ciudades y el pueblo sufrió, como siempre ocurre (una de las pocas verdades que podemos dar por cierta casi siempre) una guerra civil atroz que dejó miles de muertos... claro que los protagonistas de las Historias siempre suelen ser, tristemente, los que llevan cronistas como acompañantes y no los que de verdad conforman la sociedad y son motor de la civilización en su conjunto: el pueblo. Un pueblo del que poco sabemos, pero que seguro que tenía menos miedo a la convivencia que muchos de nuestros coetáneos.

¿Otra vez el padre Muñoz viviendo de rentas? Rojo, espántanos esa presencia, por Dios.

Salam,
Marisa, Ibn Quzmán era musulmán de tercera generación por lo menos, ya que se tiene constancia de su abuelo como personaje relevante, venía de una familia acomodada, y según la experta opinión de Federico Corriente, empezó siendo poeta de corte clásico antes de componer cejeles dialectales. Es pues un poeta perfectamente andalusí, no mozárabe o muladí, como sugirió tu intervención.
En cuanto a Abderramán I, dice la canción:
"Atravieso tu nombre a pasos hasta mi alma
como va errando un damasceno hasta Alandalús".
Bien merecería una buena palícula, con efectos especiales incluidos.
Ma'a assalâma.


No entienbdo nada de los comentarios. Tampoco creo que le rías las gracias a Muñoz Molina ni que animes a leer su "Córdoba". Por otra parte, ¿cómo es que sabemos tan poco de 800 años de historia, alhaja?

El primer libro que leí de Muñoz molina fue " El invierno en Lisboa", me gustó tanto que lo releí un par de veces más.
La presentación de un libro es como un parto, donde el autor da a luz al hijo, fruto de su imaginación ,desvelos,esfuerzo, recuerdos...
Volver a presentar el libro sería como pretender cambiar a nuestro hijo porque no nos gustaron sus ojos o el color de su cabello, o simplemente nos llevamos mal con él.
Volver a nacer desasfiando el destino que Dios nos tiene reservado es un poco angustioso porque nuestras expectativas son más grandes que la realidad ya conocida,el temor al fracaso es aún mayor.
La angustia de un segundo fracaso solo podría superarse por un nuevo rebirthing, o varios seguidos,para concluir que lo mejor hubiera sido conformarnos con el primero.
Recuerdo una frase de un artículo de Pérez Reverte:
" Los españoles somos hijos de cienmil leches ".
Así a bocajarro habrá quien se asuste un poco, pero refleja la esencia de la multicularidad española.
Nuestra sangre no es pura, gracias a Dios está mezclada con lo mejor y peor que ha pasado por aquí.
Somos un país de conversos, Ibn Quzmán era un poeta cordobés, su familia era cristiana y se convirtió al islam, él además de poeta fue un ejemplo de supervivencia, de converso.
La última expulsión de moriscos tuvo lugar en el siglo XVII, y muchos españoles que hoy se llaman García o Vicente de apellido,son descendientes de Bennassar o Humet.
La última vez que visité la sobrexplotada Alhambra fue en Pascua, hacía más de diez años que no la visitaba y quería que mi hija se enamorara de ella.
Para que no se aburriera le conté el " Falcon Crest " del palacio:
Los cuentos de Washington Irving.
Tuvo que ser un americano quien compilara la tradición oral de los fantasmas palciegos, de no haber sido por él tal vez se hubieran perdido para siempre y la visita de la ciudadela le hubiera resultado un tostonazo
a mi hija.

Joder... veo que sigue siendo la sensatez y el buen gusto, por suerte, un regalo para privilegiados entre los cuales, por supuesto, no te encuentras.

Ah Muñoz Molina, ese que escribió " El Jinete Polanco" ¿ Alguien ha sido capaz de leerse semejante bodrio? Creo que actualmente vive o ha vivido en NY a costa del presupuesto . Lo que has escrito de distraido tiene poco va muy bien encaminado , ala mayor gloria del payaso este.

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Sobre el blog

El rincón del distraído es un blog cultural que quiere contar lo que pasa un poco más allá o un poco antes de lo que es estrictamente noticiable. Quiere acercarse a lo que ocurre en la cultura con el espíritu y la pasión del viajero que descubre nuevos mundos y que, sorprendido e inquieto, intenta dar cuenta de ellos.

Sobre el autor

José Andrés Rojo

(La Paz, Bolivia, 1958) entró en El PAÍS en 1992 en Babelia. Entre 1997 y 2001 fue coordinador de sus páginas de libros y entre 2001 y 2006 ha sido jefe de la sección de Cultura del diario. Licenciado en Sociología, su último libro publicado es Vicente Rojo. Retrato de un general republicano (Tusquets, 2006), XVIII Premio Comillas. Correo: @elpais.es.

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