El lunes por la noche es el día del Veracruz. Una discoteca popular, con los excesos decorativos de una discoteca popular, y con orquesta en directo. Hay mesas y sillas para apurar los tragos y una enorme pista central. Autores, editores, ilustradores, distribuidores, impresores, empresarios del mundo del libro, periodistas, organizadores, bibliófilos, músicos, trabajadores varios de mantenimiento y limpieza, artistas, lectores e, incluso, algún trapecista que pasaba por allí: todos van al Veracruz, todos toman su tequila y casi todos bailan. Y digo casi porque en la pista no caben todos. Allí coinciden auténticos maestros en mover el esqueleto y chapuzas (pero no por ello menos entusiastas). Estamos en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, y todavía no les había explicado de qué va la vaina.
Y la vaina va de fiesta. O mejor, de celebración. Y quienes celebran son quienes van a la Feria, pagan su entrada, visitan los stands (la foto de la zona del país invitado, Colombia, es de Guillermo Arias), asisten a las propuestas culturales, a los debates, a las presentaciones de libros, son los que intervienen con preguntas y hacen cola para que sus autores preferidos les dediquen los libros que han comprado, son los que comentan y ríen y discuten lo que escuchan. En Guadalajara lo que llama la atención es comprobar que todavía las palabras generan inquietud, entretienen, enseñan, conmueven. Valga una lectura de poemas (por ejemplo) para ver a muchos jóvenes que no pierden ripio y que a los que se les escapan la risa o el aplauso o el comentario sarcástico dicho en voz baja y como exbrupto.
Para que las cosas funcionen, seguramente deben funcionar en toda la cadena que las hace viables. Guadalajara ha demostrado, edición tras edición, que tiene a la gente adecuada en el lugar preciso. Son todos esos que están ahí y que acogen a la Feria como una celebración. En el otro extremo, el entusiasmo y la eficiencia y una infinita capacidad de trabajo están garantizados. La directora Nubia Macías se ha rodeado de un excelente equipo (son casi todas mujeres, y casi pongo este casi por pura deferencia al género masculino) para que todo funcione a la perfección. Y funciona a la perfección. Quizá el secreto sea sencillo: tener una íntima y profunda convicción de que el libro merece la pena.
Y que nada merece mayor celebración que poner en contacto a los que escriben con los que leen, a los que hacen los libros con los que los venden, distribuyen, publicitan. Y etcétera. La Feria seguirá creciendo y les confirmará así a los más escépticos que el viejo oficio de escribir y el viejo placer de leer siguen vivos.
Hay 2 Comentarios
algun dia podre participar en una feria igual.
Publicado por: Martin | 22/12/2007 6:51:32
EL GOBIERNO ESPAÑOL Y LOS LIBROS
Dices que en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, "todo funciona a la perfección. Quizá el secreto sea sencillo: tener una íntima y profunda convicción de que el libro merece la pena". Ahí está la vaina, maestro. Hay que tener convicciones, confianza y apostar por la lectura. El libro no es un juego de cartas. El libro es libertad y cultura. Supongo que las autoridades políticas de México están convencidas de que los escritores, poetas, editores, empresarios y trabajadores del mundo del libro, forman parte de los ejes de una carreta que somos los lectores y el Estado. Sin libros no puede haber Estado. La cerreta no tendría ejes. Sin libros y sin libertad los Estados serían mudos, no tendrían historia. Sin libros, los ciudadanos seríamos mudos y analfabetos. Muertos que caminan sin conocer el nombre de las calles de su pueblo porque tampoco ni el pueblo ni las calles llevarían nombres. ¿Tiene el Estado español, nuestro ministerio de Educación y Cultura, a la gente adecuada en el lugar preciso cuando hablamos de la Feria del Libro de Madrid, por ejemplo? ¿En las coordenadas del Gobierno de España existe vocación por el libro y su lectura? A veces pienso que algunos dirigentes políticos solo se reunen con la gente de la cultura cada cuatro años cuando se acercan las Elecciones Generales. De lo contrario, los escritores tienen que acercar sus libros, la cultura, a la sociedad. Una lucha permanente entre la soledad del escritor, y el olvido del Gobierno. ¿Cuándo nos gozaremos por la TV un debate en directo entre el Gobierno y los grupos de la oposición sobre los libros y los escritores? En Las Cortes, los libros duermen. Solo se escuchan los insultos de sus señorías y alguna voz pidiendo sosiego.
Publicado por: Armando Marcos Placeres Ehadulasís | 28/11/2007 21:11:24