Me acuerdo. Me acuerdo. Me acuerdo. Como ráfagas de metralleta los recuerdos de Patrick Modiano se estampan y horadan las páginas de Un pedigrí (Anagrama; traducción de María Teresa Gallego Urrutia). Es un libro que se ocupa de sus primeros años, desde que nació en 1945 hasta la primavera de 1967, cuando aceptaron publicar su primera novela. Las imágenes del pasado irrumpen en tropel, desordenadas, caóticas, imprevisibles, ininteligibles. Hay momentos en los que Modiano se limita a apuntar un nombre detrás de otro. Como si así pudiera agarrar una larga época en la que, confiesa, vivió como un pasajero clandestino.
Buena parte de todos aquellos años, Modiano los pasó en internados. Los encuentros con su padre y con su madre son breves. La información que recibe de ellos es mínima. No viven juntos, aunque haya largas temporadas en las que, más o menos, coinciden. Es complicado saber a lo que se dedica su padre, un judío de origen toscano. Va de un lado a otro, se reúne con tipos de dudosa reputación, a ratos parece que por sus turbios negocios le están pisando los talones, que todo se va a precipitar al desastre. La madre es actriz, de vez en cuando le ofrecen un papelito. Otras, está sin blanca. Siempre anda con amigos, a veces se sabe que se trata de algún amante.
De la gente que trata con su padre, Modiano escribe: “Sólo viajeros que dan mala espina y cruzan los vestíbulos de las estaciones sin que yo sepa nunca qué destino llevan, eso suponiendo que lleven alguno”. Y de su madre: “La veía pocas veces. No recuerdo de ella ni un ademán de ternura auténtica o de protección. Me notaba siempre hasta cierto punto con la guardia alta en su presencia. Sus repentinas iras me perturbaban y como asistía al catecismo, le rezaba a Dios para que la perdonase”. En febrero de 1957, Modiano perdió a su hermano mayor. Su cómplice. No le dedica mucho espacio en el libro. Sólo unas notas apresuradas.
Me acuerdo. Me acuerdo. Me acuerdo. Cuando murió su padre recibió una carta de uno de sus amigos. “Era, por encima de todo, un diletante”, le decía allí. Un diletante al que le daba pereza hablar, explicarse. Modiano vuelve atrás, a esos años, disparando sus recuerdos. No hay ajuste de cuentas. No hay resentimiento, ni rabia. Sólo mira lo que ocurrió, y lo nombra compulsivamente. En uno de sus alojamientos en una pequeña ciudad, en el último piso, Modiano se asomaba a la ventana: “Me acuerdo de que todos los domingos a las doce de la noche un argelino iba por esa carretera rumbo a los barracones hablando bajito consigo mismo”.
Así todos, como el argelino. Ir caminando y seguir rumiando.
Hay 5 Comentarios
Gran libro, tú. Por cierto, te mando un link
http://lapanamericana.blogspot.com/2008_02_01_archive.html
Gusto en leerte
Publicado por: jorge | 09/03/2008 10:29:37
En resumen, la vida ha sido como la de una maleta por un aeropuerto, siendo los padres los maleteros....
Saludos
http://laesperanzadelminotauro.blogspot.com/
Publicado por: El Minotauro | 21/02/2008 12:12:30
DESHIELO.
La peor pelicula del cine balear y la primera pelicula directamente al youtubes por capitulos.
http://www.lacoctelera.com/toninievas
Publicado por: toni Nievas | 21/02/2008 1:27:01
Perdón, no cito el libro, W.G Sebald,En homenaje a R.Walser.
Publicado por: Blanca | 20/02/2008 19:21:16
Esta mañana me he ido a comprar el libro y lo he leído de un tirón, me parece una pequeña joya, como dices en tu blog. El libro que me impacto mucho fue "Paseos con Robert Walser" de Carl Seelig(Edi.Siruela).Gracias por la recomendación y ojalá haya más en tu blog.
Publicado por: Blanca | 20/02/2008 19:17:48