Cada rato que pasa queda menos tiempo. Ahí al fondo se siente el precipicio y cualquier hora resbalamos por la pendiente, y se acabó. Afortunadamente es una impresión que no está siempre presente y, por fortuna también, a ratos aparece para empujarnos a disfrutar de lo que hay. Cuento todo esto porque estoy mascando la manera de hablar de la literatura de Enrique Vila-Matas. Lo que me ha pasado con frecuencia es que encuentro que su escritura, y sus temas y sus obsesiones, tienen que ver con esa pendiente por la que vamos a resbalar. Y que, por tanto, a ratos hay como unas ganas enormes de correr para saberlo y gozarlo todo, para llegar a todas partes, escudriñar cada detalle, cada episodio, rememorarlo, volverlo a contar, celebrarlo. Y que, otras, lo que quisiera es más bien callar, pasar desapercibido, fundirse como el hielo hasta quedar en nada, desaparecer. Hoy se presenta en Madrid El viento ligero de Parma (Sexto Piso), una selección de artículos de Vila-Matas.