Cuesta creer que alguien pueda encarnar toda la hondura que encierra la devastadora escritura de Thomas Bernhard. Al leer su teatro, cuesta imaginar que pueda resistirse incólume su obsesiva voluntad por hurgar en las heridas, su valentía por explorar los extremos más escabrosos, su resuelta energía por recorrer todas las ramificaciones del mal. Así lo hace en Ante la jubilación. Rasca y rasca, y muestra cómo sobreviven las actitudes y las ideas y los valores que propiciaron el nazismo, cómo resisten y se conservan a pesar de la democracia. Es difícil pretender que todo eso llegue a un escenario con toda la dinamita que encierra. Lo ha conseguido Carme Portaceli en un soberbio montaje que todavía puede verse en Madrid en el teatro Valle Inclán del Centro Dramático Nacional. Lo ha conseguido ella y lo han conseguido tres impresionantes actores: Gloria Muñoz, Walter Vidarte y Teresa Lozano. No queda más remedio que postrarse ante la excelencia de su trabajo.