Las verdades incómodas

Por: | 16 de abril de 2008

Los amantes de Todos los Santos (Alfaguara) reúne siete relatos de Juan Gabriel Vásquez en poco más de doscientas páginas. La edición española, que acaba de aparecer, añade dos piezas a la que se publicó en Colombia en 2001. Son historias que tienen algo en común: hablan de soledad, de desencuentros, de traiciones, de secretos que terminan por emerger. Hay muchas muertes en estos textos. También hay mucho amor, pero ocurre que los amores que se cuentan arrastran un montón de complicaciones. Un tipo, por ejemplo, deja a su mujer. Es algo que le parte el alma, lo destroza, lo va a conducir a la ruina. “Nunca una mujer me había gustado tanto: ¿por qué pensaba en irme?”. Eso es lo que siente el tipo. Pero de todas formas se va. Así son las cosas.

Hay otro rasgo que tienen en común estos relatos. Ocurren en Europa. La mayoría de ellos en Las Ardenas, en algunos pueblos belgas, o cerca de ellos, como Modave o Aywaille. Los que a mí me han gustado más tienen como telón de fondo sendas cacerías. Los bosques, los perros, las caminatas, las armas, el silencio, la espera. Una reacción rápida y cae un faisán; no hay manera de recuperar la pieza. Suenan unos disparos: esta vez el que ha caído es uno de los cazadores, y su perro. A veces pasan estas cosas.

Está la naturaleza y hay animales. A ratos hace frío, pero siempre existe la posibilidad de protegerse en casa. Lo que estos relatos cuentan, sin embargo, es lo que circula por dentro. Esas cosas terribles que les pasan a las criaturas humanas. Esas cosas tan terribles como es el hecho de morirse. Una larga relación de amor en la que hubo una traición. Ese encuentro fortuito en que se abre el agujero del vacío. Una pasión que se desata y que luego se va a pique por un accidente. El azar, el destino, la muerte. Pero Juan Gabriel Vásquez tiene la habilidad de alojar esas tormentas en los corazones corrientes de unos hombres y mujeres que viven en un rincón de Europa. Hay mucho de clásico en sus ademanes. Y así narra el infierno con la desenvoltura con que se arregla un florero. Con una precisión diabólica para agarrar el dolor y darle vida en la página hasta que haga daño. Hasta que hiera.

¿Cómo resumir lo que hay en estos cuentos? ¿Cómo contar el agujero que tejen minuciosamente para dar cuenta de lo que se padece? Quizá valga con una de sus minúsculas observaciones, la que pone en labios de un tipo al que las cosas con su mujer parece que se le han torcido definitivamente. “Y lo más incómodo era sentir que algo parecido a una verdad estaba a punto de serme concedido y yo no lograba saber de qué se trataba. Cerré los ojos para escuchar la voz que quizá quería hablarme, enseñarme algo acerca de ese momento. Pero nadie habló en mi cabeza. Tal vez este momento no tenía significado alguno, después de todo. Tal vez el dolor y la pérdida sólo cobraban sentido en la religión o las fábulas. Tal vez era inútil buscarle un sentido al vértigo sin forma que ahora, por primera vez, me llenaba desde dentro”.

Hay 5 Comentarios

¿Sabes por qué la gente comenta menos aquí que en otros sitios? Porque lo que escribes es tan bueno que deja sin una puta palabra. A otros textos fáciles y ligeros se les escribe fácil y ligeramente. Capito?

Hacía días que hoy que llegaba la novela: vuelo a por ella. Vásquez narra con la fuerza de su país, Locombia, y la pausa de Europa. Feliz comentario.

Que bien, hablar de este joven escritor, es poner sobre el mantel, las cartas de la visión de la literatura latinoamerica como ese enorme estallido que despliega y que poco se lee en europa. Felicitaciones Juan Gabriel, y a usted José Andrés gracias también y le pido que nos siga contando de las pulsaciones de las latitudes del cono sur, no envano Bolivia guarda su risa de niño en algún lugar.

Comparto la opinión del Sr. Mora. Quizá sea por los apellidos. Aunque los lectores de este periódico se presuman de izquierda, quizá les pueda el alma nacionalcatólica, tan española, tan latente aunque muchos se crean a años luz. Vamos: ante la cruz que lo rojo...

Magnífico su comentario. Siempre me sorprende que un blog vecino al suyo, de contenidos parecidos(Juan Cruz),tenga mucha más participación de los lectores.También, en eso que llamamos cultura, empieza a primar lo más "ligero". Mañana buscaré el libro de J. Gabriel Vásquez, si el de Ruiz Zafón le deja espacio en las estanterias...

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Sobre el blog

El rincón del distraído es un blog cultural que quiere contar lo que pasa un poco más allá o un poco antes de lo que es estrictamente noticiable. Quiere acercarse a lo que ocurre en la cultura con el espíritu y la pasión del viajero que descubre nuevos mundos y que, sorprendido e inquieto, intenta dar cuenta de ellos.

Sobre el autor

José Andrés Rojo

(La Paz, Bolivia, 1958) entró en El PAÍS en 1992 en Babelia. Entre 1997 y 2001 fue coordinador de sus páginas de libros y entre 2001 y 2006 ha sido jefe de la sección de Cultura del diario. Licenciado en Sociología, su último libro publicado es Vicente Rojo. Retrato de un general republicano (Tusquets, 2006), XVIII Premio Comillas. Correo: @elpais.es.

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