“Salvo él, nadie vio a una persona caminar asnalmente. O llevar en la cabeza un baciyelmo. O bachillear”. Lo dijo esta mañana Juan Gelman en Alcalá, en su discurso de recepción del Premio Cervantes. “Don Quijote aprueba la creación de palabras nuevas, porque ‘esto es enriquecer la lengua, sobre quien tienen poder el vulgo y el uso’. Hace unos años ciertos poetas lanzaron una advertencia en tono casi legislativo: no hay que lastimar al lenguaje, como si éste fuera río coagulado, como si los pueblos no vinieran lastimándolo desde que empezaron a nombrar”, añadió después. Su último libro se llama Mundar (Visor). “Puede significar que estoy en el mundo o que el mundo me acosa, no sé…”.
“En los agujeros / de lo que toca vivir hay / la marea del tiempo, lleva / dolores a su basura inútil”, dice en Debajo, uno de los poemas del libro. “Lo que pasa es que todos tenemos un pasado”, explicaba a propósito de Mundar. “Y el pasado nos constituye, forma parte de nosotros. De esto me estoy alejando en los últimos libros. El mío ha sido un pasado muy marcado por ciertas tragedias, el exilio, la desaparición de mi hijo… que dejan una marca muy fuerte. Me interesa saber qué pasó. Indagarlo, no como nostalgia, sino como pregunta”.
Gelman se presentó en Alcalá con su pasado (donde tanto pesa la dictadura argentina) y con su amor al Quijote. Los mezcló. Iba de uno al otro. La lectura de Cervantes lo consoló en el exilio y estaba hablando, por otro lado, de un héroe que se lanzó, lanza en ristre, a arreglar el mundo. Esa vieja llamada que a tantos tienta de ayudar a los flacos y menesterosos.
Mundar. Hay ese verso tan hermoso en Albas: “El aire del amor en la / mano que dibuja la muerte”. “El disparate de la tristeza y / sus animales que / hurgan por todos lados / son más verdaderos que yo”, escribe en La pretensión. “En los surcos abiertos por el dolor del mundo / te sembrará de vientos y / conocerá su rostro”, dice en Saludo. En Océanos: “En el océano de lo perdido, / hay nombres. / ¿Quién responde / a este chorro de alma / que los llama?”. Y en Callar: “Gracias, mundo, por no ser más que mundo / y ninguna otra cosa”.
Palabras sueltas, arañazos en los versos de Juan Gelman. Donde hay siempre ese aire de dolor, y el afán de trascenderlo. Y con esa certeza tan rotunda cuando pregunta lo que sabe el poema, y responde: “Nada”.
Hay 3 Comentarios
He descubierto el lugar de la Mancha del Quijote, Urda, puedo demostrarlo de forma matemática (Cervantes da dos veces el eje de coordenadas en el texto de su libro), se trata pues de la única y verdadera aldea de Sancho. He escrito un libro, “Escrito con la zurda”, donde se esconden las claves necesarias para descubrir el verdadero y único lugar de la Mancha al que se refería Cervantes con su “de cuyo nombre no quiero acordarme” o “que no le saldrá en la vida” del romance “El Amante apaleado“, mediante cuatro sistemas: hieroglíficos, anagramas, profecías y lógica de la orientación con respecto a Puerto Lapice deducida del texto quijotil. Cervantes sigue escribiendo si se hace lo que se conviene y aquí me estoy refiriendo a la penúltima frase del prólogo del Persiles: “Tiempo vendra quiça, donde anudando este roto hilo, diga lo que aqui me falta, y lo que sè conuenia.”. Para ello hay que anudar ese roto hilo, lo cual es complicado.
Comprendo que lo dicho puede resultar extraño e increíble pero es absolutamente cierto y demostrable. El descubrimiento de este enigma me ha llevado tres años de trabajos y a escribir este mi primer y único libro que esconde un autentico tesoro literario: la existencia de formas ocultas en la obra de Cervantes, especialmente en el Quijote, algo que ha permanecido oculto durante 400 años y que ahora sale a luz. Quisiera ser tomado en serio y no es mi propósito tomar el pelo a nadie ni exponer teorías fantasiosas, repito que todo lo dicho es matemáticamente demostrable, y que de la lectura del libro se puede llegar a conocer el nombre de la aldea del Quijote, un pueblo nunca antes mencionado ni como sospechoso. Con todo, el libro oculta nuevamente dicho nombre, dejando que sea el lector avizor el que destape tal misterio si sigue las indicaciones y tiene un buen mapa de la zona o es conocedor de la Mancha. Así que me ha parecido mejor escribir y adjuntar un ensayo corto titulado “Urda la desconocida” para la mejor comprensión de la enrevesada trama del libro. En el ensayo, que se puede leer a modo de prólogo, se dice de forma clara y directa cual es el lugar de la Mancha, Urda (a 30 km. de Puerto Lapice por el noroeste) y las curiosas y contundentes razones que llevan al nombre de este pueblo o a su posición geográfica.
Lo sorprendente es que en este caso se trata de un estudio serio y riguroso, presentado en forma de novela, con pruebas concluyentes que muestran la existencia de esas formas difíciles correspondientes al mejor manierismo literario y muy de moda en la época de Cervantes, que se sirvió de ellas para plantear adivinanzas sobre el lugar y Avellaneda. Sólo pido algo de credibilidad y también paciencia para leerse el ensayo o el libro. Si se está interesado en más información contactar conmigo en [email protected]
Publicado por: Fernando Alvarez Junco | 03/05/2008 1:28:06
Gracias por contar de Gelman, más allá de lo que dijo el rey. Quiero decir, que bien tener aqui a la mano unos poemas, para continuar. Entre Severo Sarduy y Gelman, me pongo feliz, gracias por lo que a América latina se le cuanta de si misma en este blog.No pare por favor.
Publicado por: minitadeboli | 26/04/2008 23:11:51
Efectivamente el modificar adaptar el idioma forma parte de la metamorfosis que sufre una lengua cuando se está expandiendo. El castellano de Cervantes tiene la gran fortuna de ser hablado de tantas diferentes maneras a ambos lados del oceano transformandolo en un idioma ingeniosísimo y riquísimo. Eso si al precio "rumbear" por una metamorfosis perenne.
Publicado por: Horacio | 24/04/2008 13:10:29