Una mujer muere. El notario, amigo de la fallecida, abre su testamento delante de sus hijos, un chico y una chica, gemelos. El dinero que ha dejado debe dividirse entre los dos. Los muebles, que se los repartan. Y si no hay acuerdo, que los vendan. Luego vienen las disposiciones más delicadas. Una vieja camiseta con el número 72, para la chica; un cuaderno rojo, para el muchacho. Y hay también unas cartas. La hija debe buscar a su padre para entregársela. El hijo, a un hermano. ¿Pero no era que el padre había muerto? Y ese hermano, ¿de dónde sale ese hermano? Poco a poco entramos al pantanoso mundo de los lazos de sangre. ¿Por qué obedecer la última voluntad de tu madre? Esa mujer que permaneció callada desde hace años, sin decir ni una palabra. ¿Qué sentido buscar ahora a un padre y un hermano? Incendies, escrita y dirigida por Wajdi Mouawad (Líbano, 1968), e interpretada por la compañía Théâtre Abé Carré Cé Carré, seguramente es uno de los montajes teatrales más impresionantes de cuantos han pasado por Madrid en años. Una tragedia de nuestro tiempo que pone los pelos de punta.
Desde los griegos, el mundo más próximo resulta al final el más ajeno. Ajeno y amenazador: la familia, ahí donde operan los lazos de sangre, la cercanía y la convivencia, los afectos y la protección, es por eso el ámbito donde se desencadena súbitamente lo peor. Lo han contado Esquilo, Sófocles y Eurípides. Luego Shakespeare, y tantos otros. Hay que colocar a Wajdi Mouawad (Líbano, 1968) en esa órbita, donde no hay miedo alguno por bajar hasta el fondo más remoto de la condición humana y chapotear en sus fangos. “La obra de arte como un gesto de guerrero que libra en mí un combate en el que yo soy a la vez el terreno, el enemigo, el arma y el combatiente”, eso escribe Mouawad en el programa que se reparte de el teatro Español, donde Incendies se representa hasta el día 8 de este mes.
También escribe “¡Estremecimiento, estremecimiento!”. Y eso es lo que produce la pieza que los nueve magníficos actores de la compañía representan sobre un escenario casi desnudo. Unos paneles de apariencia metálica, divididos en rectángulos, como telón de fondo. Y unos cuantos elementos: unas sillas, unas escaleras, una mesa, un aspersor (que se convierte en una ametralladora). El agua. Y luego el viaje al infierno de la guerra.
Por el lugar de origen de Mouawad es inevitable pensar en la del Líbano. También por la lengua árabe que se escucha en algunos momentos y por aquello que la recorre de manera más íntima: es una guerra que están librando hermanos contra hermanos. De ahí su brutal crueldad, su locura, su horror. De todas formas da igual: Mouawad ha escrito una obra universal. Lo que pasa es que para que sea de verdad la ha colocado en nuestro tiempo, precipitándose de lleno en las ciénagas de Oriente Próximo. Para desgarrarnos, y herirnos, y sacudirnos.
Hay 2 Comentarios
Al fiatar de le morti.
Sì ridente par de' sogni quasi in
candido rumor l'adorabil nostalgia,
che intanto fulge, al passar de
nugoletti, ove il flebil cantileno
muta in pianto la parvenza.
Francesco Sinibaldi
Publicado por: Francesco Sinibaldi | 09/06/2008 17:53:52
http://www.laprensa.com.bo/domingo/01-06-08/01_06_08_edicion1.php
lazos de sangre y lucha entre hermanos
Recomiendo leer este interesantisimo articulo publicado en la prensa boliviana sobre Ud., su familia y la Guerra Cvil Espanola
Publicado por: Horacio | 07/06/2008 8:05:06