Una llanura con surcos y hoyos

Por: | 17 de septiembre de 2008

Cuenta Lord Chandos que un buen día vio como en la conversación familiar, aquella que se tiene con los más próximos, “todos los juicios que suelen emitirse a la ligera y con una seguridad de sonámbulos” se le volvieron “tan problemáticos” que tuvo que dejar de participar en semejantes charloteos espontáneos. La carta que el escritor austriaco Hugo von Hofmannsthal publicó en 1902, y en la que pone en boca de un joven escritor de la época isabelina las palabras que escribe en una misiva al célebre filósofo y canciller de Inglaterra Francis Bacon, sigue admitiendo múltiples lecturas y mantiene intacta su capacidad de conmover y de conectar: lo que cuenta aquel joven parece ser exactamente lo que te está sucediendo. Pre-Textos ha tenido una curiosa iniciativa. Recuperar el texto del austriaco e invitar a autores tan diversos como puedan ser José Luis Pardo, Clément Rosset, Hugo Mújica, Stefan Hertmans, Esperanza López Parada y Abraham Gragera a que contesten la carta. El volumen se completa con un prólogo de Claudio Magris, un ensayo de Juan Navarro Baldeweg y una introducción del traductor, José Muñoz Millanes.

Von Hofmannsthal hace que Lord Chandos hable de tosquedad y de enfermedad del espíritu para señalar Hugo_von_hofmannsthal un cambio que lo afecta profundamente. Se refiere así a una época anterior en que le parecía habitar una “especie de embriaguez continua” donde “todo lo existente” se le presentaba como “una gran unidad”. Había una extrema fluidez, entonces, entre las cosas y las palabras, y la impresión de pisar suelo firme: “Por doquier me encontraba dentro del centro, nunca caí en la cuenta del carácter aparente de nada”.

Y, de pronto, la fractura, el agujero, el resbalón, el impacto que lo sacude y lo coloca ante un nuevo estado de cosas: ya no hay nada que hacer, algo se ha enquistado entre las palabras y las cosas. “He perdido del todo la facultad de pensar o de hablar coherentemente de cualquier cosa”, dice Lord Chandos.

Se pueden hacer consideraciones de todo tipo sobre la crisis de Lord Chandos, esa crisis que ha de conducirlo a dejar definitivamente de escribir y a desconfiar profundamente de las palabras. ¿Es la formulación drástica del final de un mundo, el del imperio austrohúngaro? ¿El lamento por haber abandonado una cada vez más remota edad dorada y la melancólica crónica de su caída en el vacío? ¿Es acaso el diagnóstico del desajuste entre las propias experiencias y la capacidad de expresarlas? ¿O simplemente cuenta la impresión de haberse quedado fuera de juego? ¿De qué juego?

Me llama la atención ese momento en que confiesa que ya no puede soltar ni con los más próximos ningún juicio con esa “seguridad de sonámbulo” con que lo había hecho hasta entonces. Y me viene la imagen rotunda de alguien que ha dejado de hablar la lengua de los demás. Que en las mismas palabras que había utilizado hasta entonces los otros, los próximos, ya entienden otras cosas. Así lo explica Lord Chandos: “Mi espíritu me obligaba a ver cuanto se presentaba en este tipo de conversación en una inquietante cercanía: tal como una vez había yo visto en una lente de aumento una zona de la piel de mi meñique semejante a una llanura con surcos y hoyos, así me sucedía ahora con los hombres y sus acciones”. Pues eso mismo: una llanura con surcos y hoyos. Un territorio inhóspito.

Hay 2 Comentarios

Curiosa, y al mismo tiempo interesante esa iniciativa de Pre-Textos.

Supongo que hay cosas y situaciones en la vida que son intemporales. ¿no?

Pero qué historia tan inquietante.

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Sobre el autor

José Andrés Rojo

(La Paz, Bolivia, 1958) entró en El PAÍS en 1992 en Babelia. Entre 1997 y 2001 fue coordinador de sus páginas de libros y entre 2001 y 2006 ha sido jefe de la sección de Cultura del diario. Licenciado en Sociología, su último libro publicado es Vicente Rojo. Retrato de un general republicano (Tusquets, 2006), XVIII Premio Comillas. Correo: @elpais.es.

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