Tenía quince años cuando The Spencer Davis Group empezó a rodar, y a veces había complicaciones en las giras porque en determinados lugares no querían dejarlo tocar por ser menor de edad. Pero ya llevaba una temporada larga arañando la guitarra y dándole al órgano y cantando. Ahora, en el año que cumple sesenta tacos, Steve Winwood ha publicado un nuevo trabajo, Nine Lives. Mantiene esa voz negroide que es su marca más rotunda y reconocible, y sigue lleno de curiosidad a la hora de componer y de permanecer estrictamente fiel a su estilo. Hay blues, soul y rock y, al mismo tiempo, ganas de ir un poco más lejos. Asombra seguir encontrando tanta frescura en su música y admira la alegría que transmite por continuar ahí, haciendo lo que le gusta, probando, disfrutando.
El negocio de la música popular está lleno de figuras efímeras, de vertiginosos éxitos y fracasos estrepitosos. Permanecer es un acontecimiento. Seguir haciéndolo bien es para quitarse el sombrero. Es hora de quitárselo y de celebrar la buena salud de este inmenso músico. En Nine Lives incluye una imagen de cuando empezaba. El salto desde entonces hasta ahora casi no se nota. La sonrisa del caballero de sesenta años es la misma que la del chaval de trece, de doce, de once (quién sabe). Refleja el puro gusto de hacer música.
Con el grupo de Spencer Davis hizo aquellos temas célebres, Gimmie Some Lovin' y I'm the Man. Conservan ahora mismo su energía intacta. Cuando en 1967 empezó con Traffic conviene acordarse de que —en un momento donde el formato habitual de los grupos era el de dos guitarras, bajo y batería— aparecían tocando la flauta, el órgano, el sitar y la batería. Sus canciones incorporaban con toda naturalidad las influencias más extrañas, de la música oriental al jazz. Por referirnos a este último género, daba gusto seguirlos en Giving To You donde rodaban improvisando como unos aventajados (e irónicos) aprendices de John Coltrane y Jimmy Smith.
Ahora que se cuenta que Ron Wood, el último de los músicos en incorporarse a los Rolling Stones, habla en sus memorias de haber vivido en la cumbre como en una cárcel de oro, seguir una a una las canciones de Nine Lives (en una de ellas toca Eric Clapton, con quien Winwood formó Blind Faith) permite recuperar los inconfundibles aromas de pequeño garito donde siempre se han batido y curtido los mejores intérpretes. Nada que ver con la amenazadora urgencia de llegar a grandes masas y de montar el espectáculo, si hace falta, para conseguirlo. Sólo hacer música y hacerla bien.
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PARA ALGUNO DICHO GUSTO YA PASÓ
http://comielotrodia.wordpress.com/
Publicado por: SABINO MENDEZ | 27/11/2008 8:49:53