El disco se abre con la desnudez de la voz de Miguel Poveda y unos cristalinos golpes contra una fragua. Es un martinete, al que sigue de inmediato una soleá por bulerías. Pero no se trata de un disco de flamenco del cantaor sino de la nueva entrega de Perico Sambeat, un tipo que toca los saxos alto y soprano y la flauta y que hace jazz. En esta ocasión también dirige a una orquesta, que se llama como el disco: Flamenco Big Band. Hay bulerías y tanguillos, una guajira, una nana. Pura mezcla, música del nuevo siglo.
Ocurre como si al jazz le hubieran puesto alas. Vuelan entonces los vientos y van sucediéndose las masas de sonido de una big band, que se cruzan y se ceden la vez. Hasta que emerge, como la bailaora que salta al tablao, alguno de los instrumentos —el saxo, el piano, la trompeta— y se pone a hacer solo sus diabluras. Las palmas arrastran aquel vendaval a ritmo de bulerías (por ejemplo) y todo ello desprende la elegancia de una orquesta de viejo tugurio neoyorkino. Ves las luces de neón y la pista de baile y los hombros desnudos de las mujeres, y alguna fuma y suelta el humo y vuelve su rostro lánguidamente para confirmar con desdén que tienes la mirada clavada en su clavícula.
Viene de lejos la querencia de este músico de jazz (la foto es de Tania Castro) por el flamenco. En 1998 grabó Ademuz. Ahí está cantando Enrique Morente, pero la locura surge al escuchar el piano de Brad Mehldau que suena contagiado de duende, y revela que en la música no hay territorios cerrados y que la hondura del flamenco puede salir camuflada entre las notas improvisadas de un músico de jazz. Aquella vez Sambeat juntó a un montón de músicos de fuera con otros de aquí, y los puso a cabalgar a lomos de una original propuesta que se levantaba sobre la energía de los esquemas libres del jazz pero que mordía ya las entrañas donde habita el quejío.
Es verdad que el afán de mezclar el jazz con el flamenco tiene ya una larga historia. No siempre ha salido bien. A veces las particularidades de una de estas músicas se han añadido como un pegote a los desarrollos estilísticos de la otra. Se veían más las ganas, el propósito que se marcaban los intérpretes, se les pillaba el pie forzado. Lo que tiene este Flamenco Big Band de Perico Sambeat es madurez. Y madurez quiere decir simplemente naturalidad. No se le nota que pretenda nada, simplemente lo hace. Despliega los sonidos de la orquesta y de allí baja una escalera con los requiebros que pueda hacer su saxo alto, por ejemplo, o en sus pliegues se integra con comodidad la guitarra de Gerardo Núñez. Las palmas van empujando. “Ay. Pusiste en mi tu amor cuando pusiste tu vida en la mudanza de los vientos”. Eso canta Poveda en la Guajira para Duke. Y eso ha hecho Sambeat: instalarse en eso vientos que mudan y que van soplando hacia parajes nuevos y desconocidos.
Hay 2 Comentarios
ey josé que buen texto, me gusta como articulas cada comentario con cada uno de los instrumentos... es tan buen texto que motiva a otros a montar post interesantes, camilo esta bueno eso de www.qualid.es, todavia hay mas curiosidades....
Publicado por: milena | 15/11/2008 4:10:06
hola, en la misma onda me gustaría recomendar una big band llamada Mamma Boogie, puro funk soul de calidad. Se puede ver en Qualid:
http://qualid.es/?id_pre=5
un saludo!
Publicado por: camilo | 14/11/2008 12:25:47