Vuelvo al libro de Jean Daniel sobre Albert Camus, del que ya me serví hace unos días en la entrada El lugar incómodo. Y vuelvo al punto donde quería haber empezado. Al periodismo. Porque este Camus. A contracorriente (Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores) es sobre todo el libro de un periodista, Jean Daniel, director de Le Nouvel Observateur, sobre otro periodista, Albert Camus, la gran figura de Combat. Y es un libro actual porque de lo que trata es de los problemas que agitan nuestro presente. Camus es el referente, el viejo colega al que se acude en momentos de incertidumbre, el tipo que arriesgó y que se lanzó en picado, con valentía y coraje, para defender lo que pensaba. Y pensaba, cuenta Jean Daniel, que un periódico debe defender "encarnizadamente" tres principios, los "de la justicia, el honor y la felicidad".
¿Se puede sostener hoy un desafío semejante? ¿Por qué justicia habría que pelear? ¿Qué felicidad conquistar? Y, díganme, ¿qué diablos significa eso del honor? Lo comenta Jean Daniel: "Un tríptico más sorprendente de lo que parece. ¿Qué persona de izquierdas se atreve a hablar así sobre el honor como ideal?". Y explica: "No olvidemos nunca la hispanidad de Camus (en la imagen): para él, el espíritu español se caracteriza, por un lado, por su 'locura del honor' y, por otro, por su sentido de lo trágico".
Mucha hispanidad y mucha locura y mucho sentido de lo trágico, vale, ¿pero a qué se refiere cuando habla de honor? ¿Qué significa ese término que tan bien cuadra con nuestro Siglo de Oro y que tan poco dice en el presente? Lo que Jean Daniel recupera, y reconstruye, y celebra, es al Camus periodista. Al que está batallando con las horas para cerrar a tiempo, al que tiene que pronunciarse sobre lo que ocurre en un suspiro, al tipo que escribe en las trincheras. Con esa prosa transparente, exacta. Como balazos.
Dice el diccionario que honor es la cualidad que lleva a una persona a comportarse de acuerdo con las normas sociales y morales que se consideran apropiadas. También habla del honor como "buena reputación". Escribe Jean Daniel: "El Camus periodista es el Camus que lucha contra su época, la época de los colonialismos, de los totalitarismos y del terror". Dice también: "Camus intenta poner en guardia a los periodistas contra lo que constituye su religión: la obsesión ante el 'fallo' y 'la búsqueda de la exclusiva'. Su respuesta es: vale más ser los segundos en dar una información verdadera que los primeros en publicar una falsa". Y cuenta muchas más cosas. Ahora que los periódicos batallan sobre todo por su supervivencia, ¿cómo encajar esa otra batalla? La batalla de "las aventuras de la verdad" contra las males de nuestra época. La obligación, en fin, de no dimitir.
Hay 31 Comentarios
Entrevista a NOAM CHOMSKY del periodista chileno Roberto MANRIQUEZ:
Los movimientos populares masivos en Latinoamérica no suelen atraer a los intelectuales pues estos prefieren un rol de liderazgo”
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=78206
Y esa es la cuestión. seudo-intelectuales del "tres al cuarto" con poca substancia y menos críterio cultural o pensamiento crítico y7o enjundia, se creen el ombligo de no sé qué: son inversamente proporcional, ricos en vanidad que al tamaño de su(s) talento(s).
Publicado por: GRAMSCIEZ | 30/12/2008 14:48:08
Lo que mas fastidia de Morales y su gobierno es que facilita al pueblo el acceso al saber.
Publicado por: curro | 29/12/2008 13:03:52
Lo que mas fastidia de Morales y su gobierno es que facilita al pueblo el acceso al saber.
Publicado por: curro | 29/12/2008 13:02:50
Pues yo creo, y me jugaría una uña, que salvo en sus escritos sobre su tierra natal,Mondovi, ORAN, como esas piezas cortas,"Noces","L´été",etc., el tiempo corre contra ALBERT CAMUS, ya que su prosa se desmiga poco a poco, y queda un esqueleto muy descalcificado; más aún en sus obras de intención moral o "seudo-filosófico", como "LA CHUTE" (nouvelle) o "L´envers et l´endroit","L´homme révolté".Su teatro es muy de circunstancias y cooptado de fuera (Le Malentendu) o "grotescoïde" insulso. tal que CALIGULA o "Etat de Siège", "Les justes" etc.Como dice Ferrán GALLEGO,nada comparable con la trilogía de Jean-Paul SARTRE "Les chemins de la liberté".SALUD
Publicado por: GRAMSCIEZ | 23/12/2008 13:51:27
Pues yo creo, y me jugaría una uña, que salvo en sus escritos sobre su tierra natal,Mondovi, ORAN, como esas piezas cortas,"Noces","L´été",etc., el tiempo corre contra ALBERT CAMUS, ya que su prosa se desmiga poco a poco, y queda un esqueleto muy descalcificado; más aún en sus obras de intención moral o "seudo-filosófico", como "LA CHUTE" (nouvelle) o "L´envers et l´endroit","L´homme révolté".Su teatro es muy de circunstancias y cooptado de fuera (Le Malentendu) o "grotescoïde" insulso. tal que CALIGULA o "Etat de Siège", "Les justes" etc.Como dice Ferrán GALLEGO,nada comparable con la trilogía de Jean-Paul SARTRE "Les chemins de la liberté".SALUD
Publicado por: GRAMSCIEZ & KlaraKARMEN | 23/12/2008 13:46:23
La cita del prólogo de Sarte a Aden Arabie es genial: " confondre n'est rien; il fallait convaincre, pousser notre avantage, couper la retraite aux ennemis"
me paece genial esa frase y además esta llena de actualidad.
Ya sé que mi campo puede parecer escogido de antemano pero yo no lo creo, como Sartre analiza sus errores así me gustaría ser capaz de analizar los míos, lo intento.
Vuestro debate me interesa de cara al presente y me parece más fructífero para ello Ferran que Gaspard porque no creo que el liberalismo, solo, encuentre o pueda encontrar las soluciones a los problemas de hoy o de mañana.
Se me ocurre preguntar (sin ser ecologista) cómo se posiciona el liberalismo ante las destrucción de la selva amazónica.
Publicado por: maririu | 22/12/2008 9:28:27
No hace falta que ninguno de los dos os disculpéis. Posiblemente, si alguien ha de hacerlo, ése soy yo. No estaba pensando en Ferran al hablar de la responsabilidad, porque entonces ni habrías nacido o serías demasiado joven, y en ningún caso te creo capaz ya no de hacer lo que se hizo, si no ni de justificarlo o intentar silenciarlo. Me refería a los intelectuales, que tenían una inmensa responsabilidad, sobre todo los franceses, pues París siempre había refugiado a los perseguidos, intelectuales o no, de Europa y el mundo entero. Que el votante o simpatizante comunista corriente no supiera lo de los campos –aún hoy a muchos que ni saben que existieron en la URSS o Europa del Este– es comprensible, pero que esos intelectuales, que tanta estatura se abrogaban, no tuvieran la más mínima intención de conocerlo, o de haberlo hecho, quisieran hacer callar a los que no estaban de acuerdo, como Rousset, es muy grave. Milan Kundera, arropado ahora por gente como Havel, resistente comprometido, denunció su amargura por ello. Havel, sucedido por Vaclav Haus, el escéptico del cambio climático introducido en España por Aznar, y que compara a la UE con la URSS. Él, que pasó desapercibido en los 70 y 80 a pesar de la brutalidad del régimen checo, algo que no se lo recrimino, pues ser del PSUC en el franquismo, o disidente tras el Muro o concejal constiticionalista en Euskadi exigía, exige y, desgraciadamente, seguirá exigiendo un gran esfuerzo. Aunque Francia no ayudó a los Kundera y fortaleció a los Haus cuando en 2003 Chirac le dijo a Europa del Este lo mismo que Espe a Gallardón: “Calladitos estáis más guapos”.
Arendt decía que los intelectuales deben tener más libertad que los demás, por el papel que pueden jugar a favor de la búsqueda de la verdad. Pero, por ese mismo motivo, también ostentan mayor responsabilidad: anunciar dicha verdad. Si X es X, es X aunque lo hagan los nuestros. Que es lo que dijo Camus sobre el “concentrarianismo”. Y que por eso De Gaulle acertó al permitir el fusilamiento de Brasillach. “Pecado de intelectual”. Como Brasillach adujo, en la izquierda muchos, los neo-socialistas (antiguos seguidores de Jaurès que abandonaron la SFIO en los 30 y abogaron por una planificación anticapitalista y regeneradora que los llevó a apoyar Vichy) y los no-conformistas, que mezclaron antiliberalismo y misticismo pseudo-religioso (como la extrema derecha gala que martirizaba a la Tercera República, o la Falange de José Antonio, en parte) azuzaron a Blum con el mismo antisemitismo. Él no ordenó ni facilitó ningún asesinato, a diferencia de Pétain. Y Pétain, al que vi en un documental de France 2 sobre el 80.º aniversario de la Gran Guerra repartiendo avituallamiento entre las tropas en el frente de retaguardia inmediata de las trincheras, era muy responsable de lo ocurrido, aunque “deslocalizara” responsabilidades a Laval. Quien tuvo el honor de suicidarse en vez de esperar que otros hicieran el trabajo por él con una soga o un pelotón.
Publicado por: Gaspard | 21/12/2008 21:52:45
Refiriéndome ahora a lo que ha ido siendo el curso del debate, considero adecuada esa exaltación de Camus y Rousset, en la medida en que puedo hacerlos míos. Y lo hago sin necesidad de dejar de lado las motivaciones que me llevaron a militar en el PSUC, es decir, en un partido comunista que luchó no sólo contra el fascismo en España, sino por dotar de una calidad democrática y social al régimen de la constitución del 78. Debo indicar que hay que ser justos con Camus y Rousset y colocarlos en su lugar adecuado, porque quizás existiría un silencio que no corresponde a la verdad: ¿no militaron todos ellos en la opción de una Tercera Vía CON SARTRE en 1948? ¿Creemos que Camus habría apostado por de Gaulle en algún momento o lo habría hecho Rousset? Porque eso supone establecer el lugar de ese debate, que no es sólo el del HONOR, sino el de la relación entre el compromiso con una época y el territorio de los males menores y las concesiones tácticas de la política. La necesaria convivencia con personas que no son del agrado al 100%. Creo que, en el curso del debate, no se ha negado esto por nadie. Lo que se ha hecho es plantear que la totalidad de la intelectualidad comunista de aquel momento y la totalidad de sus compañeros de viaje eran personas de moral mezquina. Afortunadamente, como también se indica, sus palabras están registradas, como las están las del Sartre anterior a 1952 y las del Camus de la guerra de Argelia, que por mi admiración por Camus, me causan rubor.
Dueño cada uno de su interpretación de los acontecimientos, sólo he tratado de indicar el drama ambiental de una época, en la que las elecciones eran duras y sin la línea divisoria clara que se abre hoy con tanta nitidez ante nosotros. Continúo amando al Sartre que prologa la obra de Paul Nizan, el hombre que rompió con el PCF cuando se produjo el pacto germano-soviético y murió en 1940, que trató de ser denigrado en la prensa del PC haciendo que Sartre se revolviera contra aquel ultraje (ver el prólogo a Aden, Arabia, publicado originariamente en la revista "Europe", para considerar lo que Sartre opinaba de la dirección del PCF tras la condena de Nizan:
"Ils partaient gagnants: un viol de sépulture dans un cimetière mal gardé, ce n'est que du bricolage; s'ils ont perdu la première manche, c'est qu'ils nous méprisaient trop. Aveuglés par les deuils et par la gloire, les intellectuels du Parti se prenaient pour un ordre de chevalerie, ils se nommaient entre eux les 'héros permanents de notre temps', et c'est vers cette époque, je crois, qu'un de mes anciens éleves me dit avec une suave ironie: 'Nous autres, les intellectuels communistes, nous souffrons, voyez-vous, d'un complexe de superiorité!'. En un mot, des sous-hommes inconscients de leur sous-humanité. Donc ils poussèrent la morgue jusqu'a fàire l'essai de leurs calomnies sur les meilleurs amis de Nizan. Un test en quelque sorte. L'épreuve fut decisive: sommés publiquement en nous reprochant de ne jamais leur faire confiance et de n'être vraiment gentils.
La seconde manche, c'est nous que l'avons perdue: confondre n'est rien; il fallait convaincre, pousser notre avantage, couper la retraite aux ennemies. Notre victoire nos fit peur. Nous les aimions bien dans les fonds, ces injustes soldats de la Justice. (...) Quand j'y réflechis, notre négligence me paâît suspecte; que nous ayons cru de bonne foi l'homme retabli dans son innocence, je l'admets a la rigueur. Mais l'oeuvre? Est-il admissible que nous n'ayons rien tenté pour la souver de l'oubli? Elle avait volut deplaire: c'est son plus grand mérite; et je suis sûr à présent, qu'elle nous déplaisait. Je rappelle, en effect, que nous avions acquis des âmes neuves et belles: si belles que j'en rougis encore. La Nation ne veut rien perdre; elle decida de nous confier ces lagunes insatiables et vides dont elle n'avait que faire. Les douleurs englouties, les exigences insatisfaites des trespassés, bref tout qui n'est pas récuperable. On reversa sur nos têtes les mérites des ces martyrs, on nous decora vifs a titre posthume."
Creo que el texto muestra una posición de incomodidad que refleja las contradicciones de una época. Quienes hicieron su autocrítica no renunciaron a los motivos que les llevaron al combate. Quienes militaron en el comunismo no lo hicieron para imponer una dictadura sobre sus semejantes, sino para luchar, contra la corriente, en un mundo poco favorable que llevaba al paredón, a la tortura o al exilio interior. Considerarlos beneficiarios de una hipoteca moral de la Europa occidental de la guerra fría me parece inadecuado. Me afecta en mi propia motivación de militancia y lo hace en las personas a las que he conocido, de edades avanzadas, narrando lo que les llev´´o a luchar y a peder compañeros en condiciones de ignominia, como los jóvenes comunistas fusilados en Barcelona por sacar Treball a la circulación en 1947. ¿Puede decirse que, en ese mismo año, podemos establecer una comunidad de interés entre la burocracia que gobernaba unos países en nombre del socialismo y la lucha de los comunistas que precisaban de un mito, de un asidero al que referirse, cuando podían morir reclamándose herederos de los ideales de la revolución de 1917 y de su continuidad en la lucha contra el fascismo...?
Dados casi todos los argumentos en el espacio de un blog, y habiendo usado un impersonal que a nadie se refiere, pero que necesariamente polemiza, espero haber cumplido con "La regle du jeu".
Publicado por: Ferran Gallego | 21/12/2008 20:46:02
Gaspard:
No creo que seas deshonesto. Todos en algún momento podemos recurrir a esas “pequeñas argucias”. Nadie es perfecto como sabemos desde “Con faldas y a lo loco”.
Sería razonable que “sentirse cómodo con uno mismo” fuese la única victoria que te interesase si no viviésemos en sociedad. Aznar debe resultar el modelo ideal de este tipo de personas, rebosantes de autoestima, a quienes no les importa nada ajeno. Y a ti, ni de lejos, te imagino como él. Te pido disculpas en cualquier caso.
Publicado por: Miguel Mora | 21/12/2008 20:45:19
Gaspard: vaya por delante que pido excusas sobre cualquier exceso que hayas podido sentir, aun cuando no fuera esa mi intención. Hablar de la flaqueza de un argumento no me lo parece, y referirme al juego sucio es, en su forma, un exceso verbal, pero me refería a que en los debates se puede tender a reforzar las posiciones con alguna salida de tono.
Naturalmente, en caso de que no hubiera habido un artículo mío no habrías respondido, con lo que hablábamos de Sartre y de Camus, pero hablábamos TU Y YO y, deberás aceptarlo, estábamos respondiéndonos. Mantener un impersonal, en este campo (recuérdalo) era utilizado por Sartre para quejarse de Camus, que se refería a Jeanson sin dirigirse personalmente a él en ningún momento. Estabas dialogando conmigo y, por tanto, por duro (y necesariamente respetuoso, eso sí) que sea el debate, supongo que yo comprendía que existían, implícitamente (y así lo entendían los lectores) las referencias a mis argumentos. No me he dirigido a ti, sino a ellos. No podría haber entrado en el debate sin hacerlo. En algún momento me he referido, y no me ha parecido descortés, a tu posición de liberal. Incluso elogiándola y distinguiéndote de otros. Comprenderás que me sintiera aludido, habiendo militado en el PSUC y siendo un profesor universitario, a tus referencias a los intelectuales comunistas.
Naturalmente, para mí está zanjado el asunto del otro blog, porque creo que nuestro debate tiene mucha más sustancia que cualquier asunto que ocurriera en otro lugar: un asunto que, además, puede tener interpretaciones diversas, como las ha tenido, aunque puedas desconocerlo.
Recibe un abrazo. En posiciones políticas muy distintas, no voy a dejar de respetarte y a enriquecer mi reflexión forzada por responder a argumentos fundamentados.
Publicado por: Ferran Gallego | 21/12/2008 20:12:59
Por alusiones:
1) Para mí el honor reside en Rousset. Él gano el juicio, y con él Camus, el de la Historia. No he perdido nada, Miguel, porque no me he jugado nada, y porque no participo en un blog para ganar o hacer perder a los demás, que muchas veces viene a ser lo mismo. Simplemente, me da igual. La única victoria es la de sentirse cómodo con uno mismo, intentando ser fiel a la verdad. No sé si Daix, Sartre, Mounier y Emmanuel podrían sentir lo mismo hoy. Lo cierto es que los únicos que perdieron fueron ellos. El juicio en los tribunales franceses y el de la Historia universal. No he utilizado parcialmente ningún dato. La gran ventaja de los intelectuales es que todo lo que dicen queda grabado o archivado. En el mismo París en el que dijeron y hablaron esas cosas se puede encontrar todo sin problemas.
2) Aunque lo creo ya superado con Ferran, he de admitir que debería haberme callado. Pero me molestó sobremanera la interpelación abusiva, la referencia a mi persona, cuando yo no lo hice por mi parte hacia él, lo que hizo que recordara lo sucedido en otra ocasión. Ni una vez empleé su nombre, porque no estábamos discutiendo sobre nosotros, sino sobre Camus y Sartre. Tal vez no tendría que haberlo dicho, pero la avalancha de singulares de segunda persona me recordó lo ya sucedido. Y le pedí tranquilidad no para “alterarlo”, sino porque, en mi opinión, se había alterado, aquí, conmigo (“flaqueza”, “juego sucio”, “dispara”…).
3) Si recurro a “pequeñas argucias deshonestas”, he de suponer que crees que soy deshonesto. Si de verdad lo hiciera, diría que siento que pienses así. Pero como no lo siento en absoluto, te respondo que no intervengo para ganar ni para recibir la aprobación o el perdón de nadie.
Publicado por: Gaspard | 21/12/2008 19:19:21
Me cuesta no estar de acuerdo con alguien del nivel de J.A. Rojo que, además suscita cuestiones de alto interés en su blog. Según Rojo, dice el diccionario que honor “es la cualidad que lleva a una persona a comportarse de acuerdo con las normas sociales y morales que se consideran apropiadas”. También habla del honor como “buena reputación”. Me ha rechinado la primera definición, la segunda me ha llevado, inconscientemente a la “mala reputación” de Brassens. Consulto el Diccionario de la Real Academia y allí dice que el honor “es la cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo”. El María Moliner dice que el honor “es la cualidad de la persona que, por su conducta, es merecedora de la consideración y respeto de la gente y que obedece a los estímulos de su propia estimación”. Me tranquilizan las definiciones que yo he encontrado.
Hay una mini entrada de Juan Cruz que hace referencia al honor del periodismo. Los dos –Rojo y él - parecen encantados con Albert Camus. Me han despertado las ganas de leer el libro de Jean Daniel tan admirado desde hace treinta años en aquella referencia que fue “Le Novel Observateur”. Las aportaciones de Gaspard y Ferran Gallego han aumentado ese interés por el libro. En el sentido del honor periodístico tengo la impresión de que Gaspard, cuando se ha visto perdido – y perdedor – en los argumentos ha recurrido a pequeñas argucias deshonestas: utilización parcial de datos, referencias a “problemas” de Ferran en otro blog que le alterarían la tranquilidad (¿). Animo – supongo que ya lo hacen - a que en el periódico que tantos leemos y estimamos, Rojo y Cruz (con peso indiscutible en el mismo) peleen sin descanso por el honor, por la honradez. Lo que supongo pasa – muchas veces – por no hacer de los grupos mediáticos cotos cerrados en los que se defiende de forma endogámica a los propios componentes del grupo o a los que, aún sin serlo, sustentan los principios generales que defiende el grupo. Y marginan u obvian al resto.
Publicado por: Miguel Mora | 21/12/2008 18:00:05
En los comentarios del asuso GASPARD-- de la nuit ou des ténèbres?--se deslizan apreciaciones, o "juicios de valor", de la especie más abyecta, tales que afirmar que -en los países del ESTE, o del bloque de influencia de la URSS, hubieron 10 casos de países de opresión mayor que el fascismo Español--, encabezado por ese "TIRANO BANDERAS" de Francisco FRANCO Bahamonde, que no era un "DICTADOR DEMOCRÁTICO", precisamente, como nos ha enseñado muy bien el gran LUCIANO CANFORA.Si lo era, empero, JOSIF STALIN, por contra, ya que su DICTADURA (a veces son populares y justas para la mayoria de la población)lo era plenamente,DEMOCRÁTICAS, a pesar de estar huérfanas de elecciones.¿O acaso son las elecciones, con todo tipo de torcidas manipulaciones,el termómetro de la DEMOCRACIA?Yo, por mi edad, no viví aquellos años, pero si los sesenta(con pocos años) y todo el período "GAULLISTA", asfixiante, en cuanto a manipulación de los intereses de FRANCIA, como chantaje permanente, por encima de los de "Clase".Enfin sería largo de contar; la percepción de un joven escolar, con sus amigos de padres "Gaullistas", los unos y "comunistas", los otros, ya que hijos de"socialistas" o militantes de la "SFIO", era casi anecdótico.Todo esto en las comunas del NORTE,y el ESTE de PARIS.
Basarse en cualquier apreciación, de François Furet, para enjuiciar a La Revolución Francesa como al movimiento Comunista o a los regímenes del llamado BLOQUE del ESTE, pues es hacerlo en un esbirro de la "CIA cultural" relativamente grosero, aunque no tanto como el tal MARTIN AMIS, que bate registros de ignomia.
En cuanto. si los presidentes de los gobiernos del Frente Popular Francés, en los años treinta hasta el 10 de Junio del 40,no ayudaron a la REPÚBLICA ESPAÑOLA, en su lucha de supervivencia contra el FASCISMO, no todos se portaron igual;ya que el incompetente "antigigolo" Reynaud (el último de ellos) se puede contraponer al bien intencionado pero impotente L.BLUM, y también frente al artero anticomunista P.LAVAL, bien ayudado, siempre por las presiones del verdugo de la REPÚBLICA,o sea la GRAN BRETAÑA, tanto como ministro en contra de L.BLUM , como primer ministro.Y por cierto, como escritor y creador de bellas y convincentes ficciones, Denis de ROUGEMONT, no tenía rival, con su prosa y su discurso, pero como analista político imparcial u objetivo, pues no hubo forma que se acercase a ello, a pesar de su perspicacia e inteligencia, ya que su altivez aristocrática le condicionaba, además de sumergirle de pleno el "la Guerra Fría" como agitador de la llamada "CIA cultural".
Pues, nada a seguir intentando casar fuego con agua(democracia con liberalismo doctrinario del siglo XX).
SALUD)
Publicado por: GRAMSCIEZ | 21/12/2008 1:02:54
Aunque a veces me he despistado un poco, me ha gustado su manera de plantear el debate profesor Gallego;pero me ha quedado una pequeña duda, saber qué significado le otorga Gaspard a la palabra honor.
Publicado por: Elena | 20/12/2008 23:49:56
Yo también te envío un abrazo y, naturalmente, quiero evitar tormentas en un vaso de agua. No espero una pistola en la mano no tendida: ni esperarás una pistola en la mía. He visto las pistolas de los fascistas mientras me manifestaba con esos comunistas a los que desprecias, luchando por la libertad en España. Creo que en ningún caso (y si se ha escapado, espero que lo disculpes) he rebajado tu condición de intelectual. He puntualizado elementos en los que tengo datos, sencillamente porque mi profesión de historiador me ofrece algunos, aunque no me conceda la razón en mi interpretación. Sim plemente, no me niega el derecho a interpretar.
Ya sólo, Gaspard, punto por punto. Decir que, en 1965, estaba claro quién era el demócrata es una impostura. ¿Miterrand no era el demócrata y lo era De Gaulle? Creo que ni siquiera necesita comentarse porque, si entramos en el pasado de unos y otros, deberías considerar con quién compartiste el voto en 1965. De hecho, a quiénes apoyas entre los gobernantes de la IV República de los años cincuenta, los memos del CNIP apoyados en un maremagnum de defensores de la Francia de Vichy o en sana convivencia con los ocupantes. De Gaulle combatió la ocupación: claro...! ¿Con cuánta gente a su lado en el exilio? ¿Con cuánta comprensión de la derecha francesa de los años previos al oportuno 1943?
El Partido Comunista luchó contra el fascismo y apoyó el estalinismo. El segundo elemento elimina el primero. ¿Ah sí? El PCF combatió al fascismo y combatió POR LA DEMOCRACIA EN FRANCIA en 1945. ¿Puedes afirmar lo contrario sin chocar contra las propias memorias de los militantes comunistas opuestos a la línea de unidad nacional proclamada por Thorez? ¿Alguien justifica el estalinismo? No yo, desde luego, sino que trato de establecer los motivos de la militancia comunista en otro lugar que no son, ni exclusiva ni principalmente el apoyo a la URSS.
Me parece magnífico que no hayas militado. No creo que eso te permita insultar a quien sí lo ha hecho. Curiosamente, citas un listado de militantes, como sabes a la perfección: el Orwell del ILP (...por cierto, compartes sus simpatías por el POUM? ¿O son parte de esos errores de juventud que sólo reprochas a Mitterrand mientras se los perdonas a Semprún...o al propio Orwell?).
Leon Blum fue un cerdo con la República española. ¿De acuerdo? Como, ya te lo he indicado, le debo a la socialdemocracia francesa y al radicalismo de Dadalier 40 años de dictadura, faltaría más no hacer fuego (retórico) sobre Blum.
La sangre de los otros no es una frase de Camus. Sabes que es el título de un libro de otro autor, que dio lugar a una película excelente sobre la violencia de la Resistencia francesa: curiosamente, la que aplaudió Camus sin dudarlo.
Los comunistas no torturaron...porque no pudieron. Cuando lo hacen es su voluntad. Cuando no lo hacen, es que no pueden. Un tejido argumental cuya tramposa trama debería avergonzarte.
Que los liberales fueran pocos, dudo que pueda eximirlos de responsabilidades como su complacencia con el fascismo italiano o con el fascismo alemán, votando la ley de plenos poderes de Hitler.
Vuelves a esquivar un argumento: el socialismo real fue permitido por los páíses occidentales. Responde a lo que se te demanda, porque por ese camino harás cómplices del sufrimiento en los países del Este a los gobernantes a los que has votado. ¿Qué hicieron los demócratas europeos con España?
La tragedia de Munich explica, querido, la posibilidad de la segunda guerra mundial. Los millones de muertos de esta guerra se añaden a la política de no intervención en España, que forman parte de la misma lógica.
Estoy muy tranquilo, Gaspard. No hagas referencia a malinterpretaciones atropelladas que deberás, en todo caso, señalarme sin refugiarte en alusiones a otros lugares. Me sorprende que, en un debate entre nosotros dos, hagas lo que yo no he hecho: referirte a otros foros, cuando nunca se me ocurriría considerar la estima en que se te tiene en otros lugares. Esto es, en todo caso, entre tú y yo, o entre las personas que intervengan en este debate que habría deseado que se mantuviera lejos de referencias a los establos de los intelectuales o de los bueyes que tiran de los carros obedientemente. Eso es lo que, al parecer, consideras una muestra de calma...o de filosofía. Pero no compares esa calma zoológica con la de Aron, en la que tienes que rectificar que no has llamado animales a los obreros...sino sólo a los intelectuales. Al parecer, la limitación del insulto pasa a ser un argumento.
Aron no eligió sólo en Argelia y en Vietnam. Eligió cuando prefirió a De Gaulle a pesar del discurso antidemocrático del RPF. ¿Tendré que reproducirte, como tú haces, la declaracíón de Estrasburgo a la que se adhiere Aron? Aron eligió antes y después, no establezcas a tu capricho las fronteras cronológicas en una evolución que ni siquiera es la tuya, por muy partidario de Aron que seas. Per´mítele decidir a él...
POr último, sólo deseo que pases un tiempo agradable en compañía de los tuyos. A la espera de que cualquier debate nos enriquezca, porque no ha habido ni pérdida de nervios ni furia en parte alguna. En eso, precisamente, podemos distinguirnos de la posición que otros adoptan en foros en los que (y no por culpa del responsable del foro, sino a su pesar) sabes cómo caen de chuzos. Lo sabes tú y lo sé yo, y prefiero no entrar en detalles del foro al que te referías, que incluyen mis disculpas personales, no respondidas, a cada una de las personas que intervinieron en el debate. No pienso añadir una sola palabra sobre un tema que, ignoro por qué, has deseado poner sobre esta mesa que me parece más propia de este tipo de debates que estamos haciendo y que considero fructífero. Sólo un apunte final acerca de los intelectuales a los que insultas (y tienes el derecho a hacerlo). Aragon me cae fatal, o sea que nada que decir al respecto. Pero que Camus hable de Satre y Jeanson como burgueses...Gaspard, por favor...! Camus era un proletario en 1952 de la misma forma que yo soy un joven. Por el simple motivo que lo fui hace cuarenta años. Eran todos unos burgueses y la miseria de la primera juventud de Camus no puede colocarse en el frontiscipio de cualquier debate, como él tendió a hacer en un ejercicio de debilidad de argumentos compensado con su experiencia de pobreza inicial exhibida (y superada con creces en su condición de intelectual de rive gauche desde los años cuarenta). Ese argumento de clase me parece ridículo, siempre me lo ha parecido. Que pases felices fiestas. Ha sido un placer debatir contigo y que cada uno lleve su parte de razón y reflexione sobre la parte dicha por el otro.
Publicado por: Ferran Gallego | 20/12/2008 14:14:33
De Gaulle lideró a los franceses que querían liberar el país cuando la otra mitad se resignó (léanse las palabras de admiración de la comunista Agnès Humbert, y su referencia a una alianza con los “demócratas” para reconstruir Francia, cuando ya estaba presa en las fábricas alemanas). Mitterrand estrechó las manos de Pétain, antes de rectificar, claro, que es como el pecado de la religión católica que tanto le influyó. Pides perdón, y a otra cosa, sin remordimientos. En el 65 había que elegir entre De Gaulle y Mitterrand. Estaba claro quién era el demócrata.
El PCF combatió al fascismo y colaboró con el estalinismo. Lo último anula lo primero. El “establo” del PCF, y me refiero al INTELECTUAL, era muy, muy reducido, aunque para Sartre fuera más digno que la casucha de “perros anticomunistas”. Aragon era de los pocos que lo habitaban, y pidió tirar a Blum a la hoguera (Feu sur Léon Blum). El PCF se lanzó, a partir de la reunión del Komintern en Polonia, en el 47, a una brutal campaña de desprestigio de la izquierda democrática, y a insultar a Rousset. Claro que no torturaron, porque como dijo Camus, nunca quisieron pagar con su sangre sus creencias, ni permitieron que les salpicara la de otros. La sangre, la de otros, dijo Camus.
He preferido no militar en nada, porque exige obediencia animal, tirar del carro como un buey. Prefiero a Orwell, Gaitskell, Berlin, Camus, Schumacher (el de la retórica que escondía sus buenos actos en el establecimiento de la resistencia en la RDA) o Brandt.
Aron acertó cuando se le podía exigir que lo hiciera, en Argelia y Vietnam. Pero eran tan pocos, tan pocos como los judíos que volvían a Francia, según los recuerdos de Veil, que el liberalismo europeo, por no hablar del francés, tiene poco de qué responder, y lo hizo con Blum en ese juicio montado por Vichy, que nada tenía que envidiar a las purgas de los 30 o los escarmientos de los 40-50, al ser castigados con la deportación el liberal progresista Daladier y el liberal conservador Reynaud. Aún hoy no tiene más que un 10% de los escaños en el Parlamento Europeo, y en la mitad de los países ni existe un partido liberal.
La izquierda democrática no era anticomunista. Eran el PCF y los compañeros de viaje los que decían que lo eran para desprestigiarlos, como si así fuera. Denunciar el comunismo nunca ha sido “cómodo” en Francia. Nunca. Citar los gulags era garantía de recibir los regalos de Daix: Rousset era hitleriano. Mucho peor que llamar burro a alguien. La pena: unos céntimos de francos franceses de indemnización.
Y Españas las hubo en Europa del Este porque liberales y socialdemócratas europeos y americanos las permitieron. Cien millones de europeos sufrieron 45 años de horror, peor que lo de España.
Así pues, no he llamado animales a los votantes del PCF, sino a los intelectuales que pululaban alrededor de éste, y a quien los seguidores del Partido no leían porque bastante tenían con trabajar para ganarse la vida. No creo que la ilegalización del PCF fuese recomendable ni en el 47, cuando si Moscú le hubiese pedido a éste que se tirara por la ventana, y no a Masaryk, Thorez lo hubiera hecho (“que me escupan mi estalinismo, eso hincha mi orgullo”), ni en el 38-39, cuando Daladier lo persiguió tras el pacto con Hitler de Stalin, que fue peor que Múnich. Por el simple motivo de que la inmoral cesión de Checoslovaquia supuso, en número de muertos y heridos, una tragedia menor que el reparto de Polonia, hazaña que Stalin repetiría años después al hacer de espectador de lujo, sentado en los arroyos del Vístula, de la masacre del levantamiento de Varsovia. Un acto semejante al de sentarse junto a los familiares del reo tras la pantalla de cristal mientras ejecutan al condenado.
No he disparado a nadie. Tranquilízate, porque en el poco tiempo que llevo leyéndote, las malinterpretaciones atropelladas te han llevado a equivocarte en otros foros. Yo haré como Aron con Sartre, mantener la calma sin callarme, mientras me siento a tomar algo de beber en el Bec de Gaz y le dijo, “¡ves cómo hasta de un vasco haces filosofía!”.
Esto último lo digo sin ánimo de polémica. Un abrazo, porque por mi parte la discusión ha terminado. Entre otras cosas, porque, en efecto, estamos en Navidad y hoy quiero pasar por la pista de hielo que inauguran en la parvis del Ayuntamiento. Agua helada que prefiero a llegar a la gota que colme el vaso y provoque eso de “una tormenta en un vaso de agua”. Y lo puedes tomar sin temor, porque no tiendo una mano para abrazarte mientras guardo la otra tras la espalda para dispararte con un arma de fuego. Le feu que quería Aragon para Blum, ni para Aragon. Y menos para ti, que, a pesar de rebajar mi condición intelectual, a la que nunca he aspirado, yo sí te considero un intelectual. No como a Aragon, una sucia águila de establo que bebía del contubernio judeo-masónico, ni Sartre, esa bella ave excelsa y regia, “burgués como tú, como Jenson”, le reprochó a Camus. Ellos hubieran calificado a Humbert de hitleriana por emocionarse con Honoré d’Estienne d’Orves, que si no hubiera sido fusilado por Hitler hubiera sido un gaullista ex-orleanista, o el socialista, Pierre Brossolette, que hubiera acabado siendo un socialdemócrata, quien estuvo en contra del antisemitismo, se alió con De Gaulle, fue contrario del heroico Moulin y se tiró por la ventana de la sede de la Gestapo, en el 82 de la Av. Foch, antes que seguir siendo torturado más lentamente que Moulin.
Publicado por: Gaspard | 20/12/2008 13:12:57
Lo siento, se corta de nuevo en cuanto pulsas una tecla equivocada...
La denuncia de los campos, verdad que honra a Camus y a Rousset, pasa a traducirse POR OTROS en una oportuna denuncia de un Partido Comunista al que se empieza a colocar en las afueras del sistema. Frente a ello, quienes no son comunistas dicen también una verdad honorable: que el movimiento obrero francés o italiano no puede ser expulsado de las áreas de gobierno en las que, por otro lado, tienen una representación muy inferior a su fuerza. A quienes denuncian que no puede construirse una cultura progresista sobre la base del anticomunismo en la Francia o en la Italia de 1950, porque esa cuestión nos llevaría...a votar a de Gaulle y ¿por qué no? a votar a De Gasperi para evitar que el Frente Popular italiano triunfara en 1948.
La cuestión de fondo me parece la siguiente. La defensa del coraje de Camus ¿obliga a considerar una cuadrilla de seres infectos a los comunistas o a quienes apoyaron a los comunistas franceses en 1945-1960? Nuestra percepción del estalinismo HOY, o en 1960, implicaría que todo militante comunista de aquel momento debía tener nuestra actual percepción, que nos permite valorar la queja de Camus, pero no hipertrofiar su sentido político en las condiciones sociales de aquellos años, cuando los procesos de elección de campo siempre implicaban una elección de males menores...? El pragmatismo no puede convertirse en la defensa de la intransigencia. Y la intransigencia moral de Camus no puede levantarse sobre el pedestal del oportunismo de una derecha que cerró filas contra el movimiento obrero de sus propios países. La derecha intelectual podía denunciar las condiciones de los campos. La derecha social había apoyado los campos DE ESTE LADO, mientras se sentía indiferente ante la suerte de los oprimidos en uno y otro lugar, a uno y otro lado del muro.
La cuestión no es sólo de anacronismo. Nuestra perspectiva es, necesariamente, retroactiva y necesita de la experiencia para poder juzgar. La denuncia nos conmueve por su anticipación y valentía. El insulto a quienes eligieron el campo del comunismo, el de la izquierda más allá de éste, frente al cinismo de unos gobernantes que nada habían tenido que decir sobre los campos alemanes desde 1933 hasta la guerra mundial, parece comprensible.
¿No hay HONOR en los comunistas españoles que combatieron contra Franco? ¿O hay más honor en los liberales italianos que combatieron el comunismo junto a Mussolini?
Publicado por: Ferran Gallego | 20/12/2008 12:48:49
Perdón, porque se me ha cortado el mensaje justamente al señalar que no se puede uno defender de lo que no ha dicho o de lo que ha dicho EN SENTIDO CONTRARIO. La construcción del OTRO en un debate, especialmente cuando el otro es un movimiento situado en la historia, pasa a configurar una imagen de expresionismo abstracto, en el que las propias emociones son suficientes para justificar el título de la obra. El "Retrato del comunista adolescente" que traza Gaspard pasa a ser el resultado de sus propias apreciaciones, un legado que su meditación deposita sobre el lienzo. En modo alguno tiene, siquiera, las limitaciones que siempre ofrece la fotografía, que encierra la complejidad de las expresiones y el movimiento en la captura instantánea de una actitud captada al azar. Ni siquiera esa expropiación defectuosa de un momento ha tolerado Gaspard. Ha fabricado a su adversario y ha estanlecido un muro de contención moral, que divide a los europeos de hace cincuenta o sesenta años en dos grupos no homogéneos, pero sí cómplices. Esa complicidad que permite, tras haber votado a Lecanuet, votar a De Gaulle, sin advertir que algunos de quienes votaron a Lécanuet decidieron votar a Mitterrand sin creer (¡por Dios, en 1965...!) que Mitterrand era un compañero de viaje del comunismo. Desde luego, en ese territorio heterogéneo en el que Aron apoya a un partido antidemocrático para evitar "males peores". Se me explicará cuáles podía haber, frente a los representantes del general en la Francia de aquellos años.
Establezcamos dos factores fundamentales: el campo de fuerzas no era el que seleccionaba Camus, porque él no se resignaba a ese "mal menor" que nos llevaría a territorios de alto riesgo. Entre otros, que la militancia comunista pudiera considerar, no con menos convicción, el "mal menor" de los campos de concentración frente al capitalismo sufrido en propia carne: un capitalismo que sólo media docena de años atrás, había sido el apoyo clave del fascismo en el interior de cada país o en un proceso de dejación que permitió su acceso en otros, como ocurrió en el ya citado caso de la República española abandonada a su suerte, precisamente, en aras de un "mal menor".
Camus nunca eligió ese campo. Lo que le pone contra la corriente no es su anticomunismo, su denuncia de los campos, sino su intransigencia ante la política de la derecha, que ciertamente, no dejará de atenuarse en los años cincuenta. El honor del periodismo es decir la verdad: sobre todo, evitar el silencio y no negociar con los acontecimientos. En este sentido, Camus expresó una verdad (los campos de concentración soviéticos), aunque su verdad no pudiera traducirse, como no dejó de hacerse en la vorágine de los hechos, en una traducción
Publicado por: Ferran Gallego | 20/12/2008 12:38:57
Tiene razón Juan Cruz cuando se refiere al honor del periodismo. Supongo que implica el proponer al mundo una impresión propia en la que la sublevación ante la injusticia es el primer elemento a destacar, venga de donde venga la injusticia.
La diferencia entre Camus y Aron era la negativa de Camus a jugar al pragmatismo porque podía diezmar, como lo hizo en el caso de Aron cuando apoyo al RPF, su propia posición de elegir entre lo que Gaspard llama lo malo o lo detestable. No veo cuál es el motivo para votar a de Gaulle cuando, en 1965, nada indica que de Gaulle sea un demócrata, sino alguien que soporta la democracia, elemento de apreciación bien distinto que le ha costado a Francia un régimen de desvirtuación, entre otras cosas, de la fuerza electoral de cada uno y, por tanto, de destrucción de la idea misma de representación política.
Pero, vayamos al centro del debate. No me resulta fácil cuando, quizás por la cercanía de las fiestas navideñas, las referencias al "establo" del PCF pasan a un lenguaje en el que no pienso continuar argumentando. Nunca, Gaspard, en ese tono. Nunca. De ningún modo insultar así a quienes lucharon contra el fascismo, que nunca estuvieron vigilando o torturando en un Gulag, mientras nada tienes que decir acerca de quienes se sintieron lejanos a la Resistencia y pasaron a apoyar la represión sobre los comunistas en la Francia de aquellos años. Quizás porque, como tú mismo, se les consideraba más cercanos al establo que a las residencias personales. Los gobernantes de la etapa de Pinay eran, en parte nada desdeñable, quienes habían compartido cama con Vichy: ¿necesitas los datos sobre la votación de la Asamblea Nacional de 1940 para aceptarlo? Los gobernantes fueron los mismos que presionaron al Frente Popular francés para abandonar a la República española en 1936. Los gobernantes fueron quienes propiciaron la entrega de los plenos poderes a de Gaulle, tras haber hecho inviable la travesía de normalidad en Argelia. ¿Puede separarse esa elección de campo EN EL INTERIOR DE FRANCIA del apoyo o no al movimiento comunista francés? ¿Era el tema de la URSS el fundamento de la militancia comunista? Como no has militado nunca más que en el anticomunismo, es difícil que puedas apearte de lo que significa la construcción de las causas de esa militancia comunista que llevaron a los PPCC a crecer, justamente, y no por casualidad, en la lucha contra el fascismo. No haré juicio de valor alguno por la inexistencia de un poderoso movimiento liberal luchando contra el nazismo en Alemania en 1932. No lo haré sobre la ausencia de un notable movimiento republicano combatiendo a los fascistas españoles, en una guerra que se entregó a la carne de cañón de la clase obrera socialista, comunista o anarcosindicalista. No haré juicio de valor alguno sobre la complacencia de los liberales italianos haciendo coalición con el fascismo en 1921 y formando parte del primero de los gobiernos de Mussolini. No lo haré sobre un Churchill afirmando que se habría puesto la camisa negra en 1920 para luchar contra el comunismo. En definitiva: no voy a entrar en el tema de la complicidad entre liberalismo y fascismo en la Europa de entreguerras. O, para decirlo mejor, la complicidad entre los liberales realmente existentes y los fascistas realmente existentes. Ni siquiera consideraré, como marco de la época sin la que no se entiende nada, la forma en que el enemigo principal del nazismo pasa a convertirse en el enemigo principal del comunismo. Ni siquiera habré de considerar cómo se para el proceso de desnazificación en Alemania o cómo antiguos dirigentes del NSDAP pasan a integrar el gobierno de Adenauer a través del BHE, organización de refugiados del Este, mientras llenan las empresas, la función pública o los servicios de inteligencia occidentales con antiguos criminales de guerra o simples afiliados al partido nazi. No voy a entrar en este presunto "detalle" de la historia, que tan poco se comenta cuando se quiere analizar una fase en la que, al parecer, el único elemento a tener en cuenta era el debate sobre los campos en la URSS. Porque, claro está, el debate sobre quiénes habían apoyado los campos de la muerte en Francia, en Italia o en Alemania había pasado a un segundo plano e incluso se podía fundamentar la democracia en el olvido de tales flaquezas políticas en el enjuague moral de la posguerra.
La zoologización del lenguaje de Gaspard para referirse a los comunistas franceses de los años 40 y 50 me parece suficiente argumento en su contra, cuando de lo que se está hablando es del respeto a las personas en el marasmo de los acontecimientos. ¿A qué estarías dispuesto para combatir al comunismo, Gaspard? ¿A qué habrías estado dispuesto en los años 40? Porque, reducidos a la condición de animales de granja, poco interés podía tener sus palabras, convertidas en onomatopeyas por tu propia argumentación. ¿Cómo debatir con quien empieza por considerarte parte del ganado? Porque mis compañeros de los años 40 son esos despreciables compañeros de viaje a los que te refieres, idiotas definitivos entre los que deben contarse quienes, como Duras, Vittorini, Morin, no se vieron obligados a insultar su propia trayectoria ni el HONOR del comunista francés sacrificado en la resistencia. Esos compañeros de viaje no eran anticomunistas: dejaron de ser comunistas y, en todo caso, consideraron su crítica al estalinismo y al sistema de gobierno de la URSS. ¿De verdad puedes creer que millones de electores comunistas italianos, intelectuales, estudiantes, obreros de los años setenta, eran fervientes admiradores de Stalin y gustosos recicladores de escenas de tortura en la Lubianka? ¿Hasta ahí llegáis, mientras pasáis una mano de ternura excepcional sobre los crímenes del liberalismo? Cita, por favor a Gide entero: cita de una vez el "Viaje al Congo", cuando citas el "Retorno de la URSS". Cita la defensa de Sartre en favor de Nizan o de Gide frente al Partido Comunista cuando pareces considerar que sólo la indigencia mental o la anorexia moral pueden convertir a una persona en compañero de viaje. Tienes a tantos entre los que escoger...! ¿Por qué no a Semprún, que permaneció en el Partido Comunista hasta que fue expulsado a mitad de los sesenta, sin que ni siquiera pusiera en duda su militancia tras el XX Congreso? ¿No te lleva tu propia enumeración de personalidades a considerar que esa trayectoria es imperfecta, y que precisamente el elogio de Semprún te obliga a la comprensión de quienes fueron comunistas cuando él lo fue?
Pues, a fin de cuentas, se trata de eso: de comprender por qué criticar al comunismo en 1948 no era ir contra la corriente. En nada rebaja en vigor moral de Camus y, como lo tengo escrito en demasiados lugares, precisamente negándome a aceptar una elección, no tengo por qué reiterarlo aquí. Criticar al comunismo en la Francia de 1948 ERA IR A FAVOR DE LA CORRIENTE, cuando los comunistas habían sido expulsados del gobierno en 1947 por un jefe de gobierno socialista, y se enfrentaban a la militarización de los servicios públicos por Schumann para enfrentarse a la oleada de huelgas de aquel momento. Incluso se consideró la posibilidad de ilegalizar al Partido Comunista, como lo han delatado historiadores que no son precisamente simpatizantes del PCF. ¿Ir contra la corriente era defender a los comunistas franceses? ¿IMplicaba ello una necesaria defensa del Gulag? Ni siquiera era preciso ser militante comunista. Y ¡menudo compañero de viaje, al que la Kominform acusa de ser un "batracio mecanógrafo" en 1948!
Tales individuos, a los que hemos conocido en España también, merecen el respeto de no ser incluidos en establo alguno y la atención a las condiciones en las que decidieron sumarse a la lucha contra el fascismo, mientras buena parte del liberalismo europeo sólo consideraba la manera de convivir con él. No creas que esta última es una afirmación demasiado fuerte, que estoy dispuesto a confirmar con datos que ahora podrías contemplar en el libro sobre Roosevelt y Franco que Joan Maria Thomàs acaba de publicar. He vivido cuarenta años de maldita dictadura franquista porque el liberalismo y la socialdemocracia europeas consideraron que no debía tocarse ESTA dictadura, mientras consideraban intolerable LA OTRA. Creo que, en estas condiciones, incluso en las condiciones de una militancia incómoda, arriesgada, en la que tuve más fortuna que otros, puedo sentirme insultado por las referencias a la pobreza moral y a la escasa estatura intelectual de todos aquellos que consideramos que los comunistas de carne y hueso que conocimos eran portadores del combate contra el fascismo y defensores de la libertad en nuestra propia tierra. Lamento que no sea ésta tu experiencia.´Quizás, elegiste a compañeros de viaje más dignos, menos brutalizados por tu propio lenguaje, simples "males menores" en un combate cuyos objetivos prioritarios deseas señalar. Si el objetivo prioritario de 1950 era luchar contra el comunismo francés en Francia, también lo era luchar contra el comunismo en Italia (donde socialistas y comunistas se enfrentaron juntos, en 1948, en unas elecciones en las que los Estados Unidos preparaban una respuesta firme en caso de un triunfo del Frente Popular). Y también ¿por qué no? lo podía ser en España, donde el mal menor de una convivencia con el franquismo, de carácter no militante, capaz de denunciar enérgicamente los "excesos", permitía aceptar la lógica final del régimen.
Pasaré, como historiador que algo sabe del tema, sobre esa afirmación alejada de cualquier elemento de sensatez, acerca del riesgo de un golpe a la checa en la Francia de 1948. Una insensatez que, en una conversación acalorada, obligaría a dar un paso atrás y a reflexionar sobre todos los argumentos que se proporcionan al adversario. ¿Es que desconoces los debates internos del PCI y del PCF acerca del abandono de cualquier intento de captura del poder en Francia o en Italia? ¿Es que ni siquiera conoces, cuando deseas hablar de la estrategia de los comunistas en estos países cuál era la posición tomada por Thorez o por Togliatti, que no dejó de provocar la indignación de quienes tenían las armas en la mano todavía y podían considerar no un golpe a la checa, sino una insurrección a la parisina? ¿Hasta ese punto el anticomunismo deja de ser la crítica a una dictadura en la URSS para convertirse en una deformación de los hechos, incluyendo lo que desprestigió a los comunistas ANTE LA EXTREMA IZQUIERDA? No hacer la revolución les fue reprochado siempre ¿lo ignoras acaso? ¿Lo ignoras cuando te refieres a Orwell sin recordar que el POUM´, partido leninista, planteó una dictadura de obreros y campesinos dirigida por el POUM, la CNT y la FAI en 1937, que despejara el camino del Frente Popular (un artilugio reaccionario, según ellos)? ¿Deberemos considerar aquí, regresar aqúí, al teatro del absurdo deIonesco, con una cantante calva que sigue peinándose...? ¿Tendremos que decir que nos resulta, por lo menos extraño, que los comunistas puedan ser acusados AL MISMO TIEMPO, de ser causantes de la revolución y obstáculos a la revolución? Habremos de sufrir ser revolucionarios a los ojos de Franco y contrarrevolucionarios a los ojos del POUM, para de esta forma establecernos en un campo que nada tiene que ver con la política, sino con ese establo moral en el que quiere situarse a quien ha sido comunista?
Porque, como bien haces, tus disparos no se resignan a la militancia, cosa que te impediría descargar los golpes tan masivamente: vas a por todos los que no hicieron del anticomunismo una cuestión central ANTES Y DESPUÉS de la guerra mundial. Esos compañeros de viaje que nunca militaron en los partidos comunistas como piezas de un mecanismo sádico de explotación, sino que fueron combatientes en favor de las condiciones de vida de los trabajadores de sus propios países. ¿Lo ves de otra forma? Demuéstralo con el análisis de la línea política del PCF, del PCI, del PCE. No establezcas esa cómoda generalización en la que, además, realizas el juego sucio propio de cualquier debate retransmitido en directo, donde la estética desempeña una función superior a la ética: poner, junto a cada acusación, una acusación paralela, en lugar de una defensa de las propias afirmaciones. No has dejado de señalar las atrocidades del "socialismo real" mientras silenciabas las del otro lado en las que se planteaba mi argumento. Y no es un tema baladí, porque las atrocidades EN ESTE LADO explican la militancia comunista. Y, alejado de las condiciones que permitieron el triunfo del fascismo Y SUS ALIADOS, la expansión de una democracia limitada que amenazaba la participación del primer partido de Francia en el gobierno (en unas condiciones siempre minoritarias); la consolidación de unas condiciones de marginación de los partidos que representaban a la mayor parte de la clase obrera organizada (en Italia, incluyendo a los socialistas) hasta 1963, uno puede considerar, con pleno derecho, que la defensa de los comunistas desde esa posición "denigrante" de compañeros de viaje es comprensible. No por una simple abdicación moral o amnputación intelectual, sino por los mismos motivos que llevaron a Semprún a ser comunista en 1950.
Llevado el vocabulario a los presuntos rebuznos y a los cascos del ganado que mastica consignas en el establo del partido, la caricatura de "Animal farm" es excesiva, incluso para mí, acostumbrado a debates mucho más intensos, pero donde tú mismo habías procurado abandonar ese tipo de desautorizaciones que, lejos de mostrar la fuerza de tus argumentos, siempre apreciados por mí, han señalado su flaqueza, la selección de datos a tu conveniencia, la expiación aceptada de unos, el perdón a la ingenuidad de otros...Factores que poco esperaba de tu actitud intelectual y que, lamentablemente, no te podrán ser respondidos desde la dignidad de militantes comunistas que, desde su decisión de tomar partido, te reclamarían que buscaras en ellos un motivo distinto al de la libertad y la justicia EN SUS PROPIOS PAISES. Porque, a fin de cuentas, en ellos combatían. Y lo hicieron, hay que lamentarlo, mientras otros miraban el combate desde las gradas: la diplomacia americana, la francesa o la británica, en manos de esos luchadores contra el totalitarismo, lo demostró sobradamente. Pero no dejaron de demostrar una actitud digna de interrogatorio moral quienes les apoyaron, les votaron, les perdonaron sus coqueteos o su complicidad contra el fascismo cuando el adversario principal fue, en tus propias palabras, Jorge Semprún.
No se puede defender lo que uno mismo ha atacado. No se puede luchar contra argumentos que señalan lo que uno no ha expresado.
Publicado por: Ferran Gallego | 20/12/2008 11:53:32
No se trata de asumir del todo a nadie, sino de considerar que, si bien el bien no existe –sin intención de hacer un juego de palabras–, por lo que hay que guiarse relativamente, el mal sí que es absoluto y permite obrar en consecuencia. A veces, una palabra deja ver más que mil imágenes. Camus rectificó, era un intelectual racional, y eligió: dijo la verdad. « Il faut appeler concentrationnaire ce qui est concentrationnaire, même le socialisme. » No hay elección sin responsabilidad. Lo que lo acerca, al menos en esto, a Aron: los hechos, más allá de su interpretación, son ciertos o no. Aron, que sentía aversión hacia los républicains sociaux, apoyó la solución menos mala cuando el PCF operaba como los camaradas checos, participando con mala fe en una coalición que hubiera terminado que Schuman o Bidault tirados por la borda, o el borde de la ventana, “imitando” a Jan Masaryk.
El estúpido PCF fue a la zaga siempre del PCI a la hora de incubar intelectuales. Tan pobre era su establo, despuntando únicamente el poeta antisemita, tan poco crédito emanaba el aroma proveniente de dicha pocilga, que requirió de una camarilla de compañeros de viaje. Izquierda cristiana y los inclasificables “otros”, con Sartre a la cabeza, una relación sadomasoquista con el Partido digna del análisis de su esposa.
¿Aron se equivocó al apoyar a De Gaulle? Lo compensó criticando, entre otras cosas, su antiamericanismo. ¿Me equivoqué por votar al general en la segunda vuelta del 65, tras seguir a Lecanuet en la primera? Posiblemente, pero se elegía entre lo preferible y lo detestable. Nada que ver con optar por masacrar o arropar a Rousset, resistente, víctima de los campos y compañero de Sartre en el RDR. Sobre todo, dado que la influencia de Aron fue muy marginal hasta su muerte en un París tan endogámico como ignorante. Al final, perdieron los periodistas “modernos” el juicio oficial por calumnias contra Rousset al igual que habían fracasado en su envestida moral con Gide años atrás. Y ganó Camus, y era un tema serio, los campos. No se podía jugar con él, y no hay por donde coger a quienes lo hicieron.
Sartre, todavía visitando Vilna para mayor honor de Moscú en el 65, dijo que antes cualquier cosa que anticomunista. A él no le ocurrió lo que a Gide a ‘Retour de l’U.R.S.S’. Rompió tres años después como si pasando por puntillas del pasado pudiera seguir pontificando desde una falsa superioridad moral. Si Camus decía en el 44 que el anticomunismo era el inicio de la dictadura, Sartre lo mantuvo durante otro cuarto de siglo. Nunca seremos anticomunistas, porque éste es un fascista. Error: como había señalado De Rougemont, “la primera tarea que han de abordar los intelectuales que hayan comprendido cuál es el peligro totalitario (desde la izquierda y la derecha) no consiste en ‘aunar fuerzas’ bajo alguna forma de antifascismo, sino en atacar la clase de pensamiento de la que necesariamente crecen el fascismo y comunismo. Y no es otra que el pensamiento liberal”…
En cuanto a Argelia, se opusieron los intelectuales por ser esclavizada por occidentales, pero visitaban Lituania, donde a la represión política de toda la URSS se sumaba la cultural, además de la evacuación masiva durante el estalinismo. ¿Autodeterminación? Apoyaban los campos porque así atacaban a los liberales; daban su visto bueno a Budapest, de lo contrario parecería que estaban condonando Suez. Buenos y malos de Termidor, en vez de lo malo y lo menos malo de Aron, la herencia maniquea de los revolucionarios hijos de 1789, si hacemos caso A Furet. Se puede reprochar a Camus no ser coherente. Sartre siempre lo fue, hasta el Odeón, y antes con el doublethink que inventó antes que Orwell: el contorsionismo paralógico de que no hay campos, los que dicen así son anticomunistas, pero si los hubiera los anti-anticomunistas no tendríamos ninguna responsabilidad por negarlo. ¡Pero en qué sentido, y durante tanto tiempo fue coherente! No es cuestión de citas sacadas de contexto, ¡sino TODA una ETERNIDAD de 35 años! Al otro lado del muro, antes ya de ser levantado, había diez Argelias… Como dice Todorov, toda palabra refuerza un acto. Camus condenó el racismo en Argelia en el editorial de mayo del 47 y la represión franquista y soviética a partes iguales en noviembre del siguiente año. Argelia se trató desde el 47, ‘Les Temps modernes’ y ‘Esprit’, sólo a partir del 50. Estos últimos, necesitados de descubrir en los tristes trópicos el cómodo descanso espiritual que no hallaban, ni querían hallar, en casa, hicieron un ademán en el 56. Pero nunca se preocuparon de los esclavos, la denuncia de la injusticia no fue más que mera fachada. Tuvieron su oportunidad con Rousset, en un drama en el que murieron millones de personas, y optaron por la infamia. La Historia los ha condenado, y nunca los absolverá. Camus, Semprún, Morin, Daniel y lo que luego consistiría la deuxième gauche vencieron.
Publicado por: Gaspard | 20/12/2008 9:29:54
Qué alegría, amigo distraído, da que te ocupes de subrayar libros importantes. Ese no es tan solo un libro sobre Cam,us, con serlo, sino sobre todo un libro sobre el honor del periodismo.
Publicado por: Juan Cruz | 20/12/2008 8:29:56
Ay Ferran, Gaspard va a saltar, ¡tocarle a Raymond Aron! herejía.
Gracias por hacer comprender que la gente en general y los escritores en particular no son todos blancos o todos negros y que el hombre o su honor depende de sus circunstancias.
Me extraña tanto hablar del libro de Jean Daniels (entre paréntesis no creo que en los años de la guerra de Argelia compartieran la misma posición, estoy segura) y en todo caso puedo certificar que Jean Daniels acudió al entierro de Sartre, andábamos en la misma fila.
Lo que no tiene mucho que ver lo reconozco.
Pero sigo preguntándome por qué hay que dividir a los hombres en dos categoría : eres bueno si estás con MIS buenos y malo si estás contra.
No hay un ADN igual, la complejidad ya empieza allí
Publicado por: maririu | 19/12/2008 20:29:45
Mi estimado Gaspard responde a mi texto con una selección de comentarios en los que se encuentra una presunción: se me requiere a que asuma LA TOTALIDAD de una evolución política compleja, la de Sartre, en la misma medida en que a nedie he exigido asumir LA TOTALIDAD de la posición política de Camus. Precisamente el punto nuclear de mi posición se encontraba en ese anacronismo que nos permite colocar UNA posición de Camus y OTRA de Sartre (en un confortable singular), excluyendo la posibilidad de optar por posiciones de uno o de otro, al mismo tiempo que se considera la proximidad GENERAL a una u otra trayectoria, sin que esa generalización se convierta en un ABSOLUTO. Entre otras cosas, porque el propio Gaspard ha procurado eliminar de su crítica aquellos elementos que resultaban menos cómodos para establecer un campo homogéneo de fuerzas. El método de la cita sin atender al contexto es legítimo en el debate: de hecho, es lo propio de los debates. Sin embargo, es lo contrario de una argumentación que desee clarificar en lugar de condenar sumariamente. A este respecto, la aportación de una prueba pasa a ser una selección de documentos mientras se aparta la mirada de otros que podrían incomodarnos. Y las pruebas, en el lenguaje judicial que uso ahora, pasan a ser circunstanciales y, por consiguiente, sin impulso suficiente para determinar una condena. Si no podemos señalar que el contexto absuelve de las responsabilidades, tampoco podremos señalar que los procesos históricos son inocuos, que las circunstancias en que el individuo actúa pueden llover sobre una conciencia impermeable. Así ocurre cuando la conciencia se desprende de los actos, necesariamente realizados en un contexto histórico y que pasan a representarse en un territorio esterilizado, en el que el bien y el mal se juzgan con criterios en los que nunca se miden los factores que pasaban a ser decisivos para quienes hablaban y, en especial, para quienes actuaban.
No me caracteriza, en mi propia actitud intelectual, una servidumbre con respecto a la despenalización política o moral de las conductas porque creo que los individuos son libres para tomar decisiones. Nunca he requerido que, en tribunal de la historia, puede ajustarse la voluntad y el destino en favor de éste. Pero tampoco podría comprender lo que sucedió planteándome un constante juego binario en el que los matices sólo se colocan sobre quienes son resultan más cercanos. El propio Gaspard acentúa ese espacio de reconocimiento de los contextos: a Camus se le perdona por su autocrítica frente a Mauriac. Gaspard no podría ir, desde luego, más lejos que Camus en su propia reflexión sobre el error de una posición que fue determinante en los meses finales de la guerra y en el tiempo inicial de la reconstrucción. Pero, precisamente ese honesto reconocimiento de culpa en 1948 pasa a establecer una definición de circunstancias en las que la libertad del hombre, precisamente su libertad, OBLIGA A ELEGIR. El hombre que no elige no es libre. En muchos momentos, ni siquiera es hombre. Y Camus eligió la violencia contra el fascismo y contra la colaboración. Depurar fue reconocido como palabra siniestra en una frase célebre. Pero esa sentencia, pronunciada cuando la guerra había concluido, sólo sirve en aquel momento, nunca cuando Renault es acusado con acritud y cuando sólo Brasillach merece, en febrero de 1945, la petición de gracia...de caridad, en palabras de Mauriac. Los demás, no la merecían y Camus no dejó de señalar, en un periódico de COMBATIENTE, cuál era esa elección de campo de un hombre libre, que se declaraba hostil al perdón, aunque asqueado por la pena de muerte...de algunos.
¿Hará falta recordar, para justificar ese propio espacio de conflicto entre el horizonte del hombre y el proceso de la historia, lo que supone el apoyo a de Gaulle por Aron al fundarse el RPF? ¿Podrá decir Gaspard que aquel movimiento era un movimiento democrático tras la declaración de Bayeux y la de Estrasburgo? ¿Lo indicará aún cuando el gaullismo solo alcance el poder como resultado de la amenaza de un golpe de estado en 1958? No se podía ser liberal y gaullista en 1947 y Gaspard lo sabe, porque es un liberal. En las condiciones concretas de aquellos momentos, Aron elige como, por cierto, eligió de una forma totalmente distinta a la de Camus en 1959-60 al tratar el tema de Argelia.
En las circunstancias que no absuelven, pero sin las cuales estas trayectorias pasan a ser ininteligibles, Sartre defiende una tercera vía distinta al capitalismo y al socialismo soviético: el RDR que fracasará en sus esfuerzos de ganar a la clase obrera francesa, con una SFIO oportunista, denigrada hasta el nivel de su desvanecimiento bajo la batuta de Mollet, y frente a un partido comunista capaz de acusar a Sartre de intelectual al servicio de la reacción, cuando Casanova y Kaplan se encargaban de definir la línea de lealtad de los intelectuales. ¿Se quiere colocar a Sartre junto a Aragon? Empresa destinada, sin duda, a una vida difícil, en un esquema en el que no podremos encontrar al intelectual rendido al servicio del partido, sino al intelectual que representa, en sí mismo, las condiciones de conflicto de una época. En ella misma, el Camus que ha defendido la violencia contra el fascismo defiende el ataque a la revolución en nombre de la rebeldía. Jeanson le acusa de descubrir esa rebeldía fuera del territorio de la historia y, con razón, Camus señala que no se ha apartado de ella. Pero reclama ser juzgado por sus palabras EN LA COHERENCIA DE SU REFLEXIÓN, no por sus palabras aisladas no sólo de su libro, sino de su propia ACTITUD POLÍTICA. Con razón, insisto. Y, por ello, la respuesta de Sartre le sitúa en el respeto a un libro que (Aron dixit) no dejaba de mostrar la incompetencia de Camus como filósofo ("El opio de los intelectuales"). ¿Cabe reprochar que Camus fuera acusado en el mismo territorio en el que él había querido ser juzgado? Su reflexión era una propuesta que deseaba remontar el ámbito de la política para rehacerse como una filosofía de la historia o una contrafilosofía de la historia. Su capacidad en este campo era reducida, aunque su lenguaje era impecable, de aristas penetrantes y de singular belleza. Los aforismos que se encadenan en su libro no se presentan como tales, sino como un argumento que es fácilmente desmontado no sólo por Sartre o Jeanson, sino por cualquier pensador que se precie en aquel momento. En cambio, su posición política puede ser apreciable. Pero es UNA POSICION POLITICA, no un espacio neutral rodeado de campos minados. Camus rechazó constantemente las acusaciones de neutralidad, porque ofendían su sentido del compromiso. Y esa neutralidad fue utilizada recordando cómo había chapoteado en el cenagal de la historia cuando ésta reclamó su acción contra el fascismo ("Ni víctimas ni verdugos"). Nunca he querido insultar a Camus como alguien que no tomó partido: lo tomó. Y, en aquellos momentos, no había un tercer partido en Francia, una vez desarticulada la posición del socialismo democrático que representaba el FDR. Existía el tomar partido en la misma línea en la que ambos, Sartre y Camus, descubrieron con sagacidad.
Pues el terreno no era el de la posición sobre la URSS, que fue dejada, en su adscripción fundamental, al combate de los Estados en los que ni Sartre ni Camus podían considerarse preservados ni jurídica ni políticamente. El combate se producía en torno al comunismo como movimiento obrero organizado masivamente en la Francia de 1947 o de 1952. Porque solamente en este último año Sartre entra en el PC TRAS LA DETENCIÓN DE DUCLOS, saliendo del partido TRAS LA INVASION DE HUNGRIA en 1956. Cuatro años convertidos en el centro de una biografía precedida de siniestras anticipaciones y seguida de deplorables resonancias, al parecer. A Sartre ni siquiera se le acepta la coherencia de NO MILITAR en el PC ni la de DEJAR DE MILITAR en él. Incluso en contra de las propias acusaciones de los comunistas franceses.
Decir, en tales circunstancias, que "un anticomunista es un perro" no es decir que "un no comunista es un perro". Gaspard me acusará de una deplorable microcirugía que apenas es capaz de extirpar el tumor letal de una equivalencia. Su sonrisa ante mi afirmación será la forma de responder a un argumento que, sin embargo, me parece crucial. Y me lo parece por experiencia propia: militante del PSUC desde comienzos de los años 70, esa opción implicaba luchar contra el fascismo y contra lo que el "anticomunismo" construido culturalmente en la España de Franco suponía. Yo habría dicho que ser anticomunista era ser un perro por un motivo. Uno que posee especial corpulencia en el análisis de las conductas con proyección social: porque el anticomunismo español no era el resultado de un debate de café amistoso, sino un tema de lucha por la libertad...incluyendo a los comunistas que habían dejado de ser considerados ciudadanos TAMBIÉN EN FRANCIA. La adscripción de Sartre al PCF obedeció a la represión sobre el partido a manos de la derecha en un momento en que se reconoce a un adversario fundamental, que no desea sólo ni principalmente combatir una dictadura distante, sino al movimiento obrero organizado EN EL PROPIO PAIS, calificado rápidamente de "partido de los extranjeros". Millones de franceses vieron su representación política condenada, tras la resistencia en la que el PCF desarrolló un papel crucial, en un factor marginado, alejado de las instancias del poder y, sobre todo, aniquilado en su respetabilidad política. Acusado por el PCF de reaccionario, Sartre lo defiende cuando el PCF pasa a ser la víctima de la reacción prioritaria. No es el partido, sino aquello que el partido representa para los trabajadores de Francia. Y en el debate con Camus ni Jeanson ni él dejaron de advertirlo, sin dejar de indicar, en ese mismo espacio, la condena de los campos de concentración. ¿No es así, Gaspard? ¿NO aparece la reflexión de Sartre advirtiendo a Camus que los sucesos de un lado tienen su parangón en el otro, que la violencia de un lugar se refleja en el otro territorio de la geopolítica de la guerra fría, todo ello dicho ANTES de una militancia que Sartre no había considerado tomar? Tal posición nos conduce a la comprensión de una frase, pero también a la comprensión de una actitud: no se trata de negar, sino de HASTA QUÉ PUNTO SE JUEGA EN UN TERRENO que no ha sido diseñado ni por Sartre ni por Camus. Sartre ha querido luchar al margen de ese sucio juego binario. Camus, lo ha intentado también. Los demás, no, incluyendo a Aron. Los demás han elegido un campo que no es impoluto. Y quiero decirlo con el máximo respeto por un Gaspard que, como liberal, no acepta ver sin repugnancia el desorden del mundo en que un presunto liberalismo deja a millones de seres humanos sometidos a una tiranía no coyuntural. En cualquier caso, tomar ese partido se refería a tomarlo EN FRANCIA, aunque acompañándolo de un escenario determinante que ni siquiera se refería a las condiciones de libertad de los ciudadanos. Si esa hubiera sido la preocupación fundamental de las asociaciones de escritores en las que Aron y Camus vieron reproducidos sus papeles de denuncia contra la URSS, en ellos no habría dejado de señalarse la insoportable levedad del ser liberal en otras zonas del planeta, donde el anticomunismo era un pretexto. "Ser anticomunista es ser un perro": dicho a la cara de los liberales que se declaraban anticomunistas en la España de 1970, esperando la evolución de un régimen que los encarcelaba, permite comprender el sentido de esa frase en una Francia en la que quienes habían cargado con buena parte de la tarea de la liberación eran condenados al exilio interior. Nunca en defensa de los trabajadores soviéticos, sino en contra de los trabajadores franceses. ¿O es que los trabajadores bolivianos, malgaches senegaleses o (vamos allá) argelinos eran libres en 1948?
Pues, es cierto, en Argelia se encuentra ese talón de Aquiles que Gaspard no ha querido ni pronunciar. Camus no fue neutral tampoco en este terreno: aceptó la INTEGRACIÓN, rechazada por la mayoría de quienes reclamaban la autodeterminación y que, finalmnente, fueron capaces de vivirla en los acuerdos de Evian. ¿A qué fantasmagórico sujeto histórico defendía Camus cuando hablaba de los franceses (sic) de Argelia dispuestos a llegar a un entendimiento con los árabes? ¿No fue la lucha contra cualquier pérdida de privilegios, desde el mismo año 1945, lo que condujo a los moderados árabes a la radicalizaciòn, la violencia e incluso el terrorismo? Clamar por LA violencia acaba por no descubrir UNA violencia en el campo concreto de los acontecimientos. El silencio de 1945 debería haberse compensado con la misma actitud que tuvo Aron reconociendo la explotación y el incumplimiento de los derechos del hombre en Argelia. Pero, hasta el final, Camus siguió en una elección que, llevando una consigna de entendimiento orgullosamente ostentada desde su condición de argelino, le llevó a apartarse de sus propios vecinos de origen: de unos y de otros. Ese no-lugar histórico es ficticio. El suyo era el espacio de la negativa a la independencia, incluso cuando ésta no contuviera la violencia. Pero, existiendo esta violencia...¿debería ser apartada de las condiciones que la propiciaron y de sus verdaderos responsables? Sensible como pocos al derecho a la autodeterminaciòn, Gaspard ha escogido el silencio en un punto crucial. Con ello, su argumento puede ganar exhibición, pero pierde consistencia.
Mi elección de Sartre no es esa elección del TODO Sartre que siempre se exige desde posiciones que, a su vez, depuran sus afinidades para quedarse con la parte de una obra que interesa, de una actitud que se prefiere. Nunca defenderé al Sartre que defiende a la URSS si hay en ello carencia de denuncia alguna de los campos y de un sistema de partido único. Nunca dejaré de considerar la importancia de señalar qué implicaba la experiencia de la revolución rusa tras la trayectoria del antifascismo francés. Nunca dejaré de considerar lo que podía ser pertenecer al área comunista en la Francia de 1952 como no podría hacer tabla rasa de mi propia militancia en el PSUC. Nunca me llevó a defender a la URSS y nunca lo hice: pero siempre me llevó a considerar que el antisovietismo de mis adversarios mostraba una cínica despreocupación por la suerte de los trabajadores en la Unión Soviética, coherente con su manifiesta hostilidad por el movimiento obrero organizado en su propio país y, no hay que decirlo, contra los movimientos populares en los países del Tercer Mundo.
He reiterado mi admiración por Camus HASTA CIERTO PUNTO. No se me puede exigir una afinidad total en nombre del antitotalitarismo. Camus es un intelectual que no ha dejado de señalarme aspectos cruciales de reflexión incluso en temas en que no estoy de acuerdo con él. Su pensamiento obliga a pensar. Sus acciones obligan a señalar la relación necesaria entre la palabra y el acto. Con ello me basta para que me resulte interesante y, en ocasiones, iluminador. En nombre de esa estimación ¿se me pide que rechace sus errores de bulto, que incluyen una mezcla de inmadurez, presunta ingenuidad y defensa del colonialismo en el caso de Argelia? ¿Se me obligará a olvidar el aplauso generado por quienes, situados en posiciones que nada tenían que ver con la Resistencia, bloqueaban la construcción de una cultura nacida de la lucha contra el fascismo?
Nunca entraré en el terreno miserable de culpar a Camus de sus seguidores indeseados. Nunca entraré en el de considerar a Sartre un intelectual al servicio de una consigna, lo que me obligaría a rechazar su obra, en beneficio de los comentarios condescendientes de quienes nunca vivieron las circunstancias de un combate que apenas permitía la matización.
Teodoróv me ha enseñado reiteradamente la necesidad de comprender el horror del siglo XX, de ese "siglo del miedo" que definió Camus. Fue un siglo en que vivimos peligrosamente, en que tomamos partido y en que pudimos equivocarnos. En una lucha contra el absurdo, quizás llevando hacia la cumbre una esperanza no siempre recompensada por nuestros propias ideales "hay que imaginarse a Sísifo dichoso".
Publicado por: Ferran Gallego | 19/12/2008 19:07:46
“Porque el problema de Camus y, según me temo, el problema del "camusismo" (y tal vez podré empezar a darse nombre a esta forma de ver las cosas) consiste en desprenderse de las condiciones en que los hombres han tenido que tomar decisiones que no eran inmaculadas, que no soportan la aplicación del cálculo ajeno a las determinaciones de los procesos históricos, a las percepciones del momento, a la necesidad de elegir campo y a la ignorancia de cómo transcurrirán las cosas en el futuro”, dice Ferran. “Respondió” Aron que a algunos “les gustaría que su ‘attentisme’ [hacia Moscú] hubiera obedecido a ‘condiciones objetivas’, y aspiran a que su actitud actual se vea como una respuesta ante circunstancias alteradas. Creo que se confunden y que confunden el tiempo que les ha costado entender la situación con un cambio en las condiciones.” (« Aventures et mésaventures de la dialectique », ‘Preuves’)
“En este sentido, la definición de Camus por Sartre, en 1960, como un gran moralista, añadía que esa había sido su cualidad NECESARIA, pero INSUFICIENTE. Porque no puede haber moral al margen de la historia”. Todorov cuenta que “la oposición, hoy banal en Francia, entre Sartre y Aron nos vuelve a la memoria llegados a este punto. Se ha tendido demasiado a asimilarla a la que opone política y ciencia; por un lado tendríamos al ideólogo puro, que toma sus decisiones en función de sus opciones afectivas, y por el otro al especialista, al estudioso que ha aprendido a observar los hechos. No obstante, Aron es asimismo un moralista. Su moral DIFIERE [la mayúscula es mía] de la de Sartre, desde luego. El segundo posee, en último término, la moral del creyente que se acoge fielmente a un dogma; el primero profesa una moral racional, fundamentada sobre la noción de universalidad humana, una moral alimentada por el debate argumentado. Éste es el motivo por el que a Sartre le preocupan poco los hechos, que son, sin embargo, prioritarios en el ‘modus operandi’ de Aron. No obstante, Aron no fue un partidario de la ‘Realpolitik’; el problema que trató constantemente de resolver podría formularse así: ¿cómo, tras reconocer que política y moral no son equivalentes, distinguir entre políticas aceptables y políticas inaceptables? El intelectual no tiene por qué convertirse en un proveedor de esperanzas, ni en un defensor del bien soberano. Más bien, en un mundo donde el bien y el mal absoluto son una rareza, su tarea es la de ayudar a distinguir entre lo mejor y lo peor.” (‘L’homme dépaysé’, Seuil)
“El Camus vengativo de 1945 no va contra la corriente, sino a favor de esa depuración en la que sólo contempla la necesidad de ponerle fin al cabo de un tiempo, tratando de salvar a Brasillach”. « Le mot epuration etait deja assez penible en lui-meme. La chose est devenu odieuse. » (‘Combat’, agosto de 1945). Tres años después dijo que « j'en suis venu à
reconnaître en moi-même, et publiquement ici, que, pour le fond, et sur le point
précis de notre controverse, M. François Mauriac avait raison contre moi. » (‘Actuelles’, 1948). Palabras que ni en 1980 hubiera pronunciado Sartre, por no hablar de su infame entrevista “revolucionaria” de 1973 en ‘Lire’, en el que critica la flaqueza de los revolucionarios.
“Me quedo con la lucidez política del Sartre de los años 50, siempre confundida con el Sartre de los años 70 de forma cínica e intolerable”. « La liberté de critique est totale en URSS et le citoyen soviétique améliore sans cesse sa condition au sein d’une société en progression continuelle. » (‘Les temps modernes’, 1954). “La violencia comunista no sólo es necesaria en cuanto representante del ‘humanismo proletario’, también es digna de admiración.” (Si no me equivoco, ‘Les communistes et le paix”, ibíd., 1952, luego recuperado en el sexto volumen de ‘Situations’, en 1960, en 1964 con Gallimard).
Así podríamos seguir hasta el infinito, pero resultaría muy caro. En sendas inmersiones en su pensamiento, dos autores, el francés Jean-Yves Guérin y el “quebequés” Marcel Mélançon, recordaron en 1968 y 1976, respectivamente, que Camus abogó por « la mise en train simultanée d’une économie collective et d’une politique libérale. » Que cierta izquierda prefiera antes a Sartre que a los démocratas progresistas descarta para mí toda esperanza. Aubry dice que « Kouchner n'est plus Kouchner ». « Vous avez fait votre Thermidor », espetó Sartre a Camus en su ruptura por carta, tras la misiva del segundo, que según él sobraba para desenmascarar su anticomunismo. Y ya sabemos qué opinión le merecía ese tipo de gente: « Tout anticommuniste est un chien. » ¿Elegir así? Si he de hacerlo sobre Sartre, me discuto entre “la malevolencia y la incompetencia. Aunque en verdad, una y otra se suman.” Sartre prefirió a Stalin frente a Camus; Aubry, a Besancenot antes que a Kouchner.
Publicado por: Gaspard | 19/12/2008 17:19:03
para Luis
la cantidad de frases insulsas de Morales podrian llenar paginas. Lamentablemente....
Que Obama vaya a dar un viraje decidido en su politica hacia Latinoamerica es mi gran deseo. .....ojala! De todas maneras me parece ya un desencanto que necesite 2 luengos años para cerrar Guantanamo!
En cuanto a la cuestion si Rojo (quien no llegó a entrevistar a Morales por una cuestión de mala organización a mi modo de ver) es tan español como Cervantes no comentaré nada. Sólo recuerdo nuestros solariegos dias de niñez en La Paz cuando jugabamos fútbol en Miraflores.
Publicado por: Horacio | 19/12/2008 12:22:59