Lo único que hay en común entre el relato de Francis Scott Fitzgerald y la película de David Fincher, titulados El curioso caso de Benjamin Button, es la idea. Es decir, que hay un tipo que al nacer es ya anciano y que, a partir de ahí, lo que hace es decrecer. Hasta que llega a ser un bebé y todo termina. En cuanto a lo demás, el relato y la película no se parecen en nada. Ahí donde Fitzgerald es ligero, Fincher es pesado. Lo que para Fitzgerald es una reflexión sobre la fugacidad de las pasiones y el amor trágico, para Fincher es un drama a propósito de algunos desajustes temporales. Si a Fitzgerald se la suda la verosimilitud porque sabe la verdad que quiere contar (que estamos rotos porque el tiempo nos traiciona), a Fincher se lo ve tan obsesionado por hacer creíble lo que es increíble que al final se desentiende de la sustancia que quería transmitir (si es que quiso alguna vez transmitir alguna). En fin, que allí donde en Fitzgerald hay sentido del humor, en Fincher sólo hay un punto de pomposa solemnidad.
Que las películas son una cosa y los libros otra, ya se sabe desde hace mucho. Se dice también que no tiene sentido comparar lo que cuentan las palabras con lo que cuentan las imágenes. No estoy de acuerdo. O no estoy de acuerdo esta vez. Porque lo bueno de la película de Fincher es que te permite entender porque Fitzgerald es rematadamente bueno (en un relato, además, que no es de los mejores de los suyos). Coge esa anécdota tan forzada, la del recién nacido ya anciano, y en unas cuantas páginas te retrata los ademanes de una familia pija de la Costa Este de Estados Unidos a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Pero es que de paso, en un párrafo, da exacta noticia del surgimiento del amor y, en una línea, del momento en que se va al garete. Vuelan las horas y tanta velocidad va dejando un poso inmenso de melancolía: no podemos hacer nada, y eso es lo trágico. Llega el amor y se va. Llegan los éxitos, que no significan nada. Da igual crecer que decrecer, todo es un desastre. Y todo es maravilloso.
La película de David Fincher (en la imagen, Brad Pitt caracterizado de Benjamin Button) es entretenida, está bien hecha, muy bien interpretada, con un admirable despliegue de recursos (el maquillaje, la ambientación, la galería de magníficos secundarios). Y poco más. Una cosa de escaso vuelo que ha costado mucho dinero. Todo el rato se nota que quiere agradar y sorprender y hacer lo más difícil todavía y ganar muchos premios en la ceremonia de los Oscar, en Hollywood. Bueno, que tenga suerte. Insisto: es una película entretenida. A mí me parece magnífica la historia de la mujer madura que aparece en Rusia y que quiso de joven cruzar a nado el Canal de la Mancha (en el relato de Fitzgerald no hay nada que se le parezca) y me produce vergüenza ajena el momento, cursi con premeditación y alevosía, en que la bailarina vuelve a encontrarse después de un tiempo con el tipo raro, y quiere seducirlo.
Puesto que lo que ha hecho David Fincher nada tiene que ver con lo que hizo Scott Fitzgerald, ¿por qué no un mínimo de decencia? Esta entretenida película debería haberse llamado, por ejemplo, El tipo raro y la bailarina. Y haber dejado lo del extraño caso de Benjamin Button para Scott Fitzgerald. Mala idea la de querer aprovecharse del nombre de un gran escritor: su sombra ha terminado por empequeñecer el meritorio y esforzado y titánico (y finalmente banal) trabajo del director estadounidense.
Hay 8 Comentarios
esta muy interesante el tema gracias por publicar este tipo de informacion.
http://respuesta-rapida.net
Publicado por: Rocío | 25/02/2009 23:12:13
Esta peli no tiene más sustancia que el morbo de verlo a Brad Pitt ponerse cada vez más guapo. Es feo, luego bellísimo (por momentos, la película parece un comercial de Tag Heuer, con tanta moto y tanto bote) y finalmente es sexualmente irrelevante (espero).
El revuelo en aumento del gallinero femenino (y parte del masculino), con el correr de los minutos, es lo más divertido que tiene la cinta: al promediar el minutaje, el techo de la sala se empaña y suda. Después vuelven los maridos.
Por lo demás, es una peli para chicas, en el sentido machista que se suele pensar. No hay más sustancia que esa, y unos increíbles (e intrascendentes) maquilladores. Ejercicio inútil, y caro.
Pero, ¡qué guapo es Brad Pitt!, los hombres del mundo deberíamos pensar seriamente en mandarlo a una isla desierta: nos deja mal parados a todos.
Salut, desde Argentina-
Xavi
Publicado por: Xavi | 17/02/2009 9:25:58
Yo no he leído el relato de Fitzgerald, pero la película me encantó. Rebosa dramatismo y ternura y una visión de la vida que me resultó conmovedora. Quizá -me dedico a escribir y tengo 22 libros publicados- yo sea un tipo cursi al que le están vedados los altos conocimientos de ciertos críticos y entendidos en literatura y cine. Eso debe ser pero, lo repito, me encantó la película.
Publicado por: Miquel Segura Aguiló | 11/02/2009 19:22:59
No es tan fácil tener algo importante qué decir. Saber hacerlo y poder hacerlo va después. Pero no es menos difícil.
Publicado por: marga | 11/02/2009 15:49:16
Yo la verdad es que no tenía notica de dicho relato hasta que vi la película. Tengo que decir que no estoy de acuerdo con que "sólo" es una película entretenida. La historia entre ellos dos está increible, la Blanchett, ni digamos y el gran, gran, Brad...una de las mejores películas vistas nunca. Ansioso estoy de leer la short story, aunque no tenga nada que ver, tal como dices.
Publicado por: Josep | 11/02/2009 13:11:46
Pues claro, José Andrés. ¿Alguien esperaba que FSF se moviera en el mundo de la pomposidad? demasiado bien conocía Hollywood, que acabó matándolo con la lentitud del alcohólico, con la desidia de guionista mercenario (quizás sin los recursos de la ironía vital de Falukner y Hemingway, que sin embargo, le permitían tenir una inmensa ironía literaria).
Verguënza ajena las películas que utilizan a un autor. Ni quiero imaginarme lo que habrán hecho con "Der Vorlesser" de Schlink, porque ya vi lo que hicieron con Eugenides y "Las vírgenes suicidas", libro que en su momento pasó desapercibido. He visto recientemente "Revolutionary Road" y que ha parecido un ejercicio ad majorem gloriam Winslet (a la que admiro en otras películas, como "Enigma"), donde el personaje de April Wheeler, tan complejo en la novela de Yates, tan frívolo en su decisión de casarse con un marido que aparece como el verdadero frívolo de la película (las escenas de infidelidad son bien distintas en un caso y en otro...), pasa a ser ensalzado por Sam Mendes para que Winslet no sea la loca insoportable, cabeza llena de pájaros y frustraciones que Yates deja atisbar. Esa loca que ya había tratado de abortar su primer hijo (cosa que la película oculta aviesamente) y que tiene una relación premeditada con un vecino culto, sensible (en nada parecido al bruto de la película). Un personaje que, por cierto, tiene una historia familiar decisiva que en la película ni siquiera aparece. Que la hubieran titulado "Ella y un casi-él".
Dicho esto, recomiendo las dos novelas de Yates publicadas y aguardo, horrorizado, a ver qué hacen con "Las hemanas Grime"...
Publicado por: Ferran Gallego | 11/02/2009 12:52:57
EL MEJOR FINAL, LA BAILARINA EN TETAS Y COMO BAILA
http://comielotrodia.wordpress.com
Publicado por: http://comielotrodia.wordpress.com | 11/02/2009 8:53:30
estaría bien que fuese la realidad..así cuando tienes más vitalidad también tienes más experiencia.
Publicado por: cursos | 10/02/2009 22:15:17