Un día, Melnitsa saltó desde la ventana de un quinto piso en Arjánguelsk y se rompió el cráneo. En uno de los capítulos de Diario de un lobo (Alba), Mariusz Wilk se acuerda de ella, y cuenta cómo la conoció y las cosas que le enseñó. Le había explicado, por ejemplo, que las islas Solovki eran un basurero humano, que allí llegaban los soñadores, los idiotas, los poetas, los outsiders, los fracasados, los descarrilados, los místicos, los parásitos y los fugitivos. Allí, donde era "ya era imposible encontrarse más lejos", donde estaban "en el límite de todo". Un día le contó que el autor ruso Pável Florenski decía que "la realidad en el norte es más delgada que en otros lugares, como un jersey que se ha adelgazado a la altura de los codos". Y que era esa delgadez la que te permitía entrever el otro lado del mundo.
En cuanto llegó en 1991 a las islas Solovki procedente de Abjazia, de la guerra, Mariusz Wilk (la foto es de Tomasz Kinszny y aparece con su mujer Veronika) supo de Melnitsa. Lo mandaron al periódico local y le dijeron que preguntara por la redactora jefa. Ahí estaba ella, con "su mirada bondadosa oculta tras los gruesos cristales de sus gafas y un suave olor a alcohol". Wilk nació en 1955 en Wroclaw (Polonia) y en Diario de un lobo. Pasajes del mar Blanco (traducción de Katarzyna Olszewska Sonnenberg) reúne los apuntes que hizo de las islas Solovki entre 1996 y 1998 y describe Kanín Nos, donde el mar Báltico desemboca en el océano Glacial. Toma la palabra, pues, en el límite de todo. Y cuando está contando las cosas de esos remotos lugares lo que hace, en realidad, es rascar ese viejo jersey a la altura de los codos, donde está más delgado, y precipitarse en su vacío.
Wilk, que estuvo próximo al sindicato Solidaridad, confiesa haber vivido, entre otros lugares, "en la Quinta Avenida de Nueva York, en los astilleros de Gdansk durante la huelga de agosto, y junto al muro de Berlín cuando lo derribaban, en la Casa Blanca de Moscú durante el golpe de Estado y en la playa desierta de Sujumi durante la guerra entre los abjazos y los georgianos". Muchas de las historias de su libro las abre con citas de Joseph de Maistre, aquel reaccionario católico, erudito y aristócrata, cuyas ideas vincula Isaiah Berlin en El fuste torcido de la humanidad (Península) con el origen del fascismo, y que vivió en Rusia en la corte de Alejandro I entre 1802 y 1817 como embajador del rey de Cerdeña. Como De Maistre, Wilk ha quedado atrapado por el misterio profundo de esas tierras y, también como él, cuenta lo que ve sin hacer ninguna concesión. En su más radical crudeza.
Hay, por ejemplo, unos pasajes donde se pronuncia con una gran finura crítica sobre la ligereza con la que Ryszard Kapuscinki se atreve a contar en El Imperio cómo es la Rusia actual después de recorrerla de un confín a otro. La Rusia oculta, que "posee leyes incomprensibles, formas confusas y tendencia imprecisas", entiende Wilk, no se puede atrapar limitándose a seguir unas cuantas rutas que le han marcado desde fuera al periodista. La imagen que sigue existiendo de Rusia, piensa, no ha conseguido escapar "de la banalidad, del estereotipo o de la leyenda", y en ésas está también Kapuscinki. Diario de un lobo es otra cosa. La vida en las islas Solovki se convierte en sus páginas en el mejor laboratorio para descubrir esa vieja Rusia que sigue viviendo en la nueva. La Rusia de la iglesia ortodoxa y la cultura monacal, la de la época zarista, la de los campos de trabajo del régimen comunista. Ahí, escondida entre los pliegues de la reciente democracia y de la cada vez más consolidada cultura de las mafias.
Hay 9 Comentarios
esta muy interesante el tema gracias por publicar este tipo de informacion.
http://respuesta-rapida.net
Publicado por: Rocío | 25/02/2009 23:10:54
esta muy interesante el tema gracias por publicar este tipo de informacion.
http://respuesta-rapida.net
Publicado por: Rocío | 25/02/2009 23:10:17
Los comentarios de hoy (17-2-09) están cerrados. Aprovecho para dejarlo en este espacio del dia 13.
Existe el bonito género de las Vánitas, perteneciente a una categoría de bodegones que prácticamente desapareció en el siglo XVIII y que en el siglo XX recuperan, entre otros, Picasso y Richter. En casi todas sus manifestaciones con instrumentos musicales, relojes y calaveras. Expresión de lo efímero de la belleza y de la vida. Vanitas vanitatis…
En estos tiempos en que la muerte – los muertos – han desaparecido de nuestras casas y tienen sus espacios neutros y fríos en los tanatorios, tiempos en los que se estima, como un valor en sí mismo, la juventud, el culto al cuerpo, a la imagen, a la apariencia etc. bien está que reaparezcan las calaveras como elemento de reflexión.
Si los Madoff del mundo tuviesen que contemplar una calavera todos los días no necesitarían quizás acumular tanto. No, no, sin duda me equivoco: tienen todos los muertos de guerras o hambrunas en cada telediario y están – o estamos todos – vacunados. ¿O el arte tiene más poder de evocar que la propia realidad?
Publicado por: Miguel Mora | 17/02/2009 21:47:49
Se descubre que la Vía Láctea contiene millones de planetas como la Tierra capaces de albergar VIDA, lee la noticia entera en:
http://freeyourmindofthenwo.blogspot.com/
Publicado por: freeyourmind | 17/02/2009 13:23:29
You live in my head.
When a memory
outshines and
a glimmer of
love discovers
a care, you
live in my
head....
Francesco Sinibaldi
Publicado por: Francesco Sinibaldi | 16/02/2009 17:17:43
Primera vez que leo este distraído blog y creo que José Andrés, en el límite de todo ha conseguido que sienta interés por leer ese diario de un lobo por mucho que no pudo dejar de ser llevado por el estereotipo y terminara su apunte con una innecesaria referencia a al menos innecesario vocablo - mafia.
Publicado por: Teseus | 16/02/2009 12:06:35
Vídeo por Toronto Cosme: Evolucionismo vs Creacionismo, en:
http://freeyourmindofthenwo.blogspot.com/
Publicado por: freeyourmind | 16/02/2009 11:26:59
¿Qué es lo que hace a un autor escribir sobre lo que escribe? ¿Qué hace un periodista polaco instalado (es decir, no paseándose, sino viviendo) en ese remotísimo confín, donde la civilización sobrevive en restos, los seres humanos son todos como unos deportados y el mismo paisaje parece desmantelado? Demarcar la posición del autor -¿qué hago aquí?, ¿por qué estoy aquí?, ¿por qué cuento lo que cuento?, ¿cómo sé lo que sé?- debería ser una premisa en todo acto de escritura y, sin embargo, pese a ser un gran tema, rara vez se plantea. Mariusz Wilk, cierto es, no siempre es explícito en las respuestas, pero las preguntas asoman y discurren constantemente en su libro, lo que ciertamente no es poco. Hagamos estas preguntas, por ejemplo, al autor de la tan cacareada "Gomorra", a medida que vayamos leyendo el libro, y encontraremos, en vez de respuestas, silencio, ambigüedades, vacilaciones. De hecho, no encontraremos ni las preguntas, que es lo mínimo que uno puede exigir.
Queda claro, en cualquier caso, la decidida toma de postura de Wilk en contra de todo lo que convierte la mirada del escritor en la mirada de un profesional. Me ha encantado este libro. Lo recomiendo vivamente.
Publicado por: fracture | 14/02/2009 19:17:38
¿un basurero humano?..un paraíso diría yo.
Publicado por: cursos | 13/02/2009 20:47:50