El narrador de La ninfa inconstante (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores), de Guillermo Cabrera Infante, le dice su amigo Branly: “En el carajo estás tú. Carajo, como sabes, siempre se traduce por infierno”. Y eso es lo que hay en este libro: el 16 de junio de 1957, un periodista que trabaja en La Habana en la revista Carteles se queda prendido con locura de una niña que no ha cumplido los dieciséis años. Es un amor que lo trastorna y un arrebato que lo lleva a separarse de su mujer. Estela, la pequeña Estela, se escapa de casa. Van, por eso, los dos por la ciudad embarcados en una fuga que los lleva de un sitio a otro. Primero fue Tres tristes tigres, luego La Habana para un infante difunto y, cuando ya había muerto, fue la mujer de Cabrera Infante, Miriam Gómez, la que terminó de armar La ninfa inconstante, la última parte de esa trilogía que resume un mundo definitivamente ido: el de La Habana anterior a 1959.
“Es en pasado cuando vemos el tiempo como si fuera el espacio”, escribe Cabrera Infante en el inicio de este libro. Y, antes en el prólogo, había contado que no quería cambiar lo que había ocurrido sino que necesitaba “una máquina del tiempo para vivirlo de nuevo”. Así que todo gira alrededor de Estela. Y lo que pasó en un verano remoto, cuando se produjo esa súbita irrupción que lo cambió todo: ahí estaba ella, pequeña, con la piel dorada, y capaz de desencadenar un terremoto. La literatura es el afán de agarrar y precisar, de recuperar y regresar, de comprender acaso, de volver ahí y recorrer las calles y los sabores y olores y atmósferas y músicas de esa vieja Habana.
La música y el cine. La ciudad. La vida: el trabajo, los amigos, el amor. Con eso cocinó su obra Guillermo Cabrera Infante (la foto es de Francisco Ontañón), y en la reconstrucción del encuentro entre un hombre y una niña que se está convirtiendo en mujer lo que traduce es el asombro y la perplejidad que resulta de descubrir que nada se supo entonces de lo que estaba ocurriendo, y que todavía hoy permanece el misterio y el enigma. Todo pasa como un incomprensible vendaval que arrasa lo que hay.
“Dios jugaba al cubilete con nosotros dos”, escribe Cabrera Infante. “La suerte más fuerte que la muerte nos reunió. Los hados estaban echados y en su breve carrera me fueron propicios. Hay que imputarle al destino su sórdida manipulación de la esperanza”. La ninfa inconstante, tan cargada de materia autobiográfica como todo lo que ha escrito, se publicó hace ya unos meses e igual hay ratos en que se nota que no es una obra terminada del todo, pero está recorrida de principio a fin por destellos del genio del escritor que deslumbran. Y hay páginas que conmueven y las hay que producen una risa contagiosa. Hay escritores a los que se quiere cada vez más mientras se los va leyendo. Cabrera Infante es uno de ellos.
Hay 7 Comentarios
JODER QUE FOTO SE HA MARCADO LA BEYONCÉ EN GQ, SE LA VEN LOS PEZONES Y LOS TIENE ENORMES
http://comielotrodia.wordpress.com
Publicado por: MARTA (http://comielotrodia.wordpress.com) | 16/03/2009 10:48:43
Muy bueno el texto, me ha gustado bastante ;)
Publicado por: Noruega | 13/03/2009 18:35:57
JODER ES QUE SI VOY AL CIELO NO VOY A ENCONTRARME CON NINGUN AMIGO...
http://comielotrodia.wordpress.com
Publicado por: MARTA (http://comielotrodia.wordpress.com) | 13/03/2009 8:21:09
OSTYA
Publicado por: JOSE MANUEL CASAÑ | 13/03/2009 3:29:43
TANTO TIEMPO QUE HE PASADO CON MIS SOLEDADES SOLO Y HOY TE ENCENTRAS A MI LADO
Publicado por: JOSE MANUEL CASAÑ | 13/03/2009 3:28:02
¡O SEMOS O NO SEMOS!
Publicado por: JOSE MANUEL CASAÑ | 13/03/2009 3:17:48
Espectacultar texto, Rouge... tiempo sin postearte pero sigo leyéndote. Ensalada pendiente.
Publicado por: B. | 12/03/2009 19:37:11