“Mire cara a cara la verdad por una vez en su vida”, le dice el estudiante Trofímov a Ranevskaia, la dueña de las propiedades donde florecen los hermosos cerezos. La mujer ha vuelto a Rusia después de pasar una temporada en París, donde ha vivido una apasionada historia de amor con un hombre que la ha trasquilado: no tiene ya un céntimo, va a perderlo todo. Y la mujer contesta: “¿Y qué verdad es ésa? Usted puede ver dónde está la verdad y dónde no está, pero yo he perdido el sentido de la vista y no veo nada”. Y luego: “Usted mira resueltamente hacia delante, pero ¿no es quizá porque no ve ni espera nada horrible, porque la vida sigue aún oculta a sus ojos?”. El diálogo de El huerto de los cerezos (Alianza, 1991; traducción de Juan López-Morillas), de Antón Chéjov, volvió a vibrar hace unos días en el escenario del teatro Español de Madrid. La dirección la firmaba Sam Mendes y la interpretó la compañía que ha fundado con Kevin Spacey, The Bridge Project.
Lo que Chéjov cuenta es el derrumbe, la destrucción, el final de una época: la noble Ranevskaia no ve todas esas verdades que Trofímov defiende con vehemencia. ¿No será que la vida sigue aún oculta a sus ojos?, eso le dice, como si advirtiera en su caída que cuantos se empeñan en cambiarlo todo es porque aún no se han enterado de nada. “No concibo la vida sin este huerto de los cerezos”, confiesa la dama. Luego le dirá que es un joven de veintiséis o veintisiete años pero que sigue siendo un colegial, y también: “Usted no es un puro, sino que se jacta de pureza, un tipo ridículo, un engendro…”.
Sam Mendes, como ya hizo en su reciente película Revolutionary Road, se ha puesto al servicio del texto, y sirve en escena las palabras de Chéjov sin ninguna voluntad de añadirles esa creatividad suplementaria de la que tantos directores presumen. Así que hay que agradecérselo. Cuenta, además, con un elenco de actores magníficos, entre los que sobresalen Simon Russell (en la imagen), que borda el personaje del hijo de campesinos que se ha hecho rico con sus negocios, y Rebeca Hall (en la otra imagen), la hija adoptiva de Ranevskaia. Tan bien lo hacen que la historia de su compleja relación conquista el primer plano, postergando a otros de similar (o mayor) relevancia. Pese a su notable propuesta, las cosas quizá se le van un poco de las manos a Mendes, y hay momentos que debían de haber hecho temblar el teatro que simplemente pasan inadvertidos (como el encuentro entre Ania y Trofímov, que se queda en nada, quién sabe si por el flojo trabajo de Morven Christie y Ethan Hawke).
Así que el trágico desmoronamiento de un mundo. El joven visionario y el pragmático nuevo rico anuncian el final de una nobleza que ha condenado a Rusia a la miseria. Por mucho que quieran hacer por salvarlo, no es posible. Hay cosas (como ese centenario armario consagrado a “los más altos ideales del bien y de la justicia”, que celebra el hermano de Ranevskaia) que ya no tienen cabida en el nuevo mundo. Ese mundo que ha de convertir el huerto de cerezos en parcelas donde construir chalets para los veraneantes: el mundo del futuro, nuestro mundo.
Hay 3 Comentarios
Sería un lujo traer esta compañía al festival de Almagro.
Gracias por la recomendación.
Me voy a ver perdidossss
Publicado por: Eduardo Aguilrar | 26/04/2009 15:35:35
tal como alejandro jodoroswsky segun el maestro de kabbala que lo enseñaba, tu tambien tienes un ojo en tu nombre si te fijas con detencion...en el de alejandro jodoroswsky el ojo es de oro, de seguro el tuyo es de eso que puede ver hasta debajo del agua, o donde nadie puede ver. saludos
Publicado por: rociolat | 26/04/2009 15:02:57
Hace días me pregunto por quienes publican los blogs asiduamente.
Ante mi perplejidad deduzco que, o bien no leen los comentarios; o bien, se trata de algún género subhumano.
He colaborado asiduamente en este y otros con el mismo fin que cualquier periodista, gratuitamente (yo también tengo la licencia), con el fin de denunciar el atentado que mi hija y yo estábamos sufriendo.
Mi hija fue sustaríada por la fuerza el pasado 21 de abril del Instituto. Mi hija ya era víctima. Aparte de una situación de maltrato anterior, sufrió una fobia escolar ante la buena dispensa de los responsables educativos.
El gobierno de Aragón ha facilitado su secuestro. Por eso, todavía no se dónde está mi hija.
Usted habla de la guerra civil, pero es incapaz de dedicar una línea a las atrocidades que amparadas por los gobiernos comete ETA.
Es incapaz de publicar que no existe ninguna asociación para las víctimas del terrorismo.
Y de denunciar a las claras que las indemnizaciones por atrocidades cometidas posteriormente a la guerra, han tardado ¿Cuántos años en pagarse?
He tenido que leer cómo los soldados marroquís se quejaban de no cobrar sueldo o pensión por haber participado en el bando ganador.
Resulta que hay gente cobrando por haber matado. pero eso tampoco usted lo publica.
Sus compañeros redactores han recibido mi llamada comunicando la situación de secuestro de mi hija.
Pero ¿para qué devolver la llamada?
Mi pregunta es: ¿Cómo son capaces de dormir tranquilos ustedes? ¿A qué se dedican?
Porque yo también se escribir y también tengo licencia.
Por eso, mi pregunta:
¿En que hay que convertirse para ser periodista en este país?¿Hay que dejar de ser periodista?
Publicado por: Belén Martínez Oliete | 26/04/2009 6:30:52