La monotonía de una Europa fascista

Por: | 07 de abril de 2009

Carl Einstein fue uno de los muchos extranjeros que vinieron a España a luchar en defensa de la República. Llegó el 19 de julio de 1936 y se incorporó a la columna Durruti con la que marchó hacia Aragón. Cuando el líder anarquista murió de forma accidental en el frente de Madrid en noviembre de ese año, Einstein redactó una necrológica que leyó por la emisora de radio de la CNT-FAI. Estuvo después largo tiempo en Pina del Ebro formando parte de la división Durruti, y participó en diferentes escaramuzas (en el frente de Madrid, en Guadalajara, en Fuentetodos). Fue herido varias veces y le llegaron a proponer el mando militar de su división. Había sido cazador en África y era un gran deportista, destacando como internacional en fútbol y boxeo. Pero su fama procedía, sobre todo, de su trabajo como teórico del arte. Conocía a fondo las vanguardias, había escrito sobre arte africano, defendía que el cubismo había sido el movimiento fundacional de la modernidad. En 1912 publicó una novela experimental (Bebuquin o el diletante de los milagros) y, tras la Gran Guerra, se afilió al Consejo de Soldados de Bruselas y a la Liga Espartaco. Cuando le preguntaron en 1938, mientras convalecía de una herida en Barcelona, cuál era el papel del intelectual, Einstein contestó: “abandonar el privilegio de una cobardía venerable y mal pagada e ir a las trincheras”.

“Mirar es actuar, y ver significa estimular lo real todavía invisible”, había escrito en 1933 en un libro en el que se ocupó de su amigo Georges Braque. Entendía que el arte determina nuestra visión del mundo hasta el punto de que, tal como explicaba Antoni Marí en un artículo reciente, para Einstein “el objetivo del arte es violentar nuestra visión y darle a ver lo que sin la experiencia artística sería imposible conocer y ver”. La guerra le obligó a poner entre paréntesis muchas de sus ideas, y durante los días que vivió en España fue mucho más rotundo: “Las ametralladoras se burlan de los poemas y los cuadros”, dijo. Salió hacia Francia cuando las tropas franquistas tomaron Cataluña. Sobrevivió allí como pudo hasta la entrada de los nazis. Entonces quiso alistarse en la legión extranjera para seguir combatiendo. No lo dejaron: era demasiado mayor (había nacido en 1885) . El 5 de julio de 1940, al pie de los Pirineos, se quitó la vida.

En febrero de este año terminó la exposición que el Reina Sofía dedicó a Carl Einstein en Madrid. Una propuesta peculiar, pues lo que allí se contaba era la visión del arte del siglo XX de un teórico fascinante y atípico, de un hombre que había vivido los desafíos de la vanguardia y que batalló incansable por cambiar el mundo. La editorial Mudito & Co. ha publicado hace poco La columna Durruti y otros artículos y entrevistas de la Guerra Civil española. Le preguntaron cuando estuvo aquí por qué había cambiado el libro por el fusil. Contestó: “Porque no quiero soportar la monotonía de una Europa fascista”.

Entierro de Durruti

Entre múltiples piezas africanas y obras de Grosz, Dix, Beckmann, Klee, Picasso, Braque, Léger y tantos otros, en el Reina Sofía se podía ver la proyección del entierro de Buenaventura Durruti en Barcelona en 1936 (en la imagen, unos milicianos llevan a hombros su féretro), En el texto que Einstein leyó por radio, dijo entonces con el entusiasmo de aquellos días: “Todos cumpliremos con las leyes revolucionarias lo mejor que podamos. La base de nuestra columna consiste en la confianza mutua y la colaboración voluntaria. Con mucho gusto, les dejamos a los fascistas el fetichismo del caudillismo y la producción de vedettes. Nosotros seguiremos siendo proletarios armados que nos sometemos voluntariamente a una disciplina útil”.

Hay 2 Comentarios

"...soportar la monotonia de una Europa (fascista)... Es curioso que esa frase -sin el parentesis- la pronunciaron años despues alemanes orientales que huian fisica o mentalmente del regimen de la RDA. No soportaban vivir en una dictadura que aplanaba la menor arista!
Es notable como se asemejan las dictaduras!!!

¿Durruti murió por accidente? Yo creía que lo habían asesinado en la retaguardia del frente de Madrid, aunque no se sabe si un francotirador, un anarquista molesto por su crueldad o un comunista por la estupida idea de crear una República Soviética en España, a la que estorbaban todos los que no fueran comunistas...

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El rincón del distraído es un blog cultural que quiere contar lo que pasa un poco más allá o un poco antes de lo que es estrictamente noticiable. Quiere acercarse a lo que ocurre en la cultura con el espíritu y la pasión del viajero que descubre nuevos mundos y que, sorprendido e inquieto, intenta dar cuenta de ellos.

Sobre el autor

José Andrés Rojo

(La Paz, Bolivia, 1958) entró en El PAÍS en 1992 en Babelia. Entre 1997 y 2001 fue coordinador de sus páginas de libros y entre 2001 y 2006 ha sido jefe de la sección de Cultura del diario. Licenciado en Sociología, su último libro publicado es Vicente Rojo. Retrato de un general republicano (Tusquets, 2006), XVIII Premio Comillas. Correo: @elpais.es.

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