“Un instante de vida plena”

Por: | 28 de abril de 2009

Octavio paz gorka lejarcegi

Sigo con Octavio Paz (La foto es de Gorka Lejarcegi). He regresado este fin de semana a sus libros, dando saltos de un lado a otro. Hay momentos en los que se impone su poderosa erudición, que lo mismo trajina por Japón y la India que por las oscuras resonancias de la poesía de Mallarmé. Hay otros en que leerlo es celebrar la incorporación de la mirada crítica a la tradición hispana, una mirada que escarba sobre los signos inmediatos y que relaciona momentos y realidades distintas y que cuestiona las lecciones heredadas. Pero en Paz está también el poeta que mantiene vivo el desafío de las vanguardias, el de ir siempre un poco más allá, y el hombre que consigue que México se convierta en un mundo próximo.

Y de rato en rato, su obsesión recurrente por tratar del amor. En sus versos, en sus ensayos. Así que copio dos fragmentos de dos libros distintos. En Cuadrivio, al que pertenece el primero de ellos, están reunidos cuatro de los mejores ensayos de Paz (ahí están los magistrales que dedica a Cernuda y Pessoa). La otra referencia pertenece a El laberinto de la soledad, su apasionante viaje al interior de la conciencia de México. Ahí van:  

“Hay que decirlo una y otra vez: el amor, todo amor, es inmoral. Imaginemos una sociedad distinta a la nuestra y a todas las que ha conocido la historia, una sociedad en la que reinase la más absoluta libertad erótica, el mundo infernal de Sade o el paradisíaco que nos proponen los sexólogos modernos: ahí el amor sería un escándalo mayor que entre nosotros. Pasión natural, revelación del ser en la persona amada, puente entre este mundo y el otro, contemplación de la vida o la muerte: el amor nos abre las puertas de un estado que escapa a las leyes de la razón común y de la moral corriente”.

“Le pedimos al amor –que siendo deseo, es hambre de comunión, hambre de caer y morir tanto como de renacer– que nos dé un pedazo de vida verdadera, de muerte verdadera. No le pedimos la felicidad, ni el reposo, sino un instante, sólo un instante, de vida plena, en la que se fundan los contrarios y vida y muerte, tiempo y eternidad, pacten. Oscuramente sabemos que vida y muerte no son sino dos movimientos, antagónicos, pero complementarios, de una misma realidad. Creación y destrucción se funden en el acto amoroso; y durante una fracción de segundo el hombre entrevé un estado más perfecto”.

Hay 17 Comentarios

Pasaba por aquí, que dice la vieja canción de Aute, y ¡ oh, sorpresa ¡ dos años largos después vuelve el señor Aurelio Major. Sólo una observación, Sr Major: nunca un intelectual debe dejar nada por “zanjado”.

Zanjado:
http://www.letraslibres.com/revista/cartas/sobre-los-libros-esenciales-de-la-literatura-en-espanol
http://www.jornada.unam.mx/2006/09/17/sem-elena.html
http://www.letraslibres.com/revista/libros/el-asesinato-de-elena-garro-de-patricia-rosas-lopategui

Agur, claro, Major. O, mejor Major, ¡qué le vaya bonito! Su hipertrofia de la autoestima no soportaría otra cosa. Efectivamente yo soy uno de tantos “migueles mora minor” en los que debió pensar para evitar situaciones embarazosas. Eso si, ninguna relación con ningún tipo de maltrato. Usted sólo es buen espía de libros. El intermediario cultural que selecciona libros y los ajusta al mercado ejerce un moderno tipo de censura. Ya sé que siempre hay que seleccionar (hasta el formidable Carlos Barral lo hacía y una vez se equivocó gravemente), lo cuestionable es quien elige y los criterios que usa y quien selecciona a los seleccionadores (aunque ahora hay másteres para todo: el liderazgo, la excelencia etc.). Usted no ha querido entrar en ese tema: hace bien, de algunos “psicoanálisis” sale alguno curado sólo cuando cuestiona el medio. Lo entenderá cuando traduzca a Lacan.
Pero puede parecer que me he ido por los cerros de Übeda. Así que corto y cierro. Yo.

Sustantivos, no adjetivos. El pecado, hijo mío, no el pecador.
Datos, más que "alguno".
¿"Rico", "culpa"? Debe de contar con información de la que no dispongo.
Lamento haberlo confundido con el corresponsal de El País, le ofrezco a él mis disculpas.
Entre los miles de "Miguel Mora", bloguero-intermediario, sin duda usted no maltratará a su mujer.
Agur.

Yo, Sr Major, no pedía - y menos en tono de comisario – ninguna documentación. Pedía datos: celebro que dé usted alguno y su visión cercana de amigo de Paz. Usted me da documentos que piensa que refuerzan su autoridad pero la autoridad no la da únicamente el currículum que a uno le adorna sino la consistencia de las opiniones, la solidez de los datos y la elegancia con la que se manifiesten. Tiene, Sr. Major, la lengua fácil al insulto y en un comentario anterior me llamó estúpido y ahora necio.¡ No es para tanto! Además yo le estimo como traductor de Susan Sontag y de su hijo David Rieff.
Hay biografías de Elena Garro y biografías de Octavio Paz; sean buenas o malas no tienen porque abarcar aspectos de la relación de los dos que aclaren tajantemente las dudas, hay pocos biógrafos que convivan con los biografiados. Usted llama a Garro, y a su hija, ingenuas y desequilibradas, seguramente Octavio no era ninguna de las dos cosas y además era rico y se podía (lo de menos quizás era si la culpa era el motivo) permitir ayudas económicas. Las ayudas económicas no anulan los celos profesionales (por eso yo citaba a Camille Claudel y a Rodin) y de la estabilidad de Paz o el desequilibrio de Garro pueden surgir igualmente, así ocurrió, obras excelentes.
He estado tentado de no contestarle, al fin y al cabo me interesaba más el aspecto de intermediario cultural (¡mercado cultural!, casi una contradicción le decía: publicidad, intermediarios, capitalismo desarrollado… la miseria cotidiana) y de eso no dice nada; añade más leña al fuego con lo del “chavismo de Berlusconi”: es usted un reaccionario clásico, Chávez y Berlusconi tienen muchísimas más diferencias esenciales que las similitudes que usted parece atribuirles.
He vencido, decía, la tentación de contestarle porque, mire usted, yo no soy el Miguel Mora corresponsal de “El País” en Italia sino un bloguero que también se llama así. Quizá una mínima gestión le hubiera bastado para tener seguridad de que sus dardos se orientaban correctamente, eso o haber reparado en que Miguel Mora (el otro) no tiene edad suficiente para haber presenciado – con ojos y oídos de adulto – la charlas en Televisa que están en el origen de todas estas diferencias: no hace falta ser Hercules Poirot, simplemente tener rigor o ser más prudente. Cualidades que deberían adornar a un intermediario cultural ¿o no hacen falta?.


Hoy, día de fiesta, pasaba por aquí y veo que Miguel Mora pidió aclaraciones sobre la relación entre Elena Garro y Octavio Paz. Han transcurrido muchos meses, así que espero que su sagacidad periodística le haya permitido leer esto:
http://www.elpais.com/articulo/ultima/oscura/historia/Elena/Garro/elpportec/20060714elpepiult_1/Tes
Los datos podrían bastar para dejar claro algunos aspectos de esa relación. Sin embargo, a pesar de ello, (y evitándole a Miguel Mora la molestia de indagar):
El sueldo íntegro de Octavio Paz en Vuelta estaba destinado a Elena Garro y la hija de ambos. Esto me consta (por eso afirmo más arriba que los testigos somos muy numerosos), pues fui el responsable del brazo editorial de Vuelta algunos años y mi trato con Octavio Paz era cotidiano. Me constó también su apoyo material a Garro en muchas otras ocasiones.
Por si lo anterior no es suficiente: al crearse la colección de Teatro de la Biblioteca Universal que publicó Círculo de Lectores, Hans Meinke y Nicanor Vélez fueron testigos de la viva recomendación que transmitió Octavio Paz a Francisco Nieva (su director) de la obra dramática de Elena Garro.
¿Quiere más ejemplos el periodista? Puede inquirir con el narrador mexicano Álvaro Uribe agregado cultural de México en París mientras Garro residió allí. Guillermo Sheridan, biógrafo de Octavio Paz, también despejará sus telarañas, al igual que Eliot Weinberger o Alberto Ruy-Sánchez.
Por ser precisamente un periodista, actual intermediario entre el chavizmo de Berlusconi y los lectores de este periódico, sus “impresiones” infundadas sobre Paz no son más que una necedad interesada o una tara juvenil.
Miguel Mora, en tono de comisario, también me pide mi documentación, aquí la tiene, suplementaria:
http://www.abc.es/20080928/cultura-libros/deletreando-octavio-festival-segovia-20080928.html
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1995/01/28/049.html
http://www.susansontag.com/prize/committee.shtml

Pedía yo especialistas que nos aclarasen cosas acerca de las relaciones entre Octavio Paz y Elena Garro. Hoy, quince días después, Aurelio Major dice que mis comentarios sobre Paz y Garro son falsos. Obviando que los comentarios no suelen ser falsos – acaso cuestionables – y que los falsos son los datos - ¿no? - él no suministra tampoco datos, dice simplemente que son falsos amparado, supongo, en su autoridad sobre el tema, ¿cuál? Afirma que los “testigos de la generosidad de Paz hacía Garro e hija son muy numerosos”. Yo repito que no soy especialista (por eso los solicitaba) pero están las enciclopedias – y no sólo las virtuales – llenas de dudas, argumentos, datos biográficos que –quizás con la misma autoridad de Major – hablarían a favor de lo que yo comentaba.
Yo, Aurelio, no decía que Paz fuese de la Cia, decía (compruébese leyendo más arriba) que había tenido la impresión (oyendo unos comentarios suyos en Televisa (¡ Televisa! ) de que era de la Cia ( impresión , algo personal por lo tanto…).
Sus matizaciones sobre la “izquierda paleolítica” no dejan lugar a dudas: para usted la izquierda no paleolítica debe ser la socialdemocracia, la derecha civilizada que es lo que algunos creen que es la izquierda moderna. Lógico, supongo que es usted el mismo Aurelio Major que trabaja como scout editorial, manera elegante de llamar a esos profesionales, tan inherentes al capitalismo, que son los intermediarios. Intérprete – y a la vez orientador – de los gustos del público. Dirigismo cultural, casi una contradicción.

Los comentarios de Miguel Mora sobre las relaciones de Elena Garro con Octavio Paz, según las cuales la espiaba o censuraba u obligaba a quemar sus manuscritos, son falsas (aunque si este desmentido quiere interpretarse como una "censura" entonces ya no habrá nada qué discutir). Los testigos presenciales de la generosidad y amparo de Octavio Paz hacia Garro (y su hija común) somos muy numerosos.

Ambas se prestaron, por ingenuidad primero y por auténtico desequilibrio después, a ser instrumentalizadas, primero por la derecha y después por la izquierda mexicana y latinoamericana, esta última incapaz de rebatir a Paz (sobre Cuba, sobre Nicaragua). La izquierda entonces recurrió al infundio disfrazado de información, deformando meras desavenencias privadas que ambas se ocuparon de hacer muy públicas. Esto no añade ni quita mérito a la obra de Garro.

En México y aún en vida de Paz el único que públicamente cambió sus posiciones fue Monsiváis, lo cual lo honra.

Afirmar que Octavio Paz "era de la CIA", como repetía la izquierda paleolítica, es una estupidez interesada. Y que se siga repitiendo a estas alturas ya es motivo de compasión.

De todas formas, Ferran, a mi me gustaría que alguien ( tienen muchos mejicanos que leer este blog, aunque ahora están más preocupados por otras cosas) con más conocimiento de la vida de Elena Garro que yo, nos proporcionase más datos de su vida y de sus obras. Creo que sería muy interesante e ilustrativo. Confieso que ayer, conscientemente, omití a Buñuel (a quien tanto admiro) en la breve lista de maridos geniales opresores de sus mujeres. Su mujer – Jeanne Roucar – nos cuenta su vida en “ Memorias de una mujer sin piano”.


Impresionante lo que cuentas, Miguel. No sabía nada y, desde luego, el juicio de los grandes escritores tiene que ir siempre acompañado de la coherencia entre su obra y su vida. Curiosamente, me gustan Céline o Drieu porque su literatura define claramente lo que es ser fascista (no hay novela como el GILLES de Drieu para comprender esa mentalidad, te la recomiendo). Octavio Paz ya me mosqueaba por su adhesión incondicional al PRI hasta la matanza del 68. No hacía falta ese acontecimiento para plantarle cara al partido que, desde el fin de la presidencia de Cárdenas y con las que siguieron (tan impresentables como las de Avila Camacho, Miguel Alemán hasta culminar en Díaz Ordaz) habían dado muestras de lo que estaban dispuestos a hacer: la marginación de Lombardo Toledano, la represión sobre los sindicatos de maestros y ferroviarios, las matanzas de campesinos comunistas...Gente como Paz defendió al "partido de la revolución" hasta que empezó hacerse evidente que no podía jugarse al progresismo político (ni siquiera al de recelo antimarxista) jugando con lo que un historiador llamó la "presidencia imperial".
Gracias por la información, aunque "La palabra edificante" siga siendo un banquete de inteligencia...

Anoche no pude resistirme a levantar la cubierta del librito de Paz.Como no disponía de mucho tiempo busqué un poema corto, pensando quizá que no me robaría horas de sueño; sin embargo me equivoqué.
" La Calle" me atrapó, me quedé en la cama mirando al techo con los ojos como platos:
"...y doy vueltas y vueltas en esquinas que dan siempre a la calle donde nadie me espera ni me sigue,..."
La monotonía del día a día son esas esquinas con las que nos topamos a diario como una perpetua tortura, una tortura que nos mantiene aislados en la incomunicación:
"...y piso con pies ciegos las piedras mudas y las hojas secas y alguien detrás de mí también las pisa: si me detengo, se detiene; si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie."
Alguien quiere pedirnos ayuda, quiere conocernos,pero cuando miramos hacia a trás se ha desvanecido; y al mismo tiempo:
"....donde yo sigo a un hombre que tropieza y se levanta y dice al verme:nadie." queremos pedir ayuda para salir de ese círculo de soledad y antes de poder hacerlo nuestra esperanza de disipa como la niebla que deja paso a la nitidez del día.
Monotonía,incomunicación que a veces nos bloquean echando el freno a nuestros deseos para acabar siempre en la misma esquina sin nadie alrededor.
Pd.
José Andrés, aunque sea una vulgaridad, este poema es acojonante.

Miguel Mora: gracias por avisar.

Dos estupendas reflexiones de un escritor de la categoría de Octavio Paz sobre el amor, el sexo, la muerte. No he leído demasiado a Octavio Paz y eso está en mi debe, claro. Sí tengo un vago recuerdo de algunos comentarios suyos que tuve la ocasión de oír en algún telediario de Televisa, en México (1980). Recibí la impresión de que era de la CIA. Claro que, en esa época, los jóvenes de izquierdas casi todo lo que se apartaba de nuestro rígido ideario lo atribuíamos a la CIA.
El año pasado asistí a una representación teatral (Grupo de Teatro Independiente La Gaviota, mejicano) de dos obras de Elena Garro - mujer de O.Paz durante bastantes años – se titulaban “ Los Perros” y “El árbol”. Eran duras, feministas, demoledoras. Me enteré entonces de que Octavio le hacía quemar muchos de sus escritos, la espiaba, la censuraba. ( Rodin, Camille Claudel… Rivera, Frida…). A Elena Garro, Borges la consideraba precursora del realismo mágico, algunos la “demonizaron” atribuyéndole estar detrás de los revolucionarios mejicanos del 68 ( Plaza de las Tres Culturas), fue considerada espía (agente de la Cia, del Vaticano o de Castro), se le atribuyen peligrosas entrevistas con Oswald, asesino ( quizás) de Kennedy. Murió en la miseria. Ya sé que no hay que juzgar a los artistas, escritores etc. por su vida, sólo por sus obras, pero ¿qué quieren? los liberadores que marginan y reprimen en el ámbito privado merecen ser recordados en toda su amplitud.

Gracias Ferrán, siempre te leo aunque no haga comentarios.


María, el poema es "Piedra de sol". La antología del libro que editó EL PAIS lo contiene...

A veces no se como referirme a América Central y del Sur, supongo que no todas las acepciones son correctas.
A mi me gusta América Latina, porque nos expresamos con la misma lengua.
No había leído nada de Paz, aquí a mí lado tengo el librito de la coleción de El País.
La producción literaria de estos países es inmensa en todos los sentidos que la palabra abarca.
Mientras en España hacíamos un viaje atrás en el tiempo a la Edad Media, en México había poetas como Paz, es casi un milagro.
Había leído a Neruda y Benedetti en lo que se refiere a poesía, de novela me decanté por Garrcía Márquez y Allende, quizá alguno más que ahora no recuerdo.
Descubrir a este poeta va a convertirse en una aventura, en una experiencia más de la vida.
Leí un poema que Ferrán citó en el blog de su vecino, no recuerdo el título, pero me gustó esa manera deshinibída te tratar el erotismo sin caer en lo previsible o grosero; con frescura.
Gracias por la recomendación, he tomado nota de los otros libros de la entrada anterior. Este verano no voy a parar de leer, menudo banquete me espera revuelta en un mar de letras.


Supongo que, al referirte al ensayo dedicado a Cernuda, hablas de "La palabra edificante". Su lectura, en una antología de textos dedicados a Cernuda, creo que coordinada por Derek Harris (hace de esto mucho tiempo) me dejó anonadado. No es el tipo de crítica literaria habitual, sino una ampliación del propio campo de batalla expresiva, con el pretexto de hablar de otro. Paz establece lo que es para él la poesía y, en especial, lo que es esa "palabra edificante", que crece sobre su misma función: la de nombrar (que es dar a conocer), pero también la de nombrar a quien habla de su emoción ante el mundo, que es darse a conocer. La poesía es comunicación y conocimiento en la misma medida. De entrada, comunicación con uno mismo, forma única de atender a la llamada de un mundo que se nos arroja como arena a los ojos, en desorden y polvo minucioso, que tenemos que ordenar, haciéndola barro que dé forma, como los castillos en la orilla, donde la consistencia de la arena nos descubre una imagen. Tanto en el fogonazo de una expresión como en la manera discursiva en que se organiza un poema, la trayectoria de Cernuda le permitía a Paz descubrir un ciclo completo, que iba desde la poesía pura hasta la narración final, pasando por el neorromanticismo de DONDE HABITE EL OLVIDO o las pulsaciones surrealistas, de calidez lorquiana, de LOS PLACERES PROHIBIDOS. Todo ello constituía la utilización de muchas maneras de entrar en esa realidad invisible, en la soledad sonora de Juan Ramón, haciendo de la biografía poética de Cernuda una experiencia de uso de todos los registros posibles, para entender el mundo y para entenderse. Entre todas las cosas, comprender su propio "ser diferente", su amarga y exaltada homosexualidad perseguida, presentada y representada ante el mundo como la equivalencia del derecho a la belleza, al deseo, y ejercicio de la más alta libertad. Ser fiel al amor, a la vida, flanquear la muerte cotidiana en un ejercicio permanente de afirmación de la propia existencia, ese "soliloquio del farero" pronunciado en uno de los más hermosos poemas de Cernuda, en el que, alejado de los hombres, los ama desde lejos, les ilumina y les orienta con su ejemplo, para que no encallen en la sordidez de la frustración y la abolición de los impulsos generosos, de la fraternidad, del amor sin distinciones convencionales.

Creo que cualquier poeta o cualquier lector de poesía debería tener a mano ese festín de inteligencia con el que Octavio Paz se demoró en la obra de un poeta admirable, mostrándonos sus propios motivos para escribir. Para vivir.

Los comentarios de esta entrada están cerrados.

TrackBack

URL del Trackback para esta entrada:
https://www.typepad.com/services/trackback/6a00d8341bfb1653ef01156f635960970c

Listed below are links to weblogs that reference “Un instante de vida plena”:

El rincón del distraído

Sobre el blog

El rincón del distraído es un blog cultural que quiere contar lo que pasa un poco más allá o un poco antes de lo que es estrictamente noticiable. Quiere acercarse a lo que ocurre en la cultura con el espíritu y la pasión del viajero que descubre nuevos mundos y que, sorprendido e inquieto, intenta dar cuenta de ellos.

Sobre el autor

José Andrés Rojo

(La Paz, Bolivia, 1958) entró en El PAÍS en 1992 en Babelia. Entre 1997 y 2001 fue coordinador de sus páginas de libros y entre 2001 y 2006 ha sido jefe de la sección de Cultura del diario. Licenciado en Sociología, su último libro publicado es Vicente Rojo. Retrato de un general republicano (Tusquets, 2006), XVIII Premio Comillas. Correo: @elpais.es.

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal