En su ensayo Sufismo y surrealismo (Alianza, traducción de José Miguel Puerta Vílchez), el poeta Adonis rescata una reflexión de Michel de Certau sobre la poeta medieval Catherine d’Amboise. “Y cuando el viajero carece absolutamente de puerto, no tiene ni base ni destino”, dice allí. “Se rinde a un deseo sin nombre, como el barco de un ebrio”. Y de esa manera se podría, quizá, leer a Adonis, uno de los grandes renovadores de la poesía en lengua árabe, y también un desterrado, un viajero, un peregrino que recorre el mundo, que lo escudriña y lo toca, que se zambulle en él, y que horada sus misterios. Y que nombra y dice. Michaux, al que Adonis recupera en ese ensayo para explicar que había llegado gracias a los estupefacientes al mismo lugar al que llegan los sufíes a través de la preparación corporal, escribió de aquel proceso: “Esas palabras solo quieren decir que él quería decir algo, que buscó, pero que no sabía dónde buscar”.
Esta tarde, Adonis (en la imagen) participará en el Mapfre Hay Festival Alhambra, donde un año más se reúnen desde el jueves y hasta mañana escritores, editores y periodistas de distintos lugares del mundo para intercambiar ideas, experiencias, impresiones, para contar historias. Adonis nació en 1930 en una remota localidad del norte de Siria, Qasabín, donde no llegaban los más indispensables avances tecnológicos. No conoció ni la electricidad, ni la radio, ni los automóviles hasta que tuvo doce años. Lo que sí había aprendido, gracias a su padre, era a recitar algunos poemas, que aprendía de memoria, y a escribir. Pronto fue él mismo quien se aventuró en las arenas pantanosas de la poesía.
Con más de treinta libros publicados, el nombre de Adonis es uno de los que año tras año se barajan para ganar el Nobel. Estudió Filosofía en Damasco, participó en política y lo metieron en la cárcel por formar parte del Partido Social Nacionalista Sirio. Así que salió de Siria y llegó a Beirut en 1956, donde todo cambió drásticamente. Se dedicó de lleno a la escritura, fundó una revista de poesía, comenzó a explorar esos parajes a los que lo llevaban las palabras como a un barco ebrio. Su ensayo que conecta a uno de los movimientos de la vanguardia europea con el misticismo musulmán, al surrealismo con el sufismo, se publicó en 1992. Su obra está en buena parte marcada por ese desafío, el de estar profundamente empapada por las herencias clásicas árabes y, sin embargo, abrirse a las influencias más heterodoxas y proyectarse hacia el mundo. Uno de sus mayores proyectos literarios, El Libro, recoge sus preocupaciones más recientes.
Hay muchos Adonis en Adonis. “La verdadera poesía no es nunca la claridad ni la evidencia, sino todo lo contrario, es adentrarse en la oscuridad del mundo”, escribió en su ensayo sobre Rimbaud. Cuando en 1967 Israel invadió la mayor parte de los territorios palestinos y se adentró también en Líbano, Siria y Egipto, Adonis se vio reclamado por las urgencias de la historia y habló de las cosas que estaban pasando. De esa época es su Epitafio para Nueva York, que tanto tiene de la voz de Lorca. Hoy está aquí en Granada, en la ciudad del poeta del Romancero gitano. “La palabra es la más ligera de las cosas y lleva en sí todas las cosas”, escribió Adonis en ese poema. "La acción es un lugar, un instante. La palabra es todos los lugares, todo el tiempo”.
Hay 2 Comentarios
El seto y ese sueño matutino.
El gorjeo
describe a
cielo abierto
ese candido
sueño y una
dulce poesía,
la rima infinita
que recuerda
el amor.
Francesco Sinibaldi
Publicado por: Francesco Sinibaldi | 11/05/2009 18:53:21
"...Rosa de melancolía
los ruiseñores le cantan
y ella como es flor de olvido
con el silencio les paga.
Granada vive en si misma tan prisionera
que solo tiene salida por las estrellas...
Carlos Cano
Publicado por: María | 10/05/2009 10:37:34