El historiador como artista

Por: | 21 de septiembre de 2009

La historiadora estadounidense Barbara W. Tuchman estuvo en Madrid y en Valencia en 1937 para cubrir la Guerra Civil enviada por el semanario The Nation. Uno de los artículos que escribió sobre el conflicto, Las lecturas de Madrid, forma parte de Cómo se escribe la historia (Gredos; traducción de Beatriz Iglesias Lamas), el libro que reúne distintos trabajos en los que reflexiona, de manera teórica y práctica, sobre su oficio. En ese texto habla de la retaguardia. Mejor aún, se ocupa de lo que se puede leer en Madrid en noviembre de 1937 mientras los desastres de la guerra se producen, sobre todo, en otros escenarios. Así pues, pasa revista a los libros que hay en la biblioteca de los soldados de la 3ª División que se instruyen en El Escorial, comenta la literatura bélica que ofrecen las mesas de una librería de la Gran Vía y se refiere a las publicaciones de segunda mano que se pueden encontrar en "tenderetes y carretillas". Cuenta que Katharine Hepburn es portada de la revista Cinelandia o que Queipo de Llano es el personaje favorito del que se sirven los caricaturistas para parodiar sus emisiones nocturnas en una radio de Sevilla. La guerra ocupa el 90% del papel de la prensa, dice, pero advierte que hay sitio para otras cosas. Como por ejemplo, una obra por entregas titulada Mariona: ni doncella, ni esposa, ni viuda, que publica un nuevo semanario que defiende la causa de la República. De su protagonista, escribe: "Pide taxis y lleva trajes de noche, dos cosas que de tan desaparecidas del Madrid actual podrían pertenecer a la Edad de Piedra".

El inusual punto de vista de Barbara W. Tuchman sobre el desarrollo de la Guerra Civil puede servir para ilustrar su particular manera de entender su trabajo como historiadora. Es verdad que Lecturas de Madrid es sólo uno de los muchos textos que envió a The Nation, pero es el que ha elegido para esta selección. "Un año de asedios y bombardeos ha destrozado la superficie vital", escribe refiriéndose a Madrid, "pero las viejas ruedas siguen girando en sus entrañas".

Barbara w. tuchman 1

Barbara W. Tuchman tiene que explicar la vida de una ciudad en guerra, y entonces decide detenerse en  lo que pueden leer los soldados que se preparan para combatir y en los libros y publicaciones que la gente puede comprar en las calles de una ciudad bombardeada. Y constata que la vida sigue allí, y que más allá de las proclamas de cada bando las cosas siguen su curso habitual. "Soy discípula del detalle", comenta en uno de los textos teóricos de este libro, "porque desconfío de la historia a granel cuyos proveedores se preocupan más de determinar el significado y el propósito de la historia que los hechos".

Los hechos son, así, su gran obsesión. Contar los hechos. Intentar volver al pasado con la mirada de alguien que estuvo allí. Y escribir. Barbara W. Tuchman defiende que su trabajo tiene mucho que ver con el del artista. “La imaginación es al poeta lo que los hechos al historiador”, subraya. Y sostiene que sin empatía ni imaginación no se puede ir a ninguna parte: "El historiador puede estar copiando los números de una lista de tributos, pero nunca sabrá o será capaz de rescatar a la gente que pagaba los impuestos". Vino a la guerra como periodista y contó que, más allá de las balas y el dolor, la gente seguía leyendo la historia de un personaje anacrónico. Esa Mariona que no era ni doncella ni esposa ni viuda, y que pedía taxis y vestía trajes de noche.

Hay 2 Comentarios

Hola Jose Andrés:
He leído esta tarde el artículo que versa sobre el libro que escribió el general Rojo sobre la guerra civil. Creo que este libro es verdaderamente necesario, porque gracias a los hechos narrados desde el punto de vista de un auténtico militar, los españoles tendremos la posibilidad de conocer la verdadera trastienda de la guerra civil y la verdad de lo que sucedió en el ámbito militar.
Definir la personalidad del general con unas pocas palabras es imposible, pero sí puede ser una aproximación. El general Rojo amaba al ejercito porque era su verdadera familia, como él mismo dice , fue criado y educado siendo una criatura de ocho años,¿cómo iba a permitir mancillar el honor del ejército con un acto de traición?
Hombres como el general Rojo se convierten en héroes involuntarios,viviendo la guerra entre la espada y la pared, tuvo que tomar decisiones durísimas, pero fueron las correctas; fueron esa clase de decisiones que anteponen el amor a su país, antes que su propia vida.
Como acertadamente llama Marías a España, somos un país anómalo, pero a pesar de esto, el general Rojo será recordadao, y cada vez más por ser un hombre de honor y de una elegancia moral inquebrantable .
Si el general Rojo no se hubiera exiliado, Franco lo habría asesinado, pero sin atreverse a firmar la orden de fusilamiento, como hizo con su primo D. Ricardo de la Puente.
El general Rojo devuelve dignidad al ejército español a raudales e inició una dura tarea que aún no ha acabado: La regeneración de un ejército anquilosado e ineficaz, saturado de oficiales ineptos incapaces de hacer un cálculo matemático básico, enchufados allí para lucir el uniforme y que cobraban un sueldo inmerecido de por vida.
Espero con ilusión el jueves, aunque ahora no tengo tiempo para leerlo, lo ojearé de vez en cuando, encontrando en las palabras del general,el consuelo de quien supo vencer la traición con entereza y sin rencor.

Me parece muy interesante la visión de esta historiadora. Cubrir un conflicto o cualquier otro suceso no debe estar reñido con la capacidad de observación del reportero o documentalista, fotógrafo o lo que sea... La microhistoria se centra en analizar pequeños sucesos diarios o cotidianos que pueden aclarar muchas cosas de un hecho estudiado por la Historia... que la gente del Madrid asediado leyera una novela por entregas simboliza, como dices, que la vida sigue más allá de las balas o de las ideologías...
Me ha gustado, como historiadora y como blogera esta entrada tuya.
Saludos

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El rincón del distraído es un blog cultural que quiere contar lo que pasa un poco más allá o un poco antes de lo que es estrictamente noticiable. Quiere acercarse a lo que ocurre en la cultura con el espíritu y la pasión del viajero que descubre nuevos mundos y que, sorprendido e inquieto, intenta dar cuenta de ellos.

Sobre el autor

José Andrés Rojo

(La Paz, Bolivia, 1958) entró en El PAÍS en 1992 en Babelia. Entre 1997 y 2001 fue coordinador de sus páginas de libros y entre 2001 y 2006 ha sido jefe de la sección de Cultura del diario. Licenciado en Sociología, su último libro publicado es Vicente Rojo. Retrato de un general republicano (Tusquets, 2006), XVIII Premio Comillas. Correo: @elpais.es.

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