Hacia el anonimato

Por: | 01 de septiembre de 2009

Hay algo de los personajes de Francis Scott Fitzgerald en el John Dillinger de Enemigos públicos, de Michael Mann. La película empieza en 1933, en plena depresión económica y poco después de los felices veinte, donde reinó el autor de El gran Gatsby. Ocurre que el cuatrero que Mann ha llevado a la gran pantalla se comporta como un impecable caballero. Ocurre que se enamora locamente, como hacían los personajes de Fitzgerald. Ocurre que adora ese vertiginoso vivir el presente, ocurre que clausura cualquier proyecto de futuro, ocurre que se va precipitando en el abismo pero sin abandonar nunca un cuidado exquisito por las formas. John Dillinger es también hermoso y maldito. Tiene la fortaleza de la belleza y la inteligencia, y la fragilidad del que se maneja con demasiada independencia, fuera ya de las claves de su tiempo. Cuando los mafiosos de verdad se están retirando del peligro de las calles para continuar con sus actividades en locales secretos donde engordan sus cuentas con el negocio de los teléfonos, Dillinger sigue robando bancos. Pero sus días están ya contados.

Enemigos publicos 2

Es como si se operase la sustitución de la artesanía por la cadena de gran montaje, donde los hombres pasan a segundo plano para ceder su lugar a las piezas de un engranaje. En su peculiar canto al héroe trasnochado es donde Michael Mann conecta a través de Dillinger con la vieja poética del western. Hay algunos paisajes desérticos en la película, como para hacer un guiño, pero la historia del célebre ladrón de bancos es una historia urbana. Chicago y su anonimato, antros nocturnos donde se baila con la música de las orquestas de jazz, balazos a la puerta de un cine. Sangre y asfalto. Pero de alguna manera está esa vieja poética del vaquero que quiere imponer sus maneras y que es rápido con la pistola. La violencia como pasaporte para subirse a la cresta de la ola. Y el ritmo del mundo que le vuelve la espalda.

En el otro bando están John E. Hoover y el tipo al que contrata para acabar con Dillinger, Melvin Purvis. Para un  mundo en el que se ha impuesto la cadena de montaje, hace falta inventar un servicio policial que sea minucioso a la hora de obtener información y escrupuloso en el control y el archivo de sus diligencias. El FBI está a punto de convertirse en esa meticulosa burocracia que despliega sus tentáculos desde el aséptico local del gestor del orden público. A Hoover le preguntan en la película de Mann, cuando va a solicitar dinero para su agencia, si estuvo alguna vez en la calle, ahí en el corazón del peligro, donde el sabueso ha de cazar a su presa. Y no, eso no es lo suyo.

Al final de lo que trata Michael Mann es de todos esos mitos (el del arrojo individual y el del respeto a la ley, con sus respectivos cruces de cables) que van pautando la historia de los Estados Unidos. En un lado, Dillinger y su habilidad para asaltar bancos y fugarse de las cárceles. En el otro, la perseverancia que ponen los agentes de la ley en capturarlo sirviéndose de cualquier medio. Importa también lo que está en el medio, la opinión pública, que tiene un enorme peso en la película y que aparece como telón de fondo omnipresente. Es a la que Hoover tiene que seducir con sus nuevos métodos y es, al mismo tiempo, la que venera al bandido que se busca la vida en plena depresión. Tomás Eloy Martínez ha escrito que hay "demasiados relámpagos de ametralladoras Thompson" en la película y que a Johnny Depp le falta misterio. Puede ser, pero quizá ese "frenesí espasmódico" de balazos revela la emergencia de ese otro mundo donde ya no hay sitio para el viejo ladrón de bancos. Y en cuanto al exceso de sofisticación de Depp, como incondicional del actor no puedo pronunciarme: creo que ha compuesto un fascinante John Dillinger.

Hay 6 Comentarios

La película me ha gustado, respira cierto aire de película antigua. Y Johnny Deep, que no suele ser santo de mi devoción, creo que cumple eficazmente e incluso le imprime al personaje un cariz romántico y fatalista que me convenció. Sólo tengo como pero una forma más clásica de filmar y fotografiar esta película...con una narración más clásica creo que podría haber sido un peliculón...

Conforme avanza la pelicula me encontraba realmente disfrutando de Dillinger y sus atracos a bancos. Sin embargo hacia la mitad empieza a convertirse paulatinamente en peli de serie b. Se mezcla la imagen de film de exteriores con interiores, creia estar viendo una telenovela. Los policias pierden toda su credibilidad, ahora son buenos policias ahora malos, pero no hay problema aparece de pronto uno buenisimo salido de la nada q parece conocer a dillinger y para darle personalidad el viejo truco de apagar un cigarrito para sentenciar la frase de un guion q se cae... Penosa vamos. Lo curioso es q empieza bien... sera la crisis...?

¡Qué peliculón!Buenísima.
Johnny Deep es un camaleón. Te hace llegar esos pequeños grandes detalles que convirtieron en un mito a su personaje sin estridencias ni clichés.

A este paso el Johnny Depp va a resultar en nuevo, James Dean. Pero sin mito. Me gusta el hecho de que a los actores jóvenes se les permita tener peso y cuerpo. Confieso que flipé con Leonardo di Caprio en Titanic. Yo, que todavía recordaba a un Travolta de treinta y tantos representando a un tipo de diecisiete.
El asunto es si ésto va a repercutir socialmente. Si se va a tomar en serio el asunto de la longevidad y se le da de una vez la vuelta.
¿No comprenden que es mejor ligarnos con hombres más jóvenes?
Espero que sea usted tan comprensivo con el amor como yo y como el personaje, lo asuma vitalmente. Esto es: lo de las viudas septuagenarias, es una pérdida taquillera.
No vende.

Confieso que Johny Deep comenzó a gustarme después de ver Piratas del Caribe (me chifla ), aunque más que gustarme , me atrapó,
es un excelente actor.
Aún no he tenido ocasión de ver esta película, espero poder este finde.
En cuanto a la sofisticación de Deep creo que es lo que toca, ¿ Recuerdan la estética impecable, rozando la obra de arte, de dos gansters pata negra como James Garney y Edward G. Robinson ?
Gracias por la recomendación.

Me muero de ganas de ver esta película, espero que de este fin de semana no pase. Parece que te ha gustado, me alegro ;)

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El rincón del distraído es un blog cultural que quiere contar lo que pasa un poco más allá o un poco antes de lo que es estrictamente noticiable. Quiere acercarse a lo que ocurre en la cultura con el espíritu y la pasión del viajero que descubre nuevos mundos y que, sorprendido e inquieto, intenta dar cuenta de ellos.

Sobre el autor

José Andrés Rojo

(La Paz, Bolivia, 1958) entró en El PAÍS en 1992 en Babelia. Entre 1997 y 2001 fue coordinador de sus páginas de libros y entre 2001 y 2006 ha sido jefe de la sección de Cultura del diario. Licenciado en Sociología, su último libro publicado es Vicente Rojo. Retrato de un general republicano (Tusquets, 2006), XVIII Premio Comillas. Correo: @elpais.es.

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