Cuando V. S. Naipaul se disponía a entrevistar en agosto de 1979 al ayatollah Jaljali, el llamado "juez de la horca" de Jomeini, le pidieron que escribiera previamente sus preguntas. Llevaba encima un papel que había cogido en el hotel. Así que apuntó: "¿Dónde nació? ¿Qué le hizo decidirse por los estudios religiosos? ¿A qué se dedicaba su padre? ¿Dónde estudió usted? ¿Dónde dio su primer sermón? ¿Cómo llegó a ayatollah? ¿Cuál ha sido su día más feliz?". Lo que Naipaul quería era tener una conversación con aquel hombre, en el que convivían sin mayor roce aparente el religioso que enseña teología en Qom con el sanguinario hombre de leyes que firma sentencias de muerte a granel. "Yo esperaba que hablara de su vida; me habría gustado meterme en su cabeza, ver el mundo como lo veía él", escribe en Entre los creyentes. Un viaje por el islam (Debate; traducción de Flora Casas). Naipaul llegó a Teherán seis meses después de la caída del sha. Quería saber qué estaba pasando con aquella revolución, que hoy celebra su trigésimo primer aniversario en un momento delicado: una parte importante de la población cuestiona el régimen de Ahmadineyad tras las controvertidas elecciones del pasado junio.
Cuando Naipaul desembarcó en el aeropuerto de Teherán, las noticias que llegaban a Occidente de Irán se referían sobre todo a las ejecuciones, que seguían realizándose de manera metódica y que eran puntualmente actualizadas por la prensa oficial. Por aquellos días, los sentenciados a muerte eran los dueños de burdeles y las prostitutas. "Dijeron que el ayatollah Jomeini había prohibido la música, y empezaron a imponerse de nuevo las normas islámicas sobre las mujeres", cuenta. "Se condenaba el baño mixto; los Guardianes de la Revolución vigilaban las playas del mar Caspio y separaban a hombres de mujeres".
Tiene mucha lógica, pues, que Naipaul viajara a Irán para entender qué estaba pasando con aquella revolución y, sobre todo, que quisiera enterarse de lo que ocurría interesándose en quienes tomaban las medidas más drásticas con preguntas como las que le dirigió al ayatollah Jaljali. ¿Cuál ha sido su día más feliz?, quiso saber, pero el clérigo se fue por las ramas: le interesaba hablar de otra cosa. Quería mostrar el poder que tenía, o su cercanía al poder. Presumía de esa situación que le permitía disponer de las vidas de los demás, y un grupo de fieles musulmanes celebraba riendo sus ocurrencias.
Naipaul va desvelando como, a cada rato, va encontrando cosas que lo sorprenden. En Qom, donde entonces había unos catorce mil estudiantes de teología, descubre por ejemplo que "la fe seguía delimitando el mundo y, como en la Europa medieval, la erudición en materia de teología no conocía límites". Uno de esos eruditos era el ayatollah Jaljali. En un momento de la entrevista le dijo a Naipaul: "Verá, yo maté a Hoveyda". Se trataba del primer ministro del sha. "La primera bala le dio en el cuello pero no lo mató", había contado Naipaul un poco antes. "Su verdugo –un clérigo– le ordenó entonces que levantara la cabeza; la segunda bala le alcanzó en la cabeza y lo mató". De eso era de lo que quería hablar Jaljali. Y no está de más recordarlo en un día como hoy.
Hay 4 Comentarios
Este año, no se ha nominado a ninguna mujer en nuestro país. No obstante, la galardonada ha sido mujer.
Entiendo que es tarea de todos combatir los desequilibrios y las desigualdades que afectan a la Humanidad, y agradezco a la Academia que lo haya hecho.
Por otra parte, para ser candidato es necesario tener apoyos. Un escritor necesita ser apoyado siempre. El lector es su primer apoyo.
Entiendo cuestiones de rivalidad al respecto. Pese a que no se vean en la escena a ni a protagonista ni a su antagonista; sino una representación de una de las partes, con el objeto de ocultar el conflicto.
Comentarte, Amigo, que respecto a la utilización consentida o no - al escritor también le gusta lucirse - de las grandes figuras literarias (aclararte que con ello no estoy haciendo referencia al recurso de la metonimia), se habla en estos días en el blog de Juan Cruz de las preferencias de la fuerza política nacionalista en relación a Gonzalo Torrente Ballester.
Yo no he intervenido mucho, y me gustaría conocer tu opinión.
Publicado por: Belén Mtnez. Oliete | 13/02/2010 14:14:36
Naipaul es un escritor de una calidad incontestable. Pero un premio nobel de literatura, sobre todo, se consigue por méritos políticos, amiga.
Publicado por: precarisimo | 11/02/2010 22:25:15
Gracias por esta magnífica presentación. Me he quedado impresionada.
Respecto al primer comentario, me ha parecido fuera de lugar.
Un nobel de literatura no se consigue por méritos políticos.
Publicado por: Belén Mtnez. Oliete | 11/02/2010 22:20:56
V. S. Naipaul es un observador atento, minucioso y bien informado. ¿Cuenta cómo era Irán antes de la revolución islámica, la cultura persa que llevan dentro de su piel las diferentes etnias que conviven en un país tan antiguo, variado y rico?
Leyendo el comic "Persépolis" de Marjane Satrapi, sobre su infancia en Irán, su exilio europeo, en Austria y Francia, y su vuelta a Irán, con el régimen de los ayatolás ya instalado... me llamó la atención cómo la protagonista del cómic, que es ella, piensa si la guerra entre Irán e Irak, que marcó su infancia, no había sido un conflicto alentado por los intereses de los países desarrollados (Europa y EEUU)... porque tenían petróleo y mantenerlos enfrentados y arruinados después de la guerra, era lo más rentable para nosotros.
La posición de Marjane era (es) muy incómoda: su infancia iraní, adolescencia europea la coloca en una línea de fuga. La testigo que ha visto los dos lados de la frontera.
Publicado por: precarisimo | 11/02/2010 21:58:54