Imprentas, muelles y barcos. Filadelfia fue decisiva en la construcción del imaginario colectivo de los Estados Unidos cuando empezaba a inventarse como país. Y en esa ciudad coincidieron en la tercera década del siglo XIX algunas de las figuras más relevantes del proceso político que se vivía entonces en Hispanoamérica. "Son los años de la campaña del Perú, la transición del imperio de Iturbide a la república federal en México, la posibilidad de una invasión separatista a Cuba y Puerto Rico y la formulación de la Doctrina Monroe, en Estados Unidos", escribe Rafael Rojas en Repúblicas de aire. Utopía y desencanto en la revolución de Hispanoamérica (Taurus), la obra con que ganó el Premio de Ensayo Isabel Polanco. Ahí recoge, por ejemplo, esta entusiasta invitación de uno de los intelectuales más relevantes del Perú, Manuel Lorenzo de Vidaurre: "Viajero pensador, no busques ejemplos en Maquiavelo, ven a presenciarlos en los Estados Unidos de América. Aquí el ardiente patriotismo tiene las arcas de estos hombres libres siempre abiertas para cuanto mira al engrandecimiento de su patria”.
Vidaurre fue de los que terminó exiliado en Filadelfia durante aquellos años por alguno de los múltiples conflictos que se produjeron en su país, y allí coincidió con el mexicano fray Servando Teresa de Mier, el guayaquileño Vicente Rocafuerte y el cubano Félix Varela. En la tercera década del siglo XIX, cuenta Rojas (la foto es de Carlos Rosillo), "circulaban en Filadelfia 16 periódicos, 21 revistas, 17 semanarios y varios cientos de libros". La arteria principal, que desembocaba en el muelle, estaba llena de librerías e imprentas. La ciudad era un hervidero de ideas, y ocupaba un lugar estratégico para conectar cuanto se estaba produciendo en los Estados Unidos con lo que surgía en la otra América y con lo que pasaba más allá, en Europa. Y era eso lo que buscaban aquellos pensadores hispanoamericanos: ideas, y el clima idóneo (el de la discusión y el debate) para que germinaran.
Durante los años en que los países hispanoamericanos batallaban por conquistar su independencia, Estados Unidos no fue enemigo sino más bien cómplice de aquella aventura. Rafael Rojas consigue en su libro transmitir aquel clima de fervor patriótico que animaba los distintos proyectos que se iban elaborando para aquella joven América que se libraba del yugo español. La reivindicación del catolicismo se daba a veces de patadas con el aire ilustrado que imperaba entonces, pero otras veces confluía con él y ambos discursos sabían convivir y potenciarse. Lo que aquellos pensadores hispanoamericanos hacían era traducir las corrientes intelectuales de su tiempo para adaptarlas a sus respectivos países, aunque entonces no existieran todavía como se conocen ahora y, sobre todo, flotara aún el proyecto de esa gran América que se iría al traste a finales de la década.
En su brillante ensayo, Rojas reconstruye un tiempo en que Estados Unidos era para los países del sur un lugar de encuentro, no de confrontación. Así que aquellos exiliados que habían llegado a Filadelfia se dedicaron allí a comentar los textos de Thomas Paine, Thomas Jefferson o John Quincy Adams o a estudiar la Declaración de Independencia de las Trece Colonias y la Constitución de Estados Unidos. Rocafuerte, que llegó a ser presidente de Ecuador entre 1835 y 1839 y que se definía a sí mismo como un "simple patriota", pasó en unos cuantos por varias transformaciones: de liberal gaditano a defensor de la monarquía parlamentaria británica, luego fue republicano bolivariano (y, por tanto, centralista) y terminó como republicano federalista. Cuando fue expulsado de México durante el imperio de Iturbide se refugió en Estados Unidos. Y desde allí escribió, y es un buen resumen de la admiración por el vecino del norte: "He abandonado las risueñas vistas del precioso valle de Tenochtitlan por las márgenes del Potomac, en cuyas cercanías está el sagrado sepulcro del héroe de los siglos, el grande, el inmortal Washington. Venid aquí, ¡oh, valientes mexicanos!, a consultar sus veneradas cenizas y a su aspecto volveréis a templar vuestras almas. Éste es el oráculo verdadero de la virtud y la libertad".
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Hola soy ADELFA PINEDA CESPEDES. Trasparencia y ética: Ingeniera Industrial, Interpreto el sentir de la gente. UNETE, apóyame y hagamos un nuevo estilo de País, que se invierta en Desarrollo industrial -económico en donde se genere empleo con transformación social cultural-educativa, por la seguridad, por la Reactivación del campo, impulso de los proyectos de ley (a,b,c,d,e): a)Regulación de Las tarifas de los Servicios Públicos, b)nuevo modelo moderno en sistema de salud con calidad que llegue a ti, a el a ella y a todos. c) Autonomía de la Región Caribe. d) Derogar la extradición. e) Reconocimiento como servicio público al mototaxismo con cumplimiento de normas.
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Marca en el tarjetón por Adelfa Pineda 43 SENADO Liberal
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ADELFA PINEDA CESPEDES. • . SENADORA 2010-2014
_______________RAFAEL PARDO Presidente
_________SOMOS LIBERALES – SOMOS COLOMBIA ____________
Publicado por: vota por adelfa pineda 43 SENADO Liberal | 24/02/2010 15:06:50