Una historia de amor

Por: | 23 de abril de 2010

Una vez que aquel muchacho, Carlitos, fue a casa de Jim quedó tan impactado por la belleza de la madre de su amigo que se enamoró de manera irremediable. Volvió al mundo con la sensación de estar viviendo el mayor de los acontecimientos y ya no dejó de pensar en ella. Así que unos días después, y cuando estaban en clase de "lengua nacional como se llamaba el español", pidió permiso y salió. Les estaban enseñando el pretérito perfecto del subjuntivo: hubiera o hubiese amado. Se fue de la escuela, fue a casa de su amigo, tocó el timbre. Lo cuenta José Emilio Pacheco, que dentro de unas horas recibirá en Alcalá el Premio Cervantes, en su novela Las batallas en el desierto (Tusquets). Le abrió la madre de Jim: "Nos sentamos en el sofá. Mariana cruzó las piernas. Por un segundo el kimono se entreabrió levemente. Las rodillas, los muslos, los senos, el vientre plano, el misterioso sexo escondido. No pasa nada, repetí". Y fue armándose de valor, hasta que lo dijo: "Porque lo que vengo a decirle –ya de una vez, señora, y perdóneme—es que estoy enamorado de usted". Jose emilio pacheco

 La novela tiene esas frases cortas, esa velocidad, pero José Emilio Pacheco es, ante todo, poeta. En alguna de sus artes poéticas ha escrito: "Tenemos una sola cosa que describir: / este mundo". En otra: "No tu mano / la tinta escribe a ciegas / estas pocas palabras". Así que no es hombre de alardear, ni de proclamas excesivas, y ha ido paso a paso construyendo ese montón de versos por los que hoy recibe el premio más importante de cuantos celebran la obra de un autor en lengua española.

En Sombras de obras, Octavio Paz escribió: "La poesía de José Emilio Pacheco se inscribe no en el mundo de la naturaleza sino en el de la cultura y, dentro de éste, en su mitad de sombra. Cada poema de Pacheco es un homenaje al No; para José Emilio el tiempo es el agente de la destrucción universal y la historia es un paisaje en ruinas". No hay que ir muy lejos en Tarde o temprano, la reunión de sus poemas que Tusquets acaba de publicar, para encontrar uno que en el que, con extrema sencillez y contundencia, atrape la devastadora labor de las horas. Se titula Antiguos compañeros se reúnen y dice: "Ya somos todo aquello / contra lo que luchamos a los veinte años".

En Las batallas del desierto, que inspiró una película (Mariana, Mariana) y una canción del grupo Café Tacvba (Las Batallas), hay también algo de eso: la drástica mirada que constata que todo se acaba, que nada dura. "Demolieron la escuela, demolieron el edificio de Mariana, demolieron mi casa, demolieron la colonia Roma. Se acabó esa ciudad. Terminó aquel país. No hay memoria del México de aquellos años". Así que seguramente es cierta esa querencia por el No. Pero también en Pacheco hay, y también lo destacaba Octavio Paz, "la voz del Sí". Ese Sí que constituye el haberse rendido al desafío de escribir versos, aunque parezca una tarea condenada al fracaso. Así lo expresaba en otro poema: "No hay justificación de mi arrogancia / Al hacer un poema como si fuera importante. / Y desde el muelle sin esperanza arrojarlo / Al abismo sin fondo". Señor Pacheco, muchas felicidades.

(Para celebrar el Día del Libro, les recomiendo que no se pierdan este video que me ha sugerido mirar Enrique Collado: que lo disfruten).

Hay 6 Comentarios

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Coincido con la mayoría de los comentarios. Bueno y justo.


¿La poesìa en cuidados intensivos?
R.GABRIELLI

¿Son los premios, el verbo-lenguaje o la vida, los soportes de la poesìa? Hace unos años, cuando el poeta mexicano Josè Emilio Pacheco fue galardonado con el Premio Pablo Neruda, dijo que el dinero de ese lauro le servirìa para pagar medicinas y hospitales. Estaba en Miami, me parece. Años despuès, previo a recibir el Cervantes, 125 mil euros, sus palabras son idènticas: va a guardar ese dinero para gastos de clìnicas y hospitales. La metàfora del tìtulo de esta nota es vàlida, porque la poesìa està en cuidados intensivos, respira con su propio balòn de oxìgeno, requiere casi siempre primeros auxilios. ¿En algùn momento un premio servirà para darle un buen funeral a la poesìa? Es verdad que los muertos tampoco duran/Ni siquiera la muerte permanece/Todo vuelve a ser polvo...nos recuerda el poeta mexicano.
Pacheco, poeta, ensayista, novelista, traductor, comparte el Cervantes con autores clàsicos como Carpentier, Onetti, Octavio Paz, Borges, Cabrera Infante, Vargas Llosa, Roa Bastos, Sàbato, Gonzalo Rojas, Gelman, entre otros autores ya consagrados. No sabemos què dirà en su discurso este viernes Pacheco cuando reciba el premio en Alcalà de Henares, en cuya universidad estuvieron San Ignacio de Loyola, Lope de Vega, Calderòn de la Barca, Francisco de Quevedo, Tirso Molina, San Juan de La Cruz. Y lo trascendente para la fecha, es que allì naciò Miguel de Cervantes Saavedra.
Los discursos suelen aludir al Manchego Caballero Andante, a la aventura de la palabra, el español de España y Amèrica, el puente del idioma entre dos mundos, una dosis de visiòn crìtica de lo que sucede en el mundo, (¿El Manco de Lepanto habrìa abrazado este mundo de espanto?) no vendrìa mal al mundo acadèmico, intelectual, a los Reyes de España y a la corte de indiferentes que gira entorno al planeta. El mundo està mal, reconoce Pacheco, y quisiera escribir un poema que detenga la violencia. 22 mil y tantos muertos en Mèxico por la narco violencia, catàstrofes naturales, dice, en Chile, Haitì, -ahora China, Indonesia-. ¿Pero y las catatàstrofes sociales que el hombre crea y abanica como si viviera en el mejor de los mundos? La poesìa no puede contra ese paraìso perdido, pero tampoco debe callar y mirar por la ventana para ver como se vuela la esperanza por ese agujero negro que se chupa la galaxia.
Esta vez la poesìa no serà la convidada de piedra, sino el alma de la fiesta de la palabra, porque ha vuelto al Cervantes un poeta, aunque diga que no conoce una definiciòn de poesìa, aunque ya lo dijo el clàsico romàntico español Gustavo Adolfo Bècquer: ¿Què es poesìa? Y tù me lo preguntas. Poesìa eres tù.
Quizàs en su discurso, el autor de Los elementos de la noche (1963) El reposo del fuego (1966) No me preguntes cómo pasa el tiempo (1970) Irás y no volverás (1973) Islas a la deriva (1976) Desde entonces (1979) Los trabajos del mar (1984) Miro la tierra (1987) Ciudad de la memoria (1990) El silencio de la luna (1996) La arena errante (1999) Siglo pasado (2000) Tarde o temprano (2000) Como la lluvia (2009)
La edad de las tinieblas (2009) La sangre de Medusa y otros cuentos marginales (1959) El viento distante (1963) Morirás lejos (1967) El principio del placer (1972) Las batallas en el desierto (1981) Tarde de agosto (1992-, nos revele que entiende por poesìa, què le impulsò a mantenerse en este gènero que los editores tratan como la fea de la fiesta. La poesìa tiene tantas definiciones como poetas, porque no hay un sòlo camino, el lenguaje abre infinitas puertas, se renueva constantemente y ejerce su poderìo en el reinado que crea siempre una nueva lengua popular. Para Pacheco escribir poesìa es un absoluto misterio, porque todo està en contra. Tal vez la realidad sea la que menos comprenda al poeta, pero nada contra corriente es lo que suele mantener con respiraciòn al poema como el pez en el agua. No pensemos siquiera que al cruzar un puente, el poema ya està terminado. Los jurados cuando dan los premios suelen definir las cosas de una manera màs pràctica, encuentran soluciones a los por què y lanzan sus palabras: "La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, le anunció a Pacheco aquèl memorable dìa que el jurado había querido premiar su "uso lingüístico implacable", la "profundidad y libertad de sus pensamientos" y "el distanciamiento irónico de la realidad cuando es necesario".
El poema tiene sus propios mecanismos, atajos, sabe hacia donde va y viene de la mano de un sueño, de una imagen rota, un haz de luz que se desvanece en la oscuridad para convertirse en palabra nueva, ùnica. irrepetible. Ya Pacheco nos contarà su historia. Por ahora dice que no sabe, que sòlo escribe porque le pasa algo. Esperemos que le siga pasando. Despuès de todo, no existen recetas para escribir poesìa y siempre es uno frente a la pàgina en blanco. No hay intermediarios entre el poeta y la hoja en blanco. En la bolsa de la poesìa, los brokers son incapaces de realizar la màs mìnima transacciòn, porque cuando opera el poema, es ante el lector y en solitario.
Cuando subo a un aviòn, la tierra se me aleja como un poema.
La diosa blanca
Porque sabe cuánto la quiero y cómo hablo de ella en
su ausencia,
la nieve vino a despedirme.
Pintó de Brueghel los árboles.
Hizo dibujo de Hosukai el campo sombrío.
Imposible dar gusto a todos.
La nieve que para mí es la diosa, la novia,
Astarté, Diana, la eterna muchacha,
para otros es la enemiga, la bruja, la condenable a la hoguera.
Estorba sus labores y sus ganancias.
La odian por verla tanto y haber crecido con ella.
La relacionan con el sudario y la muerte.
A mis ojos en cambio es la joven vida, la Diosa Blanca
que abre los brazos y nos envuelve por un segundo y se marcha.
Le digo adiós, hasta luego, espero volver a verte algún día.
Adiós, espuma del aire, isla que dura un instante.
Josè Emilio Pacheco


PD
El Cervantes para Nicanor Parra, Ernesto Cardenal y Josè Marìa Panero, como un acto de justicia con la poesìa en idioma español.


Me ha encantado el video, muy bueno.

De los montones de páginas que han dedicado a Pacheco, estas han sido de las que más me han gustado. Es verdad que "Las Batallas en el desierto" es un libro fantástico y es verdad también que Pacheco es un gran poeta.

¡El vídeo es buenísimo!

Qué bueno el video y qué honor para las letras españolas, que Jose Emilio Pacheco reciba el Cervantes.
Aún no he leído nada suyo, pero nos has servido un interesante aperitivo, que hace difíl evitar la tentación de incarle el diente a alguna de sus obras.
Gracias por la recomendación.

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Sobre el blog

El rincón del distraído es un blog cultural que quiere contar lo que pasa un poco más allá o un poco antes de lo que es estrictamente noticiable. Quiere acercarse a lo que ocurre en la cultura con el espíritu y la pasión del viajero que descubre nuevos mundos y que, sorprendido e inquieto, intenta dar cuenta de ellos.

Sobre el autor

José Andrés Rojo

(La Paz, Bolivia, 1958) entró en El PAÍS en 1992 en Babelia. Entre 1997 y 2001 fue coordinador de sus páginas de libros y entre 2001 y 2006 ha sido jefe de la sección de Cultura del diario. Licenciado en Sociología, su último libro publicado es Vicente Rojo. Retrato de un general republicano (Tusquets, 2006), XVIII Premio Comillas. Correo: @elpais.es.

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