En los primeros actos de Cómo gustéis, de Shakespeare, hay una pelea entre hermanos y se sabe de un asunto turbio por el que, en otra gresca familiar, ha sido desterrado un duque. Se van juntando las historias que discurrían paralelas y surge una historia de amor y se produce un combate y, como telón de fondo permanente, se percibe el pestilente aroma que desprende el poder. El tono, en cualquier caso, es siempre ligero. Un abanico de personajes del pueblo y de la corte, algunos muy malvados y otros en extremo cándidos, la fuerte complicidad de unas primas, la fidelidad de un viejo para con su señor, la clásica estratagema de la dama que se disfraza de hombre para sortear un incómodo escollo. Todo tiene el aire de un juego concebido para el despliegue del talento de los actores, y lo que hace Sam Mendes, en el montaje que se ha podido ver estos días en el teatro Español de Madrid, es aceptar ese desafío. Fuera cualquier truco: que la obra la sostengan las palabras de Shakespeare y el arte de los que las pronuncian. Nada más y nada menos.
Para hacerse una idea de las intenciones del autor, cuando la obra (en la imagen, Michelle Beck, Thomas Sadoski y Juliet Rylance, en un momento del montaje) se le va embrollando al final y el duque malo decide atacar al duque desterrado, que se ha instalado en un bosque cercano y ha acogido a su sobrina fugada de la corte, y avanza hacia allí con su feroz ejército para castigarlo… se saca de la manga una solución salomónica, totalmente inverosímil pero de una efectividad incontestable. "Pero, al llegar a la linde de este bosque, / se encontró con un viejo religioso, / y, después de alguna plática, / se apartó de su empresa y de este mundo, / dejando la corona a su hermano desterrado / y devolviendo sus tierras a cuantos / le siguieron al destierro" (Espasa; traducción de Ángel Luis Pujante), explica un personaje. Una súbita y fulminante conversión y aquí no ha pasado nada.
Como gustéis, como quieras. Que va bien una canción, pues ahí va una canción. Que conviene una disparatada sucesión de enamoramientos, pues adelante. Que quedaría bien que el asunto terminara en boda colectiva, pues boda colectiva. ¿Chistes sobre aldeanos y cortesanos? No se diga más. Esta obra de Shakespeare tiene esa ligereza, así que lo que importa no es la coherencia de los personajes, ni la envergadura del drama que padecen, ni la estructura de la pieza que ordena las situaciones para graduar su eficacia. Sólo interesa el vuelo, la gracia, la forma. El ingenio de las peroratas, la habilidad histriónica de los intérpretes y, en fin, todo ese repertorio de asuntos y procedimientos a los que se les podría sacar mejor partido: a) si uno perteneciera a la época de Shakespeare (cosa harto difícil) y b) si uno dominara los registros de su lengua. Porque en los acentos de unos y otros, en su forma de referirse a las cosas de entonces, en la retahíla de argumentos que ponen sobre la mesa para defender sus posiciones, en sus formas de retarse y seducirse: es en todo eso donde Como gustéis juega sus mejores cartas.
Así que todo el peso de la pieza lo soportan los intérpretes de The Bridge Project, y vaya que lo soportan bien. Dan una enorme lección de arte dramático y abruman por su abundancia de recursos. Cuando uno de ellos usa el sonsonete de Dylan para cantar un tema que tiene un punto de crítica social es cuando se entiende cuánto crecería la propuesta si se tuvieran todas las claves que están detrás de los parlamentos. Cuando el melancólico, ese enorme y maravilloso personaje, se refiere a un juez hablando de "su oronda panza llena de capones", se comprende que tampoco entonces, en tiempos de Shakespeare, los magistrados cosecharan el aplauso público. Sam Mendes saca de sus actores el mejor partido porque los deja hacer, y se inmiscuye muy poco. Y habría agradecerle, además, que no los haga correr. Y es que hay una tendencia que se ha seguido habitualmente en este país que aconseja que, siempre que se haga un clásico, los actores salgan a escena correteando. Como si así se le diera más agilidad a esas piezas que vienen de tiempos tan remotos.
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Publicado por: mbt | 14/05/2010 10:56:21