Elogio del crítico

Por: | 27 de mayo de 2010

"La primera balada de la noche, I waited for you, transmitió no sólo emoción, sino también conmoción", escribió Federico González en la crítica de un concierto de marzo de 2004 en Madrid. "Un sonido redondo como lo más redondo que se pueda imaginar y un fraseo que buscaba el arrebato sereno con persuasión paciente recordaron que Lovano también es un músico a quien las melodías le vienen a comer de la mano", explicaba poco después. En un perfil de Charles Mingus, que publicó en Babelia en el año 2000, escribió que su música "fluía entre lo pasional, lo onírico y lo teatral, refinada por las enseñanzas de los mejores compositores clásicos del siglo XX pero con un punto de crudeza primitiva originada en el blues y la música religiosa". Y añadía: "Sus músicos, como si le adorasen y le temiesen al mismo tiempo, rendían a un nivel nunca después igualado, y aunque sus grupos apenas llegaban a dimensiones de banda reducida, sonaban como una orquesta al completo". Son dos mínimas referencias al trabajo que hizo Federico González en este periódico, y vienen a cuento porque ayer La Casa Encendida realizó un pequeño acto de agradecimiento a Carmen Navajas, su viuda, por haber cedido la colección del crítico a esa institución. Son 4.900 vinilos, 9.900 CDs, 4.500 fotografías, 4.900 negativos y más de 1.300 revistas y libros. Un lujo inmenso, que gracias a un gesto de extrema generosidad, pasa del salón de una casa a disposición del público.


Fede2_budapest_agosto_2003 No corren buenos tiempos para la crítica. Su presencia se ha adelgazado en los medios y circula por ahí el discurso de que no sirve para nada. Esta sociedad reclama el aplauso y bendice la descalificación, el oprobio. No siempre hay lugar para los matices, para los pequeños descubrimientos, para el análisis de los detalles minúsculos, para la observación de los aciertos y los errores. El éxito es la marca que se ha impuesto, y debe ser rotundo, sin sombras. En ese paisaje, cierto, no hay lugar para la crítica. Su tarea no es nunca la de rendirse o fusilar sin razones, sino la de elaborar argumentos.

Y los argumentos han pasado a un segundo plano para dejar que las reacciones viscerales ocupen el primer término. Esta última es una fórmula que funciona, sobre todo si aquel que se pronuncia desde las tripas tiene ingenio o buen estilo, y más aún porque conecta bien con ese gusto, tan actual, por la adoración o la condena. Esa caricatura del crítico, como alguien que desde un estrado aprueba o desaprueba, es la que hoy tiene suerte. Federico González, que falleció en 2004, nada tenía que ver con esta escuela.

Lo suyo tenía que ver con la pasión y el entusiasmo, claro (basta ver su colección para certificar su amor por cuanto oliera a jazz), pero sabía también que su trabajo exige una distancia, lo que lo obligaba a ser pedagógico y a sostener sus afirmaciones a través de una cuidadosa escritura en la que convivieron felizmente sus argumentos con ese punto irracional que tiene siempre el gusto de cada uno. Más que el crítico que se sube a pontificar, era un cómplice. Ese cómplice que sabe mucho más y que, por eso, facilita las cosas y despeja los senderos para que a la hora de la verdad el placer sea mucho más grande. Porque de eso se trata con la música: de disfrutar. Se lo dijo Dave Holland en una entrevista: "en jazz, nos movemos en el terreno de la improvisación y crear en el momento sigue siendo un pequeño milagro cotidiano". Como crítico de periódico, donde tantas veces hay que tocar sobre la marcha, Federico González alcanzaba con mucha facilidad esos momentos "milagrosos". Ahora hay un hueco en la Casa Encendida para seguir acordándonos de él.

Hay 5 Comentarios

Coged mirra la calientas en un cacharro de cobre, lata o lo que sea hasta que se vuelva carbón lo lavas y ahí estan los cristales de diamantes, de ahí sale casi todo, el tamaño el que quieras.

Ptolomeo la llamaba la cosa nuestra ya que se llama Mi Ra o sea Mi Dios = Mirra

Te gusta………………
queria poner una imagenpero la pueden saqcar ustedes

Queria comentar que me parecen estos artistas famosos y consagrados , que siguen exprimiendo su fama para seguir sacando dinero.Creo que la musica es un dialogo entre el artista y el publico.Primero el artista expresa sus sentimientos a traves de un album.Luego el publico esta de acuerdo y responde comprando ese album.Tercero el artista con el dinero recibido deberia hacer algo,construir algo relacionado con lo que explicaba en sus letras,y asi retornar la confianza puesta en el.Y cuarto el publico recibe esta respuesta por parte del artista(ya sea creacion de escuelas de musica o centros de ayuda juvenil o agencias matrimoniales etc etc ) y le devuelve la confianza haciendo algo artistico.Y asi el circulo queda completado.Pero no me valen estos artistas que se quedan a medias.Si eres multimillonario,retorna algo como sea, capullo.Y deja las drogas para calmar tu ego.

hola

Estupendo que el coordinador de Babelia haya escrito esta reseña sobre el gran Federico González. Estuve presente en el acto del que habla. Fui expresamente desde Granada para estar allí. Y eso me da pie para decir que eché de menos a mucha gente entre otra a los resabidillos de Cuadernos de Jazz, que dejaron escapar no sólo la ocasión de redimirse y sino de paso cubrir una de esas noticias estelares que por desgracia no menudean en la villa. Y a la vista del artículo publicado en El País al día siguiente por el ínclito Chema García, intuyo que alguno de los presentes o sobraba o no estaba viendo u oyendo lo que los demás. Y si por algo me gustaría que leyera este comentario es por eso. A ese señor le viene grande lo de ser crítico de un diario como el suyo. Con su ego prodrían llenarse tres plazas como las Ventas (dicho sea de paso ahora que atravesamos temporada taurina). Sus impresiones casi siempre desacertadas, carentes de humor e inteligencia, adjetivadas en la huera hipérbole y en ocasiones fuera de ritmo hacen todavía más penosa e insufrible la ausencia de gente como Federico. Y añorar, como no, otras firmas de grandísima altura que desaparecieron en la última década como las de Tecglen, Tusell, Fdez. Santos, Montalbán o Vidal. Más le valdría inspirarse y tomar ejemplo no sólamente de él sino de Rubio y De Cambra, sus predecesores. Usted bien lo dice en el comentario de su blog, la crítica se adelgaza con gran rapidez y habría que añadir: sobre todo con ejemplos como del de Chema García, del que no es la primera ni la última vez que va a recibir comentarios negativos en tanto anteponga su propia persona a lo que fluye a su alrededor musicalmente o de otra índole, lo que da idea de su escasa inteligencia y su ciega perspicacia para con la música de jazz y sus intérpretes. Desde el fallecimiento de González lo habrá oído o leído y puedo asegurarle que por donde me muevo no para de repetirse entre grandes aficionados y lectores la misma frase: ya no es lo mismo, ya no es lo mismo. Para finalizar y esperando no repetirme ni pecar de grosero quisiera añadir que nadie en el mundo ha acertado en realidad a definir con seriedad y tino lo que es la crítica y mucho menos lo que es un crítico. En cualquier caso, no es lo que practica este señor, al que siguiendo el dicho de Valle Inclán podría aplicarse que la crítica de jazz es para él el sentimiento que experimenta un eunuco ante don Juan.

Manuel Ángel Gómez
Granada

Soy amante del teatro y quizás por haber preferido la comunicación en directo, me gustó el jazz. El más dificil todavía para alguien musicalmente analfabeto como yo, se expuso para dejarse querer, entender, compartir. Y a muchas veces, para divertir.
Así que, mi admiración para alguien que ha sabido rescatar ese espíritu en vida y tras la muerte.
Espero que la visita sea aplaudida y recomendada.

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El rincón del distraído es un blog cultural que quiere contar lo que pasa un poco más allá o un poco antes de lo que es estrictamente noticiable. Quiere acercarse a lo que ocurre en la cultura con el espíritu y la pasión del viajero que descubre nuevos mundos y que, sorprendido e inquieto, intenta dar cuenta de ellos.

Sobre el autor

José Andrés Rojo

(La Paz, Bolivia, 1958) entró en El PAÍS en 1992 en Babelia. Entre 1997 y 2001 fue coordinador de sus páginas de libros y entre 2001 y 2006 ha sido jefe de la sección de Cultura del diario. Licenciado en Sociología, su último libro publicado es Vicente Rojo. Retrato de un general republicano (Tusquets, 2006), XVIII Premio Comillas. Correo: @elpais.es.

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