"Aunque sus graves ofensas me han herido en lo más íntimo, haré que la razón prevalezca sobre la cólera, pues más mérito hay en la virtud que en la venganza", le dice Próspero a Ariel cuando, tras haber logrado que sus enemigos naufragaran, los tiene definitivamente en sus manos y puede hacer cualquier cosa con ellos. Y decide perdonarlos, olvidarlo todo, pasar página. Las cosas ocurren en una isla remota y Próspero es un mago que en ese momento domina todos sus recursos. La tempestad, la obra de Shakespeare que se puede ver hasta hoy en el teatro Español de Madrid, se ha leído muchas veces de esa manera: como una reflexión sobre los poderes del teatro, sobre la habilidad de un demiurgo de disponer de sus criaturas sobre unas tablas y de manejarlas a su antojo. Próspero ordena provocar una tempestad, Próspero quiere que los viajeros se salven y que lleguen a su isla, Próspero prefiere que el rey de Nápoles y su hijo no estén juntos… Próspero decide y su fiel Ariel ejecuta. Sam Mendes, al frente de The Bridge Project, ha explorado con hondura los pliegues de la obra, como suele hacer siempre, y ha llegado a sus entrañas para contarla en torno a dos ejes: la vileza y el perdón.
Las dos grandes ruedas que mueven gran parte de las obras de Shakespeare son el poder y el amor. En La tempestad (en la imagen, Stephen Dillane y Christian Camargo como Próspero y Ariel, en un momento de la obra) cuenta la historia de un duque, el de Milán, que deja el gobierno en manos de su hermano hasta que éste lo traiciona. Consigue salvarse y llegar a una isla con su hija tras haber sido expulsado por mar en una embarcación que carece de lo más elemental. En aquellos remotos confines, domina al monstruo que los habita, Cáliban, y sigue adelante en sus estudios para perfeccionar sus conocimientos de magia y gobernar así sobre los caprichos de la naturaleza y la voluntad de los hombres.
Algo hay de ciencia ficción en La tempestad, por hablar de un género próximo que permite las mayores libertades, y las distintas apariciones que provocan Próspero y Ariel invitan a un despliegue de efectos especiales y tramoya teatral. Sam Mendes no renuncia a los juegos que la obra propone, pero está mucho más interesado en iluminar, con suma sutileza, dos de las líneas de fuerza que la recorren. La historia de amor entre el hijo del rey de Nápoles y su hija. Y la historia de Próspero frente a su pasado, que empieza como un delirio que reclama venganza y que termina con el perdón y la renuncia a sus poderes. La razón doblega a la cólera. El porvenir de los más jóvenes tiene más peso que las cuentas pendientes de los viejos tiempos.
Alrededor, los otros personajes también están tocados por la ambición de poder y la necesidad de consuelo, y la destrucción (el asesinato) es una de las opciones que barajan para alcanzar sus respectivas metas. "Estamos hechos / de la misma materia de los sueños, y nuestra pequeña / vida cierra su círculo con un sueño" (como la anterior cita, versión de Manuel Ángel Conejero y Jenaro Talens; Cátedra), le dice Próspero al joven que corteja a su hija. Sueños: de felicidad, de venganza, de dominio, de gloria. Ahí sobre el escenario los van mostrando los excelentes actores con los que ha contado Sam Mendes, que en esta visita ha dado un lugar relevante a la música en directo, las canciones, unas pequeñas coreografías… Sea como sea, si hay que rendirse frente a alguno de esos intérpretes, mi elección está hecha: Anthony O’Donnell (el magnífico, el impar, el genial Trínculo).
Hay 3 Comentarios
Y es que el Audi R8 Spyder es el vehículo a la medida de este súper héroe, un genio de la ciencia que necesita un deportivo equipado con la tecnología más vanguardista.
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Publicado por: mbt | 14/05/2010 10:54:49
Creo que es una buena forma de aprender un idioma. Sobre todo a través de Shakespeare, que resulta siempre comprendido.
Deseo que se aproveche el feed-back con autores como Molière, G.Lorca, Valle, etc.
Publicado por: Belén Mtnez. Oliete | 13/05/2010 19:28:45
Es curioso que los dos hayamos escrito hoy sobre la misma obra. La cita más importante de Shakespeare debería ser la de los sueños y no la del "ser o no ser": cuestión de ánimos.
http://lacomunidad.elpais.com/echale-guindas-al-pavo/posts
Un saludo.
Publicado por: eumeo | 10/05/2010 2:27:37