Juventud, la segunda parte de las memorias de J. M. Coetzee, empieza cuando con 19 años ha alquilado un apartamento junto a la estación de ferrocarril de Mowbray, en Ciudad del Cabo, y termina cuando tiene 24 y lleva un tiempo en Londres, es programador informático y tiene miedo: "miedo de escribir, miedo de las mujeres". De lo que trata el libro es del aprendizaje, de la manera en que a esas edades cada cual procura ir inventándose su vida, su rostro, su oficio. Coetzee quiere ser artista y sabe que para conseguirlo le hace falta encontrar una ocupación gris porque no quiere ser bohemio, nada de vivir a salto de mata. Por lo pronto, se ha ido de casa y, aunque sus padres estén cerca, no los visita nunca. Después se va también de Sudáfrica. Juventud está lleno de libros y de mujeres. Habla de Ezra Pound, de Eliot, de Henry James, de Joseph Brodsky, de Beckett, de Neruda. Liga con una chica mayor y con algunas muy jóvenes, deja embarazada a Sarah, tiene una historia con Caroline, se acuesta con una poeta, le quita la virginidad a Marianne. Mientras tanto, algo le chirría por dentro, un ruido, una molestia.
Ha estudiado inglés y matemáticas. Va encontrando trabajos aquí y allá. En Londres entra en la IBM, donde puede labrarse un buen futuro. Pero termina dejándolo. Y es que quiere convertirse en escritor, y la programación le quita mucho tiempo, muchas energías. "Ha venido a Londres para hacer lo que en Sudáfrica es imposible: explorar las profundidades", escribe Coetzee (en la imagen, recibiendo el Premio Nobel de Literatura 2003 de manos del Rey Carlos Gustavo de Suecia). "Sin descender a las profundidades no se puede ser artista. Pero ¿qué son exactamente las profundidades? Había creído que recorrer calles heladas con el corazón aturdido por la tristeza. Pero las profundidades de verdad son otras y se presentan con formas inesperadas: como un arranque de maldad contra una chica a primera hora de la madrugada, por ejemplo. Quizá las profundidades en las que quería zambullirse han estado dentro de él todo el tiempo, encerradas en su pecho: profundidades de frialdad, crueldad, bellaquería. ¿Dar rienda suelta a sus inclinaciones, a sus vicios, y después torturarse como hace ahora le ayuda a ser artista? No ve cómo".
Consigue una beca de posgrado y decide dedicarla, mientras sigue con sus cosas, a estudiar la obra de Ford Madox Ford. Sí, Juventud es un libro sobre el aprendizaje, y por eso todas las cosas que hace el joven Coetzee tienen algo de forzadas. Eso mismo de "explorar las profundidades". Pero no sólo está ese afán por remedar lo que cree que necesita hacer para ser escritor. También en sus relaciones amorosas está tanteando el terreno todo el tiempo. Coetzee es rematadamente torpe. Y va saliendo como puede de una y otra complicación. Escribe versos, prueba con la prosa. Se le va acabando el dinero, vuelve a trabajar en una empresa de informática, en International Computers.
Y, tanto en Ciudad del Cabo como en Londres, esos crujidos, esos chirridos, esos ruidos que no le permiten terminar de agarrarse a las cosas, que lo separan un poco de la vida para hacerlo desdichado. "Sólo tiene talento para la tristeza, la tristeza sincera y aburrida", dice. Y observa también que "en la vida real lo único que sabe hacer bien es sentirse deprimido". Lee, va al cine donde queda fascinado con Monica Vitti, escucha la BBC, construye unos extraños versos a partir de poemas de Pablo Neruda utilizando un ordenador enorme, el Atlas. Aprendizaje de la soledad y del uso de las palabras. Conocer los afectos, descubrir los límites. ¿Qué quiere, en realidad? ¿Qué está buscando? Va a la biblioteca para seguir leyendo otra obra más de Ford Madox Ford: "La vida de la mente, piensa para sí: ¿a eso es a lo que nos hemos dedicado, yo y esos trotamundos solitarios en las entrañas del British Museum? ¿Nos espera alguna recompensa? ¿Se disipará nuestra soledad, o la vida de la mente es en sí misma una recompensa?".
Hay 2 Comentarios
En el abismo.
El sonido del
universo aparece
constante, cuando
el canto del
sol me llama
dichoso: siento
el fervor pasar
suavemente
donde muere
la noche regalando
el amor....
Francesco Sinibaldi
Publicado por: Francesco Sinibaldi | 05/09/2010 14:55:26
Sigo tu blog me gusta mucho tus comentarios.Saludos desde Granada
Publicado por: andres ortiz | 02/09/2010 20:23:07