Jean Echenoz se ocupa en su último libro del atleta checoslovaco Emil Zátopek. Empezó a correr cuando los nazis ocuparon su país en marzo de 1939 y, ya entonces, llamaba la atención su manera de hacerlo, su rareza. "Es mejor que trabajes el estilo. Que no, dice Emil, lo del estilo es una gilipollez", escribe Echenoz. "Y además no es lo mío, soy demasiado lento. Puestos a correr, mejor correr rápido, ¿no?". Y eso fue lo que hizo: correr rápido para ganar. Zátopek se impuso primero en los 1.500 metros, inventando el sprint final y luego consiguió hacer los 5.000 en quince segundos. Se entrenaba sin parar y, en la posguerra, empezó a participar en competiciones internacionales. Un día le tocó correr en Berlín los 5.000 metros y se distrajo y casi llegó tarde a la salida, pero finalmente pudo participar y venció. En la tribuna estaba Larry Snider, el entrenador de Jesse Owens, el atleta negro que había triunfado en aquel estadio en los Juegos Olímpicos de 1936 y al que Adolf Hitler, el Führer, se negó a estrechar la mano. Snider se quedó anonadado ante el "estilo impuro" de Zátopek. "No es normal, dictamina, este tipo hace exactamente lo que no debe hacerse y gana". ¡Y vaya si lo hizo! Su mayor hazaña, por no hacer una relación demasiado exhaustiva y tediosa de sus múltiples triunfos, se produjo en los Juegos Olímpicos de Helsinki. Llegó cansado a la capital de Finlandia, parecía desmotivado y ni siquiera estaba claro en qué competiciones se había apuntado. Ganó el oro en las tres a las que se presentó: 5.000 y 10.000 metros y la maratón. Cruzaba la meta, y luego seguía trotando un rato como quien hubiera acabado de darse una vuelta por el bosque. Todo estos detalles los cuenta Jean Echenoz en Correr (Anagrama, traducción de Javier Albiñana).
Es la historia de Emil Zátopek, pero en el libro de Echenoz (la fotografía es de Daniel Mordzinski) aparece también lo que ocurrió en Checoslovaquia durante buena parte del siglo XX. Primero llegaron los nazis a los Sudetes, y años después, al final de la Segunda Guerra Mundial, entraron los soviéticos y trajeron el comunismo. Emil se estaba entrenando cuando escuchó las sirenas que anunciaban la llegada de las tropas rojas. Se apuntó al ejército, donde empezó como oficial. Llegaron sus éxitos, uno detrás de otro, y el atleta se convirtió en el mejor propagandista del régimen y entró en el partido. Se casó con una lanzadora de jabalina, triunfó en los Juegos Olímpicos de Londres. Enseguida, el Gobierno que presidía con mano de hierro Klement Gottwald empezó a controlarlo, e incrementaron la vigilancia cuando en Praga tuvieron lugar los primeros procesos contra la disidencia (torturas, ahorcamientos, cadenas perpetuas, trabajos forzados). Cuando Checoslovaquia quiso abrirse al mundo de la mano de Alexander Dubcek, los tanques soviéticos volvieron a entrar en el país en 1968. Zapótek, que todavía participaba en competiciones menores, condenó la invasión de su país por las fuerzas del pacto. Lo mandaron a pasar seis años en una mina de uranio en la frontera con Alemania lejos de su familia y luego, de regreso, lo colocaron de barrendero. La gente lo reconocía y lo aclamaba: tuvieron que mandarlo a trabajar al campo otros dos años más. Entonces las autoridades lo convocaron de nuevo y le exigieron firmar su autocrítica ("qué otra cosa va a hacer para vivir en paz"). Ahí termina el escritor francés su magnífico libro: cuando Zátopek empieza a trabajar como archivista en el Centro de Información de los Deportes.
"Está como ausente cuando corre, tremendamente ausente, tan concentrado que ni parece estar cuando está ahí más que nadie", escribe Echenoz a la hora de describir el peculiar estilo de Zátopek, su rareza. Dice también que "avanza de manera pesada, discontinua, torturada, a intermitencias". Y apunta que "sus rasgos se distorsionan, como desgarrados por un horrible sufrimiento, la lengua fuera intermitentemente, como si tuviera un escorpión alojado en cada zapatilla de deporte". Un poco después apunta que "todo su cuerpo se asemeja a un mecanismo descompuesto, dislocado, doloroso, salvo la armonía de sus piernas, que muerden y mastican la pista con voracidad".
Como los corredores, también los escritores tienen su estilo. Pero muchos abominan de él, lo consideran una gilipollez. Quizá la literatura sea un poco más complicada que el atletismo (Zápotek hablaba del "encanto de su simplicidad"), lo que sí es seguro es con que con las novelas no se baten récords, ni hay carreras ni metas de ningún tipo. Si alguien rechazara en el mundo de la literatura el estilo, como hizo el atleta checo, porque lo que importa es "correr rápido" para ganar, ¿en qué especie de triunfo se podría entonces pensar? ¿Qué hay ahí al final de un libro, tras trajinar con él 5.000, 10.000 metros, la maratón?
Hay 4 Comentarios
Yo no comprendo que la expresión del sufrimiento, aunque sea en parte gozosa por lo que conlleva de reto y de superación en las pruebas físicas contra las fuerzas que nos conforman, se califique como encantadora o simple.
La comparativa o alusión con lo ascético o monástico, en atletismo o en cualquier otra carrera en solitario, pues si, de alguna manera el espíritu en cuanto a voluntad, si...se manifiesta.
Pero de ahí a considerarlo encantador... será desde un sillón acolchado, a cierta altura, con la copa llena y levantada.
Si, lo del estilo es una gilipollez decorosa. Cuando no se mantiene y se gana, conviene suavizar la manifestación. ¿Pureza o encanto?
Simplicísimus...
Publicado por: Belén martínez oliete | 06/12/2010 19:41:21
La sencillez es de gran importancia; en cuanto a ganar, perder, son el anverso y el reverso de una misma moneda, son circuntancias: lo que importa es hacer bien una tarea. Saludos. RMM.
Publicado por: Rosa Mayo Marcuzzi | 04/12/2010 15:00:26
Tienes razón, ROGER. Gracias.
Publicado por: rojo | 03/12/2010 9:59:19
Gracias por compartir la vida de un gran corredor como lo fue Emil Zátopek, jamás en la historia del atletismo un corredor ha logrado ganar estas tres pruebas.
Sólo una pequeño error de dedo, los 5,000 metros lo corrió en quince minutos y no en quince segundos. Saludos.
Publicado por: ROGER | 03/12/2010 2:12:14