La manzana

Por: | 17 de diciembre de 2010

En la primera lección que va a dar a los que quieren escribir versos el poeta lleva una manzana. La saca, la enseña. Y explica que lo primero que hay que hacer es aprender a ver. El color, la forma, las sombras. Luego está el tacto, el sabor. Lo que importa es poner un poco de atención, y descubrir que hay muchos matices en lo que está más próximo, que la tarea de acercarse a las cosas del mundo puede ser inagotable (y apasionante). Es una secuencia de Poesía, la película del director surcoreano Lee Chang-dong que se ha estrenado en España hace relativamente poco. Se abre con la marcha incansable de las aguas de un río y se cierra cuando la cámara vuelve a acercarse a la corriente y se detiene en su casi imperceptible oleaje. Vaya, la vida es un río que fluye.

Lee chang-dong poesia 
Todo empieza con el cadáver de una adolescente flotando sobre las aguas. Poco después se ve a una anciana que acude al médico a que la revisen: se le duerme el brazo, tiene ausencias, no le salen algunas palabras. En cuanto aparece Jung Jung-Hee (en la imagen, en un momento de la película), la actriz que sostiene y le da grandeza al filme, enseguida cautiva su hermosura. La belleza está en una manzana, es lo que dice el poeta, pero también puede encontrarse en la vejez. Y Mija, el personaje que interpreta la veterana Jung Jung-Hee, tiene más de sesenta años. Vive con su nieto en una casa modesta, se gana la vida cuidando a personas discapacitadas. Va casi siempre con sombrero, viste ropa llena de colores, le gustan las flores. Un día ve un anuncio de un taller de poesía. Ya no hay plazas, pero consigue que le hagan un hueco. La primera vez que va a clase, el maestro habla de la manzana.

Aprender a ver las cosas del mundo, esperar que llegue la inspiración, anotar las fugaces palabras con las que intentamos nombras las fugaces experiencias cotidianas. Mija se esfuerza en ver un árbol, se concentra con todas sus fuerzas: un día en el colegio, hace mucho, le dijeron que seguramente servía para escribir versos. Justo cuando ha empezado a olvidar las palabras que le sirven para tratar con los demás y para comunicarse acude a cumplir con ese antiguo designio. Escribirá un poema, aunque tenga que luchar contra las amenazas de su memoria. Y aunque la infamia que se ha cometido con aquella adolescente, cuyo cadáver bajaba por el río, le esté tocando muy cerca. Mija tiene que afrontar el desafío del poema, pero le espera una empresa aún mayor: intentar entender lo que pasa alrededor. En la película de Lee Chang-dong, la poesía ya no es así sólo el aprendizaje de volver a mirar el mundo, sino también la herramienta con que se comprende cómo funcionan sus criaturas y, finalmente, el estímulo necesario para intervenir en el curso de las cosas.

Lee Chang-dong ha escrito novelas y se ha dedicado al teatro. Empezó a hacer cine en 1993, y ha estrenado varias películas antes de Poesía. Entre 2002 y 2005 trabajó como ministro de Cultura y Turismo de Corea del Sur. Llama la atención que para explorar los conflictos que se producen en una sociedad que se precipita en la modernidad a velocidad de vértigo haya elegido un oficio en franca decadencia, el de poeta, y se haya servido de una mujer mayor para subrayar que no todo vale. Un buen día aparece esa segunda oportunidad. A Mija seguramente no le quedaban muchas cosas por hacer, pero tenía pendiente escribir un poema. Es posible que, cuando se apuntó al taller, no supiera que las palabras no llegan así porque sí, de manera gratuita. A la hora de mirar una manzana, y todo eso que está próximo, y descubrir la textura de sus sombras, igual entonces se encuentra lo que antes no se ha podido ver antes. Abusos, violencia, muerte. Desinterés y vacío. "La vida en la tierra sale bastante barata", dice Wistawa Szymborska en su poema Aquí, incluido en el libro del mismo título (Bartleby; traducción de Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia Soriano). "Por los sueños, por ejemplo, no se paga ni un céntimo. / Por las ilusiones, sólo cuando se pierden. / Por poseer un cuerpo, se paga con el cuerpo". Pueden preguntárselo a Mija, el entrañable personaje de Lee Chang-dong. 

Hay 6 Comentarios

Cuando la filosofía occidental no nos funciona,volvemos los ojos a la oriental por ver si ahí radica algo de cordura. La poesía nunca estuvo en decadencia y la temática da un poco lo mismo, porque todo es objeto analizable desde el punto de vista poético, tan personal y único como todas nuestras actuaciones. No sé si el mensaje de la película es "nunca es tarde" pero todo lo que nos devuelva a la vida plena desde cualquier edad o condición, me resulta muy válido. El mundo no sólo es de los jóvenes, sino de todos.

una auténtica tentación....este blog digo.

Sí, bien vale la vida un poema.
Aquella mariposa que retuve un día,
Cierta tristeza que apenas siento.
Dolores de seres
de antiguos tiempos.

Yo, aquí,
en la madrugada,
sobrevivo,
sin penar,sin sentir,
ignoro si aún
sabré amar.

No más mariposa,
no más tacto ni mirada,
ni oír el aleteo.

Pronto saldrá el sol.
Lo dice un pájaro contra el cristal.

El cielo de color amatista.

El canto
perpetuo de las
aves describe
la palidez y
una voz candorosa,
y esta rima, en
el silencio, dona
el sabor de
una noche estrellada.

Francesco Sinibaldi

Me alegra mucho tu elección: Una película de un director surcoreano, en estos momentos tan difíciles para ellos, tras haber luchado contra reloj en segunda y tercera división.
No se si el bono me va a permitir descargarla, pero la sensibilidad como temática, me parece de las más importantes.
Por otra parte, constato la belleza de edad anciana frente a la ceguera de lo viejo y al recuerdo de lo antiguo. Y me gusta mucho el apunte del director en este sentido, planteando un contraste con la fragilidad no aparente (no física) de la edad adolescente.
Muchas gracias por la recomendación.

Bravo Jose Andres!
evidentemente la vida es nomas un rio que fluye.
Precioso comentario y gracias!

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Sobre el blog

El rincón del distraído es un blog cultural que quiere contar lo que pasa un poco más allá o un poco antes de lo que es estrictamente noticiable. Quiere acercarse a lo que ocurre en la cultura con el espíritu y la pasión del viajero que descubre nuevos mundos y que, sorprendido e inquieto, intenta dar cuenta de ellos.

Sobre el autor

José Andrés Rojo

(La Paz, Bolivia, 1958) entró en El PAÍS en 1992 en Babelia. Entre 1997 y 2001 fue coordinador de sus páginas de libros y entre 2001 y 2006 ha sido jefe de la sección de Cultura del diario. Licenciado en Sociología, su último libro publicado es Vicente Rojo. Retrato de un general republicano (Tusquets, 2006), XVIII Premio Comillas. Correo: @elpais.es.

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