El último proyecto en el que se embarcó Aby Warburg antes de morir en octubre de 1929 fue un atlas que tituló Mnemosyne. Han quedado de aquel desafío cuarenta paneles en los que fue colocando distintas fotografías, grandes y pequeñas, que suman todas ellas cerca de un millar. Lo que quería era recomponer y exponer "las fuerzas que habían determinado la evolución de la mente occidental", escribe E. H. Gombrich en su libro sobre el singular historiador del arte y erudito alemán (Alianza, 1992; traducción de Bernardo Moreno Castillo). El propio Warburg explicó en sus anotaciones que su objetivo era recuperar "toda la gama de expresiones en poder de las emociones: desde la ensoñación indefensa hasta el canibalismo criminal", y que con ello pretendía "absorber estas acuñaciones preexistentes para plasmar la vida en movimiento". No es fácil, tal como quedó, comprender esa obra inconclusa de Warburg. Quizá, para conseguirlo, uno de los mejores caminos sea el que ha ensayado el filósofo e historiador del arte Georges Didi-Huberman como comisario de la exposición Atlas. ¿Cómo llevar el mundo a cuestas?, que puede visitarse estos días en el Reina Sofía de Madrid.
Si lo que hizo Warburg en Mnemosyne fue juntar en cada uno de sus paneles imágenes distintas (como en el panel nº 2: Representación griega del cosmos, a la derecha) para explorar cómo siguen vivas las formas y los discursos y las exploraciones y propuestas de la antigüedad clásica, lo que hace Didi-Huberman es servirse de su método para recorrer el arte del siglo XX y del que se está haciendo en el XXI. No importa tanto cuan maravillosas sean las obras que ha elegido sino lo que son capaces de decir sobre la manera de trabajar de los artistas. Warburg encontraba que los paneles le servían para ordenar y reordenar el material que había reunido en nuevas combinaciones. Y eso es lo que hay en el Reina Sofía: distintas salas con piezas heterogéneas, que también podrían reordenarse de distintas formas y que proponen una lectura distinta sobre lo que han hecho los artistas, sobre sus preocupaciones y obsesiones, sobre su manera de ver el mundo. "Hacer un atlas es reconfigurar el espacio, redistribuirlo, desorientarlo en suma: dislocarlo allí donde pensábamos que era continuo, reunirlo allí donde suponíamos que había fronteras", escribe Georges Didi-Huberman en la nota de presentación de la muestra.
Las imágenes desenfocadas que hizo Richter para acercarse al grupo terrorista Baader-Meinhof, las flores y plantas que fotografió Blossfeldt para plasmar las formas originarias del arte (abajo, en la imagen), el mapa que recortó Rimbaud para hacer el suyo propio, las flores que coleccionaba Klee y que pegaba escrupulosamente en unas hojas, las virutas de meteorito de Polke, la película en la que Baldessari le enseña el abecedario a una planta, los collages de Heartfield para denunciar la barbarie: todas las obras reunidas revelan los oscuros caminos que van recorriendo los artistas en su afán de hacerse con una realidad cada vez más compleja y que se les escapa, pero dan cuenta también de los sombras oscuras que los alientan. Didi-Huberman quiere mostrar cuanto tienen todos ellos de "sabios": "recogen trozos dispersos del mundo como lo haría un niño o un trapero", escribe, "Walter Benjamin comparaba estas dos figuras con el auténtico sabio materialista".
Aby Warburg no aceptaba la versión que ha convertido el Renacimiento en "una edad de superhombres sensuales", cuenta Gombrich en su libro. Rechazaba la idea de que hubiera sido "una utópica edad de oro", "un despertar feliz de las pesadillas del dogmatismo medieval". No todo fueron luces, sin sombra alguna: para Warburg, "toda emancipación tenía que ser dolorosa". Así que no se podía olvidar todo aquello que también está en el hombre y en el arte. Los deshechos, las perversiones, lo irracional, esa ciega voluntad de la que hablaba Schopenhauer. Didi-Huberman ha trabajado impregnado de ese espíritu. Su exposición es una gozosa invitación a sumergirse en un "verdadero campo de conflictos". Así es nuestro mundo, así somos nosotros.
Hay 4 Comentarios
Un evento dichoso.
El balido
vive como un
sueño templado
que recuerda la
estrella de una
dulce poesía,
el amor delicado
y el sonido
infinito.
Francesco Sinibaldi
Publicado por: Francesco Sinibaldi | 20/02/2011 15:31:29
Bravo Belén. Yo no pertenezco al mundo de la literatura ni de la cultura pero soy asiduo lector del blog de Jose Andres y me sumo a tus agradecimientos a él por poner su trabajo a nuestra disposición. He aprendido mucho desde que lo leo.
Publicado por: Horacio | 18/01/2011 14:39:35
He leído la entrevista a Didi-Huberman, que aportas en tu reportaje. ¡Cómo me ha gustado!
Muchas gracias.
Siento no poder visitar la exposición. Espero que sea muy aplaudida.
También quiero agradecer la generosidad con la que nos regalas tu trabajo. El que se encuentre a disposición pública.
Publicado por: belen mtnez. oliete | 14/01/2011 14:38:53
Every day of your life.
Every day
of your life
is a luminous
moment and
every sunshine,
when the light
fades away, is
a magical quietness.
Francesco Sinibaldi
Publicado por: Francesco Sinibaldi | 11/01/2011 17:53:35