Animal Kingdom, reino animal: "La película pretende recrear un universo completo con diferentes tipos de personajes", ha dicho David Michôd, el director australiano responsable de esta película, su primer largometraje, "no solo policías y criminales sino también abogados, padres y esposas". Un amplio muestrario de tipos humanos, pues. Una ciudad, Melbourne, de la que se ve bien poco. Unas cuantas calles, unas cuantas casas y bares, un supermercado: podría ser cualquier parte. La íntima convivencia entre la inocencia y la maldad, entre el cinismo y la ingenuidad, y empapándolo todo, el miedo. Un miedo corriente que, por mucho que se camufle tras la máscara de la matonería, termina por disparatarlo todo. Si estás acorralado, tienes miedo, y el miedo es mal consejero. La locura paranoica y el vértigo insufrible del que no atisba ninguna salida: David Michôd se ha introducido en los circuitos internos de una pequeña familia mafiosa en horas bajas. Y, al final, ha hecho un inquietante relato de la descomposición de sus vínculos afectivos. Cuando no hay códigos que sirvan, sólo queda el de la sangre. Pero también puede pudrirse, y deja de servir en situaciones límite, en ese punto en que nada queda sino el ciego engranaje que conserva el mecanismo vivo. En este caso, esa familia tan particular.
La secuencia del principio de la película establece el ambiente afectivo y moral que recorre el relato. Un joven está viendo un concurso en la televisión mientras espera la llegada de una ambulancia. A su lado, su madre recostada sobre el sofá, ausente: acaba de morir de sobredosis. Mientras el personal sanitario intenta reanimarla sin conseguirlo y luego se ocupa de llevársela, el joven no deja de ver la pantalla. Parece mucho más interesado en quién puede llevarse el premio que en sus enojosas complicaciones domésticas. Poco después lo recoge su abuela. Vuelve al núcleo familiar del que llevaba tiempo separado: todos sus tíos andan en líos con la policía, todos viven malamente de robar y de la droga. La abuela se ocupa de mantener el orden y de que los conflictos entre unos y otros no prosperen (en la imagen, la familia en un momento de la película). Animal Kingdom trata del miedo, pero es también una reflexión sobre el vacío. No hay ningún horizonte ni ningún proyecto, no hay ni siquiera vínculos con el pasado. Las cosas ocurren en el presente y el presente está hueco. Sólo funcionan los automatismos de la supervivencia y de la huída.
Lo que David Michôd propone es una reflexión moral que se articula sobre un universo en el que no existe moral alguna. ¿Qué quiere decir exactamente con la historia que cuenta? ¿Tiene algún sentido seguir el itinerario de violencia que se desata alrededor de la familia poco después de la muerte de la hija toxicómana? Vacío sobre vacío, miedo y más miedo. Uno de los hijos es asesinado por agentes de la policía, que actúan con el mismo desdén por la ley que exhiben los delincuentes, y a partir de ahí se inicia la pesadilla. Es una carrera enloquecida que no conduce a parte alguna. Y David Michôd no está ahí para proponer una respuesta. Sólo está mirando a las bestias acosadas. Atrapa ese reino animal y lo que importan son las peculiaridades de cada uno de los personajes. Sus gestos, sus palabras, sus sueños, sus estrategias para seguir viviendo.
Animal Kingdom es también una radiografía social. Lo que mandan las convenciones es conquistar una posición social determinada y entrar en el amable circuito de los escaparates y las tarjetas de crédito de una sociedad consumista. La anomalía de la familia que retrata David Michôd es que para formar parte de ese mundo han utilizado la puerta falsa de saltarse la ley. El foco está, sin embargo, puesto en los personajes y en los dilemas que surgen en su vida cotidiana. La abuela que gobierna la familia y el nieto recién incorporado tras la muerte de su madre son los que, acaso, encarnan las cuestiones más graves. En el caso de ella, cuando incluso está dispuesta a prescindir del eslabón más débil para conservar sus privilegios. En cuanto al joven, el interrogante decisivo es si tiene más sentido la abstracción de la ley o la carnalidad de la venganza. Luego están los inocentes, que sirven al fin para que esta inquietante película tenga la impronta del género negro, donde los defensores de la ley combaten contra los malvados.
Hay 2 Comentarios
Creo que si puede llegar al público. Quizás no sea un éxito en taquilla. Pero el éxito de la difusión no garantiza la repercusión de una película. Ocurre que, tanto en España como en Italia, el cine no se dedica a estas cosas. Parece decirnos que se ha superado a si mismo perversamente a través de una cierta inercia, de dejadez y onanismo. Quizás también por ser utilizado como herramienta de disuasión. Y en otras, como objetivo.
Aparece esta película en escena desde el polo inverso, en negativo. Tal y como es.
Pero el argumento nos lo sirven y retransmiten en los telediarios sin cuidado alguno. Sin la posibilidad del uso de preservativos.
Así es que la película se cuenta periodísticamente. Como si a fuerza de emitir avances, nos acostumbrásemos a creer que ese Animal Kingdom no es extraño, sino que es concultural. Parte de nuestra naturaleza secreta, no admitida. Se utilizan los términos morales para desnaturalizar las cárceles, insistiendo en que el animal debe de vivir en libertad y no en jaulas ni entre barrotes que le enfurecen aún más. Como si aferrados a algún tipo de represión inconsciente, no quisiéramos aceptar la barbaridad por algún prejuicio desnaturalizado, o cultural o ético... Chi lo sa!
La diferencia con el hemisferio inverso, es que aparece posivitizando la crítica. La entrada en la sala oscura permite, una vez fuera, separar, ordenar, superar lo visualizado y entendido, en la propia vivencia, en la personal o en otras. Permite reconocer y meditar e incluso omitir y rechazar. Nos deja la elección abierta de olvidar, si a uno le place. De tirarla a la basura o de convertirla en fetiche. Con la seguridad y la tranquilidad de saberse respetado y no violentado. El cine permite, abandonar la sala y mandar la película a hacer puñetas. Por esa, y por otras que posibita se le reconoce entre las actividades artísticas y entre las que fomentan la libertad de expresión. Siempre y cuando, no se dedique además, a socializar a psicópatas a costa del pueblo.
Publicado por: belen martínez oliete | 17/02/2011 0:56:19
Rojo, acertadísima crítica a una gran película. Miedo sobre miedo, es verdad. Lástima que no llegue al gran público porque según he visto sólo está en cines versión original. Recomendable cien por cien.
Publicado por: Ana A. | 16/02/2011 19:49:24