Un enorme desatino

Por: | 04 de marzo de 2011

¿Pueden convivir en una misma propuesta artística la excelencia con el disparate? La respuesta es sí. Y el ejemplo es Cisne negro. La película de Daren Aronofsky cuenta la historia de una joven bailarina que obtiene el primer papel para la nueva puesta en escena de El lago de los cisnes. Cumple así un viejo sueño y un desafío de años de trabajo y sacrificios. Su llegada a la cumbre no va a ser, sin embargo, un camino de rosas. A un lado ha quedado, rota, la anterior estrella de su compañía de ballet, que forma parte de un prestigioso centro neoyorkino. La aventura del nuevo montaje, además, es doble: el director artístico quiere que sea la misma bailarina la que interprete al cisne blanco y al cisne negro, la cándida pureza y la llamada de lo oscuro, y no sabe si su elegida va a estar a la altura de la turbia carnalidad de este último personaje. Es demasiado pacata, no conoce la vida. La que se prepara como su suplente, en cambio, sabe moverse con desenvoltura en cualquier parte y hace mucho que abrió las puertas para que su sensualidad reinara sin cortapisas. Más que una oportunidad para desarrollar los múltiples registros de su indiscutible talento, su preparación para la nueva obra se convierte así en un infierno. Inseguridades y celos, temores y pesadillas, mala conciencia y sentimientos de culpa. Y muy cerca, como el testigo impertérrito que vigila cada uno de sus pasos, la abrumadora presencia de una madre posesiva.

1 a a a bs natalie portman 
Natalie Portman, que ganó por esta interpretación el Oscar a la mejor actriz, hace un trabajo deslumbrante. Muestra hasta qué punto ha sido poseída por el veneno del arte y revela que está dispuesta a librar cualquier batalla para conseguir la perfección. Pronto descubre  que las estrictas exigencias que se ha impuesto para ajustar su baile a los cánones de referencia la han limitado. Y sabe que tiene que soltarse para poder ser de verdad ella misma y sabe que eso la supera y conoce sus miedos y sus ataduras y se siente perdida y tiene miedo. Lucha. Y aparece la otra, la rival, su enemiga. La sutil crueldad con la que se compite por ser alguien en el mundo del ballet queda pronto al descubierto. Y Natalie Portman hace creíble cuanto ahí ocurre.

Lo de Darren Aronofsky es  justo lo contrario. No aprecia, ni siquiera de lejos, las sutilezas de la creación en las que andan embarcadas sus criaturas. El lago de los cines, la música de Chaikovski, el ballet: lo mismo da; hubiera hecho la misma película en un internado de monjas o entre los pigmeos de una tribu lejana. Está totalmente desconectado de cuanto le toca narrar. Así que el guión le importa un bledo y, por tanto, no repara ni en los momentos más delicados, ni en los conflictos más complejos (la relación entre madre e hija está deliberadamente descuidada), ni siquiera se deja seducir por la música y seguro que también hubiera elegido ese endiablado montaje fragmentario para rodar a un grupo punk o a una bailarina del vientre. Ha tenido algunas ocurrencias (una intensa escena lésbica, un rostro acuchillado, un espejo hecho añicos, sangre que se derrama debajo de una puerta) y las ha colocado, sí o sí, en la película. Aronofsky es excesivo, pero eso no tendría por qué ser necesariamente negativo. Lo que resulta lamentable es solo sepa ser excesivo. Una chica debe ir rompiendo con sus represiones. Pues ya está: que se drogue, que se cepille a un par de maromos, que viva una noche vertiginosa, que se enfrente a su madre y que se folle a su amiga. Que la bailarina teme ser reemplazada por una compañera. Pues ya está: que la mate, que la estampe contra un espejo, que la esconda arrastrándola como una piltrafa. Y venga sacudidas de cámara y énfasis gratuitos. Etcétera, etcétera.

Cuando termina la película uno espera que estallen las carcajadas ante el engendro que ha propuesto el director, o por lo menos que lo silben y lo insulten. Pero nada ocurre porque en esa película también ha estado Natalie Portman (y Mila Kunis y el resto de actores), y la salva (la salvan). No impide, claro, que sea un delirio gratuito; evita simplemente que se desencadene un descarado recochineo por la ridícula pretenciosidad del director. Tony Judt habla de la austeridad en El refugio de la memoria (Taurus; traducción de Juan Ramón Azaola), su libro póstumo, y se refiere a la "economía formal" y "contención estética" de películas como El ladrón de bicicletas o Los cuatrocientos golpes. Luego reflexiona sobre lo que está pasando ahora y dice: "La abundancia de recursos que dedicamos al entretenimiento solo sirve para escudarnos frente a la pobreza del producto; lo mismo que en la política, donde la cháchara incesante y la retórica grandilocuente enmascaran una profunda vacuidad". Aronofsky es un hombre de nuestro tiempo; esa vacuidad de la que habla Judt es el término que mejor resume lo que con tanto ruido ha querido contar en Cisne negro

Hay 8 Comentarios

Absolutamente de acuerdo con su crítica. La publicidad ha hecho que muchos vayamos a ver esta vacuidad que seguramente pasará sin pena ni gloria a englosar una larga lista de títulos que nunca más se verán.

Querido José Andrés, suscribo una por una tus palabras. Una vez más el sentido del espectáculo hollywoodiense y la simpleza intelectual de este tipo de directores arruinan un tema que daba para mucho. La película es decepcionante.

Rojo, me has ahorrado el aburrimiento. Ya vale de tanta tontería, veamos Winter´s bone

Jon
Si la” persona fracasada” que Ud.menciona es el ganador del Premio Comillas y autor de inumerables e ilustrativos articulos sobre arte y cultura debo decir que Ud.está equivocado.

La dicción de la palabra Tchaikowsky es la indicada por el libro El Lenguaje de El Pais. Periodico donde nuestro autor es integérrimo periodista. Le sugiero que deje de leer esta columna y mas bien agarre un diccionario de ruso/castellano Pjotr Iljitsch Tschaikowski (russ. Пётр Ильи́ч Чайко́вский

Evidentemente Jose Andres tiene razón al titular su entrada: un enorme desatino. Eso es lo que ha cometido Ud.

Completamente de acuerdo con Rojo. ¿A qué incomprendidas cosas se refiere jon? En cuanto al "ápice artístico", sin comentario.

Sepa Ud, jon, que "Piotr Ilich Chaikovski" es una transliteración perfectamente correcta en español del nombre del compositor ruso; lo mismo que lo correcto en catalán es "Piotr Ilitx Txaikovski", como no le será difícil comprobar. Por cierto, ¿qué quiere decir "sin ápices artísticos"? Con o sin esos ápices cualquier aficionado al cine puede opinar sobre un producto comercial como CN, que tampoco se trata del Tractatus logicus-philosophicua, vamos a ver.

Es una pena que personas fracasadas,sin ápices artísticos,puedan opinar de cosas que no llegan a comprender.
Pero que se le va a pedir a un individuo que escribe "Chaikovski".

Menos mal que hay alguien más a quien los adejetivos "pretencioso" y "vacuo" le parecen aplicables a un film que ha encandilado (és bonissima, dicen) a tanta gente que confunde el Oscar y la publicidad masiva con el cine. Tiene Ud. razón en que el personaje de la madre y la relación madre-hija son superficiales. A Aronofsky parece que el asunto le aburre, lo que es lástima, porque Barbara Hershey podría haber dado mucho más juego si su criatura tuviera más carne y sangre. Ahora a volver a ver Repulsión, que no se porque se me vino a la cabeza mientras veía CN, y los videos en Youtube de Tamara Rojo y Polina Semionova, dos cisnes negros de primera.

Los comentarios de esta entrada están cerrados.

TrackBack

URL del Trackback para esta entrada:
https://www.typepad.com/services/trackback/6a00d8341bfb1653ef014e867e3d86970d

Listed below are links to weblogs that reference Un enorme desatino:

El rincón del distraído

Sobre el blog

El rincón del distraído es un blog cultural que quiere contar lo que pasa un poco más allá o un poco antes de lo que es estrictamente noticiable. Quiere acercarse a lo que ocurre en la cultura con el espíritu y la pasión del viajero que descubre nuevos mundos y que, sorprendido e inquieto, intenta dar cuenta de ellos.

Sobre el autor

José Andrés Rojo

(La Paz, Bolivia, 1958) entró en El PAÍS en 1992 en Babelia. Entre 1997 y 2001 fue coordinador de sus páginas de libros y entre 2001 y 2006 ha sido jefe de la sección de Cultura del diario. Licenciado en Sociología, su último libro publicado es Vicente Rojo. Retrato de un general republicano (Tusquets, 2006), XVIII Premio Comillas. Correo: @elpais.es.

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal